Cita 7 {Cita a ciegas}

El miador de la ciudad cerro la entrada a turistas por un alto costo, sin embargo para la universidad Brown pagar aquello era como quitarle un pelo a un gato. Fácil. Aquella noche, una cita entre dos personas que -posiblemente- no se conocían tendría lugar. El clima era agradable, a pesar de que era invierno no hacía tanto frío, se sentía como el inicio de la primavera que se aproximaba. El lugar estaba muy bien adornado, listones de color rojo enmarcaban el barandal del mirador, a lo lejos, las luces de los edificios neoyorquinos daban la impresión de estar en un lugar muy, muy lejano. Era algo maravilloso. Por otro lado, en el extremo derecho del mirador, se encontraba una mesa con un mantel blanco, adornada por velas color fiusha que desprendían un suave olor a lavanda que llenaba de magia el ambiente. Cerca de la mesa, había un buffet con comida exquisita y refinada, que cualquier paladar educado podría apreciar. Mientras que, alejados de la mesa, había un grupo de violinistas que tocaban canciones acordes para el momento. La nota que se les envió a los chicos únicamente decía que tenían que estar ahí a las 8 de la noche. Esa hora había llegado y con ella también la pareja que disfrutaría de una estupenda velada acompañada por un buen vino tinto hallado en su mesa.