Siempre es mejor tomar un respiro (LIBRE)

El problema de hacer un complicado trabajo en el que había que invertir una cantidad importante de tiempo, era calcular la inversión de energías que le dedicabas. Al menos en mi caso, pasar prolongadas horas dedicado a aquel asunto sólo me serviría para terminar haciéndolo todo mal, así que preferí tomarme un descanso. Pensé en retomar luego aquella dichosa ocupación, a pesar de que aún quedaban un par de días para entregarlo.

Primero me acerqué al gimnasio, al que dediqué poco más de una hora. El deporte no sólo me divertía sino que además solía relajarme y despejarme de esfuerzos de carácter mental. Tras compartir algunas pocas conversaciones y risas con algunos alumnos que igualmente se hallaban en él, me dí una ducha, me cambié de ropa y dirigí mis pasos hacia la cafetería con la previsión de tomar algo.

Era por la tarde cuando atravesé, mochila al hombro, las puertas de la cafetería y me dirigí hacia la barra. No había demasiada gente, lo que tal vez en otro momento me hubiese provocado colocarme en alguna de las mesas, pero cuando iba sólo tenía por costumbre colocarme en la barra. Pasaron unos minutos hasta que me atendieron, minutos que yo empleé en observar la estancia. Apenas unas pocas mesas estaban ocupadas y por regla general eran personas ojeando libros o charlando discretamente, el ambiente era moderado aún con el eterno ruido de "fondo" que posee toda cafetería. Ver a tantas personas estudiar hicieron llevar mi mano directamente hacia la mochila, mientras que me fijaba en que el responsable de la cafetería se disponía a atenderme.

mmm Titubeé parpadeando un par veces con mis ojos. Café, sí. Un café con leche estará bien. Resolví por fin y dibujé media sonrisa en mis labios. Saqué aquel libro "Teorías de la Comunicación", asignatura que a menudo a no pocos se nos resistía a aquellos que nos habíamos aventurado a estudiar la carrera de periodismo. Ojeé algunas cosas que técnicamente ya había estudiado, "repasar" suelen decirle. El café no tardó demasiado en llegar.

Mi mayor capacidad, al menos en lo que se refería a estudios, siempre había sido la sorprendente ágil memoria que me caracterizaba. Con la concentración necesaria leía con gran atención un tema y podía retener gran parte de la información, solo bastaba repasar un poco horas antes del examen y aquel texto quedaba grabado en mi memoria. Eso me ahorraba horas y horas de estudio, supongo que algunos compañeros de carrera se frustraban viendo sacar las mismas notas que ellos pero habiendo estudiando la mitad de lo que ellos habían estudiado.

El motivo de repasar aquellos temas con cierto descuido era precisamente el examen que, a primera hora de mañana, me esperaba desafiante. Dejé descansar mis antebrazos sobre la barra mientras que me hallaba sentado en aquel taburete alto que caracterizan a las barras de las cafeterías. Recargué mi peso sobre los brazos levemente, dejando a un lado el humeante café, y me sumergí en mi lectura.

Ignoro cuanto tiempo había pasado cuando aquel grito me sobresaltó, probablemente unos cinco minutos, pues ya le había dado un par de sorbos a aquel café (que por cierto, sabía a rayos). Despegué mi mirada de aquel libro y miré en dirección al chillido. Según parece no me había percatado, seguramente por culpa de mi centrada atención en la lectura, de que una chica se había sentado cerca de mí. Solo necesité seguir un momento con la mirada el intercambio que tenía con el encargado de la cafetería para intuir qué era lo que había sucedido.

Sonreí divertido observando agitar la falda a la muchacha y miré de reojo la cara de circunstancia que tenía aquel pobre chico. Con un poco de suerte, igual la casa te invita a ese refresco que acabas de pedir, para compensar el accidente. Reí observando a la muchacha. ¿Estás bien? Pregunté, incidiendo en aquella pregunta arqueando mis cejas. Desde luego como aquel café estuviese tan caliente como el mío, aquel pequeño accidente seguramente la hubiese lastimado. Aquel grito que tanto me sobresaltó tenía su razón de ser, después de todo.

No pude evitar emitir una carcajada cuando ella dijo aquello de "ardiente", al menos el dolor no la había hecho perder el sentido del humor. Sí, ya lo veo. Contesté riendo mientras colocaba el marca-pagina en la hoja del libro que estaba leyendo y lo cerraba a continuación. Tras apartarlo un momento, lo que acerqué fue el café al que sin demora dí mi tercer sorbo. La chica no tardó en presentarse, lo que me hizo volver a arquear mis ojos; "Penélope", pensé que aquel nombre no era demasiado común en los EE.UU. ¿Era Penélope, como la reina griega de la Odisea? Rememoré en mi cabeza durante un instante aquella historia, recordaba que de pequeño me había gustado bastante; y la película que hicieron de ella me había gustado aún más... aunque tal vez un poco larga.

Kevin, Kevin McGregor. Sonreí amistoso retribuyendo aquella presentación. Y no, no te preocupes. Yo no he visto nada de nada. Guiñé el ojo en señal de complicidad. Me estaba resultando simpática aquella chica, no era como otras estudiantes que parecían que se romperían si las dirigías la palabra. Preocupadas siempre en un montón de cosas que a menudo me resultaban incomprensibles, cada cual más estúpida que la anterior.

El resto de la cafetería, lógicamente salvo el mesero, pareció ajeno al pequeño accidente que había ocurrido. Obviamente todos nos habíamos volteado a mirar cuando escuchamos aquel grito, pero todos, excepto yo, volvieron la atención a sus cosas instantes después. Supongo que era algo lógico en la universidad, a veces parecía que tenías que estar desangrándote para que alguien dedicase una mirada preocupada.

Cuando la vi acercarse hice una señal con mi cabeza para invitarla a tomar asiento junto a mi. Mi rostro dibujó un gesto pensativo cuando ella mencionó la crema de quemaduras. Es posible que no tengas que esperar mucho, si mal no recuerdo esta cafetería tiene un botiquín de primeros auxilios y un baño donde poder aplicarse una crema. Dije levantando la mano para llamar la atención del mesero. Yo era hijo de médico, después de todo, así que sabía perfectamente que cuanto más tardases en aplicarte una crema así, más probabilidades tenías de que quedase marca. Las cremas anti-quemadura debían aplicarse inmediatamente después de haber sufrido la quemadura.

Cuando finalmente logré atrapar la atención del mesero, le pregunté y él afirmó tener una crema para ese uso. Fue raudo a buscarla. ¿Ves? La podrás aplicar ahora mismo y así no te quedará ninguna fea marca con la que convivir las próximas dos semanas. Bromeé divertido.

El mesero no tardó en regresar con la crema.

¡Gregoriooo! - dije divertida luego de escuchar su apellido. Fue un desliz absurdo, sí, pero no lo pude evitar por lo cuál tapé el rostro con mis manos - Ehhh... No me escuches, el vapor se me subió a la cabeza - lo miré por entre los dedos infantilmente. Era una experta en relacionar los nombres con algo absurdo, fue una suerte no decirle que "Kevin" me recordaba a "Alvin", y éste a su vez a "Alvin y las ardillas"... Una película sensacional... Que ehmmm... Nunca he visto.

¿No tenía que esperar mucho? Alcé las cejas escuchándolo atentamente? - ¿De verdad tienen un botiquín? - pregunté asombrada - Es decir... Planean macabramente voltear el café sobre las personas - dije cruzándome de brazos y apoyándome en contra del respaldo. Mi suposición era una tontera... O quizás no tanto... De seguro siempre habían meseros torpes y por eso estaban listos con ese tipo de ungüentos. Aunque no sé qué hablo, yo no duraría ni un día en aquel trabajo, pasteles y café volarían por el aire cada vez que tomara las bandejas para trasladarlos.

Vaya, eres genial... - sonreí con los ojos brillantes. ¿Y si estudiaba enfermería igual que y jamás lo había visto? Nah, no es una posibilidad... Pero de seguro pasaría la clase de primeros auxilios mucho antes que yo - Realmente me has salvado de una muy fea - le dije mientras recibía la crema que el muchacho había traído, asentí con la cabeza cuando la depositó sobre mis manos - Gracias... - le dije al mesero pestañeando largo y viendo luego como se marchaba.

Me levanté, pidiendo permiso a Kevin, dejando mi bolso en el asiento y fue a colocarme la crema. - Esto arde como los mil demonios - gruñía mientras la aplicaba. - Dejaré el café... Lo prometo - decía para mi misma mientras me acomodaba mi falda y en menos de nada me encontraba nuevamente entre las mesas, devolviendo en la barra lo que no era mío.

Listo... - me senté nuevamente al frente de mi salvavidas - Y dime Gregorio... - dije con un tono bromista - ¿Qué estudias? Por favor, no me digas que enfermería - pensé que los enfermeros eran tan pocos que no, no era esa su carrera - o tal vez medicina...? Porque si es así, no pude haber sido más tonta de no haberte visto antes - reí a lo bajo, un poco avergonzada luego de aquel halago que se escapó de mis labios.

La chica a pesar de lo que había pasado no paraba de gastar bromas. Apreté los labios dibujando una discreta sonrisa cuando me llamo "Gregorio". Observé como se levantaba hacia el servicio con la intención de aplicarse la crema y aproveché aquel lapsus de tiempo para pagar ambas consumiciones. Ella, Penélope como había dicho llamarse, realmente tardó muy poco. Apenas me había dado tiempo a pagar y a reintroducir el libro en mi mochila, la cual la dejé colgada del respaldo de la silla en la que me encontraba sentado.

Renové mi sonrisa cuando regresó y arqueé mis cejas en señal de recibimiento.
Creo que ahora pareces un poco menos dolorida. Comenté mientras la chica recuperaba su sitio. ¿Enfermería, medicina? Reí, no se pasó inadvertido aquel comentario que hice y quise retribuirlo. No, para nada, créeme: Me hubiese fijado en ti. Pero me temo que con un médico en la familia McGregor basta y sobra. Bromeé. En realidad estudio periodismo, lo que me veías leer no era otra cosa sino que temática en comunicación. Expliqué con naturalidad mirando de soslayo un momento hacia la mochila y después redirigiendo mi mirada a Penélope.

Mi padre sin duda hubiese preferido que estudiase medicina, de hecho me temo que incluso se hubiese conformado con que hubiese cursado enfermería. Pero no, aquello no era lo mío. Además, la de medicina era una carrera durisima y apenas ni me hubiese dejado espacio para el deporte. Decididamente el periodismo iba más con mis preferencias y con mi disponibilidad. Desde que había comenzado a estudiar la carrera aún no había encontrado una sola razón para arrepentirme de mi elección.

¿Debo de interpretar que tú sí que estudias enfermería o medicina? Pregunté interesado a la chica. No pude evitar imaginármela con uno de esos gorritos de enfermera con una estridente cruz roja bien vistosa, y aquello me hizo reír nuevamente.

Divisé a lo lejos que Kevin disponía a marcharse, estaba pagando su café y me recordó que debía pagar el mío. Mi sorpresa fue que él había pagado lo mío. - Hey! Noo... - reí negando con la cabeza. Sabía que era de "caballero" hacer eso, pero a mi me gustaban las cosas claras, y a decir verdad que me pagaran las cosas me colocaba un tanto incómoda, pero siempre encontraba la forma de salir de aquella situación - El próximo que bebas, lo pagaré yo, ¿bien? - sonreí y me acerqué hacia el muchacho del café por encima de la barra y le susurré empequeñeciendo los ojos - Si me queda muy fea la piel, mañana quiero un pedazo de pastel gratis - luego volteé hacia "Gregorio" y me mordí el labio inferior divertida - No soy así de matona siempre - reí y agregué moviendo el dedo índice - Es que creo merecer un pastel, en serio... Te convidaré, no te preocupes - reí y me dispuse a caminar al lado del muchacho, recogiendo el bolso que acomodaría en mi hombro.

Ahhh, periodismo - murmuré al escuchar su carrera y la imagen del libro que tenía sobre la mesa se me vino a la cabeza... Ahora todo tenía muchísimo más sentido - Que genial, debes estar muy informado de todo... - dije con cierta emoción. En los días de hoy los muchachos parecían no tener idea de nada, más aún en Brown, todos vivían dentro de sus burbujas de acero que nunca se veían afectadas por nada de lo que había al rededor. Periodismo, a pesar de todo, era una carrera que requería dedicación y una mente abierta a conocer el ayer y el hoy, y aquello, en un muchacho tan joven, era admirable, pero halagarlo de esa forma ya sería mucho... "Mucho, mucho piropo por hoy" pensé comicamente y me limité a decir - Debes ser un cerebrito hecho hombre

Pues sí, estudio enfermería... - agregué mirándolo de lado - Creo que seré un trauma para ti desde ahora - sonreí bromeando, mientras retomaba la mirada hacia el frente. Dijo "con un médico en la familia McGregor basta y sobra" por lo cuál tenerme al lado sería una persecución medica o algo así. - Lo gracioso es que allá en la cafetería reaccionaste más rápido que yo... Eres un enfermero innato - dije risueña, sintiéndome un poco tonta por haber demorado en pensar en la crema miles de minutos luego de que me quemara.

Sólo lo seguía, no sabía hacia dónde se dirigía, si tenía alguna clase, o al baño, tal vez al jardín, daba igual, lo iría a dejar si no le molestaba. Mis clases ya se habían terminado, y sólo tenía un par de trabajos por realizar... Es decir, tenía tiempo - ¿Hace mucho que estudias en Brown? - pregunté curiosa, además, si estaba al son de sus pasos esperaba que él supiera hacia dónde ibamos - Yo llegué hace nada... El otro día en clases la profesora me mandó a buscar unos materiales... Y pues... Nunca llegué... - comenté con cara de susto. Aunque no haber regresado a la clase no había sido tan terrible... Quizás fue lo mejor que sucedió aquel día.

Asentí con mi cabeza cuando la chica propuso pagar ella una futura consumición. Realmente no era necesario, pero si ella se sentía bien así por mi no había demasiado problema. Tenía la extraña costumbre de pagar casi al inicio de tomar mi consumición; se debía a cierta experiencia en que tuve que esperar tantísimo rato a que me cobrasen la bebida, que perdí un autobus que había de tomar con cierta urgencia. Pasó hace años, y desde luego pasó fuera de Brown, pero desde aquel "trauma" adopté la costumbre de pagar al inicio para poder irme con comodidad cuando yo quisiese sin depender de las ocupaciones del mesero.

Me había parecido descortés limitarme a pagar lo mío propio, así que con naturalidad había pagado ambas consumiciones. Era algo normal ¿no?

¿Cerebrito yo? Dije asombrado. A decir verdad te encuentras sentada con el que es, posiblemente, uno de los más desastrosos alumnos de Brown. Bromeé. No era tanto, claro que no, pero desde luego estaba muy lejos de ser un "cerebrito". Seguramente tú seas más cerebrito que yo, los estudios vinculados con la sanidad suelen ser mucho más rigurosos que las carreras de artes o comunicación. Maticé mirándola divertido.

Hice un gesto con mi mano para restar importancia a todo aquello en el momento en el que ella hizo referencia a la rapidez de mi actuación. Es sólo lógica... pero bueno, mi padre es médico y tal vez sea una pequeña ventaja de vivir rodeado de literatura científica y escuchar interminables horas de casos médicos durante las cenas en casa. Expliqué colocando nuevamente mis antebrazos sobre la mesa y dejando recargar levemente mi peso sobre ellos.

Dando otro sorbo al café, levanté una mano y mostré extendidos mi dedo índice y corazón, haciendo el tradicional signo del "dos". Este es mi segundo año en Brown. Contesté finalmente mientras regresaba la taza de café al pequeño plato que la hacía de soporte. Al principio me pasaba lo mismo que a ti, me llegué a perder varias veces buscando clases y ya ni recuerdo las veces que traté de ir a la Biblioteca y terminé en el otro extremo de las instalaciones. Reí.

¿Ya has hecho amigos? Espero que por lo menos no te hayan gastado demasiadas novatadas. A veces los alumnos más antiguos podían ser un tanto crueles con los nuevos, lo había visto en varias ocasiones. Yo no había tenido demasiados problemas al llegar a Brown, supongo que había tenido suerte.

¿En serio? - sonreí escuchando su relato. - No lo creerás pero... Yo llegué a la azotea - dije soltando una pequeña risa. Ese día que terminé allí fue buscando una chica que se había torcido el tobillo justo cuando yo andaba rondando la enfermería. La dejaron ir pero la vi tan derrotada, con los ojos hinchados de tanto llorar que no pude evitar preocuparme de sobremanera e ir a buscarla... Creí que saltaría del edificio hacia el vacío, pero no fue más que uno de mis pensamientos influidos de una que otra película que había visto. Fue un alivio que sólo necesitara abrazarla y consolarla un poco... Sin llamados de auxilio ni mucho más.

Pues... Tengo un grupo de amigas que conozco desde la infancia, hacen mi perdida estadía por acá más soportable - sonreí al recordar mis NMGF, un grupo de muchachas "glamorosas", que hacen pijamadas sin parar y salen de shopping en cada tiempo libre que tienen... Pasatiempos que realizo con ellas sólo por el amor que les tengo y que saben perfectamente, no es muy lo mío. Se destacan por usar todo de color rosa, amar los tacones y además los vestidos... Todo lo contrario a mi. Me pasaría la vida de zapatillas y jeans... Pero el prototipo de hija que necesita mi mamá para quedar bien frente a sus amistades de la alta sociedad estadounidense me obliga a utilizar todo aquello que, si bien no me queda mal -presumida mode on- no son mis preferencias.

Bueno... Y creo que pronto, quizás, podría llegar a tener un amigo periodista - rodeé los ojos con una sonrisa juguetona y lo volví a mirar pasando suavemente el dedo por el borde de la taza aún humeante - Pero no sé si a él le guste la idea... ¿Qué opinas?... - me crucé de brazos y me apoyé contra el respaldo mirándolo divertida. - Una enfermera y un periodista - un suspiro de aquellos que nadie sabe por qué salen se me escapó de la nada mientras lo miraba. Por alguna extraña razón me recordaba a una película que había visto hace un tiempo... Respecto a... ¿Aviones, tal vez?... No sé, no sé que película... Pero se parecía a aquel actor que tenía en mente.

El comentario de la chica me hizo pensar que nunca había visitado la azotea de Brown. Tampoco era que se me hubiese perdido nada en aquel lugar pero la curiosidad era uno de mis puntos más destacados ¿Cómo se vería Brown y sus alrededores desde la azotea? Era curioso, Penélope, quien llevaba mucho menos tiempo que yo en Brown, ya conocía lugares que a mi nunca se me había pasado por la cabeza visitar. Las veces que yo me había perdido durante el primer semestre en aquel lugar, y no habían sido pocas, me habían llevado a lugares un tanto menos inhóspitos. Generalmente buscaba la Biblioteca y terminaba en la enfermería, buscaba un aula en concreto y terminaba en la cafetería, o simplemente buscaba cualquier lugar y terminaba dando vueltas perdido hasta llegar al punto en el que comencé.

Ladeé la cabeza durante un instante, arqueando las cejas a la vez que dibujando media sonrisa.Para tener un amigo periodista primero ese periodista tiene que aprobar la carrera, o de lo contrario tendrás un amigo camarero. Expliqué divertido. Pero creo que por lo menos ya puedes decir, y de manera oficial además, que tienes un amigo que estudia periodismo. Añadí mientras mi mano se dirigía hacia la cucharilla del café y se disponía a removerlo.

Una enfermera y un periodista... Repetí después de ella. Suena a comienzo de una película, lo que no sé es de qué género. Bromeé, dejando de remover el café, tras lo cual le di otro pequeño sorbo. No tenía ni idea de por qué me lo estaba tomando, realmente sabía a rayos ¿Es que no podía haber un lugar muy frecuentado con buen café? El hospital donde trabajaba mi padre tenía el mismo error, había probado aquel café en algún momento en el que había quedado con él en su lugar de trabajo ¡Era el peor café de la ciudad!

Tienes un nombre bastante curioso para encontrarte en los EE.UU. ¿Eres de aquí, o has venido a estudiar desde fuera? Pregunté, rescatando así los primeros pensamientos que habían surcado mi mente cuando la chica se había presentado hace un rato. No eran pocos los estudiantes que terminaban en alguna universidad de los EE.UU., de hecho no eran pocos los que estudiaban en el país e incluso terminaban por quedarse a vivir, una vez encontrado trabajo tras licenciarse. Pensé en la posibilidad de que Penélope fuese una de esos alumnos ¿No había una actriz que se llamaba así? Española si no recordaba mal.

Arrugué la nariz divertida cuando hizo su explicación acerca de tener un amigo periodista-camarero - Tienes razón - dije asintiendo con la cabeza - pero no hablaba de ti... - hice una pausa y lo miré con una ceja alzada, sonriendo levemente. Me encantaba bromear, pero aún más disfrutaba "no perder nunca", siempre encontraba la forma de salir "ganadora" - Aunque el puesto de "chico cursando periodismo" está vacío, así que es todo tuyo - reí simpática mirándole mientras comenzaba a revolver el café con leche que tenía sobre su mesa. Nunca había tomado uno de esos, tenían mala fama, y sólo los que tenían estómago de acero se disponían a beberlo. Por eso acostumbraba a tomar en Brown sólo café simple... Y cuando deseaba darme un gusto, iba a una cafetería del centro comercial con los más ricos del mundo... O por lo menos de Nueva York.

Suena a película con poca producción... - dije divertida imaginando toda la filmación de la película - Atentados en la ciudad... El periodista reportando cada segundo de los enfrentamientos sobre cielo mal y tierra... Lo hieren, la enferma lo sana y se enam... - pausé de golpe. ¿Se enamoran? Bah... Cómo decía algo así si estaba pensando en Kevin y yo como los personajes principales. Titubeé tratando de la cambiar la oración, que parecía ser muuuuy obvia - Y se... Y se en... Y en ham... En hambre viven porque se acaba el alimento - dije las últimas palabras rápidamente, mirándolo extrañada por la estupidez que acaba de decir.

Mmm sí... - murmuré pensando que hasta el momento no me había encontrado con nadie con aquel nombre. - Me han gastado muchas bromas por culpa de él - dije frunciendo el ceño y haciendo una mueca con la boca - Soy... Española - empequeñecí los ojos como si estuviera sonriendo con la mirada misma. Mi acento era leve, desde pequeña había aprendido a hablar el inglés perfectamente, quizás hablaba un poco exagerado y subía el tono un par de veces, pero no marcaba zetas ni jotas, lo cuál hacía razonable que no relacionara mi extranjerismo con la forma de hablar, sino que con el nombre - Mis hermanos pidieron un traslado - los gemelos se le vinieron a la mente inmediatamente, un par de "ratones de laboratorio" como solía llamarles de cariño. Un par de estudiantes de secundaria amantes de las investigaciones científicas y todo lo que derivaba de estas - Y mis padres no repararon en venirse todos a Estados Unidos... Y pues, yo tampoco me negué - me encogí de hombros mirando nuevamente su café y alternado la vista hacia sus ojos - ¿De verdad quieres terminar de beberlo? - sonreí viéndolo afligido con cada sorbo - Conozco un lugar perfecto para tomar algo rico al gusto... Y te debo un café - luego pensé que ir a beber café era mi nuevo trauma así que agregué rápidamente - Un café, una entrada al cine, al parque de diversiones, una visita a la azotea o lo que desees - dije risueña esperando que el muchacho no tuviese que hacer el día de hoy o alguno próximo para encontrar algo bueno que hacer, alejados de los libros y las materias siquiera por un rato.

¿Se enam...? Arqueé una ceja mirando a la chica ¿Acaso iba a decir "se enamoran"? Al menos era la manera más obvia de acabar aquella frase. Penélope titubeó un momento y empezó a emitir sonidos hasta que terminó la frase con aquel final tan extraño. Emití una sonora carcajada ¿Se mueren de hambre? Reí fuerte. Creí que acabarías la historia con otro final un poco más tradicional, pero el que has terminado por decir suena bastante interesante. Mi fuerte no son las películas sentimentales. Dije riendo a la vez que despegaba mis antebrazos de la mesa y me recargaba en el respaldo de la silla, sin quitar ojo a la muchacha.

No era mentira, ese tipo de películas eran las que menos me gustaba. Supongo que a muchos chicos les ocurría igual, los géneros de acción, terror, suspense o aventuras solían distraerme infinitamente más. Sin embargo, en mi caso además la propia palabra "enamoramiento" me resultaba extraña de pronunciar. Si bien era cierto que había conocido a muchas chicas, pues me gustaba divertirme, también lo era que nunca había tenido una relación demasiado larga. No sé si en realidad me atraía la idea de una relación prolongada, con celebración de aniversarios, y esas cosas: supongo que lo consideraba algo más propio de los 25 o 27 años en adelante. Por el contrario, otros amigos que igualmente detestaban ese tipo de películas, caían rendidos en los brazos de una chica y se auto-proclamaban enamorados a los cuatro vientos. Yo era más "pura raza" en eso, y siempre bromeaba con ellos al respecto.

Con que española ¿eh? Nunca he estado en tu país. Dije asintiendo con la cabeza, mientras a mi memoria venía la temida asignatura de español que cursé en el instituto. Una de las más duras de aprobar, incluso llegué a pensar que por culpa de ese idioma terminaría teniendo una mancha, en forma de suspenso, en mi expediente académico y por ende cara a los futuros accesos a la Universidad. Conozco... Yo conozco un poco del idioma de tu... de tu país... Dije en español, obviamente el acento sonó profundamente norteamericano. Durante las clases habíamos visualizado vídeos de españoles hablando en perfecto español, y mi acento no era ni remotamente parecido ... pero... pero... Yo creo que tu hablas ingles muy mejor que yo español. Continué en mismo idioma romance, mientras arrugaba la nariz, tratando de rememorar aquellos años.

Miré el café con cierta desconfianza cuando Penélope me preguntó si en verdad yo tomaría aquello. ¿Sabes? Dije retirando el café lejos de mi. Creo que no lo tomaré. Reí. Está demasiado malo, incluso hasta deberías alegrarte de haberte quemado. Así ahora no tomas ese café sino el refresco. El café estaba realmente malo, ni si quiera sabía por qué me lo estaba tomando. Decidí dejarlo definitivamente. Ella entonces respondió con aquella proposición, parpadeé un par de veces tratando de no exagerar la sorpresa, pues aquello me había pillado desprevenido, pero no tardé demasiado en asentir con mi cabeza.

Claro, por supuesto. Respondí ampliando mi sonrisa más de lo que hasta ese momento la había ampliado. Aunque debes saber que en Norteamérica hay una diferencia entre un café e ir al cine, si tus compañeras te viesen podrían interpretar que es una cita. Bromeé en el mismo tono en el que ella había bromeado antes con lo del "amigo periodista"; una amistosa venganza. Pero no te preocupes, no dejes que te bromeén. Agité la mano, como para restar importancia. Si no hay cena posterior, no cuenta como cita. Reí.

Off: Se supone que lo subrayado, está dicho en castellano xD

Off: Gregooorio djkadg sí me di cuenta :3 lo subrayaré también entonces :B

Sí, se mueren de hambre... - dije con entereza, mientras le veía reír y no podía evitar aquella sonrisa boba dibujada en mi rostro - Es que lo tradicional aburre... ¿No crees? - Y claro, yo de pies a cabeza no era la típica muchacha. La única película "romántica" que me gustaba era "500 días con ella"... Que más que ser una película de amor, era de desamor y te daba ganas de patear todo ser viviente que se pasara en frente. - Y no te preocupes... Yo sé que no es tu fuerte porque no puedes evitar llorar cuando se besan románticamente debajo de la lluvia - dije bromeando mientras me llevaba las palmas de las manos hacia la mejilla y movía el rostro de un lado a otro como gesto de "Ays, que romántico". Aún recuerdo cuando me invitaron a una "Noche de películas" y fui la única que se quedó dormida... ¿Qué me interesaba el Sr. y la Sra. Smith? Si quieren que se azoten contra la pared... Allá ellos.

Es hermoso - dije sintiendo como mis ojos brillaban al recordar sus barrios, la gente, las plazas, las edificaciones... Todo era hermoso, y que no habría dado por estar un segundo más allá y ver todo lo que había dejado atrás mientras recordaba. También extrañaba el fútbol... Acá el football soccer no era muy popular, de hecho los equipos que había logrado ver eran un asco en sus movimientos sobre la cancha. Con suerte corrían... En cambio en mi país la cosa era distinta... Si desde pequeña me gustaba jugar con el balón en clases de educación física, de un arco a otro. ¿Y ahora qué? La gente no sabía sentarse a tomar una cerveza, comer hot dogs y gritar luego de cada gol...

De pronto comencé a escucharlo hablar en español, ¡sonaba tan lindo!... Bueno... "lindo"... Porque sonaba como un homo sapiens neanderthal... - ¡Vaya! - grité con una risa algo extasiada - ¡Pareces un CAVERNÍCOLA...! Repite conmigo "Soy un ñoño" - dije tapándome la boca intentado calmar la risa. Era de muuuy mala educación reírse de esa forma si notaba que hacía su mejor esfuerzo, pero me hacía gracia escuchar a personas de habla inglesa pronunciando palabras en español. - Hablo inglés desde los 4 años - dije elevando cuatro dedos para ser más "didáctica". Y luego continué hablando en inglés - Vale, vale... Te terminarás atorando con tantas palabras complicadas para ti - sonreí más serena, relajando el abdomen luego de tanta risa.

Alcé una ceja divertida cuando oí lo de las citas... Claro que sabía qué era una... No me gustaban, me consideraba una "anti-cita" - Sé que te mueres por salir conmigo, pero las citas y las cenas son para ñoños querido Kevin... - sonreí echándome hacia el respaldo, cruzándome de brazos pensando si aquel muchacho era tan tranquilo todo el tiempo - Preferiría ir a una fiesta salvaje... Grr! - solté una pequeña carcajada y continué a la defensiva - Además, que vergüenza que me vean contigo... Sería terrible... ¡Imaginate! El periodista y la enfermera... - comenté divertida y me levanté de la silla sin dejar de mirarlo - Va, te vas a quedar ahí?- dije mordiéndome el labio inferior - O nos vemos hasta la noche...? - pregunté descaradamente, sin el mayor gesto de timidez en mi, inclinándome hacia él sosteniendo las manos sobre el borde de la mesa.

Había asentido con mi cabeza cuando me preguntó aquello de si lo tradicional aburría, efectivamente aburría. Tal vez no aburría a largo plazo, o al menos eso siempre le había escuchado a mi padre, el sentar la cabeza y bla bla bla... Pero ¿quién diablos podía pensar en eso con 21 años y aún dos años de carrera por delante? A veces pensaba que mi padre y yo, más que generaciones distintas, éramos de planetas completamente distintos. Yo creo que ni si quiera en "sus tiempos" las cosas eran tan esquematizadas y romanticoides; tal vez en la época de nuestros abuelos, pero no en la de nuestros padres. Definitivamente era él, un espíritu anticuado... aunque un inigualable médico y neurocirujano, eso nadie podía negarlo.

A pesar de que mi español no era el mejor del mundo, no ignoré el hecho de que se burlaba de mi. Hinché los carrillos divertido, haciendo una notable mueca fingida de indignación. No es justo, tú tienes ventaja. Repliqué riendo. Además, seguramente tú no has aprendido inglés con un profesor como el que yo tenía de español. Anciano, con acento de Speedy Gonzalez, y extremadamente hastiante a la vez que poco pedagógico. Continué recordando a aquel profesor ¿Como diantres se llamaba? ¡Ah sí! "Sr. Santana". Era de origen sudamericano y según parecía había trasladado su residencia a los EE.UU. con el motivo de estudiar un doctorado en filología inglesa. El pobre hombre había terminado sus días en un instituto de New York enseñando español a unos alumnos que terminaron por ser víctimas de sus propias frustraciones y excentricidades.

Nota mental: "Buscar en el diccionario spanish-english lo que significa ñoño" ¡No se lo iba a preguntar a ella!

Aún me quedaré un rato pero es mejor que dejemos ese plan para la noche, hay una asignatura que me espera ansiosa de hacer mi vida miserable, dentro de un par de horas. Respondí jocoso haciendo referencia a la última clase que tenía hoy, la última hasta pasado mañana. Eso convertía a "mañana" en mi día libre, salvo por las horas que en la tarde consagraría al estudio. En definitiva; la noche de hoy la tenía libre y la mañana de mañana también. ¿Te paso a recoger o es muy "ño... ñoño" para ti? Dije con un leve toque de ironía ¿Qué diablos sería "ñoño"?

Tomé aquel papel con su número de teléfono, sonreí preguntándome qué era exactamente lo que estaba haciendo. Desde fuera, cualquiera que hubiese sido testigo de aquella conversación hubiese podido jurar que aquello contenía todos los elementos de cita: teléfonos, pasar a recogerla, etc.

Creo que me pasaré a recogerte, me arriesgaré. Bromeé redirigiendo mi mirada del papel al rostro de Penélope. A las 8 estaré ahí. Maticé, haciendo cábalas mentales para concretar una hora y que pudiese darme tiempo a todo.

Observé como se levantaba, se alejó y me guiñó el ojo antes de irse. Correspondí su guiño con una sonrisa y cuando hubo desaparecido parpadeé varias veces retomando en mi memoria toda la conversación, desde su quemadura hasta su guiño de ojo. Estiré mi mano hasta alcanzar de la mochila nuevamente el libro, y lo abrí sobre la mesa para seguir leyendo. El camarero retiró las consumiciones y esta vez pedí una coca-cola que pagué de inmediato la trajo.

Estuve unos quince o veinte minutos más, después me levanté, apuré del todo el refresco y me fui directo a clase con paso apresurado, lo último que necesitaba era encima llegar tarde.

Off: Dime donde quieres que abra, antes de cerrar este xD