A drink over here for the Lady (Ariadna)

Un trago, era lo único que iba a necesitar, aunque fuera un enemigo del alcohol sabía que unos pocos al año no hacían mucho daño. Di un salto de la cama y me dirigí hacia el baño donde lentamente analice cada centímetro de mis prendas, no me gustaba tal combinación, así que con velocidad me removí hasta la última prenda que traía puesta en aquel instante, quedando completamente desnudo. Abrí la llave del agua caliente de la bañera de mi baño, el agua comenzó a fluir con velocidad llenando la bañera que ahí se encontraba, al mismo tiempo que esto ocurría yo aprovechaba para observar mi cuerpo “Si existe alguna perfección seré yo” dije en un chiste interno. Me di la vuelta y entré a la tina de golpe, el agua caliente hizo contacto con mi piel la cual sintió al inicio algo de dolor pero luego se acostumbró.

Luego de unos minutos salí de la tina y tomé una toalla, comencé a caminar por toda la habitación mientras que me ponía ropa: unos tenis negros, unos jeans de color azul oscuro y una camisa de color blanca con un logo negro que decía “Fuck the World”. Tomé las llaves de mi auto y un paquete de cigarrillos que se encontraba por ahí, lo guardé todo junto al celular, el cual iba revisando mientras bajaba por el ascensor del edificio en el cual vivía. Al llegar al garaje solo abrí la puerta del vehículo y di un suave movimiento para quedar dentro de este, al encenderlo deje pisado el acelerador. Eran alrededor de las 10 de la noche por lo cual habría tráfico pero no por donde yo estaba acostumbrado a viajar.

Luego de unos minutos conduciendo llegué a Amusment, el lugar en el cual tomaría mi trago del año, bueno tal vez iría a mas, no lo sé todo dependía de mi ánimo y de si tendría o no tendría compañía aquella velada. Bajé del auto y guardé las llaves mientras me dirigía a la entrada, donde un troglodita que parecía una nevera revisaba mis papeles para entrar. Luego de unos minutos me encontraba adentro escuchando como la música estruendosa cubría todo el lugar, busqué un asiento y oh sorpresa, no había ninguno así que decidí ir a la barra. “Perdón, ¿está ocupada?” dije con cortesía a la chica rubia que estaba frente a mi.

Típico, empiezas a risas y terminas a lágrimas. El plan de esa noche estaba inscrito en mi frente a fuego, pues estaba claro que sería noche de fiesta… de descontrol, de pasarlo bien con mis amigos, aunque después del reciente embarazo de Kimberly y Velkan, la fiesta no era la misma, pues con ella siempre era una noche que no sabías que te depararía, puesto que ella era la inocente a la que había que cuidar y yo era la veterana del alcohol, las drogas y el ligoteo, por lo que salir con ella era una completa aventura, más aún cuando tenía que cuidarla para que Velkan luego a mí no me echara el potate de por qué no había cuidado a su chica. Era normal, pero yo no sabía lo que significaba ese tipo de preocupación de Velkan hacia Kimberly, ya que yo jamás había tenido a alguien así cercano, nadie se había preocupado de mí o si alguien lo había hecho no me lo había demostrado como tal. Por lo que, esa noche, me las vi sóla, pero me daba lo mismo, sabía que tras unas copas era amiga de todo el mundo.

Conduje con el coche hasta el Amusement Bar, local al que Vlad y yo solíamos pasarnos y éste solía reservar para cuando teníamos charlas importantes de las que hablar y necesitaba unas cuantas copas para desenvolverse con la mayor facilidad posible. Me senté en una butaca, que ya tenía mi nombre puesto en el respaldo de tantas veces que me había sentado allí, pedí una copa y jugué con el borde de éste mientras me perdía en mis pensamientos y bebía. Parecería una solterona despechada seguramente. A lo que una voz ronca, algo grave se dirigió a mí, cosa que me hizo levantar la cabeza de mi vaso y mirar el rostro de ese chico el cuál había llamado mi atención. Me quedé varios segundos observándolo para después decidirme a hablarle. –Estoy bebiendo. –Alcé mi copa en alto, brindándole salud a ese rubio para después mojar mis labios con el dulce licor. –Nada de lo que no pueda prescindir. –Le miré de nuevo y esbocé una sonrisa, pues… me alegraba de haber atraído a un chico a mí, almenos, esa noche tendría de qué hablar y a quién conocer. Pero parecía un quinceañero, pero tenía por seguro que no lo era puesto que no dejaban entrar a menores allí. Lo miré de arriba abajo y después a él, con una expresión medio seria en mi rostro. -¿Necesitas algo?