Sport, sport, sport. [Viktor A. Karkarov]

Christina siempre ha sido buena en los deportes, no en los de mucho peso, pero sí en los que se necesita agilidad y rapidez. Pero para ello debía entrar y ¿qué mejor que el gimnasio de la universidad? Nunca había ido y esperaba, que como eran horas de clase no hubiera mucha gente. En la universidad fuera donde fueras estaba repleto de gente, gente que no has visto en tu vida y que sabes que al igual que tu les odias por estar ahí, ellos te odian por estar tú. Christina en estas horas había visto como varios hombres estaban intentando ligar con chicas, y como mujeres zorreaban de manera superlativa con cualquier cosa que tuviera testosterona. Era sin duda, un lugar totalmente opuesto a Christina. Por eso esperaba que en el gimnasio más que en otra cosa, la gente se centrara en hacer deporte y desahogarse.

Se puso unos short de deporte y una camiseta de tirantas, claro, que también llevaba sus tenis. Se había recogido su pelo largo y rubio en una coleta alta, haciendo que los tatuajes de su espalda se vieran. Cuatro palomas, una de cada color, en el hombro derecho, mientras que en el izquierdo un rosal de una sola rama y con una sola flor, subía por el costado de la chica hasta descansar en el omóplato de esta. También se podía ver un nombre escrito en élfico en su tobillo izquierdo. Sabía que mucha gente se sorprendería al ver sus tatuajes pero no le importaba, la verdad… La opinión de la gente le traía bien floja.

Al llegar a el gimnasio se subió en una de las bicicletas, una vez allí se puso los cascos muy fuerte, donde canciones de Korn y Slipknot empezaron a sonar, seguramente molestaran a las de uno, que debería aguantarse, o bien, no molestaría a nadie y tendrían que disfrutar. No había mucha gente y eso lo agradecía, podría hacer deporte tranquila.

Me encontraba tirado en la cama de mi habitación sin hacer absolutamente nada, había terminado las tareas y proyectos que debía entregar para las futuras semanas, me había esperado mucho que no solo había acabado antes, había acabado tres semanas antes de entregar las tareas importantes y ahora me encontraba sin hacer absolutamente nada, era el tercer día desde que había terminado, estaba aburrido mirado hacia el techo, baje la mirada hacia mi abdomen, no es que estuviera traumado con mi peso pero me molestaba sentirme más grande de lo que en verdad era, tendría que darle buen uso a mi tiempo libre, me incorpore de la cama y me cambie a un pants y una playera sin mangas, tome la maleta que usaba para ir al gym, metí las cosas esenciales para poder irme de una buena vez, tome las llaves del auto, poniéndome en marcha hacia la universidad, al pasar por las puertas del gimnasio me percaté de que no había mucha gente, mire el reloj de la pared, eran horas poco concurridas porque la mayoría de los estudiantes estaban atascados con proyectos y clases para terminarlos, me dirigí hacia el área de los vestidores, donde metí mi maleta a uno de los casilleros que se encontraban vacíos cerré la puertecilla tome la llave y la metí en el bolsillo de mi pants, me coloque los audífonos, pasando el cable por debajo de la playera sin mangas que llevaba para que no me molestara atorándose en algún lado eso era algo que realmente me molestaba que pasara, me puse una toalla al hombro acompañado de la siempre fiel botella de agua para deshidratación bajo el hombro ya con ellos me dispuse a escuchar música mientras salía por la puerta de los vestidores.

 
Me quede analizando un rato hacia que maquina debería ir primero, las pesas estaban ocupadas por varios chicos que en lugar de usarlas para lo que eran las usaban para echar el chisme a gusto lo cual me molestaba, pero realmente ese día no tenía muchas ganas de echarle bronca a alguien, gire mi cabeza hacia la derecha para encontrarme con las bicicletas no era un aparato que me gustara usar mucho tiempo, pero no había hecho nada de cardio así que me pareció una buena idea, me subí al asiento, acomode la dureza de los pedales coloque la toalla en el manubrio y la botella a mis pies, después de unos 10 minutos podía sentir como el sudor empezaba a caer sobre mi frente pegando mi cabello al cuello, la canción que estaba sonando se terminó dejando un lapso de silencio un poco largo, lo cual me dejo escuchar algunas cosas, gire mi cabeza a la derecha ya que había música bastante pesada, mi sorpresa al encontrarme con una bella rubia, me le quede viendo un rato, me quite un audífono para escuchar mejor si venían de los de ella y en efecto provenían de sus audífonos, casi no había chicas que escucharan ese tipo de música era raro encontrarse a alguien con ese tipo de gustos y con una cara tan angelical como la de ella, tome la botella del piso abrí la boquilla para tomar un trago, pero la botella había guardado mucha presión por la cual cuando la abrí salpico de agua mi rostro y un poco a la chica de al lado – Lo siento.

Christina llevaba ya cerca de una media hora en la bicicleta, la chica sentía ya el sudor por su cuello y espalda, incluso, la camiseta empezaba a estar un poco más ceñida de lo que debería, pero era a causa del sudo. Bebía agua de vez en cuando, susurrando en su mente cada palabra de la canción, sintiendo cada estrofa y es que para la chica el metal era su música preferida, aunque no era de un estilo definido, el metal hacía que la chica soltara todo su rencor y se sintiera única con cada una las historias que contaban.

Cuando habían pasado unos diez minutos desde que subió las marchas de la bicicleta, sintió que unas gotas de agua caían en su brazo, pero ella no sabía que era agua y creía que la persona de su lado había limpiado su sudor con la mano y le había caído, algo que le pasó el otro día con el típico chico petado que se cree que el gimnasio es suyo, esto molestó a la chica e hizo que rápidamente se girara y dijera con tono de pocos amigos.

- ¿Y si aprendemos a ser un poco menos guarro? ¿eh?.- Levantó las cejas para mirar entonces que se trataba de eso, de agua, la chica bajó una de ellas y tomó aire para tranquilizar su volumen , pero no mucho, pues Christina era una chica con carácter.- Perdona, me creía que eras un tío que el otro día me echó el sudor.

Se fijó en el chico ojos claro, piel morena y parecía no ser tan pedante con su cuerpo como otro cualquiera, pero Christina no sacaba conclusiones de nadie. Christina nunca hablaba de nadie sin conocerle.