Hi, nice to meet you ♡ Samuel J. W.

Histérica. Así era como me encontraba la mañana del lunes cuando comencé mi año Universitario. Viajar a New York fue sencillo, conseguir un departamento también lo fue, el problema llegó al separarme de mis padres y de mi hermana. Al principio no los extrañé demasiado, quiero decir, una mujer a sus 20 años ya necesita tener su privacidad y su vida independiente. Pero hacía casi un mes que estaba en la ciudad, y extrañaba a mi familia como el infierno. Los llamaba cada día y sentía que necesitaba un perro. Algún tipo de compañía, o compartir el departamento con alguien aunque dudaba encontrar un alma tan pacífica que me soportara por las mañanas. Ese día me desperté con el pie izquierdo en todos lo sentidos. Comenzando con que la noche anterior había puesto a lavar mi camiseta y mis jeans favoritos y los dejé dentro de la lavadora, continuando con que mi cabello no estaba de humor, y yo menos. Con lo único que te preveían en la Universidad era un mapa de los salones, las distintas facultades, y un estúpido horario de clases. ¡¿Cómo se supone que yo voy a poder manejarme bien el primer día de clases en una Universidad que ni siquiera conocía con sólo un mapa y un maldito horario?! Me puse unos jeans azules, blusa color coral, sandalias y recogí mi cabello en una coleta alta intentando controlarlo. Tomé un rápido desayuno, mi bolso y corrí bajando las escaleras hacia el garage del edificio.

Yo no había pedido para mi cumpleaños número veinte un costoso Mini-cooper, pero mis padres habían insistido en que sería necesario para la Universidad. Y en momentos como este agradecía que no me hicieron caso y lo compraron de todos modos. Esperar el autobús sería una pérdida de tiempo, y llegaría como media hora más tarde. Aceleré a fondo y llegué en un santiamén. Diez minutos después me encontraba corriendo puertas adentro de lo que, según el mapa indicaba, era la facultad de Filosofía y Letras. Encontrar el primer salón no fue difícil, ya que era el número tres y estaba en el primer pasillo, pero la segunda clase era en el salón 23, y la facultad tenía escaleras y pasillos por doquier. La primera clase pasó volando, antes de poder darme cuenta el salón se iba quedando vacío. Caminé fuera del aula y pude ver a un chico a la mitad del pasillo leyendo algo en uno de sus cuadernos. Me acerqué y sonreí —Disculpa, hola. Soy Allison, y soy nueva. No quiero molestarte pero, ¿podrías decirme por dónde ir para llegar al salón 23?—