The way you look tonight { Andrew }

Habíamos quedado con unos amigos para ir al Hard Rock Café esa noche. Ya que era ''Karaoke Friday Night'' y allí iban a cantar las que estudiaban canto en Brown, y teatro, o la mayoría. Y como todos saben, las que estudian ingeniería y arte, son las más bonitas. Me encontraba en la barra del bar, revisando mi celular, cuando llegó un texto de Chad, cancelándome por todos ya que recordaron que tenían examen de Derecho el Lunes y tenían que ponerse a estudiar todos ya. - Malditos sean por cancelarme, y malditos sean por estudiar todos juntos Derecho... - balbuceé por lo bajo.
Me distraje un tanto, viendo pasar a las chicas, sin prestarle atención a la que estaba cantando. Divagué un poco en mi asiento sin pedir nada, lo que impacientaba al barman, que mi miraba con reproche cada vez que pasaba frente a mi y no pedía nada.
La puerta del local, se abría y cerraba con frecuencia, dejando entrar entre tanto el ruido de la calle. El tráfico era abundante, pero sin provocar embotellamientos. El local poco a poco se iba llenando, y los cantantes pasaban, unos mejores que otros. Algunos robaban ovaciones u aplausos al terminar, se notaba que muchos eran de Brown, entre los cantantes y entre el público. Entonces fue que oí una voz de mujer hablarle al barman, pidiendo un Amaretto Sour, pero sin alcohol, ¿qué clase de persona hacía eso? Una un tanto... tonta según mi juicio, era arruinar el trago prácticamente. Me giré en mi asiento mientras le agregaba al barman un pedido inmediatamente después del Amaretto, - Un Sex on the beach, con zumo de naranja y arándanos, y usa Smirnoff para el vodka ¿Si? - le estipulé.
Luego, dirigí mi mirada a la chica del Amaretto, que me miraba entre sorprendida y ofendida, como si la hubiera interrumpido u me hubiera entrometido con ella. Le puse la mejor de mis sonrisas galantes y me acerqué hasta quedar sentado a su lado en la barra, - ¿Qué clase de persona pide tal crimen como un Amaretto Sour sin alcohol? - le pregunté, intentando sonar amistoso en un momento, mientras la analizaba de pies a cabeza. La chica era por demás hermosa, atractiva, sensual y decirlo de esa manera, era poco. Baja, morena, de ojos oscuros, de curvas prominentes, piernas sensuales, labios carnosos. Tenía un cuerpo de infarto a decir verdad, por lo que luego de intentar disimular y luego quitar importancia a una mueca de asombro y embobamiento que se escapó en un segundo de descuido me dispuse a comenzar mi juego. - Y qué te trae por aquí? Noche de amigos? O cantas en el karaoke? - le pregunté curioso, para ver que ''plan de ataque'' utilizar, si estaba sola, todo se me haría mucho más fácil.
El barman trajo las bebidas de ambos, y cada uno tomó la suya. Rápido como el viento, saqué mi billetera y pagué ambas, dando un sorbo a mi vaso, mientras le guiñaba pícaro un ojo a la chica. - Por cierto, no me has dicho tu nombre... yo soy Andrew, Christensen... pero seguro ya lo sabías... ¿y tu? - culminé esperando su respuesta.

Yo aún continuaba con mi observación hacia la figura de la chica. Descubriendo a medida que observaba con más detenimiento, muchos más detalles. Tenía una nariz de punta redondeada, labios esculpidos por ángeles al igual que sus piernas. Ojos oscuros y penetrantes, y una cabellera ligeramente enrrulada, con pocos bucles pendiendo de su cabellera, como los más refinados y delicados que había en la tierra. Descubrí en su rostro, más muecas y expresiones, en el momento que la interrumpía, de sorpresa más que otra cosa, e impresión por la bebida que yo me había pedido. - No necesariamente como alcohólica, no está mal beber moderadamente...- le respondí, - o no tan moderadamente, siempre que sea para divertirse...- agregué al final, con una sonrisa traviesa que se dibujó en mi rostro, mientras la observaba dar un sorbo a su bebida.
Una ligera frustración y decepción me invadió, al escucharle decir que venía a cantar. Poco más de segundos pasaron antes de que esa ligera sensación se esfumara dando paso, a unas fuertes ganas de hacerla cambiar de opinión. - Es una verdadera lástima... - comencé a decir, - porque me encantaría escucharte hacerlo, si tu voz es la mitad de hermosa que tu sonrisa, pero creo que estoy algo atrasado... - proseguí, había decantado por un halago, algo más sentimentalista, más que superficial, ya que mi instinto me decía que aquella no era una chica fácil de conducir por esos terrenos y mucho menos superficial. - ¡Vamos! - exclamé abriendo mis brazos, extendidos, en posición de ''¿Realmente?''. - ¿Cómo que no me conoces? ¿Y cómo que no quieres hacerlo? - le pregunté incrédulo. - No soy para nada prepotente, - añadí de inmediato, - de hecho soy alguien muy simpático y cariñoso, que solo quiere conocerte mejor.- le expliqué .
Aproveché la situación con una excusa para marcharnos, juntos, o retirarnos a una mesa, solos, pero con el objetivo de hacerle descartar esa idea de subirse al escenario, ya que si persistía, estaría toda la noche al pendiente y yo no podría colarme entre sus defensas y alzarme con la victoria, en lo que a metáforas respectaban y entonces lancé mi As bajo la manga, esperando que resultara. - Y por eso mismo, para demostrártelo, te invito una bebida, un café, lo que quieras en algún lugar en el que podamos charlar, algo más tranquilos, si te parece... - comencé diciendo, - o algo aquí si gustas de divertirnos juntos...- terminé por decir, contemplando la posibilidad de quedarnos, si ella no gustaba de irse, pero mientras fuera conmigo lo que hiciera, todo estaba bien.

Saqué mi celular para observar la hora. Quería saber de cuanto tiempo disponía, para luego calcular qué podría lograr con el. Mientras tanto la escuché hablar, a diestra y siniestra. Mientras jugaba con mi bebida, la oí -en primer lugar- decir que no solía beber. Sus palabras siguientes me arrebataron una sonrisa, no quería aparentar que era una alcohólica, ya que eso de beber solo es todo un prejuicio de que uno lo es. -Vamos, ¿en serio?- comencé diciendo. - A decir verdad, yo tampoco bebo solo, ya que solo lo hago en fiestas y siempre voy con amigos,- agregué sonriéndole ampliamente.
Di un largo sorbo a mi trago, mientras la escuchaba continuar. Pasee mi mirada por el local, observando cuanta gente había. De repente, por esas casualidades, al regresar mi mirada hacia ella, noté el rubor que ascendía por sus mejillas, en consecuencia a mi piropo. - Claro que si - respondí tan rápido como el viento, para luego dejarle continuar -. Dejé mi vaso apoyado sobre la barra del bar, para dirigirle toda mi atención a ella. O al menos aparentaba eso mientras me deleitaba con sus curvas. - No lo dudo, aún así, me gustan más esos ojos que tienes, siento que me atraviesas con esa mirada dejándome indefenso... como si estuviera desnudo- me apuré a contestar. Mientras fingía que me ruborizaba y avergonzaba como un muchacho tímido sin experiencia.
Por fin, luego de soltar el gran bombazo, esperando anotar -hablando metafóricamente- logré acertar. Ella finalmente, casi sin dudarlo, o eso me pareció, decidió acompañarme. - No sabes cuanto me alegra oírte decir eso, y desde luego que no soy así, ya verás... - empecé por decirle. - Cambiaré esa impresión que tienes de mi, nos llevaremos más que bien, ya que bien es poco... - agregué, embelesando un poco la escena, pero lo justo y necesario nada más. Asentí con mi cabeza, sin decir nada al contemplar como ella mencionaba la existencia de aquellas mesas, y como bien sabía yo, eran perfectas, ya que estaban apartadas era poco concurrida esa zona, lo qu enos permitiría a ambos disfrutar del otro tranquilamente. Tomé mi vaso, me paré de mi asiento y tomándo una de sus manos la conducí a través del medianamente concurrido local hasta la parte del fondo, donde la musica se continuaba escuchando pero el murmullo de la gente ya no. Me dirigí a la primera mesa que encontré libre, en una esquina, con asientos forrado de cuero negro, pegados a la pared. Me senté a su lado, aún asiendo su mano, y al acomodarme le sonreí mirándola a los ojos. - Realmente me dejas sin habla... - dije dubitativo, de forma efusiva como si fuera un comentario sincero que se me había escapado de mis adentros. Con mi el vaso delante mío, recordé sus últimas palabra y tendiéndoselo le ofrecí, - ¿Quieres probar? Quizás es algo fuerte para ti... si no quieres está bien, tenemos toda la noche para hacer lo que queramos... - terminé enfatizando las últimas palabras ya que realmente creía que eso sería así. Llamé extendiendo mi mano libre a un mesero que rondaba por ahí, y le pedí dos vasos y una cerveza, consultándole a ella, si quería algo más u algo diferente, y me quedé expectante de su respuesta.