Where are your fucking head? i hate you, idiot... leave me alone [Alek y libre]

Ése era el feliz Till caminando por los pasillos del hospital. Ok, en realidad solo estaba sentado moviendo la cabeza y la punta de los pies al ritmo de la música que resonaba en mis oídos por los audífonos. Era fin de mes y como de costumbre, tenía que ir a ése tipo de lugares llamado "hospital" para que me metieran esa larga y gruesa aguja en el brazo para retirar unos cuantos frascos de sangre para estudiarlos, también surtía mi lista del supermercado.... bueno, la de los medicamentos.

Tenía la ficha en mi mano con el número 59, estaba a dos personas de entrar a una pequeña sala donde me aguardaría una enfermera con la liga que atan alrededor del brazo y por supuesto la aguja. Afortunadamente justo delante de mi habia uno de esos niños obesos que seguro tenía diabetes... estaba feo y me daban ganas de jugar con él como una pelota. Pero pegaba unos increíbles gritos pidiendo piedad por su brazo, yo apenas lo escuchaba por que los audífonos estaban a todo volumen. Debían ser las 8 o 9 de la mañana. Detestaba levantarme temprano, todo me dolía cuando llegaba a hacerlo, las piernas me pesaban como si hubiera hecho un fuerte ejercicio un día antes y los brazos me punzaban. Al fin la infantil bola de grasa salió con el rostro empapado de lagrimas y un brazo arriba. Una señora de edad mayor entró antes que yo y salió casi de inmediato. Yo estaba demasiado acostumbrado a este tipo de cosas, solo llegaba, botaba mi ficha al escritorio de la enfermera, me sentaba y estiraba el brazo dejando que ella hiciera su trabajo, ni siquiera me tomaba la molestia de quitare los audífonos. Pero algo comenzó a agobiarme, tras sudé en el camino a la sala y al cantarme, miré todo borroso. La música ya no se escuchaba en mis oídos, era como un fondo lejano, me sentía como si cayera por un gran embudo y la cabeza se me fuera de un lado a otro. Miré a la enfermera, apenas distinguía su silueta, los destellos del foco detrás de ella me impedían verle el rostro. Sentí que me retiraba el papel y luego el pequeño piquete en mi brazo, volteé a ver como cambiaba con rapidez los botecillos que contienen la sangre, pero para el segundo... sentí un bajón, justo como los que se sienten después de tomar éxtasis. Sentía como si el cuerpo me colgara y fuera de trapo, la vista se me nubló más hasta el grado de ver pequeños destellos negros y blancos. Dentro de mí sabia que no tardaba en desmayarme, todo iba por procesos: el sentirme adolorido, el mareo, los destellos de luz, las sombras y cuando se venían las luces negras era por que ya me había ido. Y así fue, no recuerdo más después de aquellos destellos que se veían sobre mis piernas y el suelo.

Desperté en una habitación blanca, un quejido e salió de los labios -No otra vez - estaba cansado de desmayarme en ocasiones y esas ocasiones se habían hecho más seguido desde que llegué a la universidad. Sólo que solían suceder por las noches, así que cuando comenzaba a ver los destellos de luz me acercaba como podía a la cama y me dejaba caer sobre ella. Creo que gracias a eso no me e golpeado la cabeza. Mi ropa era una perfecta torre negra bien doblada al otro extremo de la habitación. Me sentí en las batas del hospital, no deseaba estar allí... era lo menos que quería. Una enfermera entró al rato "Buenas tardes, señor Veksler. Me parece maravilloso que despertara, comenzaba a preocuparme. Le hemos informado a la universidad que sufrió un episodio de cansancio provocado por la leucemia y nos informaron que buscarían a algún amigo que pudiese venir a apoyarlo y ¿quiere saber quien vino? su hermano" esas palabras se quedaron en el aire retumbando h-e-r-m-a-n-o. Negué -No, por favor... D..debe venir alguien más, no sé James Lawrence o quizá Katy Morrison, cualquiera de ellos.. pero por favor, no sé que hace mi hermano aqui y ... - la puerta se abrió y de allí salió mi ya crecido hermano menor, como siempre, parecía niña

Se acercó a mi como si fuese Barney en una función de teatro. Sonriente y mirándome de un lado a otro. Bufé de mala gana y desvié la mirada, pero entonces pensé "¿Que demonios hace Alek en Nueva York?" y no tuve que esperar a que terminara de balbucear para poder preguntárselo... mamá y papá. Momento ¡¿dijo Universidad Brown?! los ojos se me abrieron como par de platos -Espera... ¿acabas de decir que estudias en el mismo lugar que yo? - mi rostro mostró inconformidad. Me llevé una mano a la frente suspirando agobiado -Dos cosas Alek: la primera es que dentro de la universidad no me llames por hermano y no digas que tenemos algún tipo de parentesco... la segunda es que ¡LÁRGATE DE AQUÍ! - elevé mi todo del voz señalando con mi brazo la puerta, no solo estaba avergonzado de su presencia, también enojado y mucho. Lo miré mal, ahora no quería de nadie, sólo deseaba estar solo.

Pero bien dicen por allí que la curiosidad mató al gato -¿cómo está mamá? - ni siquiera me digné en levantar la vista, fui distante y cortante. Mi madre era lo único importante de mi familia que tenía en Suiza, os demás, incluyendo a Alek, no me importaban. Respiré hondo tratando de relajarme y no levantarme arrancándome el tubo del suero e ir a golpearlo, justo cuando me sentía cómodo en Brown tenía que llegar esa cosa que estaba delante de mi que tenía el mismo estúpido apellido.

La enfermera se había retirado tras mi grito de euforia, solo quedábamos el cara de niña mimada y yo. Me levanté y jalando el carrito del que colgaba el suelo me acerqué a mi ropa, comencé a cambiarme no importándome el hecho de que me viera solo con boxer y menos que no tenía permiso de salir del hospital. Me daba igual, no pensaba permanecer más junto a Alek, lo aborrecía, lo detestaba... lo odiaba con todo lo que estaba dentro de mi. Siempre el más querido, el más apoyado... el que nunca se drogaba, el que contaba con todo el apoyo de la familia. Y ahora yo era alguien más importante que él en Brown, segun yo sabía los de primer ingreso habían comenzado el semestre hacía una semana... no llevaba mucho y era mi oportunidad única en la vida de hacerle una divertida novatada. Ya pensaría como derrotar el cerebro favorito de la familia. Solo Alek conocía aquella faceta de enojo, nadie más me había visto realmente enojado y mi hermano menor estaba apunto de llevarme a otro nivel. Aunque por un momento deseé estar en brazos de Jimm y no soltarlo, que me hiciera reír y me sacara de ése lugar. Pero como contaba con algo menos agraciado y más torpe, me las tenía que idear yo solo. Ya luego le marcaría al celular y le invitaría algo de tomar