Promise me that you'll leave the light on♪. #Giannie. ♥

Era increíble la capacidad que tenía de cambiar tan rápido mis maneras de ser y de actuar. Podía ser la muchacha más dulce y tierna, preocupada por el resto y atenta y al segundo siguiente el diablo en persona. Mandar todo por la cabeza y gritar al primero que  atreviera a cruzarse por mi camino. Fría y sin sentimientos, como si mi corazón fuera verdaderamente de hielo. Y luego, estaba aquella parte de mi oculta que continuaba creyendo en el amor y los príncipes y la otra cara de la moneda, la Gigi despechada que ya no cree en ninguno y solo piensa en enrollarse una noche y no volver a cruzar palabras. Así era actualmente, una muchacha de variadas tonalidades, un misterio para muchos y una persona de comportamiento normal para los pocos que sabían todo  lo que había atravesado. Algunos pensaban bien de mí y otros simplemente mal y a estas alturas, ya no me importaban. Me iban y venían las opiniones.

Vestía de manera normal, bastante la verdad. Jeans, playera y cómodas zapatillas. Apenas llevaba mi cabello recogido y andaba en busca de mi mejor amiga. Bryony, aquella rubia especial por donde se observara. Se había convertido en mi mejor amiga, en mi cómplice, en la muchacha que podía confiar sin miedo a ser criticada. Esa era mi Bry.
¿Dónde se había metido? De seguro no había salido con el resto de sus amigas, no era mucho de esas cosas, por lo cual debía estar en la universidad. La busque en su cuarto, pero nada. No estaba ahí, ¿entonces? Había decidido pasearme con aparente calma hasta encontrarla. Un lugar y luego otro. Me detuve en la cafetería, volviendo sobre mis pasos. Solo podía ser ella. ¡Reconocería esa cabellera incluso a kilómetros! Fruncí levemente el ceño al ver aquel aspecto tan desaliñado. Polo y buso. ¿Qué sucedía con ella? Si incluso sus ojos denotaban mal ánimo, ni hablar de su rostro en general. Me acerque hasta que si figura se vio grande y me detuve. Observe sus ¿zapatos? Eran pantuflas.

Alcé levemente una de mis cejas, sin dejar de verla. – Te he buscado por todas partes –murmure, con mi habitual felicidad. – ¿Qué sucede contigo? –interrogue, denotando ahora preocupación. Mantuve mi vista fija, para que se diera cuenta que de verdad me preocupaba y estaba interesada.

A veces por mi buen humor mis amigos o quienes me rodeaban pensaban que no me interesaban tanto como yo solía decir, pero no era para nada así.  Ellos me interesaban más que la propia vida, probablemente, más aun aquella rubia tan especial, tan distinta y tan única, aquel pilar fundamental de mi diario vivir. Para comprobar que hablaba en serio procuraba observarles a los ojos y borrar la sonrisa de mi rostro. Prefería aquello que en momentos sensibles se pusieran aun peor. Bry, a quién le dirigía la palabra no tardo en dedicarme una mirada por sobre su hombro. Sonreí, inevitable al ver que ella también lo hacía, más prontamente cambie el gesto. Ella estaba intentando disimular su mueca, como si no la conociera. Pero vamos, ¿era en serio? Esas cosas conmigo no funcionaban. La conocía como a cada línea de la palma de mi mano, además, su mueca de dolor se sobreponía a aquella de serenidad. No, no funcionaba en lo absoluto.
Menciono apenas mi nombre y antes de que pudiéramos continuar intercambiando palabras el sonidito del microondas provoco que desviáramos las miradas hasta el mismo.

Asentí, tranquila. – Por favor. Un poco de té –pedí, respondiendo a su invitación.
Observe atenta cada una de las cosas que hacia mi amiga. Cuando procuro sacar la taza comenzó a soplar, llegando a parecerme una hermosa niña pequeña. Acomodo la misma sobre la mesa y luego cerro la puertita del microondas. Siempre tan perfecta como siempre, a pesar de su mal aspecto. Todo con delicadeza, todo con cuidado, como si al primer movimiento mal dado se pudiera quebrar. Más tarde arrastro sus pies hasta una silla cercana y se dejó caer sobre ella.
No tarde en acercarme cuando comenzó a palmear el asiento consecutivo al de ella. – ¿Qué tipo de dolor de estómago te hace lucir tan mal? –alcé apenas una de mis cejas. A la vista de cualquiera podía parecer una desinteresada, pero lo cierto era que con mis amigos tomaba una actitud totalmente diferente a las del resto del tiempo. Era como los muchachos con sus novias, siempre haciéndose los interesantes con los amigos y con la chica en cuestión todo un galán. Algo similar, pero contrario a lo mío. Me hacia la interesante con los muchachos y con mis amigos toda una ternura.