Universidad Brown
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NEW YORK CITY
2013
Dicen que a los trece años es una época donde los niños dejan de ser niños y pasan a ser adolescentes. Se revelan contra el mundo, les salen espinillas, empiezan a interesarse en el amor, en el sexo, a las chicas les viene la menstruación etc. Vamos, una época en que estos pequeños humanos están en pleno crecimiento y comienzan a aprender las verdaderas lecciones de la vida. Dura exactamente cinco años, hasta los dieciocho años, cuando supuestamente pasar a ser adultos.

Ahora mismo si estas planteándote en inscribirte en esta prestigiosa universidad es por que has pasado esta etapa, pero bueno, ¡eso cosa del pasado! Olvídalo, pon eso en un rincón de tu memoria.

Ahora estás viviendo el año 2013 en la Universidad de Brown, situada cerca del corazón de Nueva York.

¿Estás aquí por elección propia, por el sueño de convertirte en alguien famoso en la vida? ¿Por qué tus padres tienen una cuenta bancaria muy grande? ¿O tal vez por obligación?

Sea la razón que sea el resultado es el mismo, estas en una de las mejores universidades de América, pero aquí no te daremos 'la comida masticada' lo cual si de verdad deseas llegar a ser alguien en la vida tendrás que currártelo, aquí no regalamos nada.

¡Casi lo olvido! Tal vez exijamos mucho, pero tampoco descartes la idea de tener un poco de diversión. Fiesta, alcohol, sexo, drogas.

En resumen, el libertinaje total.

Para Algunos, la diversión significa dormir en tantas camas como sea posible, para otros, las compras y manicura son las cosas más importantes en su vida y siempre habrá los -por su padres- tienen dinero y reputación.

Pero dejando todo eso atrás, en la oscuridad de Brown se esconden varias personas que pertenecen a una especie de secta, un grupo donde su intenciones no son exactamente buenas. Se hacen reconocer por 'la logia', una panda de personas donde jugarán con cualquier persona que les apetezca. Les gusta ver sufrir a los demás, viven a costa de ellos. ¿Que pasa? ¿A caso tienes miedo de ser su próximo elegido? Tranquilo, como en los cómics y películas de Stan Lee donde hay un villano, hay un super héroe, e aquí nuestros super héroes se hace llamar anti logia, un grupo donde quieren la paz en la universidad y acabar con toda esa crueldad.

Y dime, ¿quien eres tu? ¿Eres un becado? ¿Un estudiante normal? ¿O tal vez te guste la idea de pertenecer a la logia? Otra posibilidad es que quieras cumplir el sueño de todo niño, ser un super héroe y pasar a ser miembro de la anti logia pero...

Seas lo que seas, se bienvenido a Brown University.
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Mar Jul 03, 2012 7:43 pm

Las vacaciones al fin habían llegado. Fue un semestre bastante largo, lleno de tantas experiencias que nombrarlas en su mente le llevaría otro semestre entero. Ya no tenía caso recordarlas, pues a ella le gustaba vivir en el presente, sin preocuparse por el pasado y viendo únicamente al futuro, un futuro que esperaba fuese mejor ahora que le quedaban pocos meses para dar a luz a su pequeña Nutellanie. O al menos eso era lo que ella creía, ya que esa mañana –justo cuando terminaba su sexta consulta mensual con la ginecóloga-, fue informada que por ser madre joven, quizás se diera la posibilidad de que su bebe se adelantara uno o dos meses. También le explico la doctora que si se cuidaba como era necesario no tendría complicaciones ni nada parecido, así que ella no podría preocuparse ya que estaba de vacaciones y estaría más relajada, sin presiones. Ya esperaría el momento propicio para informar a sus padres, si es que los lograba ver antes de que la niña naciera, o si retomaba sus planes de darla en adopción. El reencuentro con Christopher no había sido lo que ella había esperado. Al principio él fue como antes de que todo esto del embarazo pasara, incluso llego a creerle cuando le dijo que ya no se iría y que estaría con ella y con la niña. ¿Cuánto tiempo duro la felicidad? Unos cuantos días nada más, él termino yéndose con otra chica y Mallory se quedó sola de nuevo pues Tanner tampoco daba señales de vida. Quizás algún ente esponjoso le había contagiado la fealdad o simplemente había comido mucho manjar y por eso la gente le rehuía. Por lo general ella no era pesimista, pero le gustaba echarle la culpa a las hormonas que invadían su cuerpo haciéndole sentir más vividas las emociones que experimentaba. El caso era que se encontraba sola, en un pequeño departamento de la ciudad cuando su teléfono celular sonó. ¿Quién podría ser? Probablemente los de la compañía enviándole un mensaje con promoción de tiempo aire gratis si compraba una tarjeta con valor de cien dólares o más. Resoplo dejando que el teléfono sonara y casi comenzaba a escucharse la voz de Nicky Minaj cantando Starships, la rubia tomo el celular y abrió el mensaje sin darse cuenta primero de quien lo enviaba. Leyó el mensaje solamente una vez. Se podría decir que estaba algo sentida con Tim porque desde la fiesta en la playa no lo veía, y si, lo pudo ver en el baile de graduación de los más viejos de la universidad, pero tampoco hablaron. Y ahora la estaba invitando a pasar sus vacaciones con él, en París. Probablemente lo hacía porque nadie más se había animado a acompañarlo. –Le diré que no –fue lo primero que pensó, más luego cambio de idea ya que extrañaba mucho pasar tiempo con él y no quería que pasara sus vacaciones solo. Después de todo el castaño le importaba mucho y lo quería así que como buena chica respondió al mensaje confirmando que lo acompañaría en su viaje. Mallory sabía un poco de francés. Hola, por favor, gracias, si, no y adiós. Creía sobrevivir perfectamente limitándose a hablar solamente esas únicas palabras, y si no; tenía a Tim para hacer de traductor sin necesidad de ponerle un traductor a todas las personas como en que Jake le pone a Arcoíris y a sus padres para entenderlos con más facilidad. Según lo que Tim le había dicho, el avión salía al otro día por la noche, así podrían dormir y despertar cuando amaneciera ya estando en Paris. Perfecto. Se fue a hacer sus maletas. No tenía de cuantos días se iba a quedar, días, semanas… ¿Todas las vacaciones? Empaco ropa para dos semanas, al acomodarla bien dentro de una maleta normal, no se veía que llevara tanta, sus prendas no eran muy grandes ni ostentosas, así que no le costó trabajo cerrar la maleta perfectamente. Luego en otra guardo accesorios, como zapatos, gafas de sol, el neceser, cepillo de dientes y varias cosas más. Sin darse cuenta el tiempo paso volando y lo que era una bonita tarde de verano se convirtió rápidamente en una hermosa y cálida noche. Se preparó para dormir y en cuestión de minutos se sumergió en un sueño profundo, últimamente se cansaba mucho más, sería por el pero que debía cargar demás.

El día siguiente transcurrió muy rápido. Entre avisar a sus padres donde pasaría las vacaciones, recoger papeles en la universidad y arreglar lo de la renta de su departamento los días que iba a pasar fuera, para que el dueño no creyera que se había ido y lo había abandonado dejando varias de sus cosas dentro. También tuvo que comprar una jaula para Pascal, de esas que se compran cuando se lleva a las mascotas de viaje, no lo iba a encargar con nadie y menos lo iba a dejar solo, además no podía viajar sin él. No se lo perdonaría el verde camaleón que la acompañaba en el taxi hasta el aeropuerto en ese momento. Rapunzel tenía cierto miedo a dejarlo ir con las demás mascotas o con las maletas, no estaba segura a donde iban las mascotas, quizás podría subirlo de incognito al avión. El taxi se detuvo y la rubia se vio obligada a dejar de pensar en ello para bajar del vehículo. Las maletas fueron bajadas del maletero por el hombre y a ella le toco llevarlas arrastrando dentro del aeropuerto, era fácil ya que eran de rueditas, la jaula de Pascal la llevaba sujeta entre su cintura y su brazo, mientras que la bolsa la llevaba colgando de un hombro, se le había resbalado el tirante así que también que la tenía que sujetar contra su costado con ayuda de su brazo para que no cayera y se la arrebataran. ¿Dónde se suponía que tenía que ver a Tim? Pidió informes en un módulo y le dijeron que el único vuelo que salía a Paris esa noche saldría en poco minutos, que algunos pasajeros ya estaban abordando. Le señalo aquella señorita el camino hasta que llevaba a la puerta de abordaje y camino apresuradamente, por suerte no llevaba tacones, sino sería todo un reto. Y ya estando cerca del lugar, logro divisar a Tim, o al menos eso imagino ya que la cabellera castaña del chico se le hacía inconfundible. ¿Eso era normal? -¡Tim! –le grito sim importarle que unos cuantos la voltearan a ver de manera extraña. Sólo deseaba llamar la atención de su amigo. Al parecer ella se había demorado porque él parecía estarla buscando con la mirada. Mallory camino hasta él, estaba tan contenta de verlo que los ojos le brillaban de alegría, por desgracia no podía abrazarlo, bueno, si podía pero no iba a dejar sus maletas tiradas con riesgo a que cuando terminara de estrechar al ojiazul entre sus brazos se diera cuenta de que ya no estaban. –Lo lamento, se me hizo un poco tarde buscándole jaula a Pascal –se encogió de hombros mostrándole con la mirada su brazo derecho, donde iba la jaula algo grande para el animal, pero lo quería llevar lo más cómodo posible.
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Mensaje por Timothée Mounier Miér Jul 04, 2012 8:42 pm



Mi primer año en Brown había llegado a su fin. Hace un año me encontraba del otro lado haciendo los trámites para viajar de Paris a los Estados Unidos, es verdad que cuando pedí el traspaso a Brown fue en parte porque toda mi vida había estado forjándose en París guiado por mi padre, quería vivir mi propia vida; Sin embargo mi estadía aquí no fue como lo había pensado, a los pocos días mis hermanos vinieron a hacerme compañía, estaba seguro que llegaron por que les contaba acerca de cómo los americanos festejaban sus fiestas. No por mí, sino por la diversión. Fue como volver a estar en casa, no me quejo, no, me agrada su presencia. Ahora, los cuatro nos encontrábamos haciendo nuestras maletas para nuestro viaje de regreso a nuestra natal Francia. Ninguno objetó quedarse, nuestras últimas vacaciones fueron al término del anterior semestre y aunque hablábamos con nuestro padre en vídeo llamadas los cuatro lo extrañábamos. Este semestre fue uno de los más difíciles que como ser humano había experimentado, no me refiero a las clases salí con buenas notas en todas las materias, podía ser un libertino pero era responsable en cuando a mi formación académica; me refiero a mi vida, a lo que como ser humano vivo, muchos recuerdos me llevo de este semestre, algunos gratos y otros que no vale la pena recordar. El semestre había terminado y quería que acabara justo como comenzó. ¿Cómo comenzó? Cuando llegué por primera vez a la universidad no conocía a nadie, era un estudiante de intercambio más, un chico francés sin conocidos. La primera persona que me topé fue una chica rubia y solamente porque habíamos tropezado y nuestros libros habían caído tuvimos cinco minutos para hablar, esos cinco minutos de convirtieron en 20 porque su almuerzo me llamó mucho la atención, arroz con mayonesa y cátsup no era muy agradable a la vista, realmente a mí no se me atojaba es ese entonces, ahora tampoco. Mallory fue la primera chica que conocí y por razones extrañas que parecían fuera de este mundo fue con la que menos tiempo pasé con ella. Fue esa la razón del mensaje, fue esa el motivo de la invitación. Sabía que ella no iría con sus padres, que se quedaría en los alrededores de la universidad. Fue una excusa perfecta para pasar tiempo con ella. ¿Excusa?. El estómago me dio vueltas.

-No se preocupen, en verdad. Puedo tomar el próximo vuelo- Me encogí de hombros, mordiendo mi labio inferior. Era la segunda llamada para abordar el avión y la rubia no se aparecía en ningún lugar. Los tres sabían que había invitado a Mallory al viaje y que no abordaría el avión hasta que ella llegara. Dhanielle miró a Geraldine y se empezaron a reír levantando sus cejas, yo miré a Zack y ambos arqueamos las cejas sin comprender. Mujeres. Decidí ir por un café mientras ellos se formaban en la fila. La razón de tomar el vuelo en la noche era porque le temía a las alturas, si le temía a las alturas. Es por eso que el vuelo sería en la noche para que durmiéramos durante el vuelo. El castaño de sorprendió al ver a la rubia gritarle desde la distancia, miró extrañado a Mallory cuando le hablaba de su camaleón, no estaba seguro si tener esa mascota era legal o no, al parecer sí. El chico de los ojos azules estaba a punto de abrir la boca cuando llegué detrás de la rubia. -Poke, él es Zack- Solté una risa pequeña y Zack afirmó con la cabeza diciendo que no hubiera dicho nada hasta que la abrazara. Lo miré entrecerrando los ojos y él rió y continuó caminando hacia la puerta que llevaba al avión, dejándome solo con Mallory. Regresé mi mirada a la rubia volviendo a formular una sonrisa en mi rostro moviendo mi mano para que le restara importancia a mi hermano. Extendí mi mano para que la tomara y con la otra sostenía mi café y los dos boletos para nosotros. No era necesario indicarle que estábamos retardados para abordar el avión. Con las prisas la azafata no se dio cuenta de que llevábamos una mascota en la parte delantera del avión, habrá pensado que fue una maleta de mano o algo por el estilo, tampoco hicimos por demostrar que llevábamos una mascota en la parte delantera. Le había dicho que no había problema que era su mascota y que tenía que viajar en una jaula cómoda porque sería un viaje muy largo, realmente Pascal me daba miedo sus ojos giraban en todas direcciones y su piel me recordaba al de las ranas. Le temo a las ranas y a las alturas. Llamase suerte o simplemente el último vuelo los otros dos lugares (Los asientos venían en grupo de cuatro) estaban vacíos. Me levanté y miré levemente hacía atrás buscando a mis hermanos, ahí estaban los tres dialogando seguramente en lo que harían al bajar del avión. Dhanielle me fijó la mirada y con sus dedos me hiso una señal de que me estaría vigilando. ¿Vigilando? No estaba haciendo nada malo; Mallory tenía un efecto en mí, cuando estaba cerca de ella sentía una paz interna y no podía nada más que estar sentado y sonreír. Gordito y bonito, muchacho, gordito y bonito. Me volví a acomodar en mi asiento colocándome el cinturón de seguridad y ayudando a Poke con el suyo.

Me acomodé en mi asiento, derecho y colocando mi espalda erguida en el respaldo, cerré los ojos cuando comencé a sentir el movimiento del avión, tomé un respiro grande de oxígeno. -¿Te acuerdas que le temo a las alturas? Espero no pase lo mismo que en la película de destino final- Mordí mi labio inferior y negando con la cabeza porque probablemente le había metido la idea en la cabeza a Mallory y probablemente no podría dormir en un rato. Me disculpé por si acaso le había metido la idea en la cabeza y tomé su mano cuando el movimiento en el avión se hiso más fuerte. Sentí que mi comenzaba a dar vueltas de nueva cuenta, no vomitaba pues no era la primera vez que tomaba un avión pero en esta ocasión sentí los movimientos un poco más fuerte a lo usual, mi piel se erizó y tomé con más fuerza la mano de mi acompañante. Abrí los ojos lentamente acostumbrándome al movimiento del avión ya en el aire. -Creo que ya paso. Entonces, te preguntarás que haremos en París, bueno, escuché que habían una convención de helado como en hora de aventura. Pero si quieres dormir adelante, mañana te cuento que tengo planeado- No le contaría todo lo que tenía planeado para este viaje. Solté su mano casi de inmediato al terminar mis palabras, la había estado sujetando y ya habíamos despegado -Lo siento- Volví a disculparme, sonrojándome un poco y ¿Sintiendo dolor de estómago? En esta etapa del vuelo debería de estar tranquilo.
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I see the light, now that I see you {Tim}  Empty Re: I see the light, now that I see you {Tim}

Mensaje por Mallory Jigglypuff Jue Jul 05, 2012 11:35 am

¿Tim tenía un gemelo? La rubia sabía que tenía más hermano, pero nunca los había visto, creía que era normal haberse equivocado de hermano con lo parecidos que era. ¡Esperen! ¿Qué hacía el hermano de Tim ahí? ¿Qué hacían las hermanas de Tim en la parte trasera del avión? El mensaje no decía nada sobre un viaje familiar. No le molestaba en lo absoluto, ni se sentía incomoda, pero no terminaba de entender cómo ella podía sumarse a los planes de aquellos hermanos. Ni siquiera los conocía y seguramente al llegar a su destino los cuatro tuvieran panes juntos, ya saben; cosas de hermanos. De las cuales ella sabía muy poco pues no tenía hermanos, ni siquiera primos con los que pudiera llevarse de manera fraternal. Por más que quisiera decirle a Tim que siempre no podía ir, inventar alguna excusa como que en Paris hay sobrepoblación de zombies –eso sería poco creíble teniendo en cuenta que ella no se perdería algo así-, o simplemente que era alérgica al queso. En Paris hay mucho queso ¿No? Ya era tarde para excusas, además si Tim la había invitado era por algo, y las ganas de preguntárselo le comenzaban a hacer cosquillas en los labios. Justo cuando la hermana del castaño comenzaba a hacerle señas –tipo Crash y Eddie a Manny en la era de hielo-, la rubia tomo asiento del lado izquierdo de Tim. Sonrío al ojiazul cuando comenzó a ayudarle a colocarse el cinturón pues era un poco difícil teniendo en cuenta la panza que se estaba cargando. Así que cuando al fin terminaron de colocarlo, la cinta quedo en medio del estómago de la chica, justo como debía ser. Segundos después la azafata anuncio el despegue y casi de inmediato el avión comenzó a moverse. Mallory estaba nerviosa, no era la primera vez que se subía a un avión, de hecho hacía no muchos meses tuvo un pequeño viaje con un chico de la universidad, y se había puesto casi a hiperventilar en el despegue. Ella iba a decirle a Tim prácticamente lo mismo que él dijo y libero una risita al escuchar que tenían algo más en común: Miedo a las alturas. Sostuvo la mano del castaño con cierta fuerza, pues no solamente a él le afectaba el despegue. Sus ojos se mantenían cerrados y esperaba que el avión no explotara una vez que se encontraran arriba. ¿Eso pasaba en destino final? Había visto las películas hacía muchos años y no recordaba muy bien todas las escenas. Al estar pensando en películas y saber que Tim estaba cerca, le ayudo a no tener tanto pánico y en cuestión de poco tiempo ya todo se había normalizado. Aunque su pecho seguía subiendo y bajando a causa de que sin darse cuenta estaba respirando aceleradamente. Pero con Tim no tenía por qué sentir pena, con él podía hacer casi lo que fuera sin averg0onzarse.

Sonrío abriendo los ojos lentamente y lo primero que vio fue esos ojos azules que le trasmitieron cierta calma y alegría. –Sí, ya paso. Por lo menos aún no ha explotado el avión, aunque aún falta mucho tiempo para que lleguemos a Paris, pueden pasar muchas cosas en el camino –se hizo la pensativa, cuando obviamente estaba jugando. –A mí también me da miedo esto volar y las alturas, creo que no nos ayudó mucho a superarlo –miro de reojo la persiana que cubría la ventana. Si estaba cierta no podría ver a un marciano en el ala tratando de desmantelar el avión como pasaba en la caricaturas. -¿Convención del helado? ¿No era maratón del helado lo que decían en hora de aventura? –le pregunto arqueando una ceja. Sabía muy bien la diferencia entre convención y maratón. Pero se trataba de helado, seguramente que le encantaría. –Sea lo que sea siempre hay espacio para helado, y eso tú ya lo sabes –se palmeo el estómago, deseando tener una cuchara para apuntarle con ella a Tim como hacía Jake con Finn. Si ese perro fuera real la rubia se casaría con él, bueno, sin ser tan literal. –Las madres que se drogan en el embarazo hacen dependientes a sus hijos de ellas. Me pregunto si mi Nutellanie pasara por lo mismo con el chocolate y el helado –comento dándose cuenta de que él soltaba su mano ¿se disculpaba? Inflo levemente las mejillas sin entender del todo, pero sonrío tiernamente al ver las mejillas de Ferb sonrojadas. No recordaba haberlo visto nervioso, quizás estaba así por el vuelo, Mallory lo superaba en cuanto el avión se estabilizaba, pero al parecer cada persona reaccionaba de manera diferente. –No te preocupes-le tomo la mano de nuevo, por si necesitaba apoyo moral para seguir superando su miedo a las alturas, extrañamente cuando se trataba de ayudar a los demás ella dejaba del lado sus propios miedos e intereses para ver mejor a la otra persona, y más tratándose de Tim. Entrelazo sus dedos con los del castaño.-Entonces me quede con eso de Nutellanie ¿Te dije que así se va a llamar? hace un mes que fui con…-iba a decir que fue con Tanner, pero al no saber del chico después de aquel día, se quedó callada y agacho un poco la mirada. Christopher no era el único que tenía la costumbre de dejarla del lado por alguien menos ¿embarazada? No culpaba a ninguno de los dos por querer algo mejor para su vida. -…con un amigo, me dijeron que era una niña, yo quería un niño, pero bueno, de todos modos está sana y eso es lo que importa –pestañeo dándose cuenta de una cosa y arrugo la nariz desviando la mirada de Tim. –Cambie el tema muy drásticamente, lo siento… -murmuro agachando la mirada. Últimamente no podía contenerse y no hablar de su hija, le emocionaba mucho saber e faltaba menos tiempo para conocerla por fin, y claro, para conocer al más horrible de los dolores que le puede dar a una mujer. Valdría la pena. –No tengo mucho sueño, pero si prefieres que durmamos, por mi está bien, mañana me sigues contando qué haremos en Paris, supongo que tus hermanos también formaran parte de los planes –dijo estando segura de que así sería. No le molestaba, podría conocer mejor a la familia del castaño, aunque se imaginó ese viaje solamente con él. Se acomodó de tal forma que su cabeza pudiese estar sobre el hombro de Tim. –Deberían poner almohadas a estas cosas –sugirió al ver que una azafata pasaba cerca de ellos, aparentemente haciendo un recorrido para ver si todo estaba en orden. La mujer no apareció escucharla. La rubia estaba cómoda así, ni se dio cuenta de que el cinturón se había subido hasta hacer presión leve sobre su pecho. Entrecerró los ojos y apretó ligeramente la mano de Tim.
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Mensaje por Timothée Mounier Sáb Jul 07, 2012 6:10 pm

Probablemente mi bostezo arruinó la magia del momento (si es que a ese momento se le puede decir mágico). Ó fueron sus palabras de como aún existía la probabilidad de que el avión se estrellara en el cielo. Por lo menos para mí ese momento era muy especial, ella y yo sentados solos como en los viejos tiempos, como el día de la playa. Todo podría ser perfecto con un bote de helado, lo malo es que era de noche y probablemente la azafata no serviría helados; o tal vez si pero comer helado a estas horas de la noche probablemente nos provocaría un resfriado y no quería arruinar el resto de las vacaciones o por lo menos el tiempo que ella podía pasar conmigo. Porque en las vacaciones aunque mis hermanos nos acompañaban serian solamente de nosotros dos, probablemente se nos unan en algunas actividades pero el resto del tiempo estaba planeado solo para ambos. Por lo menos yo deseaba tener ese momento a solas con ella, porque ella era la que me hacía sentir tranquilo, la que provocaba en mí una paz interior. Pueden decir que soy una persona egoísta pero me gustaba la paz interna que ella provocaba en mí en esos momentos únicos y maravillosos, si los recuerdos fueran como los de Harry Potter probablemente ya hubiera comprado un pensador para revivirlo cuantas veces sea necesario con tal de que esos momentos felices logren revivir la sonrisa. Como en estos momentos en donde a pesar de que soy una persona orgullosa y muy pocas veces acepto mi derrota, me limitaba a sonreír porque ella tenía la razón, era un maratón y no una convención. Le mostré mi lengua en señal de broma, aceptación y asentimiento, efectivamente era maratón. ¿Por qué habría dicho convención? Probablemente fueron los nervios al despejar en el avión. ¿Qué otra cosa pudo haber sido?. Reí al escuchar aquellas palabras acerca que si su hija podría ser una adicta al helado, realmente sabía que las adicción a las drogas en el embarazo puede provocar deformidades en él bebe y que un bebe no nace adicto a las drogas, nacerá un poco inestable como si estuviera en abstinencia, además de que las drogas son consumidas por el bebe en la leche materna, pues parte de ellas llegan al pecho. Pero esas son palabras que no eran necesarias comunicarlas a la rubia, estaba segura de que ella no las consumía. Pero como buen futuro medico era mejor prevenir y en cualquier parte del vuelo se lo diría, claro, especificando que el helado no era ninguna clase de droga. -No te preocupes- Ahora fui yo el que usó esta frase. Me era agradable saber que la pequeña era tan querida por su madre, era comprensible que esté emocionada, yo lo estaba de tan solo escucharla. Tomé su mano con más fuerza en señal de apoyo, era solo su amigo y estaba incondicionalmente bajo mi cuidado y creo que ella ya lo sabía que contaba con todo mi apoyo. Nutellanie sería como una hija para mi, aparte la mirada pues con solo pensar en eso hiso que me sonrojara. -En realidad solo seremos tú y yo- Agregué para mirarla a los ojos, cosa inútil pues ya se encontraba recostada con los ojos cerrados. Así, en esa forma y sin moverse mi amiga rubia era cautivadora, no había tenido la oportunidad de verla dormir y en ese momento deseaba tener una cámara para retratar el momento. Rebusqué entre su maleta de bolsillo (ya había suficiente confianza para hacer eso, o de mi punto de vista así era) y busqué una cámara que como buena estudiante de fotografía debería de andar por si la ocasión se presentaba. Esperaba que no se moleste por haber tomado su cámara. La rubia fue la protagonista de las fotografías. -Nutellanie será hermosa- Susurré.

Esperaba tener sueños acerca de aviones estrellándose o convenciones de helados. No fue así.

En realidad no tuve ningún sueño. Dormí tranquilamente. Dicen que todas las noches cada ser humano tiene un sueño mínimo solo que hay veces que no lo logra recordar. Tal vez ese era mi caso esta noche, porque todas las horas que estuve con los ojos cerrados un silencio y una oscuridad profunda me tomaron y me arrullaron durante la noche. Sinceramente no soy los que se duermen profundamente en los viajes, siempre me limito a cerrar los ojos y tratar de pensar en nada. Pero, tener a Mallory a un lado de mí y con la mano sujeta a la mía y para fortalecer ese apretón los dedos entrelazados me había dado la confianza y la seguridad de que no tenía nada de qué preocuparme. Todo estaba y estaría bien. Había despertado hace unos minutos, pero me encontraba en una posición cómoda y aspiraba un delicioso olor a uva que sería consideraría pecado abrir los ojos y arruinar el momento. El cálido ambiente que acariciaba mi piel hacia más difícil la simple operación de levantarme, de abrir mis parpados, este si podía considerarse legalmente como un momento mágico en donde los "cinco minutitos más" no serían suficientes. Me acomodé en el asiento moviendo mi espalda para hundirme más en el respaldo, al término de ésta moví mi quijada para refrescar un poco mi boca. Es un poco incómodo para mi permanecer en la misma posición por vario tiempo, debe de ser por la hiperactividad, pero el peso de la cabeza de Mallory sobre mi pecho era tan agradable como el olor a uva que su cabello emanaba. Antes de dormir, había notado como su cinturón apretaba un poco su pecho por lo que había decidido a aflojar un poco la cinta para que no durmiera incomoda, al no estar bien sujeta por él cinturón su cabeza había descansado sobre mi pecho toda la noche, ¿Quién necesitaba almohadas?. Habíamos sido cubiertos con una misma sabana, lo más probable era que la azafata nos haya pasado como una pareja joven. Sentí un leve cosquilleo en mi estómago. Aunque no quería despertar tuve que hacerlo pues un murmuro de Geraldine estaba muy cerca de mí. Abrí los ojos y tapé mi bostezo con la mano derecha (la izquierda la tenía en un medio abrazo hacia Mallory). ‘Ya estamos próximos por aterrizar’ Me susurró y tuvo que hacerlo tres veces más porque no lograba entender sus palabras. Cuando logré entender, forme mi boca en una perfecta ‘o’ y agradecí, ella asintió con la mirada y sonrió antes de alejarse y sentarse en su asiento. No podía dejar a Mallory dormida durante el aterrizaje pues su cinturón estaba un poco suelto, no sabía cómo despertarla por lo que recurrí a hacer lo que veía en televisión. ¿Dónde conseguiría un balde de agua fría? Bueno, no. Acerqué mi rostro cerca de su oído y comencé a susurrar - Jigglypuff. Yo te elijo. Rapunzel, Rapunzel lanza tu cabello para que pueda subir a la torre- Reía entre los susurros, hasta que ella comenzó a moverse. Esperaba que ella haya descansado durante toda la noche, porque nuestras vacaciones comenzaban hoy mismo. En el aeropuerto nos estarían esperando dos autos, en uno mis hermanos irían a nuestra casa y el otro era para solo nosotros dos. Nuestra familia era una de las más adineradas de Francia, espero que Mallory no se sorprenda al ver como posiblemente nos atenderían al bajar. Desde la muerte de mamá, papá cuida más de nosotros en cierta ocasión mandó agentes de seguridad para vigilarnos, ya éramos grandes por lo que los agentes serían innecesarios, y lo hubiera ya habría manera de escaparnos. -¿Lista para el mejor día de helado de tu vida?- Sonreí esperando una respuesta afirmativa. Tomando su mano y entrelazando los dedos cuando el piloto anunció que estábamos por aterrizar. Mi sonrojo fue inevitable.
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Dom Jul 08, 2012 10:14 am

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El viaje en avión fue bastante corto, o quizás eso le pareció a la joven rubia ya que ella se había quedado dormida apenas despego el avión, era la primera vez que podía dormir estando a grandes alturas, o se explicaba ese acontecimiento, pero su subconsciente sabía perfectamente la respuesta: Se sentía a salvo con Tim y por ello pudo dormir con toda tranquilidad, tuvo varios sueños en esa noche, la mayoría de ellos era sobre lo que pasaría en las vacaciones que iba a tener con Tim y sus hermanos. Estaba emocionada, y eso le recordaba cuando era niña y era noche de navidad o día de reyes, siempre soñaba con los regalos que iba recibir y se despertaba muy temprano para correr a la sala y abrir las cajas de juguetes que estuvieran bajo el árbol, al ser hija única no tenía que espera a por sus hermanos ni compartir nada, tal vez eso era lo que le faltaba tener hermanos para ser un poco más fuerte ante la vida. Por ello cuando llegase el momento, seguramente le regalaría un hermano a la hija que iba en camino. ¡Por Merlín! Tenía que dejar de pensar en esas cosas, siempre pasaban por su cabeza ideas como esas cual acaba de despertar. Incluso olvidaba parte de sus sueños si no se despertaba con calma, y aquella mañana lo único que pudo hacer fue reir de manera risueña cuando escucho a lo lejos las palabras de Tim. Él era el único que podía despertarla de aquella manera. Bostezo y se removió en el asiento, cerro los ojos con fuerza y se acomodó de tal forma que pudiese estar sentada y no medio recostada sobre Tim y el asiento. Iba a levantar los brazos para estirarse un poco, pero se dio cuenta que su mano seguía unida a la del castaño así que decidió esperar a que bajaran del avión para despertarse del todo. El aterrizaje estaba comenzando y por iniciar su mano libre se aferró al asiento y apretó un poco más la mano de Tim. No hubo turbulencia ni nada por el estilo, ni siquiera tuvo que apretar más su cinturón pues todo había salido bien a la hora de aterrizar. La aeromoza anuncio que ya podían bajar del avión y poco a pocos los pasajeros comenzaron a salir del avión. Los hermanos de Tim iban tras de ellos y muy pronto todos estuvieron caminando a dentro del aeropuerto. –Claro que estoy lista –murmuro mientras volvían a detenerse a las puertas del lugar, pues aparentemente estaban esperando a que llegase alguien por ellos. La respuesta de la rubia llego un poco tarde, pero igual Tim sin escucharla debía estar seguro de que cuando alguien decía helado, ella lo seguiría a donde fuera. No pasaron ni cinco minutos antes de que dos elegantes autos llegaran. ¿Vendrían por ellos? Al parecer si, pues cuando los choferes se bajaron de los vehículos saludaron a los chicos con cierto respeto. Sin perder tiempo los hombres tomaron las maletas y las comenzaron a subir en uno de los autos, el que parecía más grande. Ambos eran de color negro, el modelo era desconocido para ella pues no sabía mucho de esas cosas. Pero ¿por qué había dos autos si en uno de ellos había espacio suficiente para los cinco? Miro a Tim de reojo y antes de que le preguntara algo, sus hermanos fueron hasta ellos y se despidieron, Tim les dijo que él llegaría más tarde a casa. El mellizo o gemelo se fue con la chica de cabello oscuro al auto y la pelirroja se quedó un momento más. Mallory aprovechó para encargarle a Pascal y la chica acepto encantada. Se llevó la jaula y se adentró en el auto no sin antes darle un beso en la mejilla a cada uno. Tim se alejó un poco de ella y fue a hablar con el chofer del otro auto. Al parecer le indico que él era quien iba a conducir, a´si que el hombre se fue con los demás. -¿Y ahora qué? –pregunto ella de forma curiosa y Tim sonrío con complicidad. Volvieron a caminar hasta el auto, donde Tim le abrió la puerta del copiloto para que ella se sentara en aquel cómodo asiento. No paso mucho tiempo antes de que el castaño estuviese conduciendo por la ciudad.

-¿Entonces ahora vamos a la convención o era maratón? –pregunto sonriendo mientras miraba al frente, fijándose en cada detalle de esa ciudad. No era muy diferente a New York, también parecía tener una gran extensión, solamente que los edificios no eran tan grandes –o eso le parecía- y se podían apreciar mejor las cosas y las personas que caminaban por las banquetas. Sin perder tiempo busco en la bolsa que llevaba sobre su hombro y saco su siempre vieja y confiable Canon 600D. –Paseemos un poco antes de llegar a donde vamos ¿Si? –le pidió sosteniendo la cámara entre sus manos, pro la sonrisa de Tim pudo deducir que así sería. Bajo el vidrio de su ventanilla y comenzó a tomar fotos de lo que iba pasando en el camino: Las personas caminando, un auto pequeño donde apenas había espacio para una persona, quizá de esos también en américa pero ella nunca los había visto. Después se giró para ver que había del lado de Tim y no muy menos podía ver el arco del triunfo. Tomo la foto de tal forma que Tim pareciera estar frente al monumento, la cabeza del chico era más grande que el Arco y daba una perspectiva diferente a la fotografía. Esperaba que pasaran por la catedral de Notre Dame pero según veía estaban muy lejos de ella. Tim dio la vuelta alejándose más de aquel lugar. –Me siento como una completa turista, sacando fotos a todo lo que veo –comento cuando termino de tomar una foto y se dio cuenta que la gente la miraba con el celo medio fruncido. Quizás ellos era como los de Rocket Power y tampoco les agradaba que los tourist les tomaran fotos. Guardo su cámara pues ya había tomado suficientes fotos, en realidad la guardo porque deseaba guardar la memoria que quedaba para cuando estuvieran en el maratón convención. La torre Eiffel cobraba tamaño conforme seguían su camino y pudo adivinar donde se suscitaría el evento ese con helado. -¿Ya casi llegamos?-le pregunto obviamente ansiosa, pues aparte de tener hambre se moría por probar el helado de ahí. Volvió la mirada a Tim y observo su perfil, el brillo de sus ojos azules con la luz del sol que se colaba por la ventanilla, su cabello castaño que se hacía más claro por el mismo efecto del sol y suspiro comenzando a perderse en el rostro del chico, algo que nunca antes le había pasado. Sacudió levemente la cabeza y miro de nuevo al frente. Tim era su amigo, nada más y no podía verlo de otra manera ni darle a entender que así era, porque simplemente no quería perder lo que tenían, esa verdadera amistad que era muy difícil de encontrar hoy en día. La ciudad del amor no podía dejar caer sus polvos mágicos sobre ella, aunque le daba impresión que eso había pasado desde aquel día en la playa. El auto se detuvo por fin logrando que los recuerdos de esa fiesta no pasaran por la mente de la rubia. La torre Eiffel era visible desde ahí y cuando Tim abrió la puerta de su lado, pudo salir de nuevo al exterior y darse cuenta de que en efecto era mucho más grande que como la pintaban en las fotos. No solamente se fijó en la torre, sino que a unos metros de donde estaban, había una manta que rezaba las palabras:

“Maratón del helado, coma todo lo que pueda ¡Sólo hoy!”

Comenzó a reírse y luego se tapó la boca con las manos para silenciarse con un poco. -¿Es en serio? ¿Cómo es que no sabía nada de esto? –dijo sorprendida pues no imaginaba que de verdad hubiese un maratón de helado en París, una vez que alejo sus mano de su rostro. –Me lo hubieras dicho y hubiese traído mi cuchara especial para helado –comento siguiendo el paso de Tim cuando comenzó a caminar hasta aquel parque que rodeaba a la torre, donde se podían ver varios puestos donde obviamente debía haber litros y litros de helado. A la chica le brillaron los ojos y se le hizo agua la boca. -Espero que nos encontremos a Jake -comento sonriendo.
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Mensaje por Timothée Mounier Miér Jul 11, 2012 5:04 pm

París. El clima era ventoso, la primavera comenzaba a llegar a su fin y comenzaba abrir paso al verano. Los vientos eran un poco fríos, pero un frio acogedor que no necesitabas cubrirte, en ocasiones se tornaba a vientos frescos alejándose cada vez más de la fría primavera. Los arboles eran verdes en su extensión, hay más árboles en las calles que en norte américa y esa era una de las cosas que me agradaba de mi lugar de nacimiento. Las personas no caminaban tan apresuradas como en New York, todas se tomaban un minuto para descansar y apreciar la belleza natural y rustica de la cuidad del amor. Y es así como conduzco cuando ella me pide pasear por la ciudad, tomando el camino más largo y por avenidas principales en donde sé que su cámara captará las mejores fotografías, aunque claro no tan buenas como las mías, aunque sé el artista no es nada sin una inspiración y ese momento ella lo había sido para mí. Giré mi mirada cuando guarda silencio por un momento justó después de pasar por el arco del triunfo. Sonreí levemente y le enseñé mi lengua, no me gustaba arruinar las sorpresas y es ese el motivo por el cual no respondí cuando me pregunta si ya casi llegamos. Fui consciente de que soy el que está conduciendo por lo cual aparté mi mirada y volví a fijarla en el camino, podría conducir hacía los lugares con estilo coloquial, con estilo rustico, o incluso hasta las famosas catedrales y monumentos. La fuente de Nigris será un gran lugar para pedir un deseo por ella y por Nute. Pero tenemos un destino y ese destino no puede esperar y es literal por que el helado de Willy Wonka que nunca se derrite no se ha creado aún y los helados mortales que degustaremos no duraran para siempre. -Mi cabeza estaba en… en.. otras cosas, no pensé con claridad que es lo que decía- Confesé en relación a mi confusión entre maratón y convención, aunque estoy seguro que ella se dará cuenta que le oculto algo y que esa no es la verdad completa. O que la frase aún tiene algo más de que hablar. -No eres la única que hace cosas así. Además eres fotógrafa y captar momentos hermosamente mágicos es lo que mejor haces - Me encogí levemente de hombros pero como aún mantenía las manos en el volante probablemente no se apreció mucho. La torre Eiffel se levantaba al centro del cristal, asombrosa y espectacular como siempre. Si la noche nos atrapaba aún fuera de casa, probablemente está sería el lugar perfecto para la cena, a la luz de la luna, ella, yo. Sacudí la cabeza, eso ya no era lo que dos amigos hacen en una noche. Aunque, si lo ves desde un punto de vista menos romántico, era solo una cena. El problema era que yo no lo veía de esa forma.

-Ya habrá tiempo para pasear, Poke. Ahora hay que ir por el helado antes que se acaben los mejores sabores- Sonreí de medio lado. Aunque era un maratón no significaba que los participantes que donaban helado lo harían infinitamente. Bajé del auto y abrí la puerta del copiloto para que la rubia bajara. Le tendí la mano, desde el avión me había vuelto adicto a su tacto, a la presión y la temperatura que su mano me brindaba. -En realidad mi padre me avisó de este maratón, hace dos días, y lo primero que hice fue mandarte mensaje. Lo siento por no darte tiempo para pensarlo, pero como te digo, me avisó muy pronto y yo también tuve que apresurarme para poder venir. - Confesé. Mi padre me había avisado 5 minutos antes de que envíe el mensaje. ¿La razón del maratón? No tenía ni la menor idea, pero ¿Quién piensa en ello cuando hay helado gratis? No importaban las razones por cómo había sucedido, si no que estaba aquí, frente a nosotros, llamando a nuestros paladares a probar más de un sabor. Aunque en estos últimos 5 minutos comenzaba a saborear un sabor que probablemente mis labios no degustarán. Si, yo estaba experimentando un sentimiento que muchos llaman como “mariposas en el estómago” ¿Por qué? ¿Por qué ahora? Muchas preguntas se formulaban en mi cabeza y no tenía la respuesta para ellas. Giré mi cabeza para mirar a Mallory que se encontraba maravillada por todos los litros de helado frente a nosotros. Su cabello rubio caía onduladamente sobre sus hombros, esté parecía seda acomodándose en su cuerpo, su tez clara hacia remarcar sus labios rojizos, era imposible no obsérvalos al mirarla. Sus ojos, sus ojos marrones eran como dos grandes trozos de chocolate. Antojables. Ella me miró y yo aparté la mirada y fijé un primer puesto. Estoy seguro que estaba tan colorado como el letrero de la tienda de color rojo intenso. -Lamento romper tu ilusión pero no creo que el Jake original venga al maratón. A menos que tenga padrinos mágicos o un súper cerebro y así traspasar dimensiones como Jimmy y Timmy- La idea de un perro color miel con la piel como goma expansiva se me vino a la mente. No era tan agradable como en las caricaturas. Bueno, tal vez.

Había soltado su mano por lo movimientos que ella había hecho como taparse la boca por su sorpresa. Ya estaba sonrojado no tenía nada que perder. Guié mi mano hasta atravesar el espacio entre su brazo y su cuerpo. Doblé mi codo y lo entrelace con su brazo. Tragué saliva para aclarar mi garganta y así la voz no me falle. -¿Comenzamos? Más vale que Nut tenga hambre, porque hoy comerá y sus papilas gustativas conocerán el cielo.- Con la mano que no la tenía sujetado apunté a su estómago como si estuviera hablando directamente con Nutellanie. Dicen que los bebes escuchan dentro del estómago de la madre por lo que mi tono de voz era tranquila y con ese aire de que probablemente lo que estaba por probar le iba a gustar. No solté a Mallory en todo el camino, así como tampoco le dirigí la mirada o probablemente mis ojos se encontrarían con los suyos y comenzaría a hablar como un idiota. Siempre lo hacía cuando estaba nervioso. -¿Has probado el helado ‘Angel’?- Pregunté un poco curioso, para ser sincero no estaba seguro si en todos los lugares había de ese sabor. Pedí dos helados de ese sabor. En New York fui más de comprar los helados por botes en los super. Pero aquí en Francia en donde había crecido había una heladería en el zoológico que vendía ese helado, ya tenía como un año que no probaba ese sabor. Era un sabor base, como el helado de Oreo o el de m&m’s aunque estoy seguro de que tiene un leve sabor a queso. Pero por el sabor no recibía ese nombre sino por la consistencia de este. Era suave, cremoso, el helado más fino que pudieras comer, una suavidad increíble que se deshacía en tu lengua apenas probabas. Me acerqué a Mallory y susurré -Hubiéramos traído un “tupperware”- Reí. Miré aún lado y vi uno de pétalos de rosa, el helado favorito de mamá, mi mirada se perdió y aquél trágico recuerdo se adueñó de mis pensamientos.
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Jue Jul 12, 2012 10:21 am

Desde que vio a Tim el día anterior, pudo darse cuenta de que algo extraño le pasaba, al principio pensó que ese brillo en sus ojos azules se debía únicamente a que estaba emocionado por visitar de nuevo su ciudad de origen, y cualquiera lo estaría, ella por ejemplo; nunca había salido tanto tiempo de América y seguramente si se marchara por un largo periodo de aquel lugar lo llegaría añorar, después de todo ahí se había criado y era su patria. Sin embargo Tim seguía con ese brillo sin igual en la mirada, sus mejillas seguían sonrojadas y seguía sonriendo como si estuviese pegado a la tv con cualquier canal que pasara una caricatura divertida. Deseaba preguntarle qué le ocurría, pero si él no se lo había dicho tendría que ser por algo y lo que menos le gustaba hacer era presionar a las personas. Le daría el resto del día a ver si se comportaba de nuevo con normalidad. Por otra parte su brazo estaba entrelazado con el de él, Mallory lo sujeto con firmeza pues probablemente él la quería llevar de la mano para que no se perdiera o algo así, no se quejaba pero le seguía pareciendo extraño, en la playa no se comportó de esa manera, bueno, pero él es hombre así que no su trabajo era comportarse de manera irracional y poco entendible. Lo mejor que podía hacer era dejar de pensar en eso y adaptarse al nuevo y mejorado Tim. –No te preocupes, yo no tenía planes para este verano, así que me salvaste de quedarme sola en mi casa y de pasar horas y horas de aburrición. Estar contigo aquí es lo mejor que pudo pasarme estas vacaciones, gracias por invitarme –dejo de mirar como embobada los puestos de helado y volvió a la mirada a Tim, el cual dejo de observarla al instante, las mejillas de la rubia se inflaron y arrugo un poco la nariz, por suerte Tim no la miraba y no pudo darse cuenta de que el hecho de que el ojiazul no quisiera encontrar su mirada con la suya le molestaba un poco, no, no era molestia le hacía sentir otra cosa que no lograba describir con un sentimiento en particular. Alzo los hombros, dándole por su lado al castaño y se dejó guiar por él entre los puestos de helado. –No esperaba que Jake tal cual viniera acá, no lo sé…quizás una botarga como las que ponen en Disneylandia, pero tienes razón, no creo que pase –suspiro dando por descartado ese pequeño capricho, seguramente si veía una botarga de Jake el perro fliparía como uno de sus sobrinos, al cual tuvo que llevar a una fiesta de niños, y cuando vio la botarga de Dora la exploradora casi se muere de la emoción en plena fiesta. Obviamente él con tres años de vida era comprensible, ella con… los años que tenía debía de comportarse más madura, así que solamente se acercaría a secuestrarlo como Patricio al tipo vestido de medusas en la convención. Libero una risita de sólo imaginarse haciendo eso.

–Ella tiene mucha hambre, no come nada desde el día anterior, lo mejor es que la alimentemos antes de que yo sufra las consecuencias –con su mano libre palmeo su pancita, como intentado tranquilizar a la niña y también a ella, desde que estaba embarazada comía más que de costumbre y casi a toda hora, todo se le antojaba, y el doctor le había dicho que no se quedara con las ganas de nada, pero que comiera en pequeñas cantidades, para evitar problemas de sobrepeso cuando la niña naciera o más complicaciones en el parto. Al ser madre joven todo se complicaba más. -¿Ángel? –pregunto ella curiosa cuando por fin se detuvieron en un solo pues. –Yo había probado el de “Beso de Ángel” No sé si sea lo mismo, pero ya quiero probarlo –relamió sus labios y comenzó a moverse sobre su eje atrás y a adelante, algo impaciente. Observo como la dueña del puesto comenzaba a llenar dos vasitos de plástico con helado. –Debimos traerlo, así nos llevaríamos más y… -guardó silencio cuando dejo de mirar el helado y giro la mirada al chico para hablarle mientras lo veía. El cuerpo de Tim estaba ahí, pero su mente parecía divagar por el tiempo y el espacio, su rostro de pronto se tornó triste y Mallory pestañeo sin entender qué pasaba exactamente. Nunca lo había visto así y se le formo un hueco justo en la boca del estómago, como si verlo así le afectara más de lo que ella hubiese pensado. ¿Qué se supone que tenía que hacer? Mejor no pensar y actuar. Soltó su brazo del de Tim y en vez de alejarse más, lo abrazo, rodeo su cintura y recargo la cabeza sobre el hombro de Tim. Lo que pasara por la mente del castaño tenía que desaparecer con un buen abrazo, al menos eso decían en Nick Junior cuando cantaban esa canción del koala. –Si no tomamos los helados ahora se van a derretir, y si te pregunto lo qué te pasa ahora puede que la señora si nos cobre el helado por estar obstruyendo su puesto –murmuro a su oído y antes de separarse, le dio un beso en la mejilla. Sus labios suaves se encontraron con la tez nívea de Tim, le gusto esa sensación y al parecer no fue la única, ya que Nutellanie comenzó a palmear por dentro. No se detuvo a pensar por qué le pasaba eso, tal vez las hormonas que su cuerpo despedía por el embarazo. Sin perder tiempo se giró y tomo entre sus manos los dos vasitos de helado. Sus mejillas estaban sonrojadas, y dentro de sí también le encontró excusa a ese hecho: -Hace algo de calor, el helado nos refrescara –si el clima no fuera templado y agradable, ella se hubiese creído esa excusa. –Anda, pruébalo –le pidió volviendo a curvar una sonrisa al tiempo que acercaba la punta del helado a los labios de Tim. Ella también lamio con la punta de su lengua el helado, pues prefería comerlo así a con la cuchara, le daba la impresión de que sabía mejor al comerlo directamente. Sus papilas gustativas de inmediato experimentaron una sensación inigualable, la que solamente proporciona el sabor de un buen helado. –Delicioso –dijo de inmediato, notando así como le brillaban los ojitos al ver a su amigo, en espera de que él también comiera. ¿Amigo? Claro, solamente eso. Aparto la mirada de Tim y fingió seguir contemplando los puestos de helado. Con su mano libre tomo la de Tim para moverse a un lado, ya que más compradores querían adquirir helado en el mismo pues, aparentemente una familia: Mamá, papá y tres hermanos, los chicos entusiasmados por el sabor a chocolate. -Creo que cuando vuelva acá en un par de años más, Nutellanie va a estar así -agrego observando risueña a los niños.
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Mensaje por Timothée Mounier Jue Jul 12, 2012 7:33 pm

Ahí estaba yo, comiendo el helado de chocolate, deslizando mi lengua por la bola de helado, le daba vuelta al cono intentando formar un perfecto circulo con de sabor. Ahí estaba Zack y Dhani, los tres comiendo helado junto a nosotros mi madre, muestra madre con su blusa color crema, suave, el viento hacia que nuestros cabellos lleguen a nuestras frentes y nos tapen la vista pero eso no me preocupaba tenía 11años y solo quería lograr que mi helado se vea redondito. Justo en ese momento dos sombras negras y altas obstruyen mi vista, mi cabello no me permite mirar más arriba, su rostro es irreconocible. Entonces es cuando mi pesadilla se aviva más, vuelvo escuchar el “click” del arma y…
Unos brazos me rodearon y volví a mi presente, deteniendo mis pensamientos y despejando mi cabeza. El olor a uva se presentó de nuevo y tragué un poco de saliva haciendo que mis ojos no posean una capa de lágrimas en ellos. Hundí mi cabeza en ese cabello rubio perdiéndome entre sus hebras y llenándome de ese olor dulce. Cerré los ojos y me limité a respirar, dejando que ese olor y ese momento se almacenen en mi cabeza, me detuve un segundo más para guardar perfectamente el recuerdo pues podría pasar como cuando descargas algo y por alguna extraña razón no se guarda bien o como en los padrinos mágicos y su menos uno por cierto. Cien por cierto, momento guardado completamente. Besé a Mallory en la cabeza agradeciéndole el gesto, abrí los ojos lentamente y sonreí al ver como algunas personas comenzaban a detenerse detrás de nosotros a esperar su turno por el helado. También podría ser para mirarnos un poco ¿Qué pensarían de nosotros en este momento? Tal vez que somos… Solté una risita, yo mismo estaba pensando en esta posibilidad. Esa risa se expandió aún más cuando medité la posibilidad de que poke ya estaría asustada por mi mirada perdida y mi repentina sonrisa. Bueno, nadie es normal.

-Pues yo lo conozco como “angel” por lo menos así lo pedía en el zoológico- Me separé de ella lentamente lamiendo mi labio inferior para humedecerlo y prepararlo para esa dulce experiencia. Entonces recibí un beso y mis labios tomaron un color carmesí, el cual estoy seguro que ella no notó pues se dio media vuelta para tomar los vasitos de helado. Di media vuelta con ella, regresé mi mirada a la señora de los helados y fruncí el ceño -No creo que a la señora le moleste que obstruyamos su paso, es gratis, ella no gana nada con regalar más helado. Al contrario…- Me encogí de hombros, en ocasiones le daba muchas vueltas al asunto, ella ya debía de haber entendido el punto de mi teoría. -Prometo que te diré después, no creo que ahora y aquí sea el momento- Muy pocos sabían de mi pasado, probablemente la única que ajena a mi familia que lo conocía era Cass. Miré a la rubia e indescriptiblemente me emocione al ver su sonrojo, pero no duró mucho pues ella agregó que era por el calor. -Tienes razón, nos refrescará- Asentí, me convenía que ella creyera eso debido a mis constantes sonrojos. Aunque el fresco viento (como si el destino estuviera en contra mío) hiso acto de presencia moviendo mi cabello y el de ella. Solté una risa. -Es el sol, recuerda que mi piel es sensible- Agregué como excusa pues lo que calor no fue muy efectivo. Por muy momento levanté la mirada esperando que una nube arruinara mi excusa, pero no fue así y eso lo agradecí. Acercó el vaso de helado a mis labios y le di una mordida para así mantener un poco del cremoso contenido y dejar que se derritiera sobre mi lengua. -No lo creo.- Dije sin dejar de lamer mi helado y mostrando una actitud seria. -Nute será más hermosa que cualquier niña presente. No creo que este así en unos años- La miré y le enseñe la lengua antes de sonreír un poco.

-Me siento culpable, deberías de comer cosas sanas por Nute. En lugar de llevarte a desayunar zanahorias, apio y acido fólico te traje a comer helados. Soy un mal padre…- Oh, no, piensa, piensa en una excusa. Ahí viene el sonrojo, mira hacia otro puesto. -… Porque la querré como un padre, o como un tío o hermano mayor.- Volví a meter el helado en mi boca acabándome todo el contenido para tener una excusa de tener la boca ocupada. Solté su mano y la llevé en mi cabeza imitando como si me hubiera “congelado el cerebro”. No era cierto, pero me pareció un buen movimiento pues mi mano comenzaba a sudar. Pasar tiempo mirando Fanboy y Chum Chum me había servido de algo. -Te toca el próximo sabor- Agregué bajando mi mano y disimuladamente secándola en mi pantalón. Era un poco extraño mi comportamiento con Mallory, con otra chica o chico ya hubiera hecho indirectas como “Puede ser ‘beso de ángel’ Pero los míos son los mejores” Seguramente temía a que lo aceptara y yo comenzara a tartamudear como idiota. Dejé que ella se adelante y yo coloqué mis manos sobre sus hombros. Caminando lento y pasando algunos puestos donde el helado era de los normales, no despreciaba a ningún sabor, pero en un maratón donde varios puestos estaban reunidos de seguro habría un helado de sabor extraño y delicioso. No resistí más, necesitaba sentir el olor de su cabello, bajé mis manos hasta llegar su pancita y cubrirla lo más que pude con mis palmas, apoyé mi cabeza en su hombro y olí su cuello -¿Me dejarás estar cerca de Nute, verdad?-
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Vie Jul 13, 2012 11:04 am

-Está bien, puedo esperar –agrego, estaba de acuerdo que no era el momento propicio para que él le contara porque de pronto se comportó ausente. Le preocupo un poco al principio, pero ahora que lo veía bien, sonreía como de costumbre, sin embargo la necesidad de saber por qué se puso así seguía latente dentro de sí. De pronto le dio la impresión que necesitaba saber más cosas sobre el castaño, lo conocía relativamente poco y aunque podía llamarlo amigo, pensaba que debía conocerlo más. Ahora se conformaba con saber que ambos compartían gustos similares en comida, televisión y quizás también con la música. Dentro de su mente se comenzaron a formular miles de preguntas para cuestionar al ojiazul que se encontraba a su lado, pero ninguna de ellas fue escuchada por Tim. La rubia se limitó a encoger los hombros y después de tirar el vasito de helado a la basura, ya que Tim se lo había terminado, palmeo su pancita con la mano libre, mientras la otra seguía sosteniendo su propio vasito y también se lo termino casi de un bocado, después de todo aquella mujer fue bastante tacaña y les dio muy poco, como si se le fuese a terminar o algo por el estilo. Lo que sobraba ahí era helado, así que no la hubiese matado darles un poco más. Suspiro y lanzo el vasito a la basura. Luego libero una risita divertida al ver como el parisino se llevaba la mano a la cabeza, como si se le hubiese congelado el cerebro. –Con tan poquito helado te pasa eso, yo pensé que aguantabas más, Mounier –arqueo una ceja y lo observo con los ojos entrecerrados, como dudando de que su actitud se debiera solamente al helado. Él estaba extraño, se podía oler en el aire que estaba nervioso, Mallory podía ser algo ingenua y distraída, pero no era tonta. Tim había dicho que era un al padre ¿Qué había sido eso? Al no saber que responder ante aquello: Asintió y comenzó a caminar de nuevo mirando otros puestos de helado que había por ahí.

Tim no tardo en alcanzarla, las manos del chico se posaron sobre sus hombros y Mallory seguía escudriñando los puestos con la mirada, en busca de alguno que llamara su atención. No obstante, Tim la comenzó a poner algo nerviosa cuando coloco sus palmas sobre su pancita, donde la pequeña Nutellanie viajaba cómoda y segura. Ella mordió su labio inferior su paso disminuyo volviéndose más lento, en ese instante una tortuga sería más rápida que ellos, bueno, no era para tanto pero era con lo único que podía comprar su lentitud. Le emociono un poco escuchar que Tim quería estar cerca de su hija, y también se le erizo un poco la piel cuando sintió el aliento de Tim chocar contra la suave piel de su cuello. Las hormonas, Mallory, son las hormonas. Se dijo así misma dentro de su mente y antes de que pudiera responder, los piecitos o las manitas de su hija comenzaron a moverse, logrando que Mallory arrugara un poco la nariz, pues estaba ensimismada pensando en otras cosas, que le sorprendió que su hija se moviera precisamente en ese instante. Estaba segura de que Tim podía sentirlo tan bien como ella pues las palmas de sus manos seguían rodeando la pancita de la chica. –Creo que eso significa que le gusto el helado –comento risueña pues le habían dicho que cuando los bebes se mueven de esa forma es porque se están acomodando y porque les gusta hacer acto de presencia, bueno, eso sonaba medio disparatado, pero ella no lo descartaba del todo. –Es eso o que no solamente yo quiero que estés a su lado. Pero como un tío, como hermano mayor no te imagino, no estoy tan vieja, Ferb –le recordó inflando levemente las mejillas. No era vanidosa, pero tampoco es como si le agradara demasiado parecer mayor estando embarazada. -Aunque con esto de embarazo parezca mayor y desmejorada –comento eso ultimo agachando un poco la mirada. –Algunos dicen que a unas mujeres les sienta bien el embarazo, que las hace ver más bonitas, y yo no formo parte de ese grupo –dijo sin darle demasiada importancia. Para ella lo que importaba era que su hija estuviese bien y nada más. En ese momento de su vida prefería pasar desapercibida y no que todos la notaran por verse hermosa al estar embarazada. Las manos de Mallory se posaron sobre las de Tim y las dejo ahí hasta que Nutellanie dejo de moverse. –Será nuestra pequeña molusco –río al recordar ese capítulo de Bob esponja en el cuándo Patricio y él crían a un pequeño molusco. No paso mucho antes de que se diera cuenta de sus palabras. –Ya sabes, tú cómo el tío que la mima y la cuida mientras que su madre se va a ganarse el pan, de centeno, el negro no me gusta –repuso para que Tim no pensara que ella quería darle responsabilidades que no le correspondían, por más que ella quisiera a Tim como…Mejor dejaba de pensar en eso y se centraba en los puestos de helado. A su derecha un par de pasos al frente, una manta muy colorida cubría el puesto y los botes donde estaban los helados también eran coloridos. –Ahí, Tim vamos ahí –se separó de él y como si fuera una niña de siete años fue a donde el puesto y se inclinó un poco para ver el contenido de los recipientes.

Ella se guiaba más por el aspecto del helado que por el nombre o de lo que estuviera hecho. –Me da una de ese y otra de ese –pidió señalando al muchacho que atendía –Pedí una de diferente sabor para que probemos de todo un poquito, yo te doy del mío y tú a mí del tuyo–le hiso saber mientras tomaba entre sus manos los dos conos de helado. –Este es el tuyo –le entrego el cono cubierto entre una servilleta azul, en la punta podía apreciarse una bola de helado, de un amarillo intenso que despedía un olor bastante dulce. –Adivina de qué es –le enseño la lengua antes de lamer de su propio cono. El suyo era de color rojizo mezcla de fresas, frambuesas y uvas. Estaba bastante rico y en cada la mida ella esperaba a que el helado se derritiera en su lengua antes de volver a comer. –Alguna vez me mencionaste que ese sabor te gusta mucho, y la fruta y el agua y todo lo que se haga con esa fruta –Mallory era buena en recordar detalles insignificantes de las personas, desde su color preferido hasta sus sabores preferidos. Lo raro era que cuando estuvo en la preparatoria rara vez podía recordar las fechas en historia o las fórmulas para las ecuaciones.
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Mensaje por Timothée Mounier Miér Jul 18, 2012 3:44 pm

-Es que tragué rápido- Saqué la lengua hacia Mallory como si tragar rápido el helado sea la causa de que el cerebro tenga esa sensación fría. Realmente no tengo ni la menor idea de que sea el problema, pero lo había dicho de una forma rápida y sin titubear como lo haría un medico al dar su diagnóstico. Un poco más de drama y podría a ver sido llamado para hacer el papel del Dr. House en un futuro remake. De un momento a otro mis manos tuvieron la sensación de que algo se movía dentro de la pancita de Rapunzel. Hice un poco más de fuerza pero sin ser demasiada como para lastimarla, solamente quería sentir con un poco más aquellos movimientos. Era la primera vez que Nutellanie hacia acto de presencia ante mí. Sonreí y mis ojos probablemente se iluminaron, me había emocionado este momento y aquel movimiento había sido más una caricia desde mi punto de vista a unas patadas, o manotazos, o cabezazos o lo que fuere que sea la parte del cuerpo que Nutellanie movió. Aunque Mallory no quisiese aceptar ya buscaría la manera de llevarla al hospital de mi padre para hacerle unos estudios y así conocer la posición en la que se encontraba, sé que ella acudía con un médico en New York pero no estaba de más hacer otro estudio y tratándose de ella estaba seguro mi padre sería capaz de traspasar todas sus consultas a otro día para ser él quien se encargue de hacer los estudios. Porque si, le había hablado a mi padre acerca de Mallory. Mi sonrisa de satisfacción se tornó a una un poco burlona hacía mí, conociendo a mi padre seguramente al verla me daría un codazo y me diría algo como “Es ella de la que tanto me hablas” lo suficientemente alto como para que ella y todo el hospital lo escuche. Ya buscaría un pretexto para relacionar mi sonrojo o mi nerviosismo. Mi padre era una buena persona, sarcástica y graciosa a su modo, pero como él decía, su deber era hacer ponernos nerviosos. En mi rostro una mueca de medio lado se marcó desapareciendo la sonrisa que hace unos momentos tenía. Un poco de desilusión por darme el puesto de tío. Aunque es el puesto que literalmente merecía y aún era un poco más alto por el tiempo que conocía a la rubia. Sin embargo no pude no sentir un poco de decepción. -¿Qué no tienes 54?- Pregunté con la mejor cara y voz de asombro que pude formar -Propongo que te hagamos una prueba del carbono- Reí recordando que en la preparatoria mis amigos decían eso cada que hablábamos de calcular la edad de la vieja maestra de cálculo. Esa prueba es usada para calcular la de edad de los fósiles de los dinosaurios. -Cuando yo tengo hambre, mis lombrices también se mueven- Dije sin meditar mis palabras pues mi cabeza estaba concentrada en los movimientos de Nute. Mi boca exclamo una grosería en francés y refugié mi rostro en el cuello de Mallory(Que por cierto olía bien) -Lo siento. No quise decirle lombriz a Nute. Aunque si así lo fuera, sería una lombriz muy hermosa como su madre- Deposite un beso en su mejilla e hice un cariñito en la pancita de la rubia. -Lo que quería decir, es que probablemente tenga hambre. Después nos vamos por helado de apio con ácido fólico y calcio - No estaba convencido de que ese sabor exista, pero la idea ya estaba planteada. -Tienes razón, el embarazo no te hace ver bonita a ti. A ti, te hace ver hermosa, radiante y llena de felicidad. ¿Sabes porque no formas parte de ese grupo? Porque las demás ‘mamaces’ saben que si te dejan entrar ellas tendrían que salir porque no estarían a tu altura.- Volví a besar su mejilla pero esta vez con un beso sonoro. No me sonrojé porque no tenía nada de que apenarme, al contrario le había dado dos besos en menos de cinco minutos, era como un record personal, un triunfo interno. Mis manos fueron cubiertas por las suyas y solo sonreí. Recordaba aquel episodio, en donde Bob Esponja y Patricio se vuelven familia para cuidar ambos de Junior. Quedé pensativo ante esta posibilidad pero un unos segundos recalcó que solamente como tío. -Si, tu trabajo…Mirar hora de aventura mientras comes helado ¿¡Eh!? Mientras yo cuido a Nute, le cambio de pañales, la baño, le doy de comer, limpio la casa, plancho la ropa, hago la comida, lavo los trates y todo al mismo tiempo- Ahora que lo pienso de esta manera, cuidar a un bebe es mucha responsabilidad, sin embargo eso es algo que estaba dispuesto a asumir para asegurarme de que ambas estén bien.

-¡Mango!- Exclamé en un tono de satisfacción al notar el olor dulce del helado, en un instante me lo llevé a los labios y humedecí de ese dulce sabor mi boca, era empalagoso pero al mismo tiempo un poco agrio, eso me gustaba, los contrastes que aquella fruta provocaba en mis papilas gustativas. A diferencia de todas las frutas, el mango para mí era único, endulzaba mi ser a tal grado que el casi podía jurar que era capaz de saborear el color amarrillo. -¿Quieres?- Llevé el cono hasta sus labios para que la rubia probara de mi delicioso helado. -Te acordaste que mi fruta preferida. Lástima que no haya de tacos de espagueti o arroz con mayonesa - Sonreí agradecido y finalizando con una pequeña risa. -Con un poco de chamoy miguelito o pico rey estaría más rico- Y eso era una de las muchas cosas preferidas del mango, que podía ser disfrutada tanto dulce como picante. El helado en mis manos no duró ni un par de minutos. Llevé mis dedos a mis labios un poco pensativo, recordaba los sabores favoritos de Mallory, pero por alguna extraña razón no hallaba la forma de sorprenderla, una de sus características como mujer es que cambian de gustos tanto como de zapatos, un día odian el naranja y al otro ya tienen algún artículo de equel color. Cosas de chicas, como el uranio. Me acerqué al chico lo suficiente para susurrarle algo en el oído, dije que quería un helado especial y que no importaría si tendría que pagar por aquél cono. El arqueó una ceja y yo afirmé dando aprobación. -Espera un rato. Cierra los ojos Extendí la mano con la palma extendida para cerrarle los parpados, mi mano debería de estar fría por lo que lo aparte un poco para no rozar su piel. El helado se me fue entregado y cuando pregunte el precio el joven me dijo que era cortesía de la casa por los futuros padre. Por un momento desee que Mallory no escuche por tenerle tapados los ojos. Algo estúpido pero en momentos como esto, cualquier cosa me asentaría bien. Lo bueno, que con los ojos cerrados no pudo notar mi sonrojo. Comencé a acercar el contendido frio y cremoso a los labios de Rapunzel. El helado era una combinación de uvas con Nutella. Mis ojos que en un principio se concentraron en la bola de nieve se dirigieron a sus labios. Y en ese momento comencé a sentir que yo era Jack, el protagonista de ‘la mecánica del corazón’.

“Mi corazón sigue acelerado, me cuesta retomar el aliento. Tengo la impresión de que el
reloj se hincha y va a salir expulsado por mi garganta. ¿Qué tiene esta muchacha que me
provoca estos sentimientos? ¿Está hecha de chocolate? Pero ¿qué me ocurre?
Intento mirada a los ojos pero no puedo dejar de admirar su hermosa boca. No
sospechaba que uno pudiera pasarse tanto tiempo observando una boca.”


Las palabras se repiten en mi cabeza tal como si fueran pensamientos propios, y es me causa gracia el pensar que es como me sentía en esos momentos. Todo encajaba perfectamente como los engranes de su corazón, hasta el pensamiento propio del chocolate. Porque todo es real, sus labios están marcados por una fina capa del piel rosada, su labial ha comenzado a desaparecer por el helado y las servilletas donde se ha limpiado la boca, ahora son sus labios naturales los que veo, unos labios delgados, que adornan una boca pequeña a la perfecció, su color es muy diferentes al fuerte color que los míos, los de ellos son de color rosado, salmón quizá, o carmesí, no distingo pero son de un color bajo que parece goma de mascar de sabor tuti-fruti. Su color tuti-fruti y mis labios en un casi rojo harían una buena balanza juntos, se complementarían uno con el otro creando un color perfecto, una buena mancuerna como… Pero ¿Qué me ocurre?. Mi mirada se desenfoca como una señal de alarma(Probablemente fue su voz) en su rostro para notar que con tal fuerza he llevado el helado en sus labios que su barbilla está cubierta y un poco de helado ha caído, aterrizando en su pancita. -Lo siento-
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Vie Jul 20, 2012 3:02 pm

-Bien, es bueno saber que Nute será la más hermosa de las lombrices porque lo ha heredado de su madre. Es un buen cumplido sin duda, debes pasarme el libro de donde lo leíste –comento aparentando estar seria durante unos instantes y luego no pudo más y comenzó a reírse, no solamente porque le hacía gracia el comportamiento de Tim y las ocurrencias que decía, sino también porque comenzaba a ponerse nerviosa pues al sentir los labios de Tim sobre una de sus mejillas, la piel le cosquilleaba y no podía evitar reírse sin quererlo, sin razón aparente. Mejor era que se callara o el castaño iba a pensar que la poca cordura de la rubia se había esfumado. Se aclaró la garganta y justamente cuando lo hizo, escucho de nuevo la voz de Tim, esta vez sus palabras la hicieron sonrojarse instantáneamente. No tenía idea de que Tim pensara que era bonita, o mejor dicho, hermosa como él mismo había mencionado. Siempre creyó que Tim la veía como una amiga más y se supone que los hombres deben ver a una chica fea para considerarla como amiga, bueno era una teoría que ella tenía. Entonces si esa teoría era acertada, Tim no solamente la veía como una amiga. Si claro, eso nunca pasaría y como siempre la mejor opción era pensar que una más de sus teorías universales era errónea. –Gracias por eso, aunque creo que exageras… -agrego encogiendo los hombros y mirando disimuladamente a otro lado. Cambiaría de tema solamente para que un trovador no hiciera acto de presencia y le compusiera una canción a sus mejillas tan rojas como dos jitomates, como en el capítulo de hora de aventura donde Finn busca una armadura así toda súper lleoú. –Creo que para hacer todo eso mientras tú vas a trabajar, necesitaré hacerme una cirugía de brazos, agregarme uso tres o cuatro. Estudias medicina, seguro que te enseñan a hacer eso, te dejaré experimentar conmigo, ya sabes lo que dicen, echando a perder se aprende mejor –no tenía idea de lo que estaba diciendo, a lo que dijo Tim solamente pudo entender; hora de aventura y muchas tareas que implicaban cuidar a un niño y el aseo de una casa. Oh si claro, Bob esponja, ahora si tenía claro lo de los brazos múltiples. Que complicado es pensar, mejor dejaba de hacerlo y se centraba en ser ella misma, como siempre que estaba al lado de Tim. No le veía sentido a ponerse nerviosa a su lado, era Tim, Timon su más cercano amigo y con el que compartía el reinado de la primavera. Suspiro prolongadamente y volvió a dedicarle una pequeña pero alegre sonrisa al ver como saboreaba su helado, con ese brillo en los ojos que la contagio de inmediato. Verlo sonreír de esa manera no tenía precio, daba gracias a su memoria por recordar esos detalles. –Claro –dijo alzando los hombros y mordiendo un poco del helado de mango. Relamió sus labios y comenzó a saborear el dulce sabor del mango, hecho helado.

El suyo estaba a medio comer entre una de sus manos y al terminar de degustar el del castaño; siguió comiendo del suyo hasta que Tim le hizo aquella extraña petición. No se atrevió a negarse, no podía negarle nada a aquel chico aunque quisiera. Cerro los ojos lentamente y se quedó ahí paradita sin decir nada, solamente comía de su heladito mezcla de muchos sabores. Lo termino en un santiamén ya que el cono era pequeño, imaginaba que los daban así para poder darle a toda la gente que llegaba a pedir helado gratis, buena estrategia. La curiosidad por saber qué estaba tramando Tim la invadía desde la punta de su dedo meñique del pie hasta la última hebra de sus cabellos rubios. Deseaba abrir los ojos, pero no quería arruinarle la sorpresa a Ferb, mordió con suavidad su labio inferior e impaciente jugaba con la servilleta con la que sostenía anteriormente el cono entre sus manos. ¿Por qué tardaba tanto? Los murmurios de la gente la impacientaban más. ¿Y la había dejado ahí? No, él nunca haría eso. Confiaría en Tim. Inflo levemente las mejillas cuando algo frío se acercaba a sus labios de forma lenta. Olio la nutella y sonrío ingenuamente de sólo pensar que de verdad había un helado de nutella, le haría un monumento al inventor de esa octava maravilla.

Deseaba abrir los ojos lentamente, pero Tim se encargó de que sus parpados se despegaran bruscamente ya que en menos de unos segundos ya tenía los labios y la barbilla cubiertos de helado, incluso un poco salpicada la nariz. –Con que así nos llevamos ahora, Mounier –entrecerró los ojos, haciendo caso omiso a sus disculpas. Parecía sincero mejor dicho, le dio la impresión de que esa disculpa salió de sus labios por inercia, parecía como ido y se preocupó un poco por la forma en cómo la estaba mirando incluso antes de que ella hablara. Nadie nunca la había contemplado tan profundamente. Aún con las mejillas sonrojadas se acercó a Tim y le dio un beso bastante pringado en la mejilla, y luego al separar sus labios de su, coloco sus manos sobre los hombros del ojiazul para impulsarse un poco, la mejilla que no había besado ene se momento se vio poseída por la barbilla de la rubia, que insistía con llenarlo de helado tanto como fuera posible. Todo eso lo hizo tan rápido como pudo, y al sepa su rostro del de él y poder mirarlo de nuevo a los ojos, le enseño la lengua de forma burlona y traviesa. –Ahora estamos a mano, para otra vez que me pidas que cierre los ojos no te voy a hacer caso, malvado –su diestra abandono el hombro izquierdo de Tim y fue directo al cabello castaño del chico para despeinarlo cariñosamente, como las abuelitas cuando ven a sus nietos. –Yo no lo siento, es divertido verte con las mejillas llenas de helado, te ves comestible con la uva y la nutella en la cara, una buena mascarilla, te dejará la piel tan suave como la de un bebe –agrego y agacho un poco la mirada para darse cuenta de que en la mano de Tim seguía parte del helado de uva condimentado con nutella, y también se dio cuenta de que su ropa estaba manchada de la barriga, no le dio importancia, tarde o temprano iba a pasar, no había un solo día que no se manchara la ropa o la cara al comer helado. Tomo la mano de Tim entre las suyas y el cono de helado quedo entre sus rostros. –¿Lo comemos juntos? –pregunto fijando sus ojos en los de Tim, mientras que sus dedos pulgares describían círculos invisibles sobre el dorso de la manita de Tim. Mordió solamente con sus labios parte de lo que quedaba de la bolsa de helado y dejo que este se derritiera dentro de su boca e hiciera que su lengua tuviera un pedacito de paraíso ante la combinación de sus dos sabores preferidos. –Sería un desperdicio que terminara todo en nuestra carita, con el helado no se juega, Tim –recalcó como como Jake el perro lo hacía cuando le decía a Finn que siempre tenía espacio para helado. –Al terminarlo podemos ir por ese helado e apio, calcio y ácido fólico, podemos comerlo en lo alto de la torre –mientras seguía con el segundo bocadito de helado, su mirada se elevó para poder divisar la punta de aquel monumento, si, te temía a las alturas, pero estar en Paris y no subir ahí sería como un pecado.
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Mensaje por Timothée Mounier Jue Ago 02, 2012 10:01 pm

Sumergido en una idea abstracta de la realidad me veo a mi mismo operando el cuerpo de la rubia bajo relámpagos electrizantes y una densa bruma oscura. Mi cabello apuntando hacia la tormenta nocturna y de mi boca una risa maquiavélica llena de carisma y rencor se externa para retumbar por las paredes. Para agregar un poco de misterio, la escena en blanco y negro como la nueva película de Tim Burton. Mis ojos se abrieron por sus palabras, solté una risa por presenciar dentro de mi cabeza el remake de cierta película de terror en sus años. Negué con la cabeza y asumiendo un porte de medico a punto de dar un diagnostico dije -Seré médico, no doctor Frankenstein. Aunque probablemente esa operación este en la receta de cocina de papá o en el mismo libro donde saco mis cumplidos - Entrecerré los ojos como si estuviera disgustado por su comentario pero luego de unos milisegundos una sonrisa se volvió a formar en mi rostro. No podía molestarme con ella aunque me lo proponga. Ni siquiera podía fingir estar molesto, era como la kriptonita en mi actuación, mi debilidad. Con Mallory, no fingía ser alguien que no era; frente a ella mi lado cómico, vulnerable, tímido salía a flote, era como si tenía miedo a errar en mis acciones, en mis palabras. ¿Errar a qué?. Una pregunta más a la que debo hallar solución. Si continuaba a este paso terminaría con más preguntas, más dudas a las cuales hallar una solución que sé que tengo en la cabeza pero que por alguna razón no están a la luz, y eso era lo que más me frustraba el saber que yo mismo tengo las respuestas. Al parecer, realmente el helado si congelaba mi cerebro.

-¡Oh!...Lo siento…. No era mi inten…- Mis palabras eran entrecortadas por las suyas, así como también por lo estúpido que me sentía en estos momentos, mis pensamientos habían sido tan reales que por un momento colocaron un velo a mi verdadera realidad. Sin embargo, aunque puede que también se deba a lo estúpido que me sentía, una sonrisa estaba dibujada en mi rostro. Impulsé mi rostro hacía atrás cuando se acercó a besar mis mejillas, no por esa acción si no por el hecho de que su barbilla estaba mojada del helado morado. Unas risas ajenas aumentaron las ganas de reírme, las personas a nuestro alrededor se reían de nuestras acciones pero en esos momentos mi único centro de atención eran los labios de la rubia. Cuando se alejó lo único que mi cerebro pudo procesar como respuesta fue hacer exactamente lo mismo, sacar la lengua de forma burlona y vagamente emocionado. Agaché la mirada cuando revolvió mi cabello, con la lengua fuera y recibiendo caricias en el cuero cabelludo cada no pude omitir la idea de sentirme como un perro. Sin embargo no me disgustaba, esperaba con ansias de que pronto me hiciera caricias debajo de la oreja. -Me siento como perro. Por la lengua y las caricias. Ojala mi cuerpo sea elástico como el de Jake y así poder lamer mis mejillas. Esta frio y creo que mi piel se entumirá - Confesé mirándola a los ojos, mientras mi lengua intentaba alcanzar mi mejilla izquierda para limpiar mi piel sin desperdiciar el helado. -En verdad, ese no era mi plan. Es que un cerdo volador pasó por arriba de nosotros justo cuando llevaba el helado a tus labios y bueno, eso paso- Me encogí de hombros, como si ver a un animal salido de miniespias 2 sea lo más típico del mundo. -Dicen que el cacao es un buen antioxidante, estoy seguro que en vez de dejar mi piel tersa y lisa la dejara sin arrugas.- Sonreí ligeramente mientras mi rostro la miraba de manera autosuficiente, como si el hecho de que manchase mi cara no me importaba y al contrario, estaba agradecido. Enarque un ceja y la miré de forma directa enfocando mis ojos azules en sus ojos castaños. “¿En serio?” Mi mirada expresaba esa frase, no había necesidad de hablar. Noté como comía lentamente el helado y si no fuera porque tenía que cambiar la expresión de mi rostro me hubiera perdido en sus rojizos labios nuevamente. Tenía que cambiar la expresión de mi rostro porque cuando me lo propuso lo primero que pensé fue en que ambos inclinaríamos nuestro rostro para comer del helado, al mismo tiempo. ¿Era normal pensar eso? -Me hiciste pensar otra cosa, dijiste comerlos juntos y yo bueno…- Rodé los ojos dando a entender lo que había pensado, estaba un poco seguro de que ella me había entendido moriría de vergüenza si me llegara a pedir que le explique fue lo que pensé. Ya me había emocionadoSonríe y bufe restándole importancia, como si fuera una broma. Aunque algunos dicen que de broma en broma, la verdad se asoma.

Levanté la mirada al mismo tiempo que ella, enfocándome en aquel espacio circular que se encontraba en la punta de la torre, el punto máximo donde los turistas podía subir y ver la cuidad a sus pies. Asentí con la cabeza regresando mi mirada a ella. -Bueno, ese helado solo tú lo comerás. Yo-no-necesito-de-eso- La última oración le di un énfasis nuevo, como si me tratara con un niño discutiendo que papá gana más. Le enseñé la lengua divertido y tomé un poco del helado que teníamos en nuestras manos, el sabor era un poco extraño el sabor a la avellana de la Nutella era él que más se sentía de todo, la uva era poco notoria. -O mejor pedimos uno de chocolate, fresa y vainilla. Que sea un napolitano y los juntamos todos mezclando los tres sabores ¿Alguna vez hiciste eso con las ‘nucitas’ o los ‘Duvalin’? - Mis manos abrieron los dedos lentamente, haciendo que sus dedos quedaran éntrelos míos aun sujetando ambos el cono de helado. -Si le hacemos ojitos o intentamos ligarnos a las personas que atienden, quizá nos regalen los tres sabores en un traste un poco más grande. O podríamos amenazarlos con traer a nuestro elefante místico volador- Sonríe, mientras quitaba nuestras manos del vasito de helado. Lo sujete con una mano, y con la otra entrelace nuestros dedos para guiarla hasta el nuevo puesto de helado. Probablemente el azúcar me estaba produciendo un acceso de energía, pero estaba bien, subiría a la torre con ella y para enfrentar mi temor un poco más de energía no estaría mal. -Hola, un lindo día ¿no?- Mi mirada estaba fija en las neveras de helado, mi voz había sido un poco calmada y pasible dispuesta a sonar lo más persuasivo posible para conseguir una dotación extra de helado para que este no se nos acabe antes de llegar a la cima de la torre. Levante la mirada, preparando una mirada seductiva con la que cualquier persona caería a mis ojos azules, pero no lo que no tenía en cuenta era que la persona que nos atendía en este estante era una anciana que indiscutiblemente podría ser la mamá de Gru de mi villano favorito. Tomé la mano de Mallory con más fuerza solicitando refuerzos. Al ver nuestras manos juntas la señora pareció conmoverse un poco, como si fuera amante de las películas de amor clásicas en parís en donde dos jóvenes se encuentran y pasan juntos una tarde inolvidable y es justo antes del anochecer mientras los dos miran el sol ocultarse en el techo de un edificio cuando descubren que el destino lo unió. Repito, ¿Es normal pensar eso?
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Mar Ago 07, 2012 4:19 pm

Cuando una persona se ríe demasiado, la frecuencia cardiaca aumenta su ritmo. Hay veces en las que la risa llega a ser tan prolongada que el corazón no lo logra resistir y se llega a un ataque cardiaco. Comenzó a reírse desde que termino de llenar las mejillas de Tim con helado, se veía tan gracioso, y aún más con ella cabello más alborotado que de costumbre. No se estaba riendo tan llamativamente, pero muchos se daban cuenta de que lo hacía y se les veía sonreír también, quizás porque la risa de la chica era contagiosa o porque les daba gracia ver a un Tim que trataba de alcanzar su mejilla izquierda con la punta de su lengua. Y sus reacciones aunadas a sus palabras; desarmaban completamente a Mallory. Un cerdo volador, querer ser como Jake el perro, eran comentarios que solamente se le podían ocurrir a Tim. Una de sus manos viajo a su barriga para poder acariciarla y suspiro prolongadamente para que la risa cesara. Cuando apenas unas leves risitas se escapaban de su garganta, limpio con las yemas de sus dedos las pestañas de sus ojos, habían comenzado a lagrimear por el esfuerzo facial que había realizado. Era así ¿No? Cuando una persona se ríe a tal punto de llorar es por el esfuerzo. Bueno, ella no era ninguna experta en las funciones del cuerpo humano, pero lo sospechaba. Una vez que sus ojos estuvieron solamente humedecidos, se encontraron con los azulados de Tim que la miraban fijamente y con cierta expresión incrédula que la inquieto un poco. Ella también elevo una ceja, en espera de que el castaño dijera algo. Le daba la impresión de que Tim nunca la había mirado de esa manera. Al escucharlo sonrío tiernamente, como si no pudiera creer que él estuviese actuando de esa forma con ella. Seguramente era un comentario más, palabras al aire sin ningún significado en especial. Lo extraño era que la rubia sabía perfectamente lo que pasaba por la mente de Tim, porque ella lo imagino cuando lo había propuesto. Entonces su mente la llevo al centro de aquel parque, frente a la torre Eiffel, el sol en lo alto del cielo, gente pasando a su lado, pero lo único que ellos miraban era el helado que se consumía a cada lamida o mordida de ambos. Y cuando al fin la bolsa de helado se derretía en las bocas de ambos, sus labios de rozaban levemente y… Todo se volvió borroso y regreso de nuevo a la realidad, realidad en la que sus mejillas se encontraban completamente encendidas y manchadas de un suave color rosa pastel que reflejaban lo sorprendida que estaba por haber imaginado aquello. –Yo pensaba en que lo comiéramos juntos, pero si dices que no-necesitas-de-esto, entiendo –alzo los hombros, volviendo a comer de su helado. Aquel que Tim había pedido especialmente para ella, sabía demasiado rico, tal vez más rico que cualquiera de los helados que pudo haber comido en toda y su vida. Y a sus años, realmente llegó a probar muchos sabores diferentes y extraños; y el que tenía en sus manos superaba a todos.

-Claro que lo hice, con los dos. Y me gustaba mucho como sabían combinados –repuso relamiendo sus labios, el imaginar aquel dulce y único sabor que muchas veces probo, logro que esbozara una sonrisa un tanto infantil. Escucho muy vagamente las palabras de Tim, pero asintió porque escucho más helado y con esas dos palabras el castaño conseguiría casi lo que fuera de ella. Fue obligada a soltar el vaso de helado, y no se quejó, pues sabía que conseguiría mucho más. Comería helado hasta que ya no sintiera su lengua por el frío que aquel dulce manjar emanaba. Era lo de menos. Sin protestar entrelazo sus dedos con los de Tim y mientras caminaban a otro puesto lo miraba de reojo. Caía en cuenta de que estaba con él, alejada de su país de origen y que por primera vez estar distanciada de lo que conocía, no le afectaba tanto pues Tim siempre la sostenía de la mano. «…Ferb, es un gran amigo. Me siento algo mal porque imagine que lo besaba, y él no lo sabe. ¿Debería decírselo? Si se entera por otro lado quizás lo tome a mal…». Sacudió un poco la cabeza, dejando de hablarse a sí misma. Obviamente Tim no tenía manera de enterarse de ello a menos que ella lo dije o que el grillo que hacía de su conciencia abandonara su cabeza y fuera con el chisme al ojiazul. Si eso pasaba, Mallory escondería la cabeza como un avestruz cuando Fer la mirara. «… ¿Y por qué lo llamo Ferb? Claro, un intento más por creer que soy especial, la única que lo llama de esa manera. …». Seguramente alguien más le decía así, alguno de sus hermanos, o un amigo o amiga demasiado cercano ara el gusto de la rubia. «…Mejor le pongo atención antes de que note que no lo estoy escuchando…». Fue lo último que cruzo por su mente antes de que sus ojos avellana se posaran sobre la persona que atendía aquel puesto.

La mujer que estaba tras los botes de helado, sonreía de manera divertida, y cuando la rubia miró a Tim, se dio cuenta por qué. La mirada de su amigo era un tanto sugerente, y ella de inmediato cavilo la idea de que no era la mejor táctica en ese caso. Se aclaró la garganta y, antes de que dijese algo, ella hablo: Preguntó qué deseaban los tortolos. Su acento francés era demasiado marcado y se notaba que había vivido toda su vida ahí, no solamente por arrugas marcadas sobre su piel de seda, sino también por el color plata que llenaba su cabello desde la raíz hasta las puntas. Las mejillas de Mallory se sonrojaron nuevamente, no obstante, apretó la mano de Tim con suavidad para que no dijese nada. –Vera, nos hemos estado paseando por el lugar, hemos cogido varios helados diferentes, pero el olor que despide el suyo, esos profundos colores; amarillo, rosa, y café. Fueron los que más nos han atraído y deseamos probar un poco de su…manjar –elogio el helado de la mujer, de manera mundana, sutil, pero a ella pareció gustarle. Sin titubear cogió con la punta de una cuchara de color azul, algo de helado, de los tres sabores para ser especifica. Se la entregó a Mallory, quien pudo percatarse de como la diestra de la anciana temblaba ligeramente. Se le encogió el corazón, pero sostuvo la cucharita. La acerco a sus labios y probó el helado, luego se la paso a Tim para que él hiciera lo mismo. De hecho, si estaba bastante rico. –Exquisito, el mejor de todos sin duda. Yo sé que su trabajo es darnos un poco, un vaso nada más para probarlo, pero ¿sabe? Venimos desde muy lejos y traemos dinero únicamente para el auto de regreso a casa. ¿Sería mucho pedir que obsequiara un poco más de ese dulce helado a…los tortolos? –inquirió dulcemente, con la voz apagada, pero suave como el terciopelo. Por si sus palabras no habían sido suficientes, pestañeo infantilmente y esbozo una sonrisa tierna y cálida, dedicada a aquella muer que dijo algo en francés, algo que Mallory no logro comprender ya que no era tan buena con ese idioma. No todavía. La vio llenar un recipiente en forma de cilindro. Primero; echo unas dos bolas de chocolate, luego nos de fresa y para finalizar, dos de vainilla. –Muchas gracias, es usted muy amable –agradeció ella cuando la mujer le entrego el recipiente, con una sola cuchara. La rubia imagino que así lo hiso ya que pensaba que ellos dos eran pareja. La idea sonaba totalmente a cliché dentro de su mente. Como en las típicas películas, los mejores amigos se enamoran y todo eso. ¿Y luego qué? Se dedicaban a jugar al tenis como Justin Timberlake y Mila Kunis en “Amigos con beneficios”. ¿He? No era algo que la rubia haría, ni siquiera estando drogada por tanto helado. A ella le gustaba Ferb, en serio y lo quería de una forma que ni ella misma sabía cómo explicarse. «…Amor, esa palabra tan gastada. Cuya esencia es maltratada por las acciones humanas…». Sus acciones no arruinarían lo que tenía con él.
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I see the light, now that I see you {Tim}  Empty Re: I see the light, now that I see you {Tim}

Mensaje por Timothée Mounier Miér Ago 15, 2012 12:30 am

-En realidad yo me refería al helado de apio, yo no necesito de eso- Levanté levemente los hombros pues era lo que inicialmente me refería. No entendía la razón por la cual pensó que un helado cubierto de Nutella podría llegar a disgustarme. Y comerlo, juntos, claro que tampoco me disgustaba pero la idea de comerlo juntos era muy diferente a la idea que yo tenía en mente y mi idea probablemente me provocaría un sonrojo, por lo que dejar el tema de lado era lo mejor que podía hacer antes que mi rostro tomé un color carmesí tanto como un helado de camarón. Nunca lo había comido y nunca lo haré, en lo personal las cosas del mar no son de mi agrado. En cambio, los duvalines de sabores revueltos era algo que al parecer todo niño había hecho al igual que comerlo con la lengua como el helado, dejando que la áspera textura de la lengua sea la que acabe con el cremoso contenido.

No me equivoqué en dar la descripción acerca de las películas románticas y la señora de la heladería. Cuando nos llamó tortolos la piel de mis mejillas de tornaron de un color rojizo e inmediatamente bajé la mirada para que no lo notara. Estaba por decirle que en realidad solo éramos dos buenos amigos que habían salido a disfrutar sus vacaciones y a cumplir un sueño tomado de una caricatura cuando Mallory apretó mi mano y perdiéndome en el contacto de nuestras palmas quedé callado y atento a lo que ella decía. Mis ojos se quedaban fijos en su rostro cuando levanté la mirada y mi atención en su manera de hablar, su dulce voz hacia que todo mi ser se quedara sorprendido y a la vez mudo, prestando especial atención a su tono de voz, a los movientes de sus labios, sobre todo a esa leve sonrisa que sus tímidos labios se obligaban a no demostrar. Su voz era una melodiosa sinfonía en ‘la’ menor, nunca la había escuchado cantar pero estaba seguro de que al cantar los ángeles comenzarían una búsqueda por todo el cielo, pensando que uno de ellos los había abandonado y había tomado por nombre Rapunzel. Supongo que sus padres pensaron en esta posibilidad desde su nacimiento pues habían colocado el nombre de princesa a la chica perfecta. Sus cabellos dorados se movían con el viento al son de su suave voz. Recordé el poder que Rick Riordan otorga a las hijas de afrodita, el poder de la persuasión, que su voz suene en cada persona y la atrape para que realice cualquier cosa que diga. Así me sentía ahora, dispuesto a asaltar los puestos de helado todo para ofrecer todo el helado que mi rubia amiga quisiera. Sonreí levemente agradeciendo a la mujer por el helado, mis labios se colocaron alrededor de la cuchara y mi lengua recogió el cremoso y frio helado para depositarla sobre si, el sabor profundizó mis papilas gustativas y pronto toda mi boca se llenó del sabor napolitano que este desprendía. Era rico, podía sentir la diferencia de los otros helados, esta señora que podría ser mi abuela preparaba el helado con sus propias manos, se sentía en si cremosidad y consistencia, el sabor era más prolongado y al derretirse quedaba como crema y no como agua en mi boca. Los helados caseros suelen tener mejor sabor, por son considerados como artesanía porque son hechos a mano por artesanos. La idea de que estábamos quitándole clientes a la señora me hiso sentirme un poco mal pues la idea de estas degustaciones es que los clientes conozcan los diferentes helado y ellos como vendedores sean conocidos. Pero al ver los ojos de señora, sonreí tímidamente, era feliz dándonos helado, sus razones debería de tener. Miré el letrero del puesto de la mujer y en efecto, era helado casero. Memoricé el nombre, pues sería una de mis principales puntos de compra de helado. -Gracias, muchas gracias. En verdad su helado casero es el mejor de todos los que hemos probado- Agradecí con una sonrisa. Una sonrisa agradecida que pronto se volvió una nerviosa al escuchar sus palabras. Miré a Mallory y sonreí de medio lado al entender que ella no había comprendido las palabras de la señora. Me tranquilizó un poco saber eso.

- Seule la vérité ... Je ne sais pas - Me encogí de hombros y miré a la señora de los helados en busca de la respuesta que solo yo tenía. Ella cerré levemente los ojos y asintió con la cabeza, como una madre o una familiar cercano lo haría para decirte que las cosas van por buen camino y que ahora en adelante lo que hagas, saldrá perfectamente. Relamí mis labios y mis dedos se movieron de entre los de Poke para acomodarse mejor. Bajé la mirada a nuestras manos y noté lo que la señora había advertido. -Una vez más muchas gracias- Solté ligeramente la mano de Mallory y me acerque a la dueña de los helados para besar su mano, eso me hiso sonreír tomando en cuenta lo que había pasado en un comienzo. Ella nos sonrió y nos dijo que le gustaría vernos pronto y que disfrutáramos el helado por cortesía suya. De vuelta con Mallo llevé mi brazo detrás suyo para rodearla por la espalda, colocando suavemente mi mano sobre su cintura. -¿A dónde vamos ahora?- Pregunté retóricamente como lo haría Dora la Exploradora por tercera vez en un episodio. Caminamos lentos abriéndonos paso entre la gente que pronto comenzaba a llegar conforme el sol se hacía más presente. Conforme el calor aumentaba más personas llegaban para refrescarse un poco. - Reconozco que tu manera de hablar fue sorprendente ¿No serás hija de afrodita? Tú sabes, lo bonita y tu poder de convencer a las personas- Espeté con una sonrisa en mi rostro mientras mirada de reojo a la rubia y mi camino. Nuestros pasos nos guiaban a la torre como si fuera un imán usando su magnetismo contra dos metales. Poco a poco comenzaba a tomar la confianza que había perdido en algún momento durante el vuelo. Después de todo, no tenía por qué estar nervioso, la conocía hace casi un año y confiaba en ella, era mi amiga después de todo. Amiga, esa palabra me había dejado insatisfecho, vacío, con ganas de más. Pero, ¿Qué más?. Mordí ligeramente mi labio inferior y conforme avanzábamos levanté la mirada para enfocar la estructura de metal. -¿Escaleras? Los dos primeros niveles tienen escaleras, para llegar al tercero solamente por elevador- Levanté la mirada aún más fijando mi vista en el alejado tercer nivel. Altura. Muy alto, pero por ella, lo haría sin dudarlo. Tragué saliva. -Luego podemos pedir un deseo a alguna fuente. -
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Jue Ago 23, 2012 11:02 am

Las mejillas de la rubia se inflaron ligeramente, al escuchar las palabras de Tim, Frunció los labios para no reírse pero fue inevitable que una risita nerviosa y suave escapara de sus labios. –No, no creo ser hija de Afrodita, si así fuera ya estaría en el Camp con todos los demás hijos de los Dioses. O quizá si lo soy y aun no vienen por mí –se quedó pensando un momento. En verdad que ser hija de una Diosa así le resultaba totalmente imposible, en especial porque no era disléxica, solamente era algo torpe pero nada más. Mordió con suavidad su labio inferior, deseando que el comentario de su amigo fuese real; probablemente así Tim dejaría de ser sólo eso. Un amigo. El dedo meñique de su mano libre, froto ligeramente su nariz y lo miro fijamente. Una vez más no podía creer lo que pasaba por su mente. Sería el helado que la ponía un poco melosa y afectuosa, buscar explicaciones era lo mejor que se le ocurría para seguir negando lo obvio. ¿Era obvio? De reojo observo a Tim, tan tranquilo, sonriente y con ese aire despreocupado. Ahora le daba la impresión de que se habían invertido los papeles y ella era la que estaba echa un manojo de nervios. Su abuela decía eso cada que veía un programa en la televisión que para ella era de suspenso o expectación. –A mí me parece que simplemente le caímos bien, y que creyó que nos vemos bien juntos y por eso nos regaló más helado del que debería. Además seguramente la sonrisa que le dedicaste fue lo que la impresiono por completo –admitió insinuando que la sonrisa de Ferb era impresionante, y sí que lo era. Posiblemente aquella sonrisa sería por más de una vez la protagonista de muchas de sus fotos en Paris. Así cuando no tuviese a Tim cerca podría ver las fotos e imaginar a Tim a su lado, no obstante tratándose de él, aseguraba que una simple fotografía –por mejor que fuera-, nunca le haría justicia a la esencia del ojiazul.

Al llevar a los pies de la torre Eiffel, Mallory elevo la mirada, si que era más alta y más imponente de lo que ella había imaginado. Considerando su pequeño miedo a las alturas subir sería todo un reto, y más al escuchar las palabras de Tim. Trago saliva y palideció un poco. -¿Escaleras? –inquirió al tiempo que su mano libre se posaba sobre su vientre, querido palpar con los dedos a su hija a escasas semanas de nacer. -No sé si en mi condición sea apropiado que subamos en escaleras, yo había leído en internet, alguna vez, que se subía por medio de ascensores -aparto la mirada de Tim, sus pasos los habían llevado hasta las escaleras y se veía bastante empinado para subir. Esperaba poder con eso, aparte de que su condición física nunca fue la mejor del mundo. -Con tal de pedirle un deseo a la fuente… - no tenía ni idea de qué fuente hablaba. ¿Había una fuente arriba? Quizás sí. -…creo que soy capaz de subir -apretó delicadamente la manita de Tim y suspiro prolongadamente, como si eso le fuese a dar más valor.

No eran pocos escalones, tampoco era un camino recto para hacerle más fácil el subir hasta donde estaba el elevador. Ciertamente no iba contando los escalones, pero comenzó a respirar entrecortadamente a poco tiempo. Su lengua que antes había estado fría y húmeda por el helado, ahora se encontraba algo seca al igual que el resto de su boca y tenía que relamer sus labios para que estos no se secaran también. No solía fatigarse tan pronto pero con estas cosas del embarazo siempre se le agitaba rápido la energía. Pero estaba feliz de que pronto conocería a su hija y todo lo que tuvo que pasar valdría la pena. No hablaba con Tim mientras subía cada peldaño, no porque no quisiera hacerle algún comentario, sino porque le daba la impresión que la cajita de voz se había apagado temporalmente y de su garganta podían salir pequeños jadeos a causa del esfuerzo. Lo miraba de vez en cuando de reojo y le daba más ánimos para seguir su recorrido por las escaleras. El helado no debía derretirse y por ello debían de llegar arriba más rápido. Miro hacia atrás, aunque se recomienda que si temes a las alturas no debes de hacerlo. Vio a unas cuentas personas tras de ellos, y al prestar más atención también noto personas subir peldaños más delante de ellos. Era normal, después de todo eran vacaciones y no sólo ellos eran turistas. Por suerte no paso mucho tiempo -y si así fue ella no lo noto-. Para que se encontraran en el segundo piso, donde tomarían el ascensor. Una niña de cinco años, sus padres -todos rubios-, Tim y ella fueron los que ocuparon el elevador. -Al fin -murmuro tratando de no parecer cansada. Su vista estaba fija en el paisaje, conforme iban subiendo se le olvidaba que temía a las alturas y se dedicaba a tomar un par de fotos con su cámara. Y antes de que el elevador los dejara en la cima de la torre; Mallory capturo el perfil de Tim en una fotografía. El cabello castaño de él brillaba y sus ojos resplandecían. -Perfecto…-musito algo hipnotizada antes de volver a aferrar con su diestra el hombro de Tim. -…es perfecto aquí -se escudó bajo ese comentario para qué él no preguntara a qué se refería. Al salir del elevador se dio cuenta de que no eran los únicos ahí. Muchos estaban observando el paisaje, tomando fotos o charlando. -¿Y comeremos aquí el helado? -agrego aun paseando la mirada por cada rincón de la torre. Estaba maravillada.
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Mensaje por Timothée Mounier Vie Ago 31, 2012 1:21 am

No sé cómo empezar pero debía de confesar que me siento raro si ella está a mi lado. ¿Esto estaba bien? ¿Ella sentirá lo mismo? Tal vez es mejor quedarse con la duda y bajar la mirada hasta su cintura. La idea me daba vueltas en la cabeza y me amenazaba con hacerle la pregunta, pero mi orgullo mantenía mis labios cerrados. Ya no sé qué será, tenía que dejarlo pasar, pero no había marcha atrás ya había comenzado a quererla más. Ya no había nada que hacer lo único que tenía era comenzar a comprender, para así poder dejar de confundir si era amor o amistad. Desde el principio, ¿Cuándo fue el principio? ¿Hace un momento cuando asentí acerca de que si fuera la hija de una diosa estaría en el campamento? O ¿Cuando me devolvió la sonrisa acerca que le caímos bien a la señora de los helados? O ¿Más atrás? Cuando ganamos la corona de los reyes de la primavera. Probablemente los que nos observaban pensaron que éramos novios y por eso votaron por nosotros, lo mismo debió de haber pensado la heladera. Internamente mordí mi labio inferior como un acto por inercia. Sus palabras entraban en mi cabeza sin embargo no se quedaban ahí dentro, mi cerebro estaba más ocupado en almacenar cada milésima de segundo de su rostro, guardando imagen por imagen sus movimientos, sus labios, el pestañeo de sus ojos, sus palabras pasaron en un segundo plano y yo solo me limitaba a asentir levemente con la cabeza embobado por la belleza impalpable de mi amiga rubia. Ahí permanecí por unos segundos, observándola detenidamente con más atención a su rostro que al momento y así podía permanecer minutos incluso horas pero sin embargo tuve que girar mi mirada y enfocarla hacía la punta de la torre, al extremo más arriba que mi cuello me lo permitió. Solté mi labio inferior, dentro de mi boca el sabor cobrizo ya era presente, deslicé mi lengua por la pared interna de mi labio dejando que esta palpara la lastimada piel de mis labios. Podría haberle dicho que había elevadores para las dos primeras plantas de la torre, pero eran pocas las escaleras y ella que estaba a punto de dar a luz lo necesitaba más que yo, el esfuerzo que haría en este momento no era nada comparado con el que sentiría al tener a Nute. Me estremecí solo de pensar en aquel momento, mi piel se erizó como si fuera yo el que estaba embarazado.

No dejé de pensar en todo momento el dolor del parto. Era hombre y ciertamente nunca lo sentiría, pero la idea de que tenía las horas contadas para aquel momento era lo que me dejaba sin aliento y no las inclinadas escaleras de metal de la torre. Externo a eso miraba de reojo a Mallory atento a sus acciones en caso de que esto fuera demasiado ejercicio físico para ella, fuera del cansancio ella parecía encontrarse bien. En mi frente perlas de sudor comenzaron a formarse pero estas desaparecieron al subirnos al elevador. Las puertas se abrieron en par dejando en nuestro campo de visión una cuidad en miniatura, la altura de la torre nos permitía apreciar la ciudad y por un extremo, la bahía. -¿Verdad que si? Es muy hermoso aquí arriba – La miré con una sonrisa en mi rostro. Aunque desde pequeño he temido a las alturas nunca había podido decir que no a subir hasta la cima de la torre más representativa de toda Francia. -Lo hiciste bien, no te desmayaste al subir. Si eres capaz de subir. Cuando vayamos a la fuente, a la que tengo pensado ir, te llevaré a comer algo típico de aquí…¿Has probado los caracoles?- Mi sonrisa se amplió con aquella pregunta. Al igual que la torre en la televisión comer caracoles terrestres era algo que solían atribuir a los franceses. En lo personal no eran de mi agrado aunque podía comerme uno como máximo. Sonreí con solo pensar en eso, no cualquiera se atreve a probar aquellos animalitos babosos. -Vale, bromeo. Pero eso no te salva de que debes de comer cosas nutritivas para esta pequeñita- Llevé mis manos a su pancita, una de cada lado, extendiendo mis dedos para abarcar la mayor cantidad posible. Lentamente las fui soltando hasta que mis manos dejaron su pancita, levante la mirada que había estado enfocada en su pancita. La familia que nos había acompañado en el elevador paso junto a nosotros y logré escuchar que la niña lanzó un comentario: “Mira mamá, tendrán un bebe” su francés era cómico, pero hablaba de tal forma que cada palabra era bien marcada. -¿Te imaginas?- Mi mirada siguió a la familia, papá, mamá y la pequeña niña rubia. Sonreí inconscientemente, una sonrisa de ilusión y alegría. -¿Por qué? ¿Te parece mala idea? Tu tienes la culpa por no avisarme con anticipación. Pude haber pedido que suban una mesa con sillas o algo así. - Le enseñé la lengua, recalcando de esta manera que estaba bromeando acerca de culparla. Recorrí rápidamente el lugar con la mirada, buscando un lugar cómodo donde comer un poco de helado.

-Ven, vamos por aquí- Mordí mi labio inferior y tomé nuevamente esa cálida mano con la cual la mía perfectamente se adaptaba. Nos abrí paso entre las personas que se encontraban paseando en la torre, no eran muchas pero si los suficientes como para querer un poco más de privacidad. Una banca lo suficientemente grande como para sentar a 5 personas se encontraba vacía en un extremo, probablemente se debía a que la vista de esta daba a los elevadores. -Podemos sentarnos ahí- Apunté al lugar donde se encontraba la banca y aún tomado de su mano comencé a caminar hacia esa dirección. No quería soltar su mano, dentro de mi me gustaba que nos confundieran por novios, realmente eso era lo que quería ser de ella.
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Dom Abr 07, 2013 2:17 pm

-Está bien, vamos, que estoy cansadita -dijo encogiendo los hombros, un tanto apenada por agotarse con tanta facilidad, y eso que su recorrido había sido ligeramente corto, de hecho tenían que pasar todo el día y no llevaban ni la mitad. Confiaba en que el helado le devolviera las fuerzas que necesitaba para seguir con la excursión que tenía con Tim. No sólo el helado la ayudaría a sentirse mejor, Tim sostenía su mano con la de él y ella simplemente sentía como sus mejillas se acostumbraban cada vez más al color rosa intenso que más de una vez adquirieron cuando sus dedos se rozaban con los ajenos. La sensación era indescriptible, sólo sabía que la hacía sentir muy bien y que no deseaba que la soltara, esperaba que el camino hasta la banquita fuese más largo, para que así no tuviese que soltarla en mucho tiempo más. Para su desgracia el camino era corto, y sólo iban en zigzag esquivando a la gente que deambulaba por ahí. La niña que lanzo aquel comentario provoco que la rubia riera de forma nerviosa pero aparentemente divertida. -Ay, estos niños de ahora -exclamo simplemente por decir algo. El silenció que siguió no fue incomodo, más bien fuese necesario. Ella estaba con la mirada fija en la banca a la que se acercaban cada vez más pero su mente estaba en otro lado. Por un momento se preguntaba qué hubiese pasado si ella no hubiera aceptado aquel viaje con Tim. Quizás lo seguiría viendo como un amigo y no como el hombre que le gustaría tener a su lado y como padre de su hija. Sus ojos se abrieron más de lo normal ante sus insólitos pensamientos y agacho la mirada, pensando que eso no podría ser jamás. Es decir; se notaba que él sólo la veía como amiga, que sólo era amable con ella y nada más. ¿Qué más podría ser? Era imposible que alguien tan magnifico como él pensará en ser más que su amigo. Suspiro profundamente adhiriendo algo de cansancio para que él piense que solamente por eso suspiraba de aquella forma. Se puso a pensar que lo mejor era poner un poco de distancia entre ambos, para no confundirse y que él no se diera cuenta de lo que en verdad pasaba por su mente. Moría de vergüenza si él lo notaba. Se acomodó el vestido con una de sus manos antes de sentarse en esa banquita de madera. Puso el bote de helado en medio de ellos dos y llevo una de sus manos a su pancita, dándole una palmada para hacerle saber a su hija que estaría quita un momento y que se preparara para comer de nuevo.

-Si quiero ir a la fuente para poder pedir mis dos deseos. Así es, solamente dos, no creo necesitar más -comenzó a decirle alegremente, ya tenía en mente sus dos deseos, sólo era cuestión de que no los olvidara y entonces todo estaría bien y como antes. Antes de que se atreviera a ver a su mejor amigo como algo más que eso. Inflo ligeramente las mejillas y arrugo la nariz, mostrándose renuente a sí misma. Se distrajo volviendo a poner las manos sobre el bote, al cual solamente le quito la tapa con la que la mujer lo había cubierto. La ventaja de aquel día era que no hacía tanto calor, en especial ahí arriba, así que el helado no estaba derretido. -Perfecto -murmuro ella para sí misma, y relamió sus labios, ansiosa de comenzar a comerlo. Se percató de que la amable ancianita solamente había echado una cuchara al bote de helado, pensando que sería suficiente pues al ser una pareja seguro no les importaría comer de la misma. Negó con la cabeza levemente divertida y rio por lo bajo. -Mira, solamente nos ha puesto una cuchara, tendremos que batirnos a duelo en un piedra papel o tijera para ver quien la ocupa -obviamente estaba bromeando, era claro pues su sonrisa traviesa lo demostraba. Deslizo el bote de helado hacía donde él estaba. -Mejor te concedo el honor, después de todo no estaría aquí de no ser por ti -extendió su mano de forma elegante, dándole pie para que comiera primero. No sabía si deseaba compartir la cuchara con ella. No sabía nada, sólo que deseaba no sentirse así con él. En la fiesta de la playa ni siquiera hubiera dudado en compartir lo que fuera con el ojiazul. Oh, esos tiempos donde él era como su hermano. -Volviendo al tema de los caracoles, a mí me encantaría comerlos, pero Nutellanie dice que no se le antojan y bueno ella quiere quemar su cartucho de no caracoles hoy -le enseño la lengua y luego pestañeo con inocencia. Era literalmente imposible que Nutellanie tuviese conciencia acerca los cartuchos y esas cosas, aunque imaginarlo no dejaba de ser peculiar y entretenido. Entrelazo sus propias manos y las dejo descansar sobre su pancita, mientras esperaba a que él comiera. Las dos primeras bolas de helado eran de vainilla, después seguían las de fresa y lo mejor quedaba al final; el chocolate. -La leche de vainilla te pone todo hiperactivo, ¿con el helado de ese sabor te pasa lo mismo? -pregunto inclinándose un poco hacía donde él estaba, mirándolo con casualidad y un tanto ansiosa de ver los posibles efectos que el helado de vainilla produjeran en el castaño. -Sabes que no es necearía la mesa ni las sillas, ¿verdad? Creo que comería en el suelo el helado siempre y cuando tú estuvieras compartiéndolo conmigo -dijo sin pensarlo, en realidad era un comentario bien intencionado pero que se prestaba a diversas interpretaciones. En realidad sólo una. La que decía que no le importaba donde estuviera ni que comiera mientras estuviese él a su lado. Alzo los hombros restándole importancia a sus palabras. -Anda, dime, y dime si esta tan rico como recuerdo -lo animo sin poder esperar más. Su dedo meñique cosquilleaba pues quería tomar helado con la yema de su dedo y comer así por más que se viera mal o extraño.
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Mensaje por Timothée Mounier Lun Abr 15, 2013 10:27 am


Me levanté de hombros ligeramente, un poco nervioso de que ella supiera cosas que nadie más sabía, quizá no nos habíamos visto desde la fiesta de playa pero eso había sido porque la universidad era muy grande y nuestras facultades estaban en polos opuestos, pero había platicado por correo electrónico, por mensajes de texto y llamadas al móvil que ambos continuábamos siendo amigos. Conocía tanto de mi como yo conocía de ella. Podría saber cuándo me mentía, cuando algún comentario que yo decía le molestaba y cuando una misma palabra tenía varios significados. No niego que era un poco incómodo que ella supiera tantas cosas de mí y que yo aun sabiendo todas esas cosas no la conocía perfectamente cómo me gustaría hacerlo. -Es extraño, pero con el helado de vainilla no tiene el mismo efecto- Creo que mi organismo estaba acostumbrado al helado que este ya no tenía ninguna consecuencia. Mi mirada seguía firme al bote de helado que separaba nuestra existencia y la única cuchara que compartiríamos. Mi cabeza se levantó cuando escuché que no necesitaría sillas o mesas y lo único que necesitaba era mi presencia, sonreí llevándome la mano a la frente para acomodar un mechón de mi cabello que me obstruía la vista. -¿Mhum…?- No dije nada más, únicamente ese sonido dudoso y bromeante que dudaba acerca la credibilidad de sus palabras. No es que no me gustaría que fueran reales, más bien que era imposible que creyera estas cosas. Yo estaba casi seguro pero no le esperaría hasta estar seguro que pasara lo que pasara nuestra amistad no terminaría. Tomé el botecito de helado y me corrí en el asiento hasta quedar a un lado de ella, tomé una cucharada de helado y en vez de llevarla a mi boca la dirigí a la suya. -Tu dime si es tan rico como se ve… - Sonreí al verla un poco sorprendida por que haya decidido que sea la primera. Me gustaba verla sorprendida porque esta forma sabía que estaba funcionando lo que hacía, si se sorprendía era porque no se lo esperaba y si no se lo esperaba era que no estaba siendo lo que normalmente haría, entonces no se aburriría de mí. Ahí nos quedamos los dos, comiendo en silencio el bote el helado en la cima de la torre Eiffel.
~~~~~~~~~
-Entonces… ¿No me dirás que pediste de deseo?- Pregunté por millonésima vez a la misma persona. Habíamos a varias partes de Francia y al final a la fuente a pedir nuestros deseos. Yo seguía firme a la idea que si ella me decía yo le decía. Sé que los deseos no se cumplen si los dices, pero mi deseo estaba negando con su cabeza a mi lado, ya se había cumplido. Toda la tarde habíamos estado juntos y aquella idea que pasaba por mi cabeza era tan presente cada que nuestras manos rozaban accidentalmente. Pequeños aleteos en mi interior me impulsaban a seguir a su lado, a querer estar a su lado como más que un amigo. -Espero que no estés cansada. Una última visita y nos vamos a descansar. - Caminábamos por el jardín debajo de la torre donde todo había comenzado, pocas personas estaban en ese lugar la mayoría ya estaba retirándose eran cerca de las 9 de la noche y los turistas comenzaban a irse a centros nocturnos, el cielo estaba completamente oscuro por las luces de la torre a la distancia las estrellas no eran perfectamente apreciables, solo las más brillosas tintineaban en la noche. Había hecho algunas llamadas cuando ella no estaba presente, así que ya estaba todo preparado. Mis pensamientos aún no estaban seguros, pero realmente quería compartir esto con ella. Ya habría otro momento para decirle lo que sentía por ella, era lo mejor continuar como amigos así estar a su lado hasta cuando me permita. Giré mi rostro para mirarla, ahí estaba tan resplandeciente como cuando el día había comenzado, provocando las mismas sensaciones en mi interior que hace unos segundos. -Quiero que sepas, que tú me haces mejor persona. Que me haces estar sonriendo todo el día y que este ha sido uno de mis mejores días - Me encogí de hombros regresando la mirada al suelo y colocando mis manos dentro de los bolsillos de mi pantalón. Quería decir más que eso, mucho más, pero estas eran la clase de palabras que se pueden decir entre amigos sin quemar su cartucho. No quería pasar de amigo a acosador, por ello me limitaba a todo. Dentro de mi sabía que ella sentía algo pero otra parte decía que solamente era ilusión o por lo menos hasta que me diga algo más directo que no sea: Te diré en el momento que esté a punto de morir. -¿Es lo que creo que ya sé?- Pregunté regresando al tema de los deseos, quería escucharlo de sus labios, quería estar seguro que ella sentía algo por mi como yo por ella. No la miré, no tenía fuerzas para verla sin morir en la vergüenza en caso de que estuviera equivocado. Esperaba no estarlo. Levanté la mirada, pero no a ella, si no a la pequeña luz que brillaba a la distancia del jardín. Sabía lo que era, una vela encendida iluminando una manta en el pasto. Un picnic. Sonreí y volví bajar la mirada al camino. Nuestros pasos aparentemente sin sentido nos dirigían a ese lugar, no necesitaría palabras para decirle que era ahí nuestro destino. Solo era una cena de amigos, eso era lo que intentaba convencerme a mí mismo.
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Lun Abr 15, 2013 7:26 pm

La noche al fin había caído sobre la ciudad del amor. Mallory estaba agotada, realmente no se creía capaz de caminar más, le dolían sus pies ya que cargar una pancita de ese tamaño era bastante pesado. -Tranquilo, estaré bien -le dijo para que no se preocupará por su estado de salud, y en realidad no tenía que hacerlo ya que ella estaba bien con tan sólo estar a su lado. Sus pies podían darle punzadas que le cosquilleaban la planta de los mismos a cada paso pero emocionalmente estaba feliz de estar caminando con él. Ese era un buen momento para sólo tirarse en el pasto y no hacer absolutamente nada más que escuchar música y hablar con él hasta que volviera a amanecer. Esa sería una noche ideal para la rubia. -Ahora sé lo que los gorditos sienten -comentó con verdadera pena en la mirada de sólo imaginar a los pobres gorditos sin poder caminar más allá de la esquina de su casa sin desmayarse del dolor. Por suerte para ella sólo le quedaban un par de meses más antes de tener a su hija y que todo regresará a la normalidad. Llevo una de sus manos a su espalda, y otra a su cintura, y mientras caminaban se estiraba un poco sólo para no sentir que se entumía o algo así. Elevo la mirada al cielo, pues se sentía con la confianza de no ver por donde caminaba ahora que ya no había tanta gente como en la mañana, y aparte el terreno era plano y seguro. Podía ver unas cuantas estrellas cintilar y eso le dibujaba una sonrisa en los labios, de esas soñadoras que le marcaban unos hoyuelos inocentes en las mejillas. Más no eran sólo las estrellas las que la hacían sonreír feliz y nerviosamente a la vez, también eran las palabras de su amigo, quien en cada momento del día la hacía sentir más especial. La necesidad de amarrar un hilo a un árbol y el otro extremo a su tobillo crecía con cada paso que daban y con cada palabra pronunciada por él, de esa forma estaría atada a la tierra, segura con lo que ya tenía y no flotaría por más que así lo quisiera. ¿Para qué intentarlo si lo que tenía ahora era magnifico? No quería arriesgarse a ganar más, pensaba que si lo hacía perdería todo. -Sigamos caminando, ya casi llegamos -señalo con su dedo índice a lo lejos, donde la luz de una vela cada vez se apreciaba más al igual que el mantel de cuadros rojos y blancos. Estaba segura de que él había preparado aquello para esa noche. Un gesto normal de un amigo al otro, sólo eso. -Ya te dije, te lo diré cuando esté a punto de morir -repitió por milésima vez, evitando nuevamente el tema de los deseos. Las primeras veces lo decía bromeando, las demás de forma nerviosa y las dos últimas las decía en serio. La insistencia de Tim a veces la incomodaba, no porque le molestara que quisiera saber, sino porque ella, por más que quisiera decirle, no se atrevía. En ocasiones si podía ser más tímida de lo normal. Volteo a verlo de reojo, con el propósito de asegurarse que no se había molestado. Lo que menos quería era que se molestara por ello. Suspiro pesadamente antes de detener sus pasos.

Esa pequeña charla les había hecho ameno el camino hasta la cena nocturna que el ojiazul había preparado. El mantel amplio de color blanco -donde podían caber los dos sentado a la perfección- era adornado por un candelabro dorado de una sola vela, su llama danzaba al compás del leve soplo del viento, siendo casi hipnótico si lo miraba fijamente por más de cinco segundos. - ¿Y a qué hora preparaste todo esto? -pregunto mirándole con los ojos entrecerrados. -¿Tienes clones? -lo acusaba con la mirada al tiempo que sus labios se fruncían. Esa era la única explicación razonable que encontraba ya que en los Simpson así pasa, y los Simpson nunca la habían engañado. -Fuera un clon o no, sé que fue tu idea…-comenzó a decir tranquilamente, relajando las facciones de su rostro, volviendo a parecer la misma angelical rubia apacible de siempre. -…así que gracias por esta cena, y por todo lo de hoy. De verdad que me he divertido mucho contigo, Y puedo decir sin mentir que también ha sido uno de mis mejores días, de mis días preferidos -admitió sin ningun rastro de mentira en sus palabras. Nunca le había mentido al ojiazul y no comenzaría a hacerlo ese día. -Creo que es justo que te diga cual deseo pedí, para saciar tu curiosidad -le dio un golpecito en la punta de la nariz con su dedo meñique. Sus manos le cosquilleaban, ansiosas por tomar las de él cuando le dijera lo que había pedido, pero no lo hizo. Ahora ya no sabía si era correcto o no entrelazar sus dedos a los de él ya que no lo veía como sólo un amigo. -Pedí que Nutellanie nazca bien cuando llegue al mundo -le confeso, orgullosa de aquel deseo. Era normal que una madre antepusiera el bienestar de su hijo a todo lo demás. -¿Eso es lo que crees que sabes? -quiso saber sin poder ocultar el ansiedad en su semblante y palabras que salieron de su boca apresuradamente, como siempre que estaba ansiosa o nerviosa. Esperaba que no recordará que en lo alto de la torre menciono que sus deseos serían dos y no uno.
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Mensaje por Timothée Mounier Sáb Mayo 18, 2013 9:08 pm

Que ella no me quisiera contar su deseo solamente alimentaba mi curiosidad. Inflé las mejillas, una acción que me había contagiado de ella, sonreí estrechamente cuando saqué el aire de mis mejillas demostrando que no estaba para nada enojado. No me enojaba fácilmente y mucho menos con ella, salvo una vez que la dejé de hablar por un tiempo; realmente no estaba molesto era una sensación que apretaba mi tranquilidad y me provocaba un hueco en el estómago, verla feliz con Tanner me hacía querer alejarme y dejarla ser feliz, si ella quería ser feliz con él podría serlo sin mí. De esa forma llegué a pensar, ese fue uno de los momentos que me hicieron darme cuenta que por ella sentía algo más que solo cariño amistoso. ¿Celos? Probablemente, celos de ver cómo era feliz con otro chico. Y ahora estaba aquí, junto a mi, compartiendo uno de sus mejores días de su vida, eso me hacía olvidar todo aquello por lo que había pasado. Esas palabras me hacían sonreír, sentir un cosquilleo en mi estómago tan fuerte que mis pies comenzaban a elevarse del suelo. Quizá no debía de emocionarme, así como quizá no debía molestarme verla con otro chico. Suspiré, despejando mis pensamientos de esas ideas. -¿Mi idea? Claro que no. Fueron los elfos mágicos franceses, son como las hadas si crees en ellos son de verdad- Bromeé, riendo por mi propia broma. Afirmé lentamente tratando de ocultar mi sonrisa pero era imposible aparentar seriedad en momentos como estos. No tenía clones, pero tenía un móvil y el número que diversos restaurantes que cumplían hasta las peticiones más extrañas. Me encogí de hombros, un poco nervioso al confirmar que lo que ella había pedido no era lo que pensaba. -Bueno, no era lo que pensaba pero supongo que debí imaginarlo.- Bajé la mirada observando todo lo que se encontraba sobre el mantel, la vela, la canasta y los cojines que funcionaban como asiento. Extendí mi mano para ayudarla a tomar asiento. El silencio se había formado, mordía la parte interna de mi labio inferior para intentar no pensar en lo que mis sentimientos querían probar. -No tienes nada que agradecerme, no habíamos pasado tiempo juntos desde hace mucho tiempo. Extrañaba tu compañía- Mi intención era mirarla a los ojos, pero sus ojos me atrapaban y me hacían tartamudear cuando los miraba y me miraban fijamente, por ello aparté la mirada y comencé a rebuscar algo en la canasta como si ese fuera mi plan inicial. Saqué un racimo de uvas verdes, esas me gustaban por que no contenían semillas sin embargo no era del color preferido de la rubia. Solté una pequeña risa. -Bueno, supongo que los elfos no saben de colores- Desprendí una frutilla del racimo y la introduje en mi boca, en ocasiones debía mantenerla ocupada para no hablar de aquello que aún no estaba listo para aceptar. Pero aquel secreto comenzaba a ahogarme poco a poco queriendo salir al exterior y en algunos momentos sentía que no podía más que moriría si ella no lo sabía o pensar que quizá encuentre a alguien mejor. -Mallory…- Levanté la mirada y la observe fijamente con mis ojos tranquilos y mi rostro sereno, mis labios se entreabrieron esperando que mi cerebro envíe las palabras correctas. -…Nada- Volví a bajar la mirada avergonzado conmigo mismo de no ser capaz de decirle aquellas palabras. Realmente quería hacerlo, realmente quería expresar todas mis emociones pero cuando ella me miraba me hacía tener miedo, miedo de perderla que este nuevamente equivocado y que no sienta lo mismo que yo y que al saber que estaba enamorado de ella se alejara de mí. Lo que menos quería era que se aleje de mí. ¿Podría morir sin decirle algo? Quizá sí. Pero si algo había aprendido en estos minutos era que la palabra ‘quizá’ tenía otro significado oculto. Ahora significaba que solamente me estaba dando una esperanza a algo obvio. Si ella se alejaba de mi, sentiría que mi universo se colapsaría; pero si no le decía lo que sentía mis propios sentimientos me ahogarían. Levanté la mirada, una sonrisa nerviosa se dibujó en mi rostro. -Quizá soy muy callado y nunca hablo de aquello que me ocurre emocionalmente, de los problemas que tuve con mi familia o problemas escolares. Nunca te he hablado de cómo me siento, pero ya no puedo más. ¿Cómo es que no te das cuenta que cada vez que te veo, yo que soy fuerte comienzo a temblar?- A cada silaba expresada mi cuerpo temblaba más. Me sentía débil en su presencia, abriendo mis emociones por completo dejando que ella explore partes emocionales que nadie había logrado conocer. -Dije que esperaría, pero quizá mañana sea demasiado tarde. Quizá mañana no me quieras escuchar y tendré todo esto que quería decirte aguardando el momento que quieras escucharme y ¿si no llega jamás? No quiero morir asfixiado con las palabras que nunca dije. Tengo miedo, no me había sentido así desde hace mucho tiempo, no quiero perderte por que significas mucho para mí, pero sabes como soy, sé cómo eres.- Ella me conocía mejor que nadie, incluso mejor que mis hermanos. Había tenido muchas relaciones amorosas en la universidad y ella era completamente diferente a mí. Pero esto era real y estaba sucediendo ahora mismo. -Me gustas Mallory, me gustas como nunca nadie me ha gustado- Me quedé callado, esperando alguna palabra suya. Ahora me sentía más indefenso que antes, con esas ganas de correr y alejarme de todo, no debía decirle nada pero era demasiado tarde y no había vuelta atrás, lo único que quedaba por hacer era aceptar las consecuencias de mis actos.
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