Oh la la! -Marie-

-Ma poupée aimée – Grito la castaña mientras su cabello se revolvía enfrente de su rostro por el viento que azotaba aquella mañana – Sal, sal de donde quiera que estés- dijo tocando la puerta de la gran mansión Adkins, de una bocina se escuchó que la señorita saldría pronto así que Rochelle espero ahí afuera alisando de vez en cuando su lindo vestido color rojo que llevaba con unos zapatos bajos color azul y una cinta en el cabello del mismo tono, desde su llegada de Francia no había pasado un día con su mejor amiga y que ese día fuera hoy le emocionaba en verdad, tenía planeado un sinfín de cosas para hacer, compras, desayuno, mas compras, ir a cine, mas compras! Todo el día la pasaría con su rayito de luz.
Su cuerpo se balanceaba de atrás hacia adelante e inflaba los cachetes mirando la gran casa- No recuerdo que fuera tan grande- dijo poniéndose una mano en la frente para taparse los rayos de sol que ya pegaban un poco – Ni que estuviera tan enredado al llegar- miro su carro y después de nuevo a la puerta- Lo que si recuerdo es que nunca eres puntual Marie- se dijo a sí misma y la reja se empezó a abrir, el portero le dijo que podía pasar pues la señorita Marie no estaba lista aun y debía esperarla y sería preferible que lo hiciera adentro.

Aquella casa era muy grande, su casa allá en Francia era grande pero no tanto como la de los Adkins, enormes pinturas colgaban de las paredes y una en la sala principal en la que se veía el papa de Marie le hizo encogerse, ese tipo de casas le daban miedo eran demasiado lúgubres y la cara del señor Adkins en uno de los cuadros le daba más miedo. Se sentó lentamente en uno de los sillones justo en la orillita y tomo sus manitas esperando a que la rubia se dignara a bajar para irse de ahí.
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-levántate Marieta, Roché a venido a verte-sentí como alguien hablaba casi en un susurro y me mecía suavemente, abrí mis ojos para encontrarme con la cara de mi nana, en la cual notaba una enorme sonrisa, le había extrañado todo el tiempo que estuvo en Londres lejos de mi. Le dediqué una enorme sonrisa y me senté en la cama-buenos días nana-le dí un beso en la mejilla y me levanté directo al baño, no sin antes pedirle el favor a nana de que no permitiera que Roché se aburriera, ella es algo inquieta y se que no le gusta esperar mucho. Entré corriendo al baño, olvidé que debía levantarme mas temprano, pero que importa, ella sabe que nunca se me ha dado eso de la puntualidad, pero debía apresurarme, eso si me salía bien. Tomé una ducha de 15 minutos, me coloqué la ropa interior y me puse frente al espejo a peinarme y maquillarme, aunque nada muy elaborado, era de día y solo iríamos de compras, por lo menos eso creo yo.
Me vestí tal y como le gustaba a roché, debía verme bien, no podía salir como acostumbro ir de compras, prácticamente en pijamas, he sido algo descuidada con mi apariencia últimamente.

Luego de agarrar mis cosas bajé las escaleras con mucha paciencia y me escondí tras Roché con mucho cuidado de no dejarme ver, le jugaría una bromita tonta, para darle emoción a la mañana, pero me arrepentí, solo me acerqué y le di un beso en la mejilla-Princesse sourires-le dediqué una amplia sonrisa y abrí mis brazos para abrazarla, la había extrañado mas que a nadie, era difícil estar lejos de ella, cuando era mi polo a tierra.