Universidad Brown
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NEW YORK CITY
2013
Dicen que a los trece años es una época donde los niños dejan de ser niños y pasan a ser adolescentes. Se revelan contra el mundo, les salen espinillas, empiezan a interesarse en el amor, en el sexo, a las chicas les viene la menstruación etc. Vamos, una época en que estos pequeños humanos están en pleno crecimiento y comienzan a aprender las verdaderas lecciones de la vida. Dura exactamente cinco años, hasta los dieciocho años, cuando supuestamente pasar a ser adultos.

Ahora mismo si estas planteándote en inscribirte en esta prestigiosa universidad es por que has pasado esta etapa, pero bueno, ¡eso cosa del pasado! Olvídalo, pon eso en un rincón de tu memoria.

Ahora estás viviendo el año 2013 en la Universidad de Brown, situada cerca del corazón de Nueva York.

¿Estás aquí por elección propia, por el sueño de convertirte en alguien famoso en la vida? ¿Por qué tus padres tienen una cuenta bancaria muy grande? ¿O tal vez por obligación?

Sea la razón que sea el resultado es el mismo, estas en una de las mejores universidades de América, pero aquí no te daremos 'la comida masticada' lo cual si de verdad deseas llegar a ser alguien en la vida tendrás que currártelo, aquí no regalamos nada.

¡Casi lo olvido! Tal vez exijamos mucho, pero tampoco descartes la idea de tener un poco de diversión. Fiesta, alcohol, sexo, drogas.

En resumen, el libertinaje total.

Para Algunos, la diversión significa dormir en tantas camas como sea posible, para otros, las compras y manicura son las cosas más importantes en su vida y siempre habrá los -por su padres- tienen dinero y reputación.

Pero dejando todo eso atrás, en la oscuridad de Brown se esconden varias personas que pertenecen a una especie de secta, un grupo donde su intenciones no son exactamente buenas. Se hacen reconocer por 'la logia', una panda de personas donde jugarán con cualquier persona que les apetezca. Les gusta ver sufrir a los demás, viven a costa de ellos. ¿Que pasa? ¿A caso tienes miedo de ser su próximo elegido? Tranquilo, como en los cómics y películas de Stan Lee donde hay un villano, hay un super héroe, e aquí nuestros super héroes se hace llamar anti logia, un grupo donde quieren la paz en la universidad y acabar con toda esa crueldad.

Y dime, ¿quien eres tu? ¿Eres un becado? ¿Un estudiante normal? ¿O tal vez te guste la idea de pertenecer a la logia? Otra posibilidad es que quieras cumplir el sueño de todo niño, ser un super héroe y pasar a ser miembro de la anti logia pero...

Seas lo que seas, se bienvenido a Brown University.
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Mensaje por Jayden A. Cross Dom Mayo 12, 2013 6:26 am

Comprar, comprar y más comprar. Ese sería el objetivo del día, fundir la tarjeta de crédito que caducaría dentro de unos tres días. Parecía un gay loco comprándome ropa, perfumes, joyas, relojes, ropa interior... pero ¿qué más daba? ¿Quién me conocería allí si acababa de llegar? Además siempre podría decir que eran regalos atrasados para mis "sobrinos" o "hermanos" o que sabía yo, si alguien me decía algo eso diría o simplemente le soltaría; ¿Y a ti que te importa? Fuera lo que fuera, sabría salir de la situación incómoda y dejaría claro en la otra persona que no era un gay haciéndose pasar por un hetero.

Cuando las bolsas ya no me cabían en las manos fui al coche y deje todo aquello en el maletero sin mucho orden, tan sólo las lancé y como quedaron pues...quedaron. Cerré de nuevo el coche y volví a entrar para reponer fuerzas y comer en un restaurante de comida que me encantaba: El Kebap. Frené en aquel lugar una vez dentro, pues estaba casi vacío y eso me gustó ya que no tendría que esperar demasiado para recibir mi comida. Me había sentado en una de las mesas que estaban por fuera del restaurante, o sea, que la gente pasaba por mi lado con total tranquilidad mientras yo comía y de aquella manera podía avistar a cualquiera también. Así, pude observar algunos conocidos que acaba de conocer andorreando por allí observando los menús de los distintos restaurantes de la primera planta, donde me encontraba, los pude saludar y pude seguir comiendo mientras tenía una diversión mejor que la que cualquier televisor podía darme. Pues, desde donde estaba podía ver peleas de novios, caídas de niños, personas manchándose a la hora de comer... cosas tontas, pero que cuando estás comiendo sólo te hacen divertirte. Terminé, entonces, de comerme aquel Kebap que me llenó al completo el estómago y bajé de nuevo a la planta cero donde se encontraban todas las tiendas. Estuve por allí paseándome largo rato hasta que decidí entrar en una tienda que habían abierto ese mismo día y que no me había detenido a mirar antes. Estaban de inauguración y había gente por todos los lados. Al parecer era una tienda de decoración antigua, pues todo cuanto había se veía carcomido y envejecido y para nada me atraía aquello que veía allí, pero por entrar y tirar un poco del tiempo que tardaría mi estómago en digerir el kebap no perdería nada, pues no eran ni las cuatro de la tarde.

Paseaba entre los distintos pasillos, mirando como estaba separada aquella enorme tienda: comodidad en un lado, baño en otro, jarrones, cuadros y demás antigüedades, cada una separada de la otra. Ver aquello me hizo pensar en que yo podría organizar así mí casa para tenerla más ordenada: ropa sucia en el cuarto de la colada, bebida en el mini-bar, zapatos en la galería, ropa limpia en el armario... Pues, el orden en mí no era una virtud sino más bien un defecto, ya que no tenía ni la primera letra de esa palabra.

Al cabo de un rato me cansé de estar dando vueltas como un tonto por esa tienda, por lo que decidí salir para seguir con mis compras, pero...una silueta muy familiar seguido de unos gestos también muy familiares me hicieron detenerme en mi salida. Conocía esos movimientos y esa manera de vestir, más esa silueta y ese pelo... la conocía estaba seguro. Se giró entonces aquella muchacha y me quedé observándola, mirando su perfil, pues ya sabía quién era. Era Marie, esa chica con la que había compartido tantos encuentros, pero hacía más de un año que no la veía, desapareció sin más, sin despedirse de mí y recordar ese hecho me hizo cabrearme en ese mismo instante, por lo que ni me detuve a saludarla, salí de allí con total naturalidad actuando con normalidad. Una vez fuera y alejado de aquella tienda mi cabeza empezó a atormentarme. Parecía como si tuviera un ángel en el hombro izquierdo, un demonio en el derecho y encima de la cabeza un ser neutral. El ángel me decía que me acercara a ella, que comprendiera que se había tenido que ir por trabajo y que la disculpara por haberse largado sin despedirse de mí. El demonio me decía que la odiara, que fuera y le pinchara las ruedas del coche para que no tuviera con quién irse y yo apareciera como el "salvador" de la película, para llevármela conmigo. Y, el neutral me susurraba...me encamelaba con su voz diciéndome que fuera con ella, que la saludara con cortesía y que me largara con tranquilidad. Pero... ¿qué escoger? ¿A quién hacer caso? Pues como siempre: a mis impulsos. Ni el demonio, ni el ángel, ni el bicho neutral conseguirían que les hiciera caso. Así, seguido por mis impulsos miré a mi alrededor y vi una tienda de chucherías, fui hasta ésta y llené una bolsa de cosas que recordaba que le gustaba comer conmigo y que siempre que quedaba con ella le llevaba: m&m's, piruletas, osos de gominola, gusanitos y demás chucherías que sabía que le gustaban. Todo aquello, por no romper las tradiciones.

Me encaminé de nuevo a la tienda y la busqué por allí, pero ya no estaba. -Maldita sea. -Dije apretando mis muelas superiores con las inferiores y salí de allí buscándola con la mirada. Y toda la tarea fue más fácil de lo esperado, estaba en el escaparate de enfrente mirando lencería. -Cómo no... –Dije para mi mismo mientras una sonrisa se dibujo en mi rostro y fui hasta ella. Deslicé uno de mis brazos con delicadeza rodeando su abdomen para pegarla a mi pecho y colé mi cabeza por el hueco de su hombro. -Dicen...que las princesas llevan corona para que sean distinguidas de las demás mujeres de un lugar, ¿dónde te has dejado la tuya, princesa? -Murmuré en su oído, mirándola a través del reflejo del espejo que había en el escaparate, sonriéndole ya que sabía que me vería. Estaba preciosa…y no había perdido ni un atisbo de la sensualidad con la que yo la caracterizaba. Era una mujer digna de ser tratada de princesa, reina y más pero no sería yo quién lo hiciera, yo sólo le hacía sentirse como tal…de lo demás sabía que se encargaba otro. Borré la sonrisa de mi rostro y con la mano en la que llevaba las chuches giré su rostro al lado donde se encontraba mi cabeza y le dejé un beso sonoro en la mejilla. -Toma, para que engordes. –Dije esa frase típica cada vez que le daba los dulces y la solté pasándome una mano por la nuca, suspirando. -¿Tan difícil era dejarme un mensaje en el móvil? ¿Un mensaje de voz? ¿Una carta? ¿Un e-mail? –Eso de que me dejara así sin más, como si no quisiera saber nada más de mí realmente me jodía y no poco y eso seguro que conociéndome como me conocía lo sabía. Era inevitable fingir que no me afectaba aquello, porque sí lo hacía y me había hecho sentir como si no le interesara una mierda… -Joder Marie... –Negué con la cabeza soltando un suspiro y me giré metiendo las manos en mis bolsillos, abriéndome paso entre la gente con el fin de recorrer el pasillo e ir a mi coche.
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Mensaje por Marie A. Adkins Mar Mayo 14, 2013 11:15 pm

¡COMPRAS! ¡yupi! es lo dicen todas las mujeres, pero yo no tanto, si me gusta ir de compras, pero salir con mis amigas equivale a un día entero caminando el centro comercial entrando 5 veces a la misma tienda, porque ya no queda ninguna mas que ver, buscando cosas que no necesitan, para eventos a los que no asistirán porque son aburridos; se supone que así son las mujeres pues todas menos yo; solo que esta mañana en especial estaba decidida a distraerme de alguna manera, mi doble titulación me estaba ahogando, era mas complicada de lo que pensé ¿pero como no? estudio dos carreras que no tienen nada en común; por un lado mi pasión, la fotografía, escogida por mi, y por otro lado e derecho por decisión de mi padre, algo así como mi obligación, la estudio por mantenerlo contento, ya que él quería un abogado y yo fui la única que se dejo gobernar de los cuatro hermanos, pero debo admitir que me empezaba a gustar la carrera, sobre todo cuando Mike me decía que pronto seria "Legally Blond", eso me causa mucha gracia.

Recién llegaba al centro comercial y ya me jalaban como muñeca de trapo para todos lados, llevaba comprados 3 vestidos en tan solo una hora, sin contar un par de zapatos que me obligó a comprar Rochelle, pero ya estaba acostumbrada a eso, ella me mantenía como la chica chic que hoy soy, antes de conocerla me vestía como un niño, es decir, con camisetas, jeans y zapatillas deportivas, pero ella me dio "clases" de como vestir ¿clases? me obligo a vestirme como ella quería, fui su maniquí por al menos dos años hasta que encontré una identidad propia, ahora solo acepto consejos y la complazco en una que otra compra.-Marieeeeee, debo tener esos pendientes-gritó Camille corriendo a la joyería sin dejarme siquiera contestar, así el grupo se reducía a dos, luego de ser cinco chicas juntas. No les hice mucho caso y seguí caminando, buscando algo que no tenía ni idea que era, pero sabia o mas bien algo me dentro de mí me decía que se encontraba en este centro comercial. A veces pienso que estoy loca, pero siento cosas, como lo llaman muchos señales, que son como imanes que terminan por llevarme a algún lugar en especial.
Esta vez, luego de tanto caminar me separé del grupo y entré a una tienda de muebles, todo era fascinante en el lugar, todos los muebles y artículos en el lugar eran antiguos, me encantaba, con gusto sacaba mi cámara y fotografiaba todo el lugar, pero lastimosamente estaba prohibido, según entendía por exclusividad de los diseños, así que debí conformarme con guardar las imágenes que encontraba tan entretenidas únicamente en mi mente, si, así soy yo, a cualquier cosa le encuentro al genialidad.

Estaba distraída hablando con un dependiente de la tienda que ,a hacía reír con sus locuras, pero mi sonrisa se esfumó cuando tuve una visión, una alucinación, si eso debía ser, él no podía estar aquí, mi vida no se podía complicar más, ya era suficiente, Jayden no podía estar en Estados Unidos, él jamás dejaría su país. Sacudí mi cabeza y me disculpé con el dependiente que estaba hablándome, para luego salir de allí. Estuve caminando por un buen rato, recordando todo lo pasado con Jayd, él era alguien especial para mi, debí dejarlo y desaparecer, pero no lo hice por gusto, fue una exigencia de mi padre, no le gustaba que tuviera un "novio" mayor que yo y de eso se agarró diciendo que aun era menor de edad y lo pondría preso, solo tuve tiempo de recoger mis maletas y me fui a Francia por un tiempo, luego llegué aquí, mayor de edad, pero algo tarde para él.
Seguí caminando sin un rumbo fijo por corto tiempo hasta que la tienda de lencería apareció frente a mis ojos, me perdí observándolo todo hasta que un brazo se deslizó por mi estómago y mi espalda chocó con un pecho duro, el olor me era familiar, pero aun me negaba a creer que era él, hasta que su cabeza se coló en mi hombro.-Ja... Jayden-dije algo nerviosa mirando mis dedos, donde aun estaba el anillo que me regaló, inmediatamente miré su mano y curiosamente también lo conservaba. luego o escuché hablar y no se escuchaba como lo esperaba, no estaba enojado, me trató igual que siempre..-La he dejado guardada en casa, dicen que las calles de Nueva York son peligrosas, no quiero que me la roben-miré al vidrio para notar su rostro, se veía igual, solo que su cabello tenia un corte distinto y su mirada no era la misma del chico que conocí.-DULCES-dije feliz cuando me dio la bolsa con su frase típica, me hacia sentir en casa, que nada había cambiado, pero con tan solo subir mi mirada y verlo en el vidrio me daba cuenta que ya nada era igual, sentí su brazo alejarme de mi y sentí un vacío enorme, no puedo negar que me hacia mucha falta y que seguía queriéndolo.-Jayd, no lo he hecho por gusto, yo no quería hacerlo, me obligó mi padre, yo nunca me habría ido sola a un lugar desconocido y mucho menos sin tí-mi voz era mas baja en cada palabra, estiré mi mano para acariciar mi mejilla pero la dejé caer incapaz de tocarlo, él se alejó y el vacío se expandió en mi, era la misma sensación que sentí al subir a ese avión rumbo a Francia, pero esta vez no estaba Robert, aunque si estaba Federico, no sabía si ir tras él o solo dejarlo como si nada importara, pero en realidad no quería eso, mis pies tomaron vida propia y cuando reaccioné estaba tras él tomándolo del brazo o mas bien colgando de él, pues no se frenó y él tiene mucho mas fuerza que yo.-Por favor Jayden, escúchame, detente cinco minutos y sal de tu burbuja-dije suplicando prácticamente, aunque dudando que me hiciera caso, él es tan obstinado que me enoja, lo solté y saqué una tarjeta de mi bolsillo y me di media vuelta- llámame si algún día me quieres escuchar-estiré mi mano y la metí en su bolsillo para guardar allí mi tarjeta.
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Mensaje por Jayden A. Cross Lun Mayo 20, 2013 5:23 am

¿Una tarjeta? ¿Hablaba enserio? Me giré para observarla cuando noté que entrometía su mano en mi pantalón, ¿qué era eso una entrevista de trabajo? “Toma mi tarjeta y llámame” ¿con quién se pensaba que estaba hablando? ¿me estaba vacilando o qué? Me cabreó eso que hizo y me giré escrutándola con la mirada, sacando la tarjeta de mi bolsillo para leerla, arrugando el ceño. -¿Una tarjeta? Será una broma, ¿no? –Solté mirándole con cara de incredulidad tendiéndosela. –Tiene gracia… así demuestras el interés que tenías en mí, “una tarjeta”, por eso te largaste sin más. Claro. –Asentí como asimilándolo todo; si le era tan fácil dejarme ir en ese momento y no hablar conmigo era que no le interesaba para nada lo que pudiéramos hablar y mi presencia menos todavía. Tensé mi mandíbula agarrando su mano derecha y me sorprendí al ver que todavía tenía allí el anillo con mis iniciales, el enfado se rebajó al observarlo; haciendo girar su mano para observarlo mejor mientras que la otra sostenía la tarjeta. Elevé la cabeza entonces hacia ella y la miré. -¿Por qué lo llevas? –Dije con un aire de preocupación como pensando que se le habría quedado pegado al dedo o que en algún momento el oro blanco se habría fundido en su piel y no podía sacárselo. –Te largaste sin más… -Volví a repetirle, pensativo, sin poder creer que tuviera ese anillo todavía. -¿Por qué lo hiciste? –Solté en un susurro entonces, volviendo a bajar mi humor, dejando la tarjea en su mano, soltándola. –Podrías haberme avisado o haberme mandado a la mierda antes de haber hecho eso, no sabes lo jodido que he estado este tiempo… eres una egoísta, siempre pensando en ti…¿tanto te hubiera suponido mandarme un mensaje para terminar conmigo? ¿una llamada? yo que sé Marie… -Suspiré negando con la cabeza apartando mi mirada de sus ojos para que no me fuera más difícil acribillarla a preguntas. –Y ahora encima me das una tarjeta como si fuese un cliente interesado en contratar tus servicios, ¿de qué vas Marie? –Solté arrugando de nuevo el ceño. –Creo que no te traté tan mal como para que me hicieras lo que hiciste, no fui los hijos de puta con los que has salido, creo que te hice sentir como una verdadera princesa, ¿o es mentira acaso? –Bufé metiendo mis manos en los bolsillos delanteros de los vaqueros. -¿Qué hice para que te largaras sin más? Un día incluso llegué a pensar que habías muerto, joder, Marie…y ahora una puta tarjeta, enserio…creo que no he sido tan malo contigo… -Dije roto bastante triste por la manera de actuar de ésta y esque era verdad…no la había tratado tan mal como para que me dejara sin más, sin un mensaje… odiaba aquello que había hecho pero sabía con seguridad que si me pedía perdón, que si me suplicaba una sóla vez que le perdonara, lo haría…porque todavía sentía algo por ella. Claro, un amor no se olvida en un año, ni en dos, ni en tres, al no ser que alguien aparezca por medio y te haga olvidar a esa persona especial pero en mi caso no había aparecido y no había sido por las concurridas ocasiones que se me habían presentado de reemplazar a Marie por otra chica; sólo que no quería, porque no me sentía preparado y porque ante todo era un caballero, y sólo salgo con personas que me gusten. Siempre me pongo en el pellejo de la otra persona y pienso en el “cómo le sentaría si…” y meterme con otra chica para olvidar a otra me parecía tratar a esa persona como algo que no es.

Seguía escrutándola con la mirada en busca de algún gesto o que saliera alguna palabra de su boca que me explicara el por qué de lo que había hecho y, como me devolviera de nuevo la tarjeta no sabía como iba a actuar…porque eso realmente me jodía, y no poco, ¿qué era yo acaso para ella como para que me diera una maldita tarjeta con su nombre y su número? Ni que no lo tuviera y ni que no supiera su nombre entero con apellidos, segundo nombre y demás… me estaba tratando como un extraño y eso era todavía peor que el simple hecho de haberme dado esa tarjeta. Tal vez, a los ojos de otros verían que estaba armando un numerito por una tontería, pero para mí no era una tontería…una tarjeta…dios, ¿a quién se le ocurre? Pero…allí la tenía frente a mí con ese cabello rubio, con reflejos dorados, esos ojos que traían miles de recuerdos consigo, su diminuta figura bien cubierta de ropa elegante –cómo no- era ella, no había cambiado absolutamente en nada… o sí, alomejor se había cortado el cabello o había cambiado de maquillaje, pero aún así, estaba deslumbrante como siempre lo había estado. Era única, y cuando digo única lo digo en todo el sentido de la palabra: sólo ella tenía esas facciones, sólo ella tenía las características únicas de su personalidad, sólo ella sabía como hacerme perder y como volverme un completo idiota con unas míseras palabras, sólo ella…ella y sólo ella: Marie…. Esa Adkins que más de una vez me había torcido en locura cuando peleábamos o cuando terminaba un día y tenía que despedirme de ella para volverla a ver en unas pocas horas…joder, qué malo era estar todavía enamorado. Pero, ¿qué sentiría ella? No sabía si quería saberlo, porque si se había ido sólo podía ser por la idea que no quería que fuera verdadera: que se hubiera hartado de mí y se hubiera largado para que fuera más fácil no tener que comerse mi cara de amargura cuando cortara conmigo. Y eso, me hizo torcer de nuevo mi rostro girando mi cuerpo con dejadez y cansancio para caminar, después de soltar un ligero: -Qué ignorante soy… -La gente pasaba poro mi lado y yo caminaba como un muerto viviente, quería largarme de allí ya ni siquiera quería escuchar sus explicaciones porque terminaría más jodido de lo que estaba.
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Mensaje por Marie A. Adkins Dom Mayo 26, 2013 5:01 pm

Estaba allí de pie, como una tonta, recibiendo cada mirada llena de rencor de parte de Jayden, sintiéndome la mas miserable del mundo por un gesto que a la vista de cualquier persona era una broma de mal gusto, pero yo no lo había hecho por molestarlo, solo quería esperar a que se calmara y quisiera escucharme, pero la estúpida de Marie una vez mas hizo una tontería, logrando solo enojarlo mas. Está bien, eso ha sido mi culpa, pero jamás permitiría que él diga que me he largado por puro capricho, no mas por que si; mis motivos son validos y fuertes, aunque nadie los conozca quizas sea mas fácil quedar frente a él como la zorra sin alma, pero no estaba dispuesta, nada me dolía más que su actitud hacía mi, yo lo amo y que me trate así me duele.
Sentía un nudo en la garganta que no me dejaba hablar, mientras él me llenaba de preguntas y me criticaba sin tener la menor idea de nada.-Si Jayden, me morí, estoy muerta por dentro, todo en mi vida esta oscuro y vivo tras al mascara de la felicidad-ya no pude mas y las lagrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas, nublando mi vista, pero no quería que él me viera así, no quería que sintiera lastima, así que volteé mi rostro a otro lado. Luego de unos segundos reaccioné y tomé la tarjeta, la rompí y lancé los pedazos al suelo, me sequé las lagrimas y me mordí el labio, intentaba organizar mis ideas para poder hablar, ordenar el hilo de mis pensamientos para así poder aclarar todo y defenderme de sus acusaciones, pero con él al frente simplemente no podía, quería estirar mi mano para acariciar su rostro, acercarme abrazarlo y besarlo, no separarme mas de él, sin embargo el miedo me paralizaba, no sabia como iba a reaccionar él; no tenia idea de como estaba su vida, estaba segura de que ya tendría a otra persona, una vida organizada conmigo fuera de ella, por lo menos eso era lo que me merecía por haberme ido así.

Lo miré a los ojos y noté su mirada triste, al verlo así todo dentro de mí se rompió, yo tenía la culpa, mi cobardía nos llevo a esto. Su gesto cambió por completo y torció su rostro por completo, miré mi mano una vez más, observando el anillo por el que hace un rato me cuestionó, el bien mas preciado que cargo conmigo siempre. Sentí que sus pasos se alejaban y mis lagrimas una vez más inundaron mis ojos, cayendo nuevamente por mis mejillas.-Per... Perdóname Jayden-dije lo suficientemente alto como para que me escuchara, mis nervios aumentaban a cada segundo que el no me miraba ni respondía nada.-no se me quedó atorado el anillo... lo uso porque te amo con toda mi alma-seguía con el mismo tono de voz, pero él seguía sin responder.-TE AMO MALDITA SEA-grité sin importarme la gente que pasaba mirándome como si fuera una loca o un bicho raro, yo solo quería que él me escuchara, ya lo había dejado hablar mucho.-no me fui porque no te amara, ni porque me hubiese aburrido de ti, mucho menos porque fuera la zorra mas grande del mundo -respiré profundo con la esperanza de que mi llanto cesara y me encaminé a su lado, agarrando su brazo una vez mas.-escúchame Jay, solo eso te pido, escúchame y no me juzgues tan cruelmente sin conocer todo lo que he pasado-miré sus ojos, esos ojos por los que duré llorando mas de 6 meses u que me dolía tanto verlos llenos de resentimientos hacia mí; tomé aire para hablar y esta vez no frenaría hasta haber dicho todo, hasta terminar mis explicaciones, ya no me importaba si era demasiado, si había la posibilidad de que entrara en shock, era demasiada información para un tiempo tan corto.-Me fui a causa de Robert, me fui porque te amaba mas que a nada y no quería arruinar tu vida, mi pa... Robert me estaba amenazando, yo era menor de edad y tu no, yo... yo estaba...-guardé silencio, no sabia como decirle tal cosa, algo tan importante, sabia que empeoraría las cosas, pero era mi deber decírselo; apreté mis ojos causando que las lagrimas cayeran directamente al suelo esta vez, pues tenía la cabeza agachada, no me sentía capaz de mirarlo a los ojos.-Yo estaba embarazada y si Robert se enteraba te iba a matar o en el mejor de los casos te dejaría preso media vida o lo que te queda de ella ¿ya entiendes? ¿te haces una idea de lo difícil que fue todo para mi? ¿de todo lo que sufrí? fueron casi 7 meses encerrada en un departamento llorando cada día y cada noche, en una maldita jaula de oro, pero sola pensando en lo que pudo ser pero no fue-solté su brazo, ya no podía mas, mis piernas en cualquier momento me fallarían y terminaría tirada en el suelo, llorando tal y como lo hice durante todo el tiempo que estuve sola en Francia.
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Mensaje por Jayden A. Cross Miér Jun 05, 2013 7:11 am

Mis pasos cada vez se hacían más y más firmes, no quería volver a encontrar esos ojos de nuevo…necesitaba irme, cada vez me dolía más el tener que verla y saber que nada era igual a hacía unos largos meses. Dolía, me mataba… pero, cuando el tacto de su piel tornó de nuevo la mía me detuve, cerré los ojos y esperé que lo que dijera fuera: “Estoy con un chico” , “Me largué porque te fui infiel” o cualquier cosa de aquellas para que me fuera más fácil largarme y no tener que buscarla… porque, ahora que sabía que ella estaba en New York, sabía que no estaría quieto y que la buscaría la mayoría del tiempo… y… no quería, no quería acaparar el espacio de ésta, no quería agobiarla así que de la única manera que no lo haría sería si ella en ese mismo instante me mandaba a la mierda directamente…pero no, no fue así. Siquiera me había dado cuenta antes de sus lágrimas porque estaba tan cabreado que mis sentidos no me dejaron ver aquello, y, eso me dolía más todavía. No podía ver llorar a ninguna mujer…mucho menos si una de ellas era Marie. Me arrepentí, entonces, de las palabras que le había dicho con anterioridad después de escucharla de espaldas a ella, con los ojos cerrados todavía, cerrando un puño y apretándolo para calmar mi rabia de verla de aquella manera. Semi giré mi cabeza cuando la escuché a mis espaldas hablando… y me quedé escuchándola, mirándola por el rabillo del ojo. Y, a cada palabra que esta hacia retumbar contra sus cuerdas bucales hacia que mi cuerpo quisiera girarse del todo para observarla de frente. Robert…ese asqueroso hombre al que llamaba papá. ¿Era verdad lo que decía? Giré completamente quedándome mirándola cuando esta se calló un momento. –Sigue. ¿Estabas qué? –Dije con el ceño arrugado, mirándola con el más sumo dolor que el ser humano puede soportar… pero… cuando soltó lo último, fue como una bomba de relojería para mi corazón, ser y alma. ¿Debía creerla? -¿Qué? –Dije sin saber qué mas podía responderle, intentando asimilar aquella información, intentando a la vez que mi cabeza recordara ocasiones en las que aquello podría haber ocurrido… -¿Em-embarazada? –Dije perforándola con la mirada, sabía que esos ojos no me mentirían, pues a través de ello podía ver todo cuanto quería y anhelaba…los tenía demasiado estudiados y Marie era una de esas personas que con la mirada te lo pueden decir todo sin necesidad de soltar una palabra, y… pareció verdad aquello, veía el dolor en su mirada, el sufrimiento y la agonía que tenía que haber pasado. -¿Hablas enserio Marie? –Dije apartando la mirada de sus ojos para ir a su estómago como un idiota. Di, entonces, unas zancadas hasta un banco próximo y me senté agarrándome a las tablas de éste, intentando recopilar toda la información que mi cabeza quería recordar… -Pensando en lo que pudo ser pero no fue. –Repetí para mí mismo sus ultimas palabras. -¿Qué hiciste con el bebé? –Dije alzando la voz mirándola de nuevo desde donde estaba, a escasos metros de ésta. –Y aunque hubiera sido así, que hubiera sido verdad que hubieras estado embarazada tenías mi número ¿enserio no me podías haber llamado? Si es verdad que estabas embarazada, ¿Ese hijo era mío, no? –Dudé un momento pues tenía tantos pensamientos entrelazados en la cabeza que no sabía ni como ordenarlos. Tanto buscarle la racionalidad a los acontecimientos estaba haciendo que lo liara todo más. –Dios Marie… -Estaba en shock, sólo podía hablarle lo justo y necesario para obtener más información… aquello, como ya he dicho antes, había sido una bomba de relojería mal hecha para destruir a cualquiera, y, si aquella bomba venía encima de la mismísima Marie era todavía peor que aquello…la amaba…y si eso de verdad había ocurrido y yo siquiera me había dado cuenta… no me lo iba a perdonar en la vida. -¿Es verdad? ¿Estabas embarazada? ¿De cuánto tiempo? Y, ¿por qué no supiste decirme nada? ¿Dónde está…dónde… -Callé entonces de golpe, apoyando mis codos en las rodillas y sobre mis manos mi rostro, negando con la cabeza y bufando… roto…más de lo que estaba.

Jayden A. Cross
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