LOUGTHY, Oliver Jayden (ID)

Nombre completo
Oliver Jayden Lougthy

Edad
23 años

Ocupación
Estudiante

Grupo
Sigma Alpha Epsilon

Carrera
Historia (Facultad de Filosofía y Letras)

O. Sexual
Homosexual

Nacionalidad
Americano

Cumpleaños
12 de junio

GUSTOS

Conducir con la música a tope

Beber

La mitología

Los deportes (Siendo su favorito el baloncesto)

La historia, sobre todo lo referente a la Segunda Guerra Mundial

Las fiestas

Las películas de miedo, sobre todo si son malas



DISGUSTOS

La rutina

Ordenar y limpiar

Que le ordenen hacer algo

Que le recuerden su discapacidad

La piña en las pizzas (.___.)

Sentirse atrapado


MANÍAS
Poner los ojos en blanco

Cuando está realmente concentrado en algo no puede evitar sacar la lengua

ENFERMEDADES
Ninguna

DATOS CURIOSOS
Perdió una pierna en un accidente automovilístico. Desde entonces lleva una pierna ortopédica. Casi ni se nota que la lleva, aunque en ocasiones cojea un poco.

No encuentra nada sabroso al 100 % si no lleva algo de queso.

Su animal favorito son las tortugas. Y si son ninjas, mejor.

Sufre de claustrofobia aguda.

Es de esas personas que se lanzarían de la borda de un barco sin ni siquiera mirar lo que hay debajo. Porque si hay algo que sea destacable de su personalidad es esa osadía que lo hace ser temerario, sin importar lo que le pueda pasar a su propia persona. Si algo es peligroso, entonces hay muchísimas posibilidades de que Oliver esté metido en ello, simplemente porque lo busca. No es que los problemas lleguen a él, sino que el joven los llama, deseoso de que éstos se presenten solamente porque suponen un reto, algo que debe ser superado con la fuerza de sus músculos o de su cerebro. Le pierden los retos, tiene que demostrarse a sí mismo que puede resolver aquel problema que se le plantea, simplemente por la satisfacción personal que eso le proporciona, además de la subida de adrenalina a la que parece ser algo adicto. Y no se enfrenta al peligro con miedo, sino que se lanza hacia él alegremente, con los brazos abiertos, porque el peligro es ya para él como un viejo amigo, uno de esos que conoces desde hace años y sabes todos los detalles secretos.

Algo bravucón y de actitud segura, no es de los que se dejan manipular por nada ni por nadie, y raramente deja que le ordenen lo que tiene que hacer, aunque sabe que alguna que otra vez es su deber acatar aquello que le sea ordenado hacer. Aun así, y aunque sepa que es lo correcto, siempre actuará a regañadientes, porque le molesta sobremanera que alguien use esa supremacía sobre su persona para obligarle a hacer algo. Él es mas de ir a su aire, incumplir las normas no le va a quitar el sueño, simplemente porque Oliver no ha sido hecho para acatar normas, y si se ve obligado, nunca lo hará del todo: encontrará algún que otro resquicio entre esas reglas para imponer su propia ley. Tiende a ser bastante impulsivo, sin pensar casi nunca en lo que debe decir: así, se puede ver lo burro que puede ser al decir lo impensable sin ningún tipo de tacto ni nada que se le parezca remotamente. Es más basto que un yogur de morcilla, y sin embargo, domina perfectamente la educación y el protocolo, aunque no es algo que le entusiasme precisamente, por lo que casi siempre lo deja a un lado, apartado, junto al sentido común, dos cosas que aparentemente nunca va a usar.

A pesar de lo dicho anteriormente, si que denota cierta inteligencia, con gran dominio de la ironía y del sarcasmo, aunque por su actitud hay veces que parece un verdadero idiota, lo que prácticamente piensa todo el mundo de él. Pocas veces demuestra que no lo es, puesto que piensa que le conviene ser mejor un idiota ante los ojos de los demás, sin mostrar realmente su inteligencia solamente porque cree que es lo que más le conviene en su día a día. Es pragmático y escéptico, sin creer jamás nada que sus ojos no hayan visto antes. Así, si no hay pruebas de que algo existe, para él no existe.

Con aquellos a los que aprecia es muy sobre protector, pues no soporta que se le haga daño a aquellos a los que quiere. Se ha propuesto hacer de guardaespaldas de ellos. Es capaz de hacer cualquier cosa por ellos, y cuando se dice cualquier cosa, es cualquiera. Precisamente por la escasez de amigos que tiene, los valora mucho más, y por eso puede hacer cosas por ellos que otra gente ni consideraría pensar hacer. Hay que tener cierto cuidado con dañar de alguna manera a los que quiere: puede hacerte cualquier cosa, desde reventarte la nariz de un puñetazo hasta idear el más retorcido plan para destrozar a esa persona. No duda en hacer uso de la violencia cuando es necesario, puesto que es bastante inestable, y es muy posible que cuando su reducida paciencia se acabe, se canse de tantas palabras bonitas y tanto planificar para sacar a pasear la mano. En realidad, Oliver es un buen tío, aunque realmente los extremos a los que puede llegar en esos casos hacen dudar de que realmente se le pueda dar ese calificativo. Siempre estará dispuesto a hacer algo por los demás, aunque jamás dirá que es por puro altruismo: siempre hará pensar que se trata de conseguir un objetivo propio, porque claro, uno tiene una reputación que mantener.

persigue lo fuerte: quiere ser así a toda costa, y de tal forma es en la que actúa, desterrando todo lo que él consideraría débil para centrarse en las demás cualidades de uno mismo, por eso se esfuerza por no mostrar cuando se siente débil o cuando está triste. No tiene nada de malo que los demás lo sean, pues ya está él para protegerlos, pero en sí mismo es algo que simplemente no tolera, y por eso quiere erradicarla, creando una barrera alrededor de él y no dejando que nadie penetre en ese interior donde esconde esos sentimientos que, según él, lo harían parecer débil, como el miedo o la tristeza. Porque, evidentemente, tiene esos sentimientos. Por supuesto que los tiene. Pero todos ellos están escondidos en su interior, y así, sus miedos, inseguridades y depresiones quedan encerrados, expulsados haciendo una bola muy fuerte que empuja hasta tenerlo bajo sus pies, pensando que, de ese modo, nada de aquello podrá afectarle. A pesar de ello, no podrás decir que lo conoces si jamás lo has visto de esa manera, si nunca lo has visto triste, abatido, inseguro.

Oliver nació en Nueva Orleans. Su llegada al mundo no fue esperada y tampoco muy alegre, pues había sido fruto de una noche de pasión entre dos adolescentes que había terminado en algo imprevisto para los dos. Eran apenas dos críos; no tenían voluntad para cuidar ellos de otro crío. Además, ellos dos ni siquiera se querían como para crear una familia. Solo había sido eso, un encuentro casual entre dos almas que no querían nada más que una noche loca. No tenían ni idea de qué hacer con el niño que se les venía encima. Estaban asustados, confusos.

No vieron otra solución que la de dejar a su hijo en un orfanato. Así se aseguraban de que tendría los cuidados necesarios, y también se aseguraban de que no tendrían que ser ellos quienes lo cuidaran. Tras ese episodio, ambos jóvenes decidieron no volverse a ver. Quién sabe dónde habrá terminado cada uno de ellos y que habrá hecho con sus vidas. Pero no estamos aquí para discernir el futuro de los padres, sino el del hijo, ese bulto lloroso que se encontraba ahora ante las puertas del orfanato, con una simple nota en la que ponía el nombre que ambos habían pensado para su muchacho antes de dejarlo allí.

Los años fueron pasando, y, como todo en esta vida, Oliverfue cambiando. Era un muchacho saludable, podría decirse que incluso feliz. Su vida en aquel sitio no era mala en absoluto, ya que tenía muchas cosas que hacer: jugaba con los demás niños, hacía amigos, estudiaba y sacaba unas notas más de aceptables...bueno, lo que es normal en un niño. Fue una época anodina, en la que no pasaron hechos demasiado destacables para su futuro. Oliver todavía estaba formando el ser en el que se convertiría en un futuro ; solo era una matriz.

Las cosas empezaron a cambiar cuando tenía 10 años. Todavía seguía allí, sin que nadie hubiera querido adoptarlo en su familia. No se veía un horizonte de esperanza hasta que, cuando menos se lo esperaban, llegó una mujer mayor. Se le veía buena gente, la verdad, bien vestida, olía bien...eran la mujer perfecta. Iba buscando la adopción de un niño, pero no un bebé ni alguien demasiado pequeño. Ella quería a alguien más crecido, alguien con el que compartir los años que le quedaran de vida. En toda su avanzada edad no había conseguido su anhelo más preciado, que era el de convertirse en madre, y ahora tenía miedo de morir en soledad. Por eso quería un niño, pero sabía que a su edad un bebé sería demasiado esfuerzo. Quería alguien con el que compartir su amor, alguien que la apoyara, con la que ir a dar paseos apacibles, con el que hablar, a quien querer y le quisiera de vuelta. Oliver fue el elegido en esa ocasión. Así, fue adoptado, pero las cosas no fueron tan bien como había pensado todo el mundo.

Conforme fue creciendo y entrando en la adolescencia, lo que parecía una vida feliz fue en franco declive hacia algo mucho peor. Las malas compañías que frecuentaba el joven Oliver de 15 años lo hicieron caer en el mundo de la droga, algo que llevaba en secreto para todo el mundo, en especial para su nueva y anciana madre, a quien temía decepcionar por encima de todo. Fue uno de sus secretos de juventud, del que no se enorgullece en absoluto. En esa época hacía de todo para conseguir un poco de esas sustancias a las que tanto se había enganchado, hasta tal punto que llegó a robar dinero a su anciana madre para poder pagarlas.

Al final, se vio sobrepasado por ellas. A la tierna edad de 18 años, tras ya un par de ellos enganchado a aquellas sustancias, el joven Oliver sufrió un terrible accidente mientras iba puesto hasta las cejas al volante. Era una celebración por su graduación y por la beca en deportes que había conseguido. Suerte tuvo de ir solo en el coche, ahorrando así el coste de vidas humanas, y también tuvo la fortuna de haber sobrevivido a algo que, inicialmente, parecía imposible. Estuvo meses en el hospital curando sus heridas, aunque hubo una que no pudo curar nunca jamás: la pérdida de su pierna izquierda, que fue más tarde reemplazada por una prótesis.

Tras esa experiencia, su madre le hizo prometer que nunca jamás consumiría más. Oliver, sabiendo que no era tan fácil como prometerlo y ya está, fue eludiendo esa promesa, pero sabía que estaba haciendo daño a aquellos que lo querían, de modo que prometió que lo intentaría. Estuvo mucho tiempo en programas de desintoxicación, buscando trabajo para ocupar su mente y también para conseguir algo de dinero para la plaza de la universidad, ya que, con la pierna en su estado, para el año siguiente no conservaría la beca en deportes. Y al año siguiente, entró en la universidad Brown, un mundo nuevo para él. Se dijo que estar fuera de casa sería bueno para no repetir errores del pasado. Creyendo estar curado de su adicción a esas sustancias, piensa tener la mente lo suficientemente clara como para cursar la carrera de historia. Y así, hacer que la gente se enorgullezca de él, esperando poder borrar los errores del pasado.