Universidad Brown
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NEW YORK CITY
2013
Dicen que a los trece años es una época donde los niños dejan de ser niños y pasan a ser adolescentes. Se revelan contra el mundo, les salen espinillas, empiezan a interesarse en el amor, en el sexo, a las chicas les viene la menstruación etc. Vamos, una época en que estos pequeños humanos están en pleno crecimiento y comienzan a aprender las verdaderas lecciones de la vida. Dura exactamente cinco años, hasta los dieciocho años, cuando supuestamente pasar a ser adultos.

Ahora mismo si estas planteándote en inscribirte en esta prestigiosa universidad es por que has pasado esta etapa, pero bueno, ¡eso cosa del pasado! Olvídalo, pon eso en un rincón de tu memoria.

Ahora estás viviendo el año 2013 en la Universidad de Brown, situada cerca del corazón de Nueva York.

¿Estás aquí por elección propia, por el sueño de convertirte en alguien famoso en la vida? ¿Por qué tus padres tienen una cuenta bancaria muy grande? ¿O tal vez por obligación?

Sea la razón que sea el resultado es el mismo, estas en una de las mejores universidades de América, pero aquí no te daremos 'la comida masticada' lo cual si de verdad deseas llegar a ser alguien en la vida tendrás que currártelo, aquí no regalamos nada.

¡Casi lo olvido! Tal vez exijamos mucho, pero tampoco descartes la idea de tener un poco de diversión. Fiesta, alcohol, sexo, drogas.

En resumen, el libertinaje total.

Para Algunos, la diversión significa dormir en tantas camas como sea posible, para otros, las compras y manicura son las cosas más importantes en su vida y siempre habrá los -por su padres- tienen dinero y reputación.

Pero dejando todo eso atrás, en la oscuridad de Brown se esconden varias personas que pertenecen a una especie de secta, un grupo donde su intenciones no son exactamente buenas. Se hacen reconocer por 'la logia', una panda de personas donde jugarán con cualquier persona que les apetezca. Les gusta ver sufrir a los demás, viven a costa de ellos. ¿Que pasa? ¿A caso tienes miedo de ser su próximo elegido? Tranquilo, como en los cómics y películas de Stan Lee donde hay un villano, hay un super héroe, e aquí nuestros super héroes se hace llamar anti logia, un grupo donde quieren la paz en la universidad y acabar con toda esa crueldad.

Y dime, ¿quien eres tu? ¿Eres un becado? ¿Un estudiante normal? ¿O tal vez te guste la idea de pertenecer a la logia? Otra posibilidad es que quieras cumplir el sueño de todo niño, ser un super héroe y pasar a ser miembro de la anti logia pero...

Seas lo que seas, se bienvenido a Brown University.
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Mensaje por Cheslav M. Karkarov Miér Feb 27, 2013 9:40 pm

Participar de las festividades en aquella universidad era algo que gustaba de hacer en demasía, pues no se perdía ningún acontecimiento social que involucrara diversión. Sin embargo, luego de aquel evento suscitado algunas semanas atrás, Christian podía percibir como las cosas no habían sido iguales. Algo había cambiado luego de esa noche en que, bajo el amparo de la poca luz del lugar y la música que hacía eco en el ambiente, había encontrado a esa misteriosa chica que luego de un fugaz, furtivo e instantáneo beso, había conseguido alterarlo hasta tal punto, que ahora no era capaz de pasar un minuto siquiera donde no la evocara con el pensamiento. No sabía cómo describir exactamente las mil y unas emociones que solían embargar a su persona cuando pensaba en ella. Sus labios, su aroma, la suavidad de su cabello, lo terso de su piel… todo. Toda ella resultaba encantadora, hermosa con tan solo mirarla a los ojos… ojos en los que se había perdido hasta no tener noción siquiera del tiempo mismo. Pero como todo lo bueno siempre dura poco, bastaron quizás un par de minutos para que ella desapareciese entre todo aquel bullicio escandaloso, perdiéndose fácilmente gracias a la gran cantidad de gente presente ahí. ¿Iba él a darse por vencido sin siquiera intentar encontrarla una vez más? Christian se jactaba de ser bastante tenaz, persuasivo y hasta cierto punto solía obsesionarse cuando tenía interés en algo o alguien. Por ello es que, luego de una exhaustiva búsqueda en todas y cada una de las fraternidades, haciendo acopio de todos los medios disponibles con los que podía contar en ese momento –llámese sobornos- para obtener información, pudo por fin conocer la identidad de la chica en cuestión: Debbonie Petrikov. Lo siguiente por hacer fue algo difícil, porque obtener una cita con ella sí que había sido complicado, pero luego de mucho insistir, por fin lo logró. Enviando una pequeña nota con una de las amigas de la chica, avisaba del sitio donde se verían por fin:
Debbie:
Te espero a las cuatro en punto en Central Park. Lamento no poder ir por ti, pero las sorpresas que prometo tener para entonces, están siendo bastante detalladas y quiero que nuestra cita sea perfecta. Prometo que no te arrepentirás…
Ansioso por verte
Christian.

Ahí, bajo un gran roble en aquel parque, la esperaba él, apoyado contra el tronco del mismo, impaciente y deseoso de verla.
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Mensaje por De'bunny Petrikov Jue Feb 28, 2013 9:10 am

Después de mucho pensar, la castaña por fin se había decidido a acudir al lugar que indicaba esa pequeña pero interesante nota. No recordaba el nombre de Christian en sus últimos conocidos, aparte de que era mala para recordar los rostros, no pudo adivinar quién era cuando sus amigas le describían, sin mucho detalle, al auto de la misteriosa nota. Dicen que, la curiosidad mato al gato. Pues bien, si era fuese una cita disfrazada de trampa, entonces ella estaría firmando su propia sentencia de muerte. Esas cosas ocurrían en New York todos los días, así que ella no sería ni la primera ni la última. Debía convencerse a sí misma que debía de dejar de tomarse tan en serio la ley y el orden, the following, y demás novelas de crímenes que leía y veía. Convenciéndose de ello, sin éxito, era como se distraía en su camino por central park. Eran casi las cuatro de la tarde y ella aún se encontraba dando vueltas, tratando de encontrar indicios de Christian. De vez en cuando esquivaba a unos corredores vespertinos que se atravesaban por su camino. Hasta que, por pura inercia, miro el reloj de su muñeca y se dio cuenta de que eran las cuatro en punto. Sus mejillas se inflaron ligeramente, y soltó el aire contenido lentamente. Aquel era un ritual típico de la ojiazul para calmarse. Odiaba ser impuntual y esa tarde no le quedaba más que resignarse pues no había mucho que hacer. A menos que se pusiera a analizar la situación. Por lo general las citas en central park tenían dos puntos de encuentro. La orilla del pequeño lago, el puente y el gran roble. Ya había pasado por los dos primeros lugares y nadie la había llamado, entonces solamente le quedaba un lugar más. Al estar en medio del puente, pudo agachar la cabeza para comprobar en el agua el reflejo de su rostro, por lo que lograba contemplar aún seguía tal y como ella había salido de casa. Sin más, y con una actitud más optimista, siguió su camino hasta el gran roble. Solamente había una persona ahí un chico que debía responder al nombre de Christian. Una sonrisa ladina y triunfante se dibujó sobre sus labios al no hacer fallado con su análisis de la situación. Mientras se dirigía a él, lo examinaba con la mirada, reparando en el oscuro de sus ojos, de su cabello y en lo endemoniadamente bien que le quedaba dejarse la barba de esa forma. Claro, ahora lo recordaba todo, fue como si hubiese tenido una venda que le impedía a su mente ver la luz de aquel recuerdo. Solamente pudo escuchar el comentario burlón pero acertado de su fuero interno. Fue un buen beso.
Se detuvo a unos cuantos pasos de él. No espero a que fuese él quien rompiera el silencio, le gustaba tener la primera palabra e igual la última. -¿Christian? -inquirió arqueando una de sus cejas. Tampoco espero a que él respondiera porque en seguida volvió a tomar la palabra. -Que pregunta tan tonta la mía, asumo que si -aseguro sin miedo alguno a equivocarse, los recuerdos y que él fuese el único que parecía esperar a alguien en ese sitio era él y por ende era el ganador del gran premio millonario de pasar una tarde con ella. -Buenas tardes -dijo sin mucha formalidad antes de acercarse de improvisto a besar su mejilla. Solía saludar así, no era nada del otro mundo. Lo que si fue de otro mundo, fue la sensación de cosquillas que sus labios experimentaron al contacto de la mejilla del pelinegro. -Lamento la tardanza, suelo ser puntual, sé que debieron ser los siete minutos más largos de tu vida -comento irónicamente, pues en realidad no creía que su espera fuera agonizante. -Dicen que las mujeres deben de llegar tarde a las citas, pero como yo no soy cualquier mujer me gusta saltarme esa regla. Además es costumbre de la era pasada, y si sobrevivimos al apocalipsis debemos de aprovecharlo en mejorar -alzo los hombros, como restándole importancia cuando en realidad se podía pasar las horas hablando de ese tema. Él no se veía del tipo que mantuviesen una conversación sobre zombies y eso, así que se mordió la lengua para no hablar de más. - En fin… ¿listo para darme la tarde que me prometiste? -le pregunto dedicándole una mirada retadora. Entonces guardo silencio, por fin, y espero a que él hablara.
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Mensaje por Cheslav M. Karkarov Jue Feb 28, 2013 7:44 pm

El tiempo transcurría incesante y los segundos continuaban su rutinario conteo, sumándose cada vez más a la cuenta que el reloj llevaba minuto a minuto, alargando la espera. ¿Vendría acaso ella a este lugar o lo tomaría como una mala broma entre fraternidades y declinaría la invitación? Podía esperar demasiadas cosas de este día, pero deseaba que las dudas y los negativos pensamientos que atenazaban su mente se disipasen apenas la viera llegar si es que asistía. Positivismo en demasía había que tener si no quería seguir llenándose de malas ideas que terminaran por dilapidar el buen ánimo que tenía por verla de nuevo. Su mente pronto lo trasladó a un recuerdo grato, a la evocación de aquel beso que se había dado con aquella chica, en el momento y lugar menos esperado, amparados tan solo por la poca luz que ahí había. Probar sus labios había sido para él una especie de placebo, un éxtasis similar al que experimentaba cuando el humo de un buen porro llegaba hasta calar su garganta, como una droga. Sí, aunque no quisiera admitirlo aquel contacto de sus labios con los de la joven le había dado una sensación increíble. Siete minutos habían transcurrido ya desde la hora pactada y la chica aún no aparecía, pero no se impacientaba más; las mujeres solían tardar demasiado cuando se trataba de acudir a una cita pues si eran vanidosas, ponían bastante cuidado en el arreglo personal. Suspiró, tratando de mirar fijamente en la dirección de la que posiblemente la vería llegar, distinguiendo como poco a poco una joven castaña se acercaba hasta él. Al verla, sonrió con agrado, recorriéndola sutilmente con la mirada, admirando su belleza, el elegante porte de toda su persona y el contoneo de sus caderas con cada paso que daba. Sí, definitivamente a pesar de no recordarla demasiado bien, no pasaba desapercibido para él lo hermosa que era. -El mismo de siempre.-Respondió él, manteniendo su sonrisa tranquila y apacible, como si para él ella fuera como una persona a la que conocía de años y no simplemente una chica a la cual había enviado una nota buscando una cita que, hasta ese momento, había dudado siquiera obtener. Ahora, confirmaba satisfecho aquella antigua máxima que hablaba de <>, dando por cierto la sabiduría de aquel proverbio. Sin embargo bien sabía que no podía considerarse ganador, pero jamás se daba por vencido y esta no sería la excepción. -Buenas tardes, Debbonie. Me alegra que hayas aceptado venir tomando en cuenta las circunstancias en que se ha dado este encuentro.-Musitó en un susurro, notando como la piel parecía quemarle al contacto de los suaves labios de la chica rozando su mejilla, haciéndole rememorar aquella abrasadora sensación de semanas atrás en aquella fiesta. Hizo lo propio, girando el rostro para que ahora sus labios se posaran sobre la tersa piel de Debbonie, rozando con su barba la mejilla de ella, para después separarse. Una leve risa escapó de sus labios al escucharla y moviendo la cabeza en señal de asentimiento, actúo la expresión más triste y desolada que sus músculos faciales podían crear. -No te imaginas cuán larga ha sido la espera, ¿Sabes? En esos siete minutos he pensado tantas cosas… incluso llegué a considerarme alguien que no es suficiente como para tener el placer de tu compañía. –Clavó su mirada en ella, sin que su campo visual se desviara de aquel rostro tan delicado, de esas perfectas facciones. -Pero ha valido la pena esperar, a pesar de tan poco tiempo.-Que aquella chica fuese tan tenaz, tan decidida y segura de sí misma solo le agregaba un plus a su ya de por sí evidente atractivo; no se trataba únicamente del físico con que la madre naturaleza le había bendecido, sino también esa actitud de ser alguien que no se amedrentaba con nada, inquebrantable ante todo aquello que se le presentara y dispuesta a interactuar con él como un “tú a tú”. Debonnie sin duda era una mujer que valía la pena, una que le atraía más de lo que estaba dispuesto a admitir, pero aquella sensación de encontrarse ante su igual y no ante alguien sumiso e inferior, le agradaba. -Por favor...-Extendió su mano un poco, cediéndole primero el paso, para comenzar a caminar a su lado. -Espero que te guste lo que he preparado para ti.-Comentó, mientras curvaba su brazo un poco, invitándole a sostenerse de él, haciendo despliegue de la caballerosidad que tenía. Para aquel encuentro se había preparado bien, había planeado todo con esmero y dedicación, perfeccionando hasta el más mínimo detalle para que la tarde fuese inolvidable. Pronto, sus pasos los guiaron hasta la parte más amplia de Central Park, particularmente el sitio donde en invierno solía estar abarrotado de gente por formar parte de una de las pistas de hielo más grandes del mundo; alrededor de ese lugar, algunas de las familias y personas que acudían a divertirse, descansaban sobre el césped, algunos jugaban con cometas o bien, observaban los espectáculos gratuitos en aquel lugar. Buscando el sitio premeditado con anticipación algunas horas antes, Christian condujo a Debonnie hasta donde se hallaba una manta a cuadros blancos y rojos tendida en el suelo, sobre ella una canasta tradicional para picnic llena de viandas para la ocasión, justo al lado de ésta, descansaban un enorme ramo de rosas rojas, con una tarjeta pequeña que decía ”Para Debbie, de Christian”. Sonriendo, tomó su mano para dejar que avanzara primero, que tomase asiento sobre aquella manta. -¿Te gusta?-Preguntó con interés, dejando el bouquet sobre sus manos y esperando su respuesta o su reacción.
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Mensaje por De'bunny Petrikov Sáb Mar 02, 2013 9:17 am

-¿Es en serio? -preguntó en voz alta al tiempo que una de sus cejas se arqueaba ante la extraordinaria sorpresa que el pelinegro acababa de darle. La pregunta era meramente retórica y no requería respuesta, de hecho la hizo más para ella misma que para su acompañante. Se aclaró la garganta, sin dejar de mirar cada detalle de la cita expuesta ante ella. Todo estaba tan meticulosamente preparado que a Debbie le costaba creer que él lo hubiese hecho solo, o que de verdad fuera para ella. Su costumbre por juntarse con un par de brutos barbajanes no le permitía asimilar tan deprisa que, gracias a un beso furtivo, hubiese conseguido una tarde semejante. Por otra parte estaba su ego, quien le decía que aquello era lo menos que se merecía y la obligaba a esbozar aúna sonrisa ladina y arrogante al cabo de un minuto de haber estado en silencio. -¿Tú que crees? -pregunto sin desdibujar de sus labios carmín una sonrisa divertida, y casi de inmediato respondió. -¡Me encanta! -exclamo con total sinceridad, El ramo de rosas rojas ahora lo tenía entre sus manos, no eran sus flores preferidas, pero el rojo si era uno de sus colores preferidos, además de que, al agacha ligeramente la cabeza, pudo oler mejor el perfume de los pétalos al aspirar hondo. Libero el aire contenido en un pequeño y casi inaudible suspiro, al tiempo que sus ojos se entrecerraban por pura inercia y une mueca un tanto infantil y soñadora surcaba su rostro. Le dedico una última mirada, agradeciendo con la misma, antes de tomar el bouquet entre los dedos de su diestra y con la mano izquierda poder acomodar su vestido, para que no se subiera al sentarse en la manta. Sus piernas quedaron ligeramente dobladas y extendidas hacía la derecha y únicamente tuvo que bajar un poco la tela de su ropa para que esta cubierta parte de sus rodillas que volvieron a quedar desnudas cuando ella se movió. No se molestó en arreglarlo de nuevo, pues sabía que no importaban las veces que lo hiciera, siempre se subiría. -Ven, siéntate tú también -le pidió con amabilidad, y espero a que él tomara asiento para volver a hablarle. -Creo que mientras estemos aquí, podemos usar mis flores como centro de mesa -comenzó a decir despreocupadamente, mientras estiraba un poco sus manos para dejar las flores justo en medio de la manta. Ella se había sentado en el extremo derecho por ende tenía que inclinarse un poco para alcanzar el centro. Dejó el ramo elegantemente acomodado antes de entrelazar los dedos de sus propias manos y dejar que descansaran así sobre sus rodillas. -Ahora si está perfecto -confirmo con cierto alarde al demostrar que también podía contribuir para que el picnic fuese aún mejor. -Lamento haberte hecho esperar -se disculpó una vez más. -Pero debes de admitir que también fue error tuyo -una mirada de falso reproche fue enviada al pelinegro por parte de los ojos penetrantes ojos azules de la castaña. Al tratar con Bonnie, quien quiera que la conociera lo suficiente, debía de saber que ella nunca tendría el cien por ciento de la culpa, fuese lo que fuese. -Es decir, en la nota no decía el punto específico del encuentro, entonces yo tuve que caminar por el parque en busca de quien me había citado -hizo una breve pausa, omitiendo que no lo recordaba por el nombre ni por un detalle en especial. Lo que le pasaba a Debbonie en las fiestas era lo que a muchos seguramente les ocurría; cuando bebía o se drogaba demasiado se perdía completamente. Y al otro día, fuera de los efectos de sustancias de ese tipo, ni siquiera recordaba lo que había hecho. Claro que esos no son detalles que se den en una primera cita, y no eran detalles que le daría Christian teniendo en cuenta que, aunque no le gustara admitirlo, le preocupaba un sesenta por ciento la opinión que él tuviese acerca de ella. Y eso solamente podía significar una cosa. Que las hormonas adolecentes de la chica estaban haciendo bien su trabajo. -Y al no encontrarte, utilice mis habilidades deductivas y… heme aquí -se señaló a sí misma, con los dedos a la altura de su clavícula, y ladeo ligeramente la cabeza, mostrándole una sonrisa afable, sin ser completamente coqueta. Pronto, se dispuso a quitarse el suéter color melón que cubría sus brazos, no tenía ni frio ni calor, pero con esa prenda podría tapar sus piernas ya que no le gustaba que estuvieran tan a la vista. Tal vez no le molestaría si estuviese más delgada. Al pensar en ello, se dio cuenta de que ese era un picnic real, en los picnics reales se debía de comer. Escudriño con la mirada esa canasta, aparentemente inofensiva, y se mordió el labio inferior, deseando que las ardillas o la pandilla el oso Yogi se robara la comida. La mejor táctica que se le ocurría era la de siempre; mantener una conversación lo suficientemente entretenida. Y gracias a Voldemort tenía muchas cosas que hablar con él. -A ver, jovencito, es hora del interrogatorio -sentenció, al tiempo que se sentaba con una mejor postura,, manteniendo la espalda recta en lugar de medio encorvada como se había sentado al inicio. Así se daba más autoridad. -Primera pregunta -se aclaró la garganta con solemnidad y contuvo las ganas de reírse. -¿Por qué has preparado todo esto para mí? Si no mal recuerdo, solamente…-encogió los hombros antes de seguir. -…nos dimos un beso, quizás dos -sus mejillas se sonrojaron de inmediato. En los labios sintió un cosquilleo sobrenatural, al recordar vagamente la suavidad de sus labios, el sabor de su saliva y el roce agonizante que su barba brindaba le brindaba al haber estado tan cerca. Hundió sus dedos sobre la tela del suéter e inspiro hondo, ¿por qué los hombres con barba tenían que ser una de sus debilidades? Claro que no todos, porque no a todos les quedaba tan bien como a él. Casi levantaba la mirada al cielo, en espera de que algún extraterrestre le diera respuesta a la pregunta que se hacía, pero solamente pudo ver una nueve con forma de auto y su cara se convirtió en la de un póker por escasos segundos. -Sea cual sea tu respuesta, me alegra que lo hicieras, y que me buscaras.-
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Mensaje por Cheslav M. Karkarov Dom Mar 03, 2013 2:09 am

Orgullo era lo que sentía al darse cuenta de que la idea del picnic era un éxito al menos hasta ahora; a Debbonie no le había desagradado y e incluso podría decir que había satisfecho sus expectativas propias y quizás las de ella o al menos eso esperaba, porque de resultar lo contrario su ego se vería seriamente afectado. ¿Cómo podía describir las sensaciones que tenía mientras estaba cerca suyo? Aunque odiase admitirlo, la realidad era que esa chica había logrado despertar en él, algo que ninguna otra mujer pudo haberlo hecho en meses. Obviamente había salido con otras chicas, pero nadie que le hubiese fascinado tanto como la que tenía frente a sí. Mentiría si dijese que ahora mismo no estaba idiotizado por aquellos ojos tan cautivantes y esa sonrisa que era franca, pero sincera, con un atisbo de picardía y orgullo, toda una combinación. Lo único que quedaba era rendirse ante ese encanto tan sutil y nada más, aunque no parecía querer rendirse tan pronto por muy tentador que fuese. Sacudió la cabeza un poco, librándose así de esas reflexiones que hacía mientras la miraba. No es que desease no seguir pensando en ella aún si la tenía frente a frente, pero siendo completamente sincero consigo mismo, prefería mil veces estar así, escuchándola, observando cómo cada facción de su rostro cambiaba, dando a mostrar todas aquellas expresiones faciales propias de la alegría, la tristeza, el enojo o la incomodidad, de momento todas ellas positivas. -Que gusto que todo sea de tu agrado ¿Sabes? Precisamente es por ti que he preparado todo esto.-No era necesario reafirmarle con palabras lo que era capaz de hacer tan sólo por verla sonreír, por complacer hasta el más mínimo capricho durante este día y, sí la ocasión se repetía, volver a hacerlo una y mil veces más. Esperaba muy dentro de sí que este fuese un momento digno de recordar para los dos, justo a la altura de las expectativas. No pudo evitar enternecerse ante la imagen presentada con Debbie percibiendo el perfume de las rosas, sencillamente tan adorable y arrebatadora, digna de un cuadro del mejor pintor del mundo. ¿Es que acaso habría algo en ella que no le resultara increíble? Incluso esa simplicidad tan suya para decorar la manta que fungía como mesa de picnic con el bouquet, le resultaba agradable. -Es una buena idea, ¿Cómo no se me ocurrió antes?-Fingió reprocharse, como si se le hubiera pasado por alto aquel detalle, dándole una importancia magnífica, prácticamente convirtiéndolo en asunto de consideración máxima. -Es bueno saber que en este mundo siempre hay alguien que piensa en todo.-Musitó entre leves risas, queriendo hacerle ver cuánto agradecía que ese simple acto le hubiese otorgado una chispa de vivacidad al ya de por sí animado ambiente. El siguiente comentario de la castaña lo sorprendió un poco, haciéndole fruncir el ceño con extrañeza a medida que escuchaba sus palabras; era cierto lo que decía, el pelinegro había olvidado por completo el hecho de dar el punto específico de la cita en cuestión y por ello le daba la razón a la chica. Aunque claro, no dejaba de parecerle cómica la manera en cómo repartía la culpa entre los dos para que todo fuese más equitativo. -Mil disculpas, señorita…-añadió él en tono serio, como si lo que estuviera diciendo fuese algo formal, importante. -Juro que si hay una próxima vez, yo mismo te escoltaré en brazos hasta donde tengamos que encontrarnos para que no demores demasiado.-Carraspeó, aún costándole creer que estuviera a punto de pronunciar lo siguiente. -Aunque no me quejo, han sido los minutos más intrigantes de mi vida pero también los mejores.- Y sí, ¿De qué otra manera podría decirle que no importaba esperar todo el tiempo del mundo si tenía como premio verla. -Tenía demasiadas ganas de verte, de saber más de ti… sé que sólo fueron dos besos pero no soy de esa clase de hombres que busca solo divertirse y nadamás.-No le había dicho aún su verdadero motivo o bien, quizás no todo del mismo, pero no podía permitir que todas las sorpresas acabasen tan pronto. No era su estilo y consideraba que sería como matar el momento de una manera demasiado abrupta- -¿Y tú? ¿Me recordabas o de verdad te olvidaste de mí hasta hoy?-Preguntó, con un dejo de curiosidad en la voz, intrigado por lo que Debbie diría, mientras teniendo la canasta de picnic al lado, ágilmente sacó de ella los bocadillos que había preparado, colocándolos frente a ambos y luego un par de bebidas, para comenzar a comer.
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Mensaje por De'bunny Petrikov Miér Mar 06, 2013 10:40 am

La castaña trataba de no fijarse en los movimientos de Christian, no porque no le quisiera entregar toda su atención, sino porque no deseaba poner más atención de la necesaria en lo último que él realizo. Pronto la comida estuvo fuera de la cesta de picnic y a ella se le revolvió el estómago de sólo pensar que aquella tarde debería de comer con la única intención de parecer alguien normal frente a él. Se mordía el labio inferior de forma discreta, solía hacerlo cuando pensaba demasiado o estaba nerviosa, en este caso era por ambas sensaciones. Mejor hablar antes de comer. -Bueno, para serte sincera, no te recordaba, es decir, ni siquiera recuerdo si me dijiste o no tu nombre. Y cuando leí aquella nota pensé que era broma de un amigo o algo así -soltó una risita irónica, e hizo un gesto con la mano parecido al volar de una hoja que cae de un árbol en pleno otoño; lento y suave. Restándole importancia a sus propias palabras. -Aun así decidí venir, y al verte supe que no me había equivocado y en seguida recordé… -dejó de hablar unos minutos para después mirarlo, dejar que sus ojos azules se posaran sobre los oscuros de aquel pelinegro. -…recordé lo bien que besas -dijo con aire pícaro que se volvió más notorio conforme su sonrisa ladina se dibujaba más ampliamente en sus labios color carmín. Y no le estaba mintiendo, de hecho recordaba muy bien cada detalle de aquel beso robado pero bien correspondido por ella. Se preguntó por un momento si la besaría pronto o si esa cita de verdad era tan forma como para esperar a que culminara, o si era muy sería, quizás tendría que esperar hasta la próxima. Daba igual, por volver a probar el néctar de sus labios podría esperar eternamente, aunque fuera una dulce agonía. Sacudió un poco la cabeza, y arrugo un poco la nariz, embelesada por esos pensamientos que nunca habían llegado a su mente, pues antes de conocerlo para ella todo lo referente a las relaciones sociales había sido un mero juego de niños, si se aburría, lo dejaba, sólo que ahora le daba la impresión de ir subiendo poco a poco de nivel y de estarse acercando a las ligas mayores. -Te acepto que vayas por mí, pero no creo que puedas cargarme, soy demasiado pesada, y me pondré más pesada si como ahora -acepto lo obvio. Tenía que ser sincera con ella misma, y sabía que nadie la podría levantar, ni un milímetro del suelo, uno de sus amigos en especial siempre se lo recordaba. Tampoco quería pensar en ello, así que únicamente tomo entre sus dos manos la bebida que él había dejado frente a ellos, una de las dos. -Es que comí antes de venir aquí, y no tengo apetito -mintió de manera convincente, tantas veces había dicho aquello sin que fuera verdad que incluso ya hasta ella comenzaba a creerlo. Pues a pesar de sentir ese vacío en su interior, de cierta forma, se sentía satisfecha consigo misma por ello. -¿Qué es? -pregunto refiriéndose a la bebida antes de llevarla a sus labios y humedecerlos con el líquido que de inmediato reconoció como dulce y de un sabor bastante agradable. -Me sabe a jugo de manzana -relamió sus labios y sonrió alegremente antes de beber un sorbo, no tenía hambre, pero si tenía sed. A veces cuando hablaba mucho su garganta necesitaba más agua de lo normal para no parecer un desierto. -Me tienes aquí, solamente para ti, puedes preguntarme lo que quieras, si es que de verdad quieres conocerme -le dio énfasis a su afirmación al asentir con cabeza antes de inclinarse un poco hacía al frente, para poder mirarlo más de cerca. Sus codos descansaban sobre sus piernas y su cabeza sobre las palmas de sus manos. -Prometo responderte con la verdad y nada más que la verdad -unos segundos llevo su mano justo donde estaba su corazón, para darle más melodrama al asunto y volvió a reírse antes de volver a la posición anterior. Así, mirándolo fijamente, fue como se le ocurrió su siguiente comentario: -¿Sabes? Eres muy guapo y simpático. Debes de tener a muchas tras de ti, tal vez hasta una novia que podría venir a golpearme en cualquier momento si me viera aquí tan cómodamente contigo, ¿la tienes? -lo cuestiono mostrando menos interés del que en verdad tenía porque él le dijera que no tenía a nadie. -Si me vas a preguntar lo mismo, de una vez te adelanto la respuesta. No, no tengo a nadie, a menos que Jake el perro cuente, no lo creo, él no lo sabe -murmuro eso último, como si ese personaje de hora de aventura pudiera escucharla y saber que estaba enamorada de él. -Pero hoy en día, ¿Quién no ama a Jake el perro? Tengo mucha competencia -frunció unos segundos, antes de echarse a reír al ganarse peleando por obtener solo para ella a ese perro amarillo. Claro que lo haría, por desgracia o fortuna era muy celosa y posesiva con lo que considera suyo, la clase de chica que no conviene para novia.

Off: Disculpa la tardanza, pero la uni me mantiene ocupada :c
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Mensaje por Cheslav M. Karkarov Sáb Mar 09, 2013 7:23 pm

Para el pelinegro no pasaba desapercibido aquella sutil mordida en el labio inferior de la chica de cabello castaño; sin embargo, hacía acopio de toda su fuerza de voluntad como para no ser tan insensato y lanzarse encima de ella a llenarla de besos, por mucho que aquellos labios lo estuviesen tentando a actuar deliberadamente y por puro instinto. No mentiría si dijera que se moría de ganas por volver a besarla. -Bueno, no puedo culparte por no recordarme, la verdad es que si bebimos demasiado.-Secundó él, dándole la razón, aunque no podía evitar sentir una ligera punzada de decepción, pensando en que efectivamente ella le recordaría y no hubiese sido así. De todos modos, aún le quedaba algo de tiempo en esta cita para disfrutar a su lado. Una risa leve y franca escapó de sus labios, moviendo la cabeza hacia ambos lados, sumamente divertido por el comentario de la chica respecto a su forma de besar. -No todo el mérito es mío ¿Sabes? Creo que dependió bastante de ti, porque besas bastante bien.-Si bien no era la primera vez que Christian daba un cumplido a una chica o recibía uno de alguna, esta vez aquel halago le había parecido extraño, más sin embargo agradable; no estaba acostumbrado a que una mujer le dijese ese tipo de cosas, gustaba más de llevar el control de la situación y de desvivirse por hacer sentir como una diosa a la chica con la que salía. A su mente acudieron aquellos fugaces y desordenados recuerdos de sus labios adueñándose lentamente de los de la chica, rememorando a su vez cómo y de qué manera había terminado por hacerla ceder y ganando uno de los mejores besos que hubiese tenido el placer de experimentar. ¿Se repetiría la ocasión o tendría que hacer labor de convencimiento una vez más? No quería esperar demasiado pero tampoco quería quedar como una especie de patán pervertido que sólo buscaba un desahogo emocional en los brazos de la fémina que tenía frente a sí. No, definitivamente Debonnie le inspiraba muchísimo más que eso, no se trataba de alguien a quien veía como sólo una noche más ni nada por el estilo. Haciendo referencia a su peso, Mathieu solo atinó a sonreír ladinamente y recorrió con la mirada la delgada silueta de la chica. ¿Lo decía en serio? -Quizás dentro de poco te demuestre que eres tan ligera como una pluma.-Y no, no estaba fanfarroneando en absoluto, si bien no era precisamente un fisicoculturista, tenía la suficiente fuerza como para tomarla en brazos y llevarla de paseo para no hacerla caminar. Verle beber aquel helado jugo de manzana era una prueba a su autocontrol y a su dominio propio, y, por muy descabellado que pudiera sonar, ahora mismo envidiaba aquel néctar que mojaba los labios de la chica para saciar la sed que ella tenía. Claro, tenía envidia porque él no poseía la habilidad de convertirse en un líquido, aunque de pronto la idea de llenarla de besos estaba dejándole de parecer tan abruptamente intempestiva como hasta hace unos momentos. Con aquella cercanía, casi estuvo a punto de acercarse aún más para romper esa invisible muralla de respeto excesivo que había instaurado entre los dos y besarla ahí mismo hasta dejarla sin aliento o bien, hasta hacer que sus mejillas se sonrojasen por causa de la respiración perdida. -No, no tengo novia. –Respondió sincero, sin apartar la mirada de su rostro para ver su reacción. -Así que tranquila, nadie te golpeará si es que nos ven juntos.-Aseveró tranquilamente, con total seguridad. La respuesta a su implícita pregunta llegó poco después y por azares del destino, era justo lo que había deseado oír: no tenía novio, no había nadie más que pudiera siquiera atreverse a intentar arrebatarle a la chica que ya consideraba suya, tanto que quizás ella no lo sabía, pero Christian sí; era suya, únicamente a él le pertenecía. -Me alegra saber que no hay nadie para ti. Aunque tampoco puedes negar que una chica tan hermosa como tú, tiene demasiados admiradores y oportunistas tras ella en la universidad.-Y no mentía ¿Acaso no era así? Las chicas atractivas jamás estaban solas, pero que ella hubiese desdeñado a todos los demás, daba a Cardew todas esas esperanzas que necesitaba para continuar ahí, jugándose el todo por el todo como en las grandes ligas. Su siguiente movimiento ni siquiera lo pensó; aproximándose hasta Debonnie, tomó su rostro con una de las manos, alzándole por el mentón para que, acto seguido, sus labios se posaran sobre los de ella, impidiéndole separarse siquiera. La lengua del chico poco a poco fue adentrándose en la boca femenina, instándole a responder, urgente, quizás desesperado, pero nada brusco, pues cuidaba cada movimiento. Así era precisamente él, posesivo, controlador, celoso e intempestivo, alguien que tomaba lo que quería en el momento en que así lo deseara. Y ahora mismo deseaba a la chica y todo lo que representaba.
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Mensaje por De'bunny Petrikov Lun Mar 11, 2013 7:10 pm

Debbie ya sabía exactamente cómo responder cada cosa que Christian decía, pero esperaba a que terminara de hablar para hacerlo. Sin embargo, esta vez fue diferente, ya que no pudo pronunciar ni una silaba cuando él finalizo, ya que su mentón se vio atrapado entre los agiles dedos del pelinegro, y ella supo exactamente lo que iba a pasar después. Sus ojos se cerrón al verlo aproximarse a ella. Y una vez que sus labios estuvieron unido a los de él sonrío triunfante por no haber sido ella quien terminaba sucumbiendo ante la tentación de volver a fundirse con él en un beso. Una única succión delicada y suave, fue la que pudo brindar al labio superior del muchacho, pues casi al instante sus labios se entreabrieron dándole paso a la inquieta lengua del universitario a su boca. A terrenos ya explorados pero no totalmente conocidos. Debbie le dio una cálida bienvenida al acariciar con la punta de su lengua la ajena, dejando en esta el inconfundible sabor del fruto prohibido que se había mezclado con su saliva segundos antes. Un beso dulce, pero no por eso menos pasional e intenso. Igual al que se habían dado días atrás, que en ese momento recordaba a la perfección, este sería aún mejor porque ambos lo estaban disfrutando plenamente y con sus cinco sentidos intactos. Sin darse cuenta, era ella quien mantenía la cercanía, pues presionaba su nuca con delicadeza, impidiéndole alejarse sin robarle el aliento por completo, acariciaba su piel, describiendo figuras abstractas con sus dedos, figuras invisibles que deseaba fueran indelebles. Para que así cualquiera que quisiera besarlo, se diera cuenta de aquella marcas y de que él ahora tenía alguien que bien se podía llamar su dueña. Debbie siempre ha sido muy posesiva e impetuosa, y el dejo de posición que detecto en el beso por parte del pelinegro fue lo que la ínsito a pensar por un momento que él realmente era suyo. Las pequeñas bocanas de aire que tomaba cada que podía no eran suficientes; al cabo de unos segundos, tal vez minutos de estarse besando el aire fue necesario para ella. Dejo de besarlo, pero no se separó de él, sus frentes seguían unidas por una poderosa goma de mascar invisible para ls ojos humanos y la castaña podía notar el fresco aliento toxico de Christian acariciar sus labios, invitándola, tentándola a volver a perderse entre sus labios. Deseaba no sólo perderse en sus besos, también entre sus brazos. Sus mejillas se sonrojaron ante ese pensamiento, y un escalofrió recorrió su espalda, extendiéndose por sus piernas y por sus brazos, hasta que sus mejillas también se tornaron tibias. -Ya sé que beso bien, aun así gracias por recordármelo -murmuro con la humildad y modestia que la caracterizaban. Y lentamente se fue alejando de él hasta que vivió a quedar con la espalda erguida, sin embargo sus manos seguían tocándolo, al estar posadas sobre sus hombros, negándose a perder el contacto por completo. -Creo que lo estamos haciendo mal, primero debimos tener la cita y todo eso, y cuando me llevaras a casa, nos despediríamos con un beso y tú me asegurarías que definitivamente nos tendríamos que ver de nuevo -comentaba animadamente, imaginándose cada detalle de aquello. Esa era una cita típica para una chica de 17 años, al menos las chicas de su clase lo decían. Pero a Debbie le gustaba salirse de los protocoles establecidos por la sociedad, y no le molestaba comenzar por el final si este iba a ser tan bueno como lo estaba siendo. -No me estoy quejando…-se apresuró a decir, mostrándose dubitativa a propósito únicamente para confundirlo. El vaso donde había estado tomando jugo seguía apoyado en sus tobillos para que el poco jugo que quedaba no se derramara. Bonnie, alejo sus manos de Chris, sin desperdiciar la oportunidad de brindarle una caricia a sus hombros. Tomo el vaso, bebió lo que quedaba de él, y se atrevió a meterlo dentó de la cesta, al igual que los bocadillos sin siquiera preguntarle si deseaba comer o no. ¿Para qué comer si podían hacer cosas muchos mejores? Sonrío con un poco de malicia al terminar. Dejo la bebida de él fuera por si deseaba tomarla, aunque no lo había visto hacerlo. -Bien, ahora que oficialmente rompimos el hielo -dijo un tanto irónica, pero volviendo a acercarse a él, hasta que su nariz volvió a acariciar el lado izquierdo de la de él y sus labios se rozaron fugazmente. -Podemos continuar con la cita y hacer cosas de adultos, ¿te parece? -una pregunta aparentemente inocente, que fue acompañada por una coqueta elevación de las cejas de la castaña. -Ya sabes, leer libros sin dibujitos, ver las noticias y esas cosas -le hizo saber su concepto de ‘hacer cosas de adultos’ y después rio con cinismo y cierta burla. No se estaba burlando de él ella sería incapaz, le daba gracia la situación, después de todo ella no podía decir gran cosa, apenas tenía desístete inocentes y puros años. -¿O prefieres demostrarme cómo es que soy tan ligera como una pluma? -lo reto con la mirada, a que le respondiera con actos más que con palabras.
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Mensaje por Cheslav M. Karkarov Dom Mar 17, 2013 12:16 am

Aquel beso había sido correspondido sin más y a Christian le agradaba saber que no le era indiferente a la chica en absoluto; sus labios se fundieron con los de ella de manera dulce pero sin dejar de lado lo apasionado que se volvía el momento a medida que transcurrían los segundos. Ambas lenguas jugaban entre sí, entrelazándose y acariciando la ajena con delicadeza, disfrutando del placer que le brindaba aquella conocida sensación. La necesidad de respirar era apremiante por momentos y su cuerpo necesitaba del oxígeno, pero aquellos labios femeninos parecían apresarle sin ningún ánimo de dejarle libre. Con leves jadeos entrecortados y sutiles, es que apenas podía llevar algo de aire a sus pulmones. Finalmente, ambos se separaron y quedó mirándola, dedicándole una amplia sonrisa luego de aquel beso que, literalmente había acabado con su aliento. Ahora que, pensándolo bien, no le habría molestado morir de esa manera, de hecho lo consideraba una forma poco convencional, aunque ni siquiera fuera a suceder. Aún así, los labios de Debonnie tenían una señal invisible de “peligro” plasmado en los mismos. Acercarse siquiera a rozar los mismos significaba perder la cordura, el buen juicio, la noción del tiempo y espacio en ese momento y un poco del libre albedrío e independencia que Christian siempre había jactado tener. Algo había cambiado entre los dos y el joven no era capaz de precisar con exactitud; solo sabía que a partir de ese momento ella había dejado de ser aquella chica que conoció durante esa fiesta por casualidad para convertirse en alguien más especial, alguien que implícitamente le pertenecía. Era suya, únicamente suya. Nadie más a partir de ese momento podría siquiera aspirar a ser algo más en su vida porque ella le pertenecía. Recorría su cuerpo entero con la mirada, deseándola a cada segundo más y más mientras sus ojos se posaban insistentemente en las curvas de la silueta femenina, imaginando como sería explorar las delicadas formas de la chica mientras la tenía en sus brazos, sin la estorbosa ropa que ahora mismo, de no ser por el concurrido lugar en que se encontraban y por lo especial que resultaba la compañía, representaba uno de tantos obstáculos que le impedían volverla suya a plenitud, en cuerpo, alma y mente tal y como él deseaba. -No puedes negar que no te ha gustado rememorar ese beso…-Respondió él, con un ápice de egocentrismo y poca humildad, imitándola a ella con esa falsa modestia ocasional que solo la volvía mucho más deseable a los ojos del pelinegro Cardew. Él también, seguro de la suerte brindada por el intempestivo beso de momentos antes, se sentía invencible, poderoso. Había jugado para ganar y hasta ahora la diosa de la fortuna había estado de su lado. Reacio a distanciarse de la mujer que ahora consideraba suya, afianzó las manos en la cadera de ella, sosteniéndola lo más cerca y firme posible de su cuerpo. Tras escuchar la definición de lo que parecía ser para ella la típica cita entre universitarios, Christian no pudo evitar sonreír ampliamente. -Parece ser que tú y yo hemos redefinido el concepto de “cita”, pero el hecho de haber cambiado las cosas, no significa que no vamos a vernos otra vez. Eso tenlo por seguro.-Aseveró él. Si luego de esto ella no deseaba verlo más o terminaba odiándolo, él seguiría buscándola, porque únicamente ella había conseguido hacerle experimentar demasiadas sensaciones abrumadoras e indescriptibles en tan poco tiempo; únicamente Debonnie le obsesionaba hasta tal punto que ya no deseaba verla con nadie más que no fuese él. -Cosas de adultos, ¿Eh?-Río él, haciéndole notar lo ambiguo de su frase y la interpretación en doble sentido que ésta podría tener, aunque solo lo hacía por bromear. Ágilmente, se puso en pie al ver en la mirada de la castaña ese brillo desafiante que tanto le gustaba en ella. Ya no bastaban las palabras en ese momento y sin más, el joven se acercó a la chica, colocándose a su altura y tomándola en brazos, para después erguirse sin problema, sosteniéndola. Sonriendo triunfal, comenzó a dar unos cuantos pasos. Para demostrarle que efectivamente era mucho más ligera que una pluma, Cardew comenzó a lanzarla hacia arriba, teniendo cuidado de no lastimarla y por supuesto, atrapándola siempre. -¿Lo crees ahora? Eres muchísimo más ligera de lo que pensaba.-Comentó entre risas, cesando un momento lo que hacía para aprisionar el labio inferior de la chica y morderlo con levedad.
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Mensaje por De'bunny Petrikov Vie Mar 22, 2013 10:15 am

Debbie se sentía como una cría siendo lanzada por el aire, una y otra vez con tanta facilidad que de verdad pensaba que era tan ligera como una pluma, no podía evitar reírse con un aire inocente bastante propio de ella cuando la situación lo ameritaba. -Eres como Mr. Increíble -acertó a decir entre risas, puesto que la fuerza sobre humana era la única explicación razonable para que él pudiese elevarla en el aire. Le gustaba que la hiciera sentir bien consigo misma. Pero también sabía las intenciones ocultas que posiblemente tendría. Su madre siempre decir: Un hombre mayor que tú, sólo espera obtener una cosa de ti y luego te dejará. Por desgracia la castaña ya sabía a qué cosa se refería su sabía madre. Y Chris lo confirmaba con cada mirada escaladora que le dirigía a la ojiazul. En otras circunstancias hubiese accedido, pero Christian le gustaba un poco más que todos, y no iba a dejar escapar tan fácil. Cuando él le medió el labio inferior, Debbie medio sonrío. Ese tipo de gestos siempre le habían descolocado un poco y esta vez no fue la excepción. Un nuevo beso se dio en aquel momento. Mucho menos intenso y apasionado, más bien era tierno, lento y suave. Un momento en el que los labios color carmín de la castaña se dedicaban a jugar con los de él, a conocer mejor la textura de su boca, y a ponerle una etiqueta al sabor exótico de su saliva, que en combinación con la suya, en ese momento era conveniente que pensará que casi era perfecto. No se separó por falta de aire, pues el beso apenas y duro unos segundos, se separó porque sus mejillas ya se habían vuelto a sonrojar y que aquello pasara no le gustaba tanto. -No te puedo negar que me gusto, pero te apuesto lo que quieras a que ha ti te ha gustado mucho más -por unos momentos lo miro fijamente, esperando a que lo negara, porque si lo negaba, si eso pasaba, entonces ella tendría que tomar cartas en el asunto. Esperaba que se mantuviera firme, pues Debbie había medio analizado su comportamiento y como caballero que parecía ser no podía dar indicios de que su ego ganará más que el de su conquista. Al menos con Debbie tenía que ser así. No sólo le gustaba ganar, le gustaba ganarle a los demás. -Bueno, ya bájeme señor Increíble o se le romperán los brazos -le aconsejo, al tiempo que ella misma dejaba de abrazarse a su cuello, para lentamente ir poniendo los pies de nuevo en tierra firme. Se acomodó el vestido que se había subido un poco al estar entre los brazos de Christian y luego volvió a mirarlo mientras apartaba un mechón de su cabello tras una de sus orejas. Se atrevió a tomarle la mano, después de todo era una cita y necesitaban ir de la mano, eso creía. -Claro que no será la única, tendremos más, ya no te libraras de mí tan fácilmente -dijo con seguridad tanto en sus palabras como en su semblante al tiempo que entrelazaba sus dedos con los de él. -Sí, cosas de adultos, ya te dije como cuales -una vez más parecía la típica chica tierna que va a misa todos los domingos, una sonrisa lo cambia todo, incluso se le formaban hoyuelos en las mejillas cada que sonría ampliamente. -No pienses mal, que no soy de ese tipo de chica -elevo el rostro y cerró los ojos, así bien indignada por las posibles cosas de adultos que él hubiese pensado hacer. Aunque parecía ofendida, por dentro se contenía para no reír. La verdad es que ni ella sabía lo que pasaría, actuaba por puro impulso y hasta para ella era una sorpresa su comportamiento en muchas ocasiones. -¿Qué quieres hacer ahora? -le pregunto al tiempo que su cabeza descansaba en uno de los hombros del pelinegro. De reojo miraba a su alrededor y las personas que habían estado antes por ahí ya no lo estaban. Suponía que preferían mudarse a lugares más concurridos del parque ahora que comenzaba a anochecer.
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Mensaje por Cheslav M. Karkarov Lun Mar 25, 2013 10:01 pm

De todas las cosas que hubiera pensado en un inicio de Debbonie, todas sin duda estaban siendo confirmadas justo ahora; no había que esperar algo concreto de la chica, pues su carácter impredecible hacía que todo lo concerniente a su persona, fuese sin duda una sorpresa. Teniéndola en sus brazos solo lograba aumentar cada vez más ese lazo posesivo que entre los dos iba surgiendo con el paso de cada minuto juntos; luego de esto tenía en claro que ya no sería capaz siquiera de alejarse de ella. ¿Es que acaso algún día descubriría algo de ella que no le gustara? Incluso ese toque infantil que ponía a cada uno de sus actos le fascinaba. La inocencia mostrada hasta ahora y esa ingenuidad tan suya eran algo digno de admirar. -Sí, me ha gustado. Mucho más que a ti.-Había que ceder al menos con ella, pues estaba demostrándole que a pesar de su aspecto frágil, era una chica decidida y siempre conseguía todo cuanto deseaba. Cardew estaba dispuesto a aceptar cuánto le había gustado ese beso si con ello lograba darle felicidad. Con cuidado, fue ayudándola a situarse poco a poco en el suelo, con cuidado de que no cayera a pesar de haber sido ella quien decidiera volver a poner los pies sobre la tierra. Aún así, aquella tela del vestido había permitido a los brazos del joven que durante unos momentos la había sostenido, apreciar lo tersa que era su piel, prácticamente comparable a la misma sensación de tocar terciopelo con los dedos. Sonrió satisfecho con esas palabras que le dirigía la castaña, pues sólo confirmaba que ella tampoco deseaba que ese tipo de encuentros entre los dos terminasen algún día, sino que deseaba verle de nuevo. Sin duda, eso significaba que hasta ahora, lo estaba haciendo bien y no era tan malo teniendo una cita con alguien que verdaderamente le atraía. Incluso el sobrenombre que ahora le había dado le hacía reír, era bastante original y de cierta manera se sentía halagado. Tomando su mano, entrelazó ambas, besando sus nudillos cuando quedaron unidas y así, comenzaron a caminar lentamente. Como cualquier hombre orgulloso de la mujer con la que camina a su lado, Cardew avanzaba, presumiendo que se encontraba en compañía de un ser extraordinario, de una chica increíble, la mejor de todas. Cuando mencionó aquellas “cosas de adultos”, por la mente de Cardew pasaron cientos de cosas que podía sugerir como idea, pero ninguna de ellas era socialmente adecuada; además, ella no era la clase de chica con la que él buscaba pasar solamente una noche para luego después no recordar lo sucedido. De más estaba decir que la respetaba y que, por mucho que le encantase, jamás actuaría como un patán. -Sé que no eres esa clase de chicas, Debb.-comentó él, para hacerle ver que ambos estaban justo en la misma sintonía. -Precisamente por eso es que estoy aquí contigo, porque me gustas tal y como eres.-Terminó por decir una vez más, dejando que no solo sus actos hablasen por él, sino también lo que verdaderamente sentía. Aprovechando que ella descansaba su cabeza sobre uno de sus hombros, él la afianzó por la cintura, para lo cual hubo de soltar su mano, rodeándola posesivamente para mantenerla a su lado, como un implícito mensaje que podía interpretarse como un ‘ella es mía’ ante todos los demás. -Aún quedan muchas sorpresas que tengo preparadas para ti hoy….-dijo él, sonriendo enigmáticamente como quien oculta un misterio o algo parecido. -Pero primero, cierra los ojos.-Pidió él, aunque por el tono de su voz era más una orden que cualquier otra cosa. -Tienes que prometerme que bajo ninguna circunstancia, te atreverás a mirar. Si confías en mí, me dejarás guiar tus pasos hasta el lugar a donde debemos ir. ¿De acuerdo?-Esta vez le tocaba a ella ceder y otorgarle ese voto de confianza al chico, si es que realmente le importaba tanto como decía. Luego de esperar a que ella hiciese lo que pedía, Christian la abrazó, sirviéndole de lazarillo en esa improvisada ceguera que le hacía tener mientras descubría la siguiente sorpresa. A paso lento, caminaba junto a ella y le daba indicaciones de dónde pisar y dónde no para no caer. Era algo difícil, tomando en cuenta que la oscuridad ya comenzaba a reinar en el cielo y era poco lo que lograba verse. Aún así, en unos minutos después estuvieron en el otro extremo del parque, justo donde también, había un lago, mucho más grande que el primero por el que ella había pasado al caminar rumbo al primer lugar de la cita. Ahí, se encontraba tal vez el mayor espectáculo de globos aerostáticos en todo el mundo. -Por aquí.-Susurró él, quien no dejaba de besar su rostro en cada momento en que le era posible detenerse tan solo para eso. El ruido de una pequeña puerta al ceder fue todo lo que se escuchó y aunque ella no lo supiera, ambos habían entrado a la espaciosa canasta de aquel artefacto. -Abre los ojos.-Susurró por fin, mostrándole que ahora mismo ya estaban dentro, a punto de elevarse para observar a plenitud la noche. -Si temes a las alturas, aún estamos a tiempo para manifestar arrepentimiento. Podemos pedirle a un profesional que nos guíe, pues aunque yo sé cómo hacerlo, quiero que te sientas segura estando conmigo.-Dicho esto, Christian procedió a esperar su respuesta, entreteniéndose en rozar con los nudillos, las delicadas mejillas de la joven, apartando esos mechones de cabello rebeldes de su rostro.
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Mensaje por De'bunny Petrikov Mar Mar 26, 2013 12:55 pm

La idea de andar a ciegas por ahí no era algo que le agradara demasiado, aunque estaba segura de que él no la dejaría caer de cara al piso, esa sensación de depender de alguien más no era ni sería una de sus favoritas. Se mordía el labio inferior constantemente, acto que realizaba cuando estaba nerviosa. Pero hacía lo que él le pedía única y exclusivamente porque amaba las sorpresas: incluso el corazón le latía de manera apresurada, ansioso por saber qué le esperaba o qué tenía él planeado para que esa noche siguiera siendo amena. Un sonido extraño, poco a poco se hacía presente en el aire, ella no supo identificar que era, aire soplando con fuerza tal vez, pero sus cabellos no se movían así que suponía que solamente era producto de su imaginación. Debbonie, bien pudo abrir los ojos, hacer un poco de trampa, y eso iba a hacer, pero antes, iba a preguntar si ya casi llegaban, cuando él se adelantó a sus palabras y anuncio que ya podía abrir los ojos. Debbie poco a poco abrió los ojos, de pronto todo parecía más luminoso, como si la noche estuviese envuelta en un día artificial, con un montón de soles iluminando el lugar. No eran soles, eran enormes globos aerostáticos que al ser contemplados por la castaña, le provocaron sonreír amplia y alegremente. -Es como…-trataba de encontrar las palabras adecuadas para describir el momento. Se le ocurrían tantos momentos de películas con los cuales comprar la situación, pero ninguno parecía ser suficientemente especial para ser comprado con el espectáculo que tenía delante. No quería comprar lo que pasaba con la película de Enredados, porque esa era una película especial para ella, y si Chris resultaba no ser el adecuado se arrepentiría de hacer la comparación, porque si las cosas no funcionaban, entonces siempre que viera la película se acordaría de él. Sacudió ligeramente la cabeza y pensó que eso no importaba. -…es como cuando Flynn lleva a Rapunzel a ver las luces el día de su cumpleaños. Sólo que ellos las veían desde el agua, y nosotros lo haremos desde el cielo. Estos son globos y los otros eran farolitos, aun así es… increíble -comento para después dejar escapar una risita nerviosa, divertida y emocionada. En ese instante sus emociones eran tantas que ni siquiera ella misma podía expresarlas más que con una mirada de completa perplejidad al contemplar los globos. -¡Mira esos colores! -exclamo, apuntando con el dedo índice de su diestra a cada globo, uno más colorido que el otro. Se sentía como una hada que acaba de nacer, y contempla como las demás hadas sustituyen el color blanco del invierno, por todos los colores que adornan la cálida primavera. Cualquier plan oculto que tuviese Debbonie con él y esa cita, se desvanecía conforme se elevaban en el aire. Sin darse cuenta ya se había colgado de una de las sogas que sostenían la canasta en donde iban, y contemplaba también lo que había debajo de ellos. Ascendían con lentitud, pero eso no quería decir que no disfrutara cada segundo. Aquella era una experiencia única, no pensó que la viviría con él, y eso era lo mejor de todo. La sorpresa que representaba ese chico, que sin conocerla del todo, parecía que la conocía de siempre al adivinar que le gustaban de sobremanera ese tipo de experiencias. Se soltó de la soga, y de un salto, se colgó del cuello del pelinegro, dejando sus brazos sobre esos firmes hombros al tiempo que sus dedos tomaban su rostro con ternura, y sin pedirle permiso o avisarle: Reclamo sus labios como suyos en un beso apasionado, largo, profundo y suave, en el que su ADN se mezcla haciendo nacer un nuevo sabor que al degustarlo la ojiazul sonreír contra los labios de ese detallista pelinegro. Se separó, dándole un beso más corto, pero no por eso menos importante que todos lo que ya se habían dado. -Esto es como, mágico, me encanta, nunca había hecho nada como esto y es….No tengo palabras, sólo… gracias por la sorpresa. Por pensar en mí al hacer esto, es lo más bonito que han hecho por mí -cada palabra que le decía era cierta. Quizás Debbonie no fuera la mejor en expresarse cuando estaba demasiado emocionaba, pero fueran pocas o muchas sus palabras era sinceras. Y ahora menos que nunca lo dejaría ir. La posesividad que él tenía con ella, también comenzaba a crecer por parte de la castaña, quizás eso no fuese tan bueno para Christian, porque Debbonie es bastante celosa, y si llegaba a verlo con alguien más, quizás las cosas no terminarían tan bien. Pero en ese momento no quería pensar en el futuro, sino en el presente. -Me siento muy segura estando a tu lado, tan segura que…-pensó muy bien lo que iba a decir. -…que quizás considere eso de las cosas de adultos -al reír después de lo que dijo, cualquiera podría pensar que era una broma, pero la forma en como sus mejillas se sonrojaban y como lo miraba tan fijamente, no era precisamente un juego. Alzo los hombros, en un intento por restarle importancia a lo que había dicho. -¿Y a dónde vamos? ¿Al infinito y más allá? ¿A nunca jamás? -le pregunto aun emocionada, tomando sus manos y entrelazando sus dedos con los de él. Volvía a pasear su mirada en el cielo, as estrellas podían ser contempladas por ella, quien ya se sentía como una más siendo parte del cielo.
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Mensaje por Cheslav M. Karkarov Dom Mar 31, 2013 12:37 pm

En cada paso, Christian trataba de guiar a Debbonie con sumo cuidado, indicándole cuando había raíces en el suelo o bien, algunas piedras de considerable tamaño para que tuviera cuidado al pisar y no caer. No es que fuese a dejarla tropezar ni nada por el estilo, porque conociéndola, bastante hacía con depositar su confianza en él y eso le agradaba. Aunque no lo demostrara, estaba nervioso porque francamente no sabía que esperar de esta noche. Le daba gusto saber que ella no se arrepentía por estar pasando el tiempo a su lado, clara señal de que estaba actuando bien y de la forma correcta, pues la expresión de sorpresa en el rostro de su ahora invitada se lo demostraba. Y como si fuera algo previsto por todos y cada uno de los entes o deidades sobrenaturales que regían el universo, la madre naturaleza estaba poniendo las cosas a su favor, pues el agradable clima y la hermosa noche que les regalaba, no podían ser mejores en un momento como ése. El espectáculo de cada globo iluminado por el fuego en su interior iluminaba los coloridos e intrincados diseños a medida que se elevaban por el aire, y donde viajaban Christian y Debbie no era la excepción; a decir verdad, al pelinegro le parecía que el suyo era el mejor de todos, no tanto por la velocidad del ascenso o lo llamativo de sus colores, sino porque la sonrisa de la castaña sin duda llamaba más la atención que cualquier otra cosa. Sí, a él sólo le bastaba verla sonreír con ese toque tan infantil e inocente como para dejarse caer rendido felizmente a sus deseos y caprichos, desviviéndose hasta por la más mínima complacencia para que ella no perdiera ese brillo en la mirada que no pasaba desapercibido cuando estaba feliz. -Bueno, tal vez yo no sea Flynn…-susurró él, mirando hacia el horizonte de forma emotiva y melancólica, con cierto aire de añoranza. -Pero estoy seguro de que no existe una princesa más hermosa que tú, ni siquiera Rapunzel. Por eso, yo soy más afortunado que él.-Dijo, acercándose a la chica lentamente y sin despegar la mirada de ella; así, con toda la atención centrada en los ojos de la castaña, buscaba desentrañar los enigmas que surgían cada vez que sus ojos se encontraban con los de la dama; Christian no era capaz ya siquiera de tener un pensamiento donde el nombre ‘Debbonie’ no apareciera. Si tuviera que realizar la comparación entre ella y un ser mitológico, seguramente diría que se trataba de un hada, de una musa que quizás lo había hechizado en el primer momento o bien, de una sirena cuyo canto ahora lo tenía embrujado por completo. Tan entusiasmado estaba teniéndola cerca que apenas y notaba el ascenso que realizaban en aquel artefacto. -Me encanta verte sonreír.-Sincero, las palabras del hombre parecían emerger desde lo más profundo de su alma, pues para casi nadie era secreto que Cardew moría por aquella linda castaña. Aquel intempestivo e inesperado beso fue respondido con el mismo sentimiento de pertenencia y posesión que reclamaban los labios ajenos sobre los propios; las manos del joven se guiaron instintivamente hacia la cintura femenina, afianzándose de la misma delicada y firmemente; aunque ella pidiera soltarse, no lo haría. Ahora, se pertenecían en casi todos los sentidos y no estaba dispuesto a dejarla ir; por eso, cada beso a pesar de ser más delicado y tierno que el anterior, no significaba que fuese menos pasional y entregado, sino todo lo contrario; habiéndose besado todas esas veces, aquellos labios lo volvían dependiente, como si probarlos emulara el experimentar con una droga o algo parecido. Separándose tan solo un poco, aquel chico se entretuvo en delinear los pómulos del rostro femenino, para después besar sus mejillas con ternura y rodearla con los brazos de forma protectora. -Entonces déjame ser el que haga este tipo de cosas por ti.-Dijo, mientras el aroma del cabello de la chica inundaba sus sentidos. -Sé mía.-Pidió de forma directa, sin molestarse siquiera en seguir el protocolo de las típicas citas, donde lo correcto era decir “¿Quieres ser mi novia?” No, Cardew iba directo al grano e iba a pedirle entrega y posesión mutua de forma total.
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Mensaje por De'bunny Petrikov Miér Abr 03, 2013 8:01 pm

Debbonie sonreía porque estaba feliz de estar en ese lugar, de estar en el tiempo adecuado, de poder contemplar las estrellas, los colores de los globos. Era algo mágico, algo que en su vida había experimentado, pero que estaba en su lista inexistente de cosas por hacer. Estaba como perdida en todo el esplendor y la magnificencia del momento, únicamente colgada del cuello del pelinegro, observándolo como si él fuese un raro cometa que pasaba por su vida y al parecer llegaba para quedarse. No podía pedir más aquella noche, quizás si podía pero no se atrevía y no lo iba a hacer porque, después de todo, no tenían ninguna clase de compromiso y era la segunda vez que se veían. -Sólo tú me haces sonreír, ahora -dijo con sinceridad, disfrutando cada una de las tiernas caricias que él depositaba en su rostro, con tanto cariño con tanta ternura que Debbonie, por primera vez en mucho tiempo, de verdad se sintió querida. No obstante seguía manteniendo en su mente los planes que había tenido, pero en ese momento no pensaría en ello, simplemente se dejaría querer y se dejaría llevar por el viento y por el hombre que tenía delante. No solamente el globo ascendía lentamente, sino también el entusiasmo y las ganas de la castaña porque esa noche fuera inolvidable, no tanto para ella, sino para él que se notaba que de verdad estaba como hechizado por el color azul de los ojos de Debbonie, por el color de sus labios, por la textura de su suave piel. -De verdad gracias por darme estos momentos, superaste mis expectativas de una primera cita -se animó a confesar, y ese pequeño comentario no aminoro el color rosado intenso de sus mejillas ni la calidez que ahora tenía en el cuerpo. Pues cada que estaba más cerca de él, cada que sentía sus las firmes manos del pelinegro sobre su rostro, sobre su cintura toda ella temblaba en espera de algo que no sabía si quería que sucediera pero que si se daba no iba a evitar. -Claro que te dejaréhacer esto y mucho más por mí, no te dejaré escapar, eres el indicado para estar conmigo ahora -murmuro contra la barbilla de Christian, entrecerrando los ojos y centrándose en el cálido aliento de él rozar u piel de una forma que le hacía perder el equilibrio y por ello se abrazaba a un más a su cuerpo. El torso de Chris y el pecho de ella estaban tan cercanos, unidos, que podía escuchar los latidos de su corazón. No latía tan deprisa como el de ella, pero se acercaba aquella velocidad. La sola idea de pensar en las últimas palabras de ese moreno la descolocaba, le provocaba ganas de vomitar, a su corta edad no tenía idea si quería pertenecerle a alguien, entregarse por completo. Dicen que el fin justifica los medios. Entonces si se apegaba a ese dicho, no tenía por qué seguirse pensando su respuesta. Lo miro a los ojos, al tiempo que sus dedos acariciaban y delineaban cada parte de las mejillas de Christian con ansiedad y necesidad de seguirlo sintiendo cerca. -Se sólo mío, de nadie más -dijo apenas con un hilo de voz que sonó tan aterciopelado e inocente como seductor y provocativo. Debbonie podía ser joven, pero sabía que había que hacer para volver a un hombre loco de pasión, de necesidad y de amor por ella. Y quería que Christian llegara a ese grado para saber que de verdad era suyo. -Las palabras de las lleva el viento, Chris, mejor sígueme demostrando con actos que de verdad te importo, que de verdad mereces ser mío -sus palabras sonaron mitigadas, quizás poco claras, pues con cada palabra depositaba un beso sonoro y amoroso sobre los exquisitos labios del moreno al que seguía firmemente abrazada. -Demuéstrame que me quieres, dime, ¿qué darías para estar conmigo, qué harías? -tal vez no era tan importante que respondiera con una palabra. Muchas veces un acto o un presente dicen más que mil palabras. -Eres mío, Christian -le aseguro con una convicción que ni ella misma creyó ser capaz de demostrar en ese momento. Debbonie no tenía problemas en decirle aquellas dos palabras, así lo requería la situación y no se arrepentía de asegurar algo que ahora si era un hecho. Hizo que el pelinegro retrocediera, llevándolo hasta un rincón de la canastilla. Le acaricio los brazos con tanta delicadeza, que apenas y sus yemas lo tocaban, para después dirigirle las manos hasta la estrecha cintura que ella poseía, dándole permiso para que explorará lo que él deseaba y lo que ella quería que hiciera. -Hagamos que duré la noche…-.
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Mensaje por Cheslav M. Karkarov Vie Abr 05, 2013 2:45 am

El espectáculo que brindaban el resto de los globos aerostáticos en medio del cielo nocturno sin duda era algo magnífico, sublime; varias veces había presenciado lo mismo pero esta ocasión era más que especial, sobre todo porque estaba junto a ella. Ver cómo su mirada se iluminaba con tan solo observar los ojos de la chica con ese brillo tan extraño en la mirada. El pelinegro no se apartaba en lo absoluto de ella, absorto como estaba con las facciones de su rostro, siendo sonrojado por un tenue color rosado en los pómulos, lo que le daba cierto aspecto infantil y encantador. Decir que ella había conseguido hipnotizarlo era poco, pues la joven en pocas horas se había adueñado por completo de su voluntad; Christian ahora no era más que un simple títere en las manos de Debbonie pero a pesar de eso, estaba feliz, como nunca lo había estado. El tono en la voz de la castaña pronunciando cada palabra no hacía sino seguir manteniéndolo embelesado y a él le parecía que incluso la más fatídica de las noticias sonaría como un halago si era pronunciado por esos labios suyos que se movían lentamente cada que gesticulaban. Ignoraba aún hasta que punto ella había llegado a fascinarle, como cada poro de la piel parecía haberse impregnado con el aroma tan natural de la piel femenina en cuestión de minutos. Incapaz de responder a sus palabras, tan solo pudo sonreír de manera franca, sintiéndose invencible y poderoso mientras la tenía a su lado. Debbie le daba a Christian un ápice más a su ya de por sí elevado ego y amor propio; si bien el chico jamás había dependido de nadie y tampoco había necesitado el cariño de alguna persona, ahora tenía la sensación de que si no estaba junto a ella, perdería una parte importante de sí mismo, de su persona. -Ten por seguro que superaré cada día tus expectativas.-Abrazado a la delgada silueta de ella, una de sus manos se movió lentamente, señalando el cielo en todo su esplendor. -Puedes pedirme todo lo que cruce por tu mente, cualquier capricho, cualquier deseo…-Las palabras del joven eran demasiado ambiguas, pero no por ello carecían de sinceridad; hablaba con la verdad, se remitía a los hechos en concreto. -Y créeme que voy a complacerte.-Y efectivamente, el joven estaba demostrándole con actos que lo que sentía por ella no era algo de ‘solo una noche’ o solo una chica más. Si ella manifestaba el deseo de tener el mundo a sus pies, entonces él se lo concedería. Tener su pecho tan cercano al propio solo logró que un escalofrío recorriera su cuerpo y que el corazón comenzara a latirle con fuerza inusitada; externamente se mantenía tranquilo y sereno pero su interior era todo un lío. Cerró los ojos, escuchando las palabras de aquella fémina, dejando que por sus oídos llegase aquella onda sonora, con ese matiz seductor y aterciopelado que a Cardew le volvía loco por completo; Debbonie era una niña jugando a ser mujer, pero debía admitir que aquel juego le encantaba, la volvía más adorable ante los ojos del pelinegro inglés. -Sólo tuyo, de nadie más.-Pronunció con vehemencia, rindiéndose completamente ante el dominio que ejercía ella en él; le daba completamente igual que con esas palabras hubiese firmado una sentencia, su contrato de exclusividad donde se comprometía con una sola mujer simbólicamente. -Haría todo cuanto tú pidas… todo lo que quieras con tal que seas mía como yo soy tuyo.-Quizás en la emoción del momento Cardew había terminado por enloquecer; y sí, estaba loco porque aunque no lo demostrara, deseaba a la chica, la había convertido en su obsesión y necesitaba tenerla para ser feliz, para sentirse bien. La pertenencia que ambos manifestaban y el deseo abrumador que los envolvía se manifestaba de forma cada vez más latente; no había que ser un genio para darse cuenta de que ambos cuerpos parecían responder a cada roce, a cada caricia. Christian fue retrocediendo poco a poco hasta llegar a la esquina de aquel canastillo en el globo, apoyándose en el mismo para atraer a Debbie hacia sí, permitiéndose dejar que sus manos recorrieran la cintura femenina hasta descender a la cadera, efectuando una ligera presión en la misma, mientras sus labios buscaban los ajenos para sellarlos con un beso apasionado y un tanto brusco, como una manera de reclamar la atención que ahora deseaba, le prodigara la chica.
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Mensaje por De'bunny Petrikov Miér Abr 10, 2013 12:35 pm

Que una persona superara las expectativas de Debbonie era algo extraordinario, teniendo en cuenta que siempre quería más. Pero aquella noche Christian lo había logrado sin que ella así lo esperara y era lo mejor de todo. Se sentía a salvo con él y querida y esperaba retribuirle cada gesto de una forma especial con la que él se sintiera satisfecho. -Ahora sólo quiero que estemos juntos, no puedo pensar en desear algo más porque es todo lo que necesito en este momento -aseguro sin ningún rastro de mentira detectable en sus palabras. Cerró los ojos, sintiendo una tranquilidad que hacía mucho tiempo no experimentaba. Estando entre sus brazos, estaba segura que podía quedarse así hasta que amaneciera o hasta que tuvieran que bajar de aquel globo flotante. Antes de que Debbonie pudiera decir algo más, su cuerpo ya estaba completamente adherido al de él en un abrazo sumamente posesivo que la descolocaba un poco al grado de que sentía como sus rodillas temblaran amenazando con fallarle y desplomarse a los pies de aquel hombre que la hacía sentirse feliz en esos precisos momentos. No eran tan necesarias las palabras para demostrarle lo que él quería sentir. Correspondía al beso de la misma forma en la que él se lo dio, dejando que sus labios jugaran con los ajenos, que su lengua delineara el labio inferior del pelinegro antes de entrar lentamente a su boca. Era un terreno ya conocido que, aquella noche, aun no se cansaba de recorrer, de saborear y de reclamar como suyo cada que sus lenguas se encontraban con frenéticas caricias. No se dio cuenta cuando fue que rodeo el cuello de Chris con los brazos, acercándolo más a ella, queriendo sentirlo suyo con algo más que palabras. Acariciaba su nuca, con una de sus manos y sus dedos los entrelazaba a los mechones negros del cabello ajeno, presionando cada vez más rostro con el de ella con el único deseo de profundizar más el beso. Las cosquillas que sentía en su vientre fueron descendiendo hasta llegar a un lugar mucho más íntimo, que le provocaba un sonrojo infernal en las mejillas. Una de sus piernas estaba entre las de él, entonces no solamente era el beso lo que la ponía casi tan cálida como la temperatura del sol. Al darse cuenta de lo que estaba pasando con ella, que sus hormonas quisieran ganarle a sus neuronas, se separó precipitadamente de él y rió con nerviosismo al tiempo que relamió sus labios. Aún quedaba en ellos el embriagante sabor de los de Christian. Reprimió las ganas de arrojarse a los brazos de aquel ser que ya consideraba como suyo, y simplemente se acercó para quedar parada a su lado, ya sin tocarlo. Mantenía la mirada fija en los ojos negros de Chris, en lo que se apaciguaba un poco. Por suerte el aire frío que soplaba aquella noche ayudo para que despejara su cabeza. -Eres mío, Christian, y no te dejaré ir nunca -aseguro con firmeza y tomo una de las manos de Chris y entrelazo sus dedos con los de él. -Sólo espero que me aceptes tal y como soy, y que estés consiente de que, aunque parezco perfecta, tengo defectos y que muchas veces voy a hacer cosas sin pensar en las consecuencias. Sólo te pido que pase lo que pase después de hoy con nuestra relación y lo que gira alrededor de nosotros, no tengas dudas de que al único que quiero es a ti -Debbonie le decía eso esperando que él entendiera que el estilo de vida de la castaña era turbulento, por así decirlo, y a que por más que una chica intente ser buena no puede cambiar de la noche a la mañana. Sin embargo haría lo posible por comportarse, sin prometer nada en concreto. -Creo que ya es un poco tarde, Chris…-comenzó a decirle después de un rato de haber estado abrazada a él sin decir nada, sólo observando los colores de los globos. -¿Ya bajamos? Tengo que estar de regreso a casa antes de las doce o mi madre va a matarme -dijo entre risas, pues aquella hora le recordaba a los cuentos de Disney donde esa era como la hora mágica o de queda de cualquier princesa respetable. Se imaginaba bajar del globo corriendo y dejar una zapatilla ahí para que él la buscará por todo el reino. Negó con la cabeza por aquellas ideas y suspiro larga y profundamente. -Fue la mejor noche que he tenido en mucho tiempo -murmuro encogiendo los hombros. Estaba segura de que ya lo había dicho y demostrado, pero aún no se cansaba de agradecerle. -Es decir, vine aquí pensando que todo era una broma y, ve en que termino todo -añadió con ironía sin poder creer la suerte que poseía.
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Mensaje por Cheslav M. Karkarov Sáb Abr 13, 2013 7:15 pm

La noche seguía transcurriendo en perfecta calma y tranquilidad, todo saliendo justo y como él había planeado para hacer de esta una gran ocasión, memorable sobre todo. El calor que irradiaban las mejillas de la chica impactaba de lleno en su piel y la sensación que ello provocaba sin duda se asemejaba a una corriente eléctrica de alto voltaje que le recorría por entero el cuerpo. No había necesidad de intercambiar palabras cuando las miradas y caricias establecían un lenguaje propio para comunicar lo que ambos sentían sin necesidad de interferir siquiera. Él no necesitaba decirle cuánto es que le parecía indispensable ahora mismo en su vida, sino que dejaba que los hechos hablasen por sí solos. Cada beso sugería una necesidad creciente más intensa minuto a minuto, como si después de tanto tiempo buscando a la persona que le hiciera sentir tantas cosas a la vez, hubiese quedado unido a su vida y fuese incapaz de depender por sí mismo de sus actos, de reclamar aquella independencia de la que antes había gozado. Esclavizado sería la palabra perfecta para describir su nueva situación, pero sin embargo lo aceptaba con agrado porque era algo que realmente quería, el yugo más placentero que habían ceñido sobre él. Su lengua se adueñaba del interior de la boca ajena, recorriendo esa zona que si bien ya le era familiar, se trataba de algo sumamente adictivo con lo que difícilmente podía lidiar. El cuerpo masculino mantenía cerca suyo a aquella fémina tan bella como sensual y la sola cercanía le hacía desear tenerla en sus brazos. La sola idea provocaba que la entrepierna del pelinegro comenzase a tomar una forma más obvia dentro de la tela del pantalón; instintivamente, aferró a Debbonie de la cadera para acercarla más y presionarse contra ella, buscando hacerle sentir lo que probablemente ya había notado: que lo tenía tan excitado que le era casi imposible contenerse. La reacción de la chica le indicaba que estaban sintiendo lo mismo, y sin embargo cuando ella se separó, supo que era lo mejor. Por mucho que la deseara no podía hacerla suya en ese preciso momento y lugar, sobre todo si aún no estaba lista. Suspiró, pasándose la mano por el cabello y dejando que la brisa fresca de la noche le ayudara a despejarse un poco para no terminar cometiendo una canallada. Secundó la risa de la castaña, un tanto nervioso por lo que acababa de suceder. No dijo nada pues no hacía falta, pero era evidente que si no hubiera hecho caso a la poca cordura que le quedaba, la ropa hubiera salido sobrando en esa ocasión. -Intentaré que las cosas vayan lo mejor posible entre los dos y trataré de entender la vida que tenías antes de estar conmigo, pero te pido que entiendas o al menos intentes comprender la mía, para evitarnos conflictos innecesarios que quizás se presenten.-Más que nada era precisamente porqué no sabía cómo reaccionarían sus amigas y su hermana cuando les diera la noticia de su más reciente relación. Estando con ella ni siquiera se percataba del tiempo y tampoco de todo lo que transcurría a su alrededor, por lo que cuando ella volvió a hablarle fue como devolverlo a la realidad otra vez. Esbozó una leve sonrisa ante el comentario de la hora de regreso y asintió, aprovechando el abrazo en que se encontraban para besar cariñosamente su frente. -Por supuesto que sí, princesa. No queremos que tu madre se enoje porque no te he llevado a casa puntualmente.-No pudo evitar reír con cierta ironía al darse cuenta de que parecían estar inmersos en una situación sacada de un libro infantil. Apartándose un poco, se acercó hacia el fuego que inflaba con calor aquel colorido globo, para ir disminuyendo la intensidad del mismo y de ésta manera ir descendiendo poco a poco en una de las áreas verdes más grandes de Central Park, cercana a la zona donde Cardew había dejado aparcado su auto al llegar a la cita. Una vez que por fin la canastilla del globo tocó tierra firme, el calor del mismo había sido extinguido por completo en medio de un aterrizaje perfecto. Con cuidado, Christian abrió la pequeña puerta, saliendo primero él para después tomar la mano de su novia y ayudarla a poner los pies en la tierra. -La noche aún no termina. No puedo permitir que la princesa sea escoltada a casa como una plebeya cualquiera.--Y es que sí, él había pensado en todo. Abrazándola comenzó a caminar junto a ella, rumbo a la salida del parque para llegar hacia el auto, trayecto que no les demoró más de diez minutos. En todo el camino, Christian no dejaba de maravillarse por lo hermosa que era la chica a su lado. Cuando llegaron, el pelinegro se apresuró a abrir primero la puerta del copiloto de aquel Ferrari . Una vez que la chica entró en el auto, cerró con cuidado y dio la vuelta, procediendo a tomar su lugar como conductor. -Ahora que lo pienso.-Dijo dudoso, mientras se colocaba el cinturón de seguridad, y acariciaba la mano de Bonnie. -No sé donde vives, así que tendrás que guiarme.-Murmuró, robándole un rápido y fugaz beso en los labios mientras esperaba sus indicaciones.
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