2013
Ahora mismo si estas planteándote en inscribirte en esta prestigiosa universidad es por que has pasado esta etapa, pero bueno, ¡eso cosa del pasado! Olvídalo, pon eso en un rincón de tu memoria.
Ahora estás viviendo el año 2013 en la Universidad de Brown, situada cerca del corazón de Nueva York.
¿Estás aquí por elección propia, por el sueño de convertirte en alguien famoso en la vida? ¿Por qué tus padres tienen una cuenta bancaria muy grande? ¿O tal vez por obligación?
Sea la razón que sea el resultado es el mismo, estas en una de las mejores universidades de América, pero aquí no te daremos 'la comida masticada' lo cual si de verdad deseas llegar a ser alguien en la vida tendrás que currártelo, aquí no regalamos nada.
¡Casi lo olvido! Tal vez exijamos mucho, pero tampoco descartes la idea de tener un poco de diversión. Fiesta, alcohol, sexo, drogas.
En resumen, el libertinaje total.
Para Algunos, la diversión significa dormir en tantas camas como sea posible, para otros, las compras y manicura son las cosas más importantes en su vida y siempre habrá los -por su padres- tienen dinero y reputación.
Pero dejando todo eso atrás, en la oscuridad de Brown se esconden varias personas que pertenecen a una especie de secta, un grupo donde su intenciones no son exactamente buenas. Se hacen reconocer por 'la logia', una panda de personas donde jugarán con cualquier persona que les apetezca. Les gusta ver sufrir a los demás, viven a costa de ellos. ¿Que pasa? ¿A caso tienes miedo de ser su próximo elegido? Tranquilo, como en los cómics y películas de Stan Lee donde hay un villano, hay un super héroe, e aquí nuestros super héroes se hace llamar anti logia, un grupo donde quieren la paz en la universidad y acabar con toda esa crueldad.
Y dime, ¿quien eres tu? ¿Eres un becado? ¿Un estudiante normal? ¿O tal vez te guste la idea de pertenecer a la logia? Otra posibilidad es que quieras cumplir el sueño de todo niño, ser un super héroe y pasar a ser miembro de la anti logia pero...
Seas lo que seas, se bienvenido a Brown University.
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El café quema y tu también {Marshall Mounier}
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El café quema y tu también {Marshall Mounier}
Miré mi reloj una y otra vez, nerviosa, ansiosa y todo lo que le seguía. Era mi primera semana en la gran New York, todavía no puedo creer que ya llegue a esta cuidad. Pero... todo para mi es horrible, solo entiendo la mitad de lo que habla la gente ya que su ingles es demasiado rápido, nadie entendía bien cuando les hablaba, incluso llegue a insultar a alguna gente en Italiano por cosas simples. He cambiado, ya no podía ser la Belle de Italia, o eso trataba de hacer, esa maldita reputación que me dejo por los suelos... Yo no le hacia daño a nadie... solo, hacia lo que mejor sabia hacer, ahora es historia perdida.
Miré una y otra vez la calle antes de cruzar, estaba inquieta, un tanto desorientada, tenia que partir de cero, hacer entender a mis padres que yo podía arreglármelas para subsistir, que podía hacerme cargo de mi misma. Y lo que mas quería... era poder vivir de lo que amo. Pero como toda gran persona... tenia que partir de abajo, si, desde cero. Iniciando con trabajar en algún local de comida. Si, sería un buen inicio para demostrar que podía ser más que un rostro bonito. Volví a mirar el reloj nerviosa, no esperaba a nadie y no iba a ningún lugar en especifico, simplemente sentía que me iba perdiendo en el pasar de los minutos. Escuche unos cuantos silbidos de la calle de en frente. Hombres, claro está diciendo cosas hermosas un tanto eróticas y con sus gestos, la Belle que deje hubiera... hubiera ido con esos hombres a pasarla bien un rato. Pero... es estúpido. No quiero volver a sacar a esa Belle puta que llevaba en mi, todos los que tocaron mi cuerpo... solo... son simples personas. Esto me provoca...
Voltee la mirada no haciendo caso a los silbidos y doble en la siguiente esquina. Di un gran suspiro, estaba perdida dentro de mi. ¿Tan malo podía ser sacar de nuevo a esa chica sensual que tenia en Italia? La respuesta es obvia, perdería el respeto que trato de ganar en esta cuidad, pero todo se hace complicado. No me puedo resistir al aroma de un buen hombre, a sus encantos, miradas, tacto...
Lo mismo me pasaba con las mujeres, tan frágiles, un tanto tiernas, amorosas... Esto me esta dominando. Tenia que sacar esos pensamientos de mi mente, si partía con alguien... no podía evitar desear a mas personas.
Sacudi un poco mi cabeza y volvi a doblar en la siguiente esquina, trate de distraerme mirando los carteles y restaurantes, solo trataba de mirar los colores y no pensar en nada más, hasta que vi un letrero que llamo mi atención de inmediato.
Pensé para mi misma que era una oportunidad del destino, quiere darme la oportunidad de demostrar lo que era capaz, la verdad yo soy capaz de todo para cerrarle a la boca a la gente que no cree en mi. Sobre todo... Haría lo imposible por cerrarle la boca a mi familia. Arregle un poco mi cabello suelto, subí mas arriba la mochila que tenia en la espalda y me arremangue la playera que poseía unos cuantos cortes para darle algo de estilo. Entré al local con una sonrisa simple, nada falsa. Al abrir la puerta una pequeña campana sonó haciendo que volteara a mirar la parte superior de la puerta y luego la cerré con sumo cuidado, tenia un buen ambiente aquel café que podia definir como tal por todo equipamiento que había para este. Desvié mi mirada a la gente que conversaba tranquilamente unos segundos y me alegre un tanto Todo parecía sacado de película a mi parecer. Me acerque a la barra con grandes aires y me senté en una de las sillas cerca de la caja registradora, del otro lado del mostrador un joven yacía limpiando la superficie de esta con un paño blanco, puliendo una y otra vez la misma parte que ya había limpiado, no le veía bien el rostro para nada y dudo que haya notado mi presencia. —Scusa. —Le hable en italiano ya que llamaría más su atención que un ingles mal pronunciado.
Miré una y otra vez la calle antes de cruzar, estaba inquieta, un tanto desorientada, tenia que partir de cero, hacer entender a mis padres que yo podía arreglármelas para subsistir, que podía hacerme cargo de mi misma. Y lo que mas quería... era poder vivir de lo que amo. Pero como toda gran persona... tenia que partir de abajo, si, desde cero. Iniciando con trabajar en algún local de comida. Si, sería un buen inicio para demostrar que podía ser más que un rostro bonito. Volví a mirar el reloj nerviosa, no esperaba a nadie y no iba a ningún lugar en especifico, simplemente sentía que me iba perdiendo en el pasar de los minutos. Escuche unos cuantos silbidos de la calle de en frente. Hombres, claro está diciendo cosas hermosas un tanto eróticas y con sus gestos, la Belle que deje hubiera... hubiera ido con esos hombres a pasarla bien un rato. Pero... es estúpido. No quiero volver a sacar a esa Belle puta que llevaba en mi, todos los que tocaron mi cuerpo... solo... son simples personas. Esto me provoca...
Voltee la mirada no haciendo caso a los silbidos y doble en la siguiente esquina. Di un gran suspiro, estaba perdida dentro de mi. ¿Tan malo podía ser sacar de nuevo a esa chica sensual que tenia en Italia? La respuesta es obvia, perdería el respeto que trato de ganar en esta cuidad, pero todo se hace complicado. No me puedo resistir al aroma de un buen hombre, a sus encantos, miradas, tacto...
Lo mismo me pasaba con las mujeres, tan frágiles, un tanto tiernas, amorosas... Esto me esta dominando. Tenia que sacar esos pensamientos de mi mente, si partía con alguien... no podía evitar desear a mas personas.
Sacudi un poco mi cabeza y volvi a doblar en la siguiente esquina, trate de distraerme mirando los carteles y restaurantes, solo trataba de mirar los colores y no pensar en nada más, hasta que vi un letrero que llamo mi atención de inmediato.
''Se busca alguien para trabajar en turnos de mañana.''
Pensé para mi misma que era una oportunidad del destino, quiere darme la oportunidad de demostrar lo que era capaz, la verdad yo soy capaz de todo para cerrarle a la boca a la gente que no cree en mi. Sobre todo... Haría lo imposible por cerrarle la boca a mi familia. Arregle un poco mi cabello suelto, subí mas arriba la mochila que tenia en la espalda y me arremangue la playera que poseía unos cuantos cortes para darle algo de estilo. Entré al local con una sonrisa simple, nada falsa. Al abrir la puerta una pequeña campana sonó haciendo que volteara a mirar la parte superior de la puerta y luego la cerré con sumo cuidado, tenia un buen ambiente aquel café que podia definir como tal por todo equipamiento que había para este. Desvié mi mirada a la gente que conversaba tranquilamente unos segundos y me alegre un tanto Todo parecía sacado de película a mi parecer. Me acerque a la barra con grandes aires y me senté en una de las sillas cerca de la caja registradora, del otro lado del mostrador un joven yacía limpiando la superficie de esta con un paño blanco, puliendo una y otra vez la misma parte que ya había limpiado, no le veía bien el rostro para nada y dudo que haya notado mi presencia. —Scusa. —Le hable en italiano ya que llamaría más su atención que un ingles mal pronunciado.
Belle Attraenti- Fecha de inscripción : 22/01/2013
Edad : 29
Re: El café quema y tu también {Marshall Mounier}
Me moría lentamente mientras esperaba la atención del muchacho, también mire por el momento a la otra gente solo con un ligero movimiento de cabeza, de seguro muchos nunca han echo algo por ellos, todo lo obtienen así de fácil, sus familias quizá los apoyan también... Me seguía frustrando sola.
«Maldita sea.» Fue lo único que pude pensar, al parecer eso de las oportunidades del destino se revoco al ver aquel chico, sentí que me desplomé por un momento con tan solo ver su rostro. Luego pasé mi mano por mi rostro como si estuviera despertando o saliendo de un trance, bueno, era así, había caído en un ligero trance con aquel chico. Acto seguido después de la mano en mi rostro fue apoyar mi brazo con mi mano a una posición de noventa grados para apoyar mi cabeza, solo lo miré detenidamente hasta que bufé frente a sus palabras. —Si hablo ingles. —Le conteste tratando de hacerlo lo mas real posible, solo le logre entender porque habló lentamente ya que se dio cuenta de mi idioma... Hablando de pronunciaciones, dude un momento y moví la cabeza un tanto inclinandola aún sosteniéndola en mi mano. —Non merci. —Curvé mis labios en una media sonrisa y una mirada soñolienta, trataba de aniquilar mis pensamientos de volver a ser una rápida, fácil. Es que si hubieran visto a ese chico...
Se notaba que no era de nacionalidad Americana, era cosa de mirar su acento, pero se le tendía más que él mío,era Francés, estaba segura de eso. Iba a Francia un par de veces, pero deje de hacerlo sin motivo alguno... Me aburría recorrer siempre lo mismo, pero he de decir que los chicos de allá.... uff.
Comencé a jugar con mi otra mano sobre el mostrador pasando mi dedo aburrida, más bien buscando las palabras para solicitar el empleo, tenia que iniciar de abajo, ni aunque me ofrecieran algo mejor cambiaría, tengo que saber estar desde abajo y saber que fruto me da el avanzar, no quiero llamar a mis padres y decirles ''—Ustedes ganan, no puedo mantenerme sola, estudiaré lo que ustedes querían. —'' Simplemente no, me rehusaba a esa idea y solo tenia un tiempo para demostrar que cuando tenia algo en mente hacía cualquier cosa por lograrlo, derrumbar gente también...
Me enderecé en el asiento y trate de buscar las palabras en Francés para facilitar lo que quería conseguir. —La l'affiche. —Si, tampoco es tan bueno mi francés. Señalé hacia afuera con la mano sin voltearme, solo hacia contacto visual matando algunos deseos internos... creo que lo mío es una enfermedad. —J'ai besoin de travailler. —Le decía que necesitaba trabajar.
«Maldita sea.» Fue lo único que pude pensar, al parecer eso de las oportunidades del destino se revoco al ver aquel chico, sentí que me desplomé por un momento con tan solo ver su rostro. Luego pasé mi mano por mi rostro como si estuviera despertando o saliendo de un trance, bueno, era así, había caído en un ligero trance con aquel chico. Acto seguido después de la mano en mi rostro fue apoyar mi brazo con mi mano a una posición de noventa grados para apoyar mi cabeza, solo lo miré detenidamente hasta que bufé frente a sus palabras. —Si hablo ingles. —Le conteste tratando de hacerlo lo mas real posible, solo le logre entender porque habló lentamente ya que se dio cuenta de mi idioma... Hablando de pronunciaciones, dude un momento y moví la cabeza un tanto inclinandola aún sosteniéndola en mi mano. —Non merci. —Curvé mis labios en una media sonrisa y una mirada soñolienta, trataba de aniquilar mis pensamientos de volver a ser una rápida, fácil. Es que si hubieran visto a ese chico...
Se notaba que no era de nacionalidad Americana, era cosa de mirar su acento, pero se le tendía más que él mío,era Francés, estaba segura de eso. Iba a Francia un par de veces, pero deje de hacerlo sin motivo alguno... Me aburría recorrer siempre lo mismo, pero he de decir que los chicos de allá.... uff.
Comencé a jugar con mi otra mano sobre el mostrador pasando mi dedo aburrida, más bien buscando las palabras para solicitar el empleo, tenia que iniciar de abajo, ni aunque me ofrecieran algo mejor cambiaría, tengo que saber estar desde abajo y saber que fruto me da el avanzar, no quiero llamar a mis padres y decirles ''—Ustedes ganan, no puedo mantenerme sola, estudiaré lo que ustedes querían. —'' Simplemente no, me rehusaba a esa idea y solo tenia un tiempo para demostrar que cuando tenia algo en mente hacía cualquier cosa por lograrlo, derrumbar gente también...
Me enderecé en el asiento y trate de buscar las palabras en Francés para facilitar lo que quería conseguir. —La l'affiche. —Si, tampoco es tan bueno mi francés. Señalé hacia afuera con la mano sin voltearme, solo hacia contacto visual matando algunos deseos internos... creo que lo mío es una enfermedad. —J'ai besoin de travailler. —Le decía que necesitaba trabajar.
Belle Attraenti- Fecha de inscripción : 22/01/2013
Edad : 29
Re: El café quema y tu también {Marshall Mounier}
Sus palabras comenzaron a chocarme un poco, no tanto a enojarme, sentía que estaba jugando conmigo, pero no podía juzgar eso tan bien todavía. El pasar siempre por los lugares de Europa me daba más que nada la oportunidad de experimentar otros idiomas, quien lo diría, puedo decir que ahora eso me ayuda.
Me recordé esos lugares de alta costuras, esos restaurantes, donde no aceptaban a meseros que no tuvieran un alto manejo de los idiomas, recuerdo la escena del jefe del lugar retando a una joven, no sabía la razón, solo fui interrumpida al saber porque por mi irritable hermana que estaba contando algo y tenía que darle mi atención aunque en realidad no lo hiciera. Esa chica enserio me frustraba, tan perfecta que era para mis padres, claro, porque ella no quiere rebelarse, a veces me pregunto si esconderá otra cosa bajo ese rostro, quizá sí, quizá no, pero eso ya no me incumbe en absoluto a mí.
La pregunta del mucha por supuesto que tenían respuesta, y claro, el mismo se respondió, más que inteligente era saber apreciar las oportunidades que te daban, yo la aproveche al máximo cuando estuve en ciertos lugares, pero por supuesto ningún idioma que tu hables se te dará tanto como el natal. Me pareció para nada extraño que el dueño no estuviese, bueno, no sé qué tanto, pero los dueños no están la mayoría del tiempo, eso lo sé perfectamente con mi padre, quien nunca está en todas sus empresas, mas los empleados dan la cara. Algo de él me extrañaba, simplemente no me cavia, ¿Nunca les ocurrió eso?
Remoje un poco mis labios y vi como el muchacho que aún se me hacía difícil no embobarme o no pasar ideas no muy gratas en mi cabeza se dio la vuelta por la barra, supuestamente me ayudaría con el trabajo.
En ningún momento despegue mis ojos de los suyos, era algo estático algo que ninguno de los rompía y deseara romper, por un momento baje la mirada y me percaté que tenia impregnado en la ropa en la parte superior un poco más abajo del hombro su nombre, ‘’Marshall’’. No podía pensar más allá que era un nombre simple, sin nada que asombrarse. Tome su mano que me ofrecía solo por cortesía, el contacto de estas solo lo ignore, aunque esa maldita electricidad me recorriera, yo estaba enfocada, no quería echar a perder las cosas que tenía planeada, no por “Marshal”. Le solté la mano rápidamente y solo obedecí a donde me indicaba su otra mano. Solo deje que el tomara la delantera a donde quisiera llevarme ¿Qué podía pasar? Nada, absolutamente nada. Comencé a dar paso firme detrás de él hasta que llegamos a una puerta y el la abrió dándome la pasada, me mantenía completamente sin expresión nada, ni siquiera una sonrisa, esta nublada en mis pensamientos, todavía con mi hermana dentro de ellos. Era como una oficina, esas que hay en los colegios y cosas así, pequeña pero acogedora, me dispuse a sentarme en la silla que más estaba hacia la salida, era una especie de entrevista, lo que más me agradaba, note el sarcasmo en mis otras palabras. —Désolé. je m'appelle Belle Attraenti, Monsieur Marshall. —Pedí disculpas al no presentarme, ni siquiera el joven sabia mi nombre y yo si sabía el suyo, para que no quedara confundido apunté a la parte inferior de su hombro izquierdo donde tenía tallado el nombre en la placa de oro. Me mordí por inercia el labio inferior, remojándolo un poco con mi lengua ¿Qué seguiría después de la entrevista? Sería bastante desilusionado no conseguir el trabajo.
Me recordé esos lugares de alta costuras, esos restaurantes, donde no aceptaban a meseros que no tuvieran un alto manejo de los idiomas, recuerdo la escena del jefe del lugar retando a una joven, no sabía la razón, solo fui interrumpida al saber porque por mi irritable hermana que estaba contando algo y tenía que darle mi atención aunque en realidad no lo hiciera. Esa chica enserio me frustraba, tan perfecta que era para mis padres, claro, porque ella no quiere rebelarse, a veces me pregunto si esconderá otra cosa bajo ese rostro, quizá sí, quizá no, pero eso ya no me incumbe en absoluto a mí.
La pregunta del mucha por supuesto que tenían respuesta, y claro, el mismo se respondió, más que inteligente era saber apreciar las oportunidades que te daban, yo la aproveche al máximo cuando estuve en ciertos lugares, pero por supuesto ningún idioma que tu hables se te dará tanto como el natal. Me pareció para nada extraño que el dueño no estuviese, bueno, no sé qué tanto, pero los dueños no están la mayoría del tiempo, eso lo sé perfectamente con mi padre, quien nunca está en todas sus empresas, mas los empleados dan la cara. Algo de él me extrañaba, simplemente no me cavia, ¿Nunca les ocurrió eso?
Remoje un poco mis labios y vi como el muchacho que aún se me hacía difícil no embobarme o no pasar ideas no muy gratas en mi cabeza se dio la vuelta por la barra, supuestamente me ayudaría con el trabajo.
En ningún momento despegue mis ojos de los suyos, era algo estático algo que ninguno de los rompía y deseara romper, por un momento baje la mirada y me percaté que tenia impregnado en la ropa en la parte superior un poco más abajo del hombro su nombre, ‘’Marshall’’. No podía pensar más allá que era un nombre simple, sin nada que asombrarse. Tome su mano que me ofrecía solo por cortesía, el contacto de estas solo lo ignore, aunque esa maldita electricidad me recorriera, yo estaba enfocada, no quería echar a perder las cosas que tenía planeada, no por “Marshal”. Le solté la mano rápidamente y solo obedecí a donde me indicaba su otra mano. Solo deje que el tomara la delantera a donde quisiera llevarme ¿Qué podía pasar? Nada, absolutamente nada. Comencé a dar paso firme detrás de él hasta que llegamos a una puerta y el la abrió dándome la pasada, me mantenía completamente sin expresión nada, ni siquiera una sonrisa, esta nublada en mis pensamientos, todavía con mi hermana dentro de ellos. Era como una oficina, esas que hay en los colegios y cosas así, pequeña pero acogedora, me dispuse a sentarme en la silla que más estaba hacia la salida, era una especie de entrevista, lo que más me agradaba, note el sarcasmo en mis otras palabras. —Désolé. je m'appelle Belle Attraenti, Monsieur Marshall. —Pedí disculpas al no presentarme, ni siquiera el joven sabia mi nombre y yo si sabía el suyo, para que no quedara confundido apunté a la parte inferior de su hombro izquierdo donde tenía tallado el nombre en la placa de oro. Me mordí por inercia el labio inferior, remojándolo un poco con mi lengua ¿Qué seguiría después de la entrevista? Sería bastante desilusionado no conseguir el trabajo.
Belle Attraenti- Fecha de inscripción : 22/01/2013
Edad : 29
Re: El café quema y tu también {Marshall Mounier}
Mis ojos se pusieron en blanco, no era la primera y dudo mucho que sea la última vez que me vallan a decir eso ‘’resalta tu mayor cualidad. ’’ Eso era típico de la gente que no mira más allá de lo físico y suena bastante irónico viniendo de mi, pero era verdad. Todo mi nombre es una muestra de narcismo de mi familia en todo sentido: Belle Desire Attraenti Jolie. Solo hacía falta traducir esas palabras en italiano y francés y darían como resultado un lindo nombre egocéntrico.
Su forma en la cual se acomodo se me hizo algo… extraño. Pareciera que esto fuera una clase de estudio más que una entrevista, pero no podía decir nada al respecto, me mordía la lengua tragándome alguna de las cosas que pasaban este momento por mi cabeza. Remojé mi labio con mi lengua y analicé cada una de las preguntas, también, buscando las palabras para decirlas con fluidez. ‘’ ¿Estudias? ’’ Entraré a estudiar, fui aceptada en Brown, una excelente Universidad, todavía no le digo a mis padres que no estudie con la carrera de administración que ellos tenían planteada para mí desde siempre, no.
La desesperación por lograr mi objetivo se iba implementando a medida que llegaría el día en que les diga y de seguro no quieran saber nada de mí, y no me importaría. “¿Es tu primer trabajo? “ Eso me hizo recordar la vez en la que peleé con mi madre no me acuerdo porque tontería, solo sé que termine todo un verano trabajando en cálculos ayudando a la secretaría con unas cuentas con demasiadas cifras y porcentajes que revolviendo mi cerebro, los cuales todavía puedo dibujar en mi mente, miles y miles de facturas y números. ‘’ ¿Dónde te ves en cuatro años más? “Había dado en el clavo aquel chico, me conecté con su mirada y una de las comisuras de mis labios se levanto en una media sonrisa. Con una mirada soñadora. ¿Dónde estaría?
Quizá, aun no en la cima, quizá, no reconocida al nivel que quiero, pero se, que, de alguna u otra manera, estaré cerca de la cima, donde podré mirar y no tendré remordimientos de la gente que deje atrás, la gente que use, de nada, solo, disfrutar que logre lo que quería aunque nadie creyó en mí.
—Entré a la Universidad de Brown. —Comencé a responder sus preguntas en orden aún con la mirada soñadora después de haber analizado la última pregunta. —Experiencia laboral tengo, pero no en este tipo de área —Mi ingles era diferente al Americano, concordando que he pasado tiempo en Inglaterra. —¿En cuatro años? —Volví a pensarlo un segundo pero sabía en el fondo la respuesta. —Llegando a la cima. —Un suspiro se escapo por un momento. —Llegando… y, ver lo lejos que he llegado.
Su forma en la cual se acomodo se me hizo algo… extraño. Pareciera que esto fuera una clase de estudio más que una entrevista, pero no podía decir nada al respecto, me mordía la lengua tragándome alguna de las cosas que pasaban este momento por mi cabeza. Remojé mi labio con mi lengua y analicé cada una de las preguntas, también, buscando las palabras para decirlas con fluidez. ‘’ ¿Estudias? ’’ Entraré a estudiar, fui aceptada en Brown, una excelente Universidad, todavía no le digo a mis padres que no estudie con la carrera de administración que ellos tenían planteada para mí desde siempre, no.
La desesperación por lograr mi objetivo se iba implementando a medida que llegaría el día en que les diga y de seguro no quieran saber nada de mí, y no me importaría. “¿Es tu primer trabajo? “ Eso me hizo recordar la vez en la que peleé con mi madre no me acuerdo porque tontería, solo sé que termine todo un verano trabajando en cálculos ayudando a la secretaría con unas cuentas con demasiadas cifras y porcentajes que revolviendo mi cerebro, los cuales todavía puedo dibujar en mi mente, miles y miles de facturas y números. ‘’ ¿Dónde te ves en cuatro años más? “Había dado en el clavo aquel chico, me conecté con su mirada y una de las comisuras de mis labios se levanto en una media sonrisa. Con una mirada soñadora. ¿Dónde estaría?
Quizá, aun no en la cima, quizá, no reconocida al nivel que quiero, pero se, que, de alguna u otra manera, estaré cerca de la cima, donde podré mirar y no tendré remordimientos de la gente que deje atrás, la gente que use, de nada, solo, disfrutar que logre lo que quería aunque nadie creyó en mí.
—Entré a la Universidad de Brown. —Comencé a responder sus preguntas en orden aún con la mirada soñadora después de haber analizado la última pregunta. —Experiencia laboral tengo, pero no en este tipo de área —Mi ingles era diferente al Americano, concordando que he pasado tiempo en Inglaterra. —¿En cuatro años? —Volví a pensarlo un segundo pero sabía en el fondo la respuesta. —Llegando a la cima. —Un suspiro se escapo por un momento. —Llegando… y, ver lo lejos que he llegado.
Belle Attraenti- Fecha de inscripción : 22/01/2013
Edad : 29
Re: El café quema y tu también {Marshall Mounier}
Al escuchar sus palabras Belle se enderezó mejor en la silla, no olvidando de donde provenía. En sí, muchos pensarían que esta chica lo tiene todo, pero no es así. Ahora mismo está luchando por querer estudiar lo que quiere, ahora mismo está luchando para poder mantenerse sola y no quedarse en la casa del señor Christensen. Cuando algo lo tiene en mente esta chica nadie se lo quitaba, ¿Cuándo iban a ver a una chica de gran familia arrastrarse como los pueblerinos en busca de una oferta de trabajo para ayudar a su bienestar económico? Nunca, menos alguien como ella.
Belle no se movió ningún centímetro cuando el joven acercó su rostro, comenzó a contemplarlo un momento mientras la voz de este hacía que el pulso de su corazón se acelerara bastante, eso nadie lo podía notar, ni el mismísimo Marshall. Nunca fue alguien que pudiera demostrar la importancia que le daba a las cosas o a la gente, menos solo un aceleramiento en las palpitaciones de su corazón, ¿Estaba nerviosa? No, encantada sería la palabra.
Respiró hondamente. ¿Un favor?, ¿Qué clase de favor sería ese?, un favor para Belle podría tratarse de muchas cosas; dinero, secreto, sexo… Nunca está segura cuando le piden un simple “favor.” Relamió sus labios y desvió la mirada al piso pero no por incomodidad, más bien para meditar bien sus palabras y actuar bien.
—Cuando hablo de todo… es todo —reconoció la chica sin levantar la vista aún, mordiéndose el labio inferior—si no lo das todo… es que nunca luchaste en su totalidad —inquirió levantando al fin la mirada hacía los ojos del joven masacrándolos o apuñalándolos si pudiera, era una fiera nunca nadie le ganaba, estaba dejando de lado lo atractivo que fuera el empleado. —No me importa el área si es mi trabajo, lo haré excelente —la comisura de su labio se subió hacia arriba y sus ojos se entrecerraron aún mirando al joven. La joven hizo retroceder el rostro de Marshall tomando ella posesión de la mesa, colocando sus codos para sostener su frágil cabeza intentando ser más que una cara bonita. —Las apariencias engañan señor Marshall, se nota a kilómetros que el dinero no me hace falta, pero… Eso es lo que se ve, ¿no? Cuando hablo de llegar a la cima, todo aquel que llega a ella a partido del fondo, sin apoyo u otro, ¿No lo creé así?—suspiró.— No me diga que le hace falta a dinero a usted, esos lentes son de marca junto con aquella ropa, no creo que un mesero aquí gane tan bien como para aquello, buscamos lo mismo —finalizó alzando ambas cejas retándolo un poco con la mirada, el corazón le seguía palpitando velozmente.
Belle no se movió ningún centímetro cuando el joven acercó su rostro, comenzó a contemplarlo un momento mientras la voz de este hacía que el pulso de su corazón se acelerara bastante, eso nadie lo podía notar, ni el mismísimo Marshall. Nunca fue alguien que pudiera demostrar la importancia que le daba a las cosas o a la gente, menos solo un aceleramiento en las palpitaciones de su corazón, ¿Estaba nerviosa? No, encantada sería la palabra.
Respiró hondamente. ¿Un favor?, ¿Qué clase de favor sería ese?, un favor para Belle podría tratarse de muchas cosas; dinero, secreto, sexo… Nunca está segura cuando le piden un simple “favor.” Relamió sus labios y desvió la mirada al piso pero no por incomodidad, más bien para meditar bien sus palabras y actuar bien.
—Cuando hablo de todo… es todo —reconoció la chica sin levantar la vista aún, mordiéndose el labio inferior—si no lo das todo… es que nunca luchaste en su totalidad —inquirió levantando al fin la mirada hacía los ojos del joven masacrándolos o apuñalándolos si pudiera, era una fiera nunca nadie le ganaba, estaba dejando de lado lo atractivo que fuera el empleado. —No me importa el área si es mi trabajo, lo haré excelente —la comisura de su labio se subió hacia arriba y sus ojos se entrecerraron aún mirando al joven. La joven hizo retroceder el rostro de Marshall tomando ella posesión de la mesa, colocando sus codos para sostener su frágil cabeza intentando ser más que una cara bonita. —Las apariencias engañan señor Marshall, se nota a kilómetros que el dinero no me hace falta, pero… Eso es lo que se ve, ¿no? Cuando hablo de llegar a la cima, todo aquel que llega a ella a partido del fondo, sin apoyo u otro, ¿No lo creé así?—suspiró.— No me diga que le hace falta a dinero a usted, esos lentes son de marca junto con aquella ropa, no creo que un mesero aquí gane tan bien como para aquello, buscamos lo mismo —finalizó alzando ambas cejas retándolo un poco con la mirada, el corazón le seguía palpitando velozmente.
Belle Attraenti- Fecha de inscripción : 22/01/2013
Edad : 29
Re: El café quema y tu también {Marshall Mounier}
"Una vez un chico me dijo que no creía en la inocencia ni del mismo universo. Ahora sé a lo que refería.” Belle reflexionó sus palabras, pensando que… quizá ahora se explicaba cómo la gente vana caía frente a una mirada de inocencia pura, cuando detrás de ella podía haber mucho, pero mucho más, eso era lo que salvaba o salvó a Belle de un par de cosas allá en Italia, su simple rostro y sus aires de actitud poco modesta y prejuiciosa. Aquel consejo que Marshall acababa de soltar, lo tomaría como una especia de regalo, algo de lo que acordarse antes de actuar de seguro con cierta gente, algo que no desperdiciaría.
Belle soltó un bufido frente a su pregunta—. No del todo—seguía con su mirada cada movimiento del chico, sin que se le escapara ninguno, gravaba en su mente cada centímetro de esto, le llamaba la atención como actuaba el tipo de gente parecido a ella, parecido a él mejor dicho. Volvió a sentarse en su sitio y acercar su rostro al de la chica, Belle no pudo evitar alzar una ceja frente a la cercanía, esta entrecerró los ojos no muy seguros de los indicios del chico. Tenerlo tan cerca dejó a la chica percatarse de los ojos del chico, su composición. Muchos dicen que los ojos son la ventana del alma, Belle decía que los ojos son la clave del pensamiento, que están más que para ver. Los observó un momento, no pensando todavía en su respuesta ni mucho menos más bien examinando este en su totalidad, su iris y como este se iba reduciendo milímetros de solo observarla. Por dentro, esto estaba asustando a Belle, quizá se fue a meter a la boca del león, pero esta no iba a demostrar temor de lo que pudiera ocurrir. Mordió su lengua dentro de su boca y cerró los ojos completamente, negando ligeramente su cabeza de su posición. « ¿Una posible trampa?» Meditó Belle en su mente, esto era como una especie de juego de ajedrez, le recordaba las tardes con su abuelo cuando estaba castigada u cuando iba de visita obligatoria, aquel caballero tenía una paciencia increíble y pensaba cada movimiento con astucia y sin parecer arrinconado o nervioso frente a estos. Siempre que Belle estaba a punto de ganar el juego, pero este se lo daba vuelta en un solo movimiento, esta chica se rompía el cráneo tratando de siempre vencerlo y este, tranquilo y sumiso lograba vencerla. Muchos, ya hubiera dejado de jugar sabiendo que siempre ganaba, pero ella no… ella seguía jugando esperando el día en que ella pudiera vencerlo, y hasta el momento, todavía no lo hace. A lo mejor, cuando vuelva de cumplir su sueño, esta pueda vencerlo, ojala esta adquiera esa paciencia y esa inteligencia nata para derribar a los oponentes sin mostrarse nerviosa, pero hasta el momento solo ha obtenido que Marshall la ponga entre líos mentales y de movimientos sin saber lo que ocurrirá en un futuro con aquellos.
—¿Y cuál es la parte del trato donde yo salgo perjudicada? —Preguntó aun manteniendo los ojos cerrados. “¿Qué pasará si muevo aquel caballo? ¿Este actuara para atacarme al rey o simplemente para cubrirse así mismo?” —De todas maneras se que te deberé un favor, no somos amigos como para no cobrarlos después—estaba reuniendo las posibilidades—no quiero deberte nada, en cada trato esta la pequeña letra que te condenará, puedes ofrecérmelo todo, pero no quiero que después de aquello, termine devolviéndote la mano, no quiero agradecer ni dar nada cuando llegue a la cima—Belle ni siquiera se inmuto en mirarlo a los ojos o apartarse, simplemente es como si estuviera hablando en voz alta y esta tuviera una respuesta sola—. Es tu momento para que simplemente actúes como el jefe que eres—. Se quedó así, sin mirarlo, la cabeza comenzó a dolerle pero no mostró expresión de aquello, simplemente se quedo pensando si había jugado mal o si lograría llegar hasta el rey.
Belle soltó un bufido frente a su pregunta—. No del todo—seguía con su mirada cada movimiento del chico, sin que se le escapara ninguno, gravaba en su mente cada centímetro de esto, le llamaba la atención como actuaba el tipo de gente parecido a ella, parecido a él mejor dicho. Volvió a sentarse en su sitio y acercar su rostro al de la chica, Belle no pudo evitar alzar una ceja frente a la cercanía, esta entrecerró los ojos no muy seguros de los indicios del chico. Tenerlo tan cerca dejó a la chica percatarse de los ojos del chico, su composición. Muchos dicen que los ojos son la ventana del alma, Belle decía que los ojos son la clave del pensamiento, que están más que para ver. Los observó un momento, no pensando todavía en su respuesta ni mucho menos más bien examinando este en su totalidad, su iris y como este se iba reduciendo milímetros de solo observarla. Por dentro, esto estaba asustando a Belle, quizá se fue a meter a la boca del león, pero esta no iba a demostrar temor de lo que pudiera ocurrir. Mordió su lengua dentro de su boca y cerró los ojos completamente, negando ligeramente su cabeza de su posición. « ¿Una posible trampa?» Meditó Belle en su mente, esto era como una especie de juego de ajedrez, le recordaba las tardes con su abuelo cuando estaba castigada u cuando iba de visita obligatoria, aquel caballero tenía una paciencia increíble y pensaba cada movimiento con astucia y sin parecer arrinconado o nervioso frente a estos. Siempre que Belle estaba a punto de ganar el juego, pero este se lo daba vuelta en un solo movimiento, esta chica se rompía el cráneo tratando de siempre vencerlo y este, tranquilo y sumiso lograba vencerla. Muchos, ya hubiera dejado de jugar sabiendo que siempre ganaba, pero ella no… ella seguía jugando esperando el día en que ella pudiera vencerlo, y hasta el momento, todavía no lo hace. A lo mejor, cuando vuelva de cumplir su sueño, esta pueda vencerlo, ojala esta adquiera esa paciencia y esa inteligencia nata para derribar a los oponentes sin mostrarse nerviosa, pero hasta el momento solo ha obtenido que Marshall la ponga entre líos mentales y de movimientos sin saber lo que ocurrirá en un futuro con aquellos.
—¿Y cuál es la parte del trato donde yo salgo perjudicada? —Preguntó aun manteniendo los ojos cerrados. “¿Qué pasará si muevo aquel caballo? ¿Este actuara para atacarme al rey o simplemente para cubrirse así mismo?” —De todas maneras se que te deberé un favor, no somos amigos como para no cobrarlos después—estaba reuniendo las posibilidades—no quiero deberte nada, en cada trato esta la pequeña letra que te condenará, puedes ofrecérmelo todo, pero no quiero que después de aquello, termine devolviéndote la mano, no quiero agradecer ni dar nada cuando llegue a la cima—Belle ni siquiera se inmuto en mirarlo a los ojos o apartarse, simplemente es como si estuviera hablando en voz alta y esta tuviera una respuesta sola—. Es tu momento para que simplemente actúes como el jefe que eres—. Se quedó así, sin mirarlo, la cabeza comenzó a dolerle pero no mostró expresión de aquello, simplemente se quedo pensando si había jugado mal o si lograría llegar hasta el rey.
Belle Attraenti- Fecha de inscripción : 22/01/2013
Edad : 29
Re: El café quema y tu también {Marshall Mounier}
Belle negó con la cabeza frente a sus primeras palabras, solo abrió los ojos cuando dejó enfrente de ella una carpeta sin abrir. La ceja de la chica se disparó hacia arriba y si no fuera porque sabía de modales, se hubiera echado a reír precisamente en ese momento. No lograba comprender como una persona que acababa de conocer hace menos de tres horas, ya estaba jugando un juego que ni él mismo sabría como terminaría, no conocía a Belle ni en lo más mínimo ni tampoco conocía con que carta le saldría en un par de segundos. Observó la carpeta abierta y con la mirada la recorrió de arriba abajo, era absolutamente limpia en el sentido que no saldría dañada o habría algo que le quitara la propiedad después de firmar, pero mantuvo su perfil bajo y sin mostrarse vencedora aún.
Posó su lengua en sus propios labios, relamiendo el escaso brillo labial que le quedaba. Tomó el bolígrafo entre sus manos y comenzó a jugar con él entre los dedos de ambas, mirando fijamente al sujeto. — ¿Te han dicho que nunca confíes en un desconocido? —le preguntó mirando el bolígrafo sin reírse todavía en el rostro del joven. Lo primero que decían las madres cuando dejaban a sus hijos solos por la calle era que nunca confié en un desconocido ni se acercara a ellos, para lastima de Marshall él había hecho ambos, haciendo que sus decisiones lo lleven a la decadencia. Pensó un momento en las palabras de liderazgo, lo que más amaba Belle era mandar, tener a todos a su servicios pero no depender totalmente de ellos, puesto que a veces las cosas no salean como esperaban y se prefería hacer cargo ella misma, ella siempre fue la líder de su grupo de amigas, la que reinaba donde quiera que estuviese y ahora estaba ganando posición en New York sobre gente que ni siquiera la conocía «Falta de carácter de aquellos» Eso era precisamente lo que ella pensaba de los que no sabían tomar cartas en el asunto, son simples esclavos y siempre lo serán, siempre servirán a alguien mayor y no a ellos mismos. —Te diré algo… Marshall —pronunció dejando el lápiz aún lado entonando una sonrisa como si estuviera a punto de alcanzar al primer jugador. —No somos amigos, es más, ni siquiera conoces mi nombre completo —se reclinó en el asiento y soltó un bufido —es interesante ver como la gente puede confiar en alguien en apenas un par de minutos —miró hacia un lado, observando los libros mientras su media sonrisa seguía entonada y su mirada se desvió al techo— ¿De verdad crees que yo te devolviera un favor? ¿De verdad lo crías? —ni ella misma se creía que él estaba siendo tan tonto, hasta pensaría que era una clase de broma o que de seguro sabría voltearle el contrato. Pero eso era lo que más le extrañaba, no había vuelta atrás si firmaba el contrato, no había oportunidad de volver a quitárselo, no tenía oportunidad alguna de vencerla en el juego.
Tomó entre sus manos después de sus palabras el bolígrafo y con letra fina firmó el contrato, miró a Marshall posando sus manos sobre el escritorio y se inclino para tener una distancia corta de él. —Partita persa —pronunció en el italiano como si la primera batalla de la guerra ya hubiera finalizado—Fuori dal mio ufficio —pronunció mirándose las uñas ignorando hace algunos minutos atrás lo encontraba la persona más irresistible del mundo, es más, ni siquiera haría el esfuerzo de ir tras alguien que da todo sin obtener nada. No tenía conciencia alguna de haberle quitado el lugar.
Posó su lengua en sus propios labios, relamiendo el escaso brillo labial que le quedaba. Tomó el bolígrafo entre sus manos y comenzó a jugar con él entre los dedos de ambas, mirando fijamente al sujeto. — ¿Te han dicho que nunca confíes en un desconocido? —le preguntó mirando el bolígrafo sin reírse todavía en el rostro del joven. Lo primero que decían las madres cuando dejaban a sus hijos solos por la calle era que nunca confié en un desconocido ni se acercara a ellos, para lastima de Marshall él había hecho ambos, haciendo que sus decisiones lo lleven a la decadencia. Pensó un momento en las palabras de liderazgo, lo que más amaba Belle era mandar, tener a todos a su servicios pero no depender totalmente de ellos, puesto que a veces las cosas no salean como esperaban y se prefería hacer cargo ella misma, ella siempre fue la líder de su grupo de amigas, la que reinaba donde quiera que estuviese y ahora estaba ganando posición en New York sobre gente que ni siquiera la conocía «Falta de carácter de aquellos» Eso era precisamente lo que ella pensaba de los que no sabían tomar cartas en el asunto, son simples esclavos y siempre lo serán, siempre servirán a alguien mayor y no a ellos mismos. —Te diré algo… Marshall —pronunció dejando el lápiz aún lado entonando una sonrisa como si estuviera a punto de alcanzar al primer jugador. —No somos amigos, es más, ni siquiera conoces mi nombre completo —se reclinó en el asiento y soltó un bufido —es interesante ver como la gente puede confiar en alguien en apenas un par de minutos —miró hacia un lado, observando los libros mientras su media sonrisa seguía entonada y su mirada se desvió al techo— ¿De verdad crees que yo te devolviera un favor? ¿De verdad lo crías? —ni ella misma se creía que él estaba siendo tan tonto, hasta pensaría que era una clase de broma o que de seguro sabría voltearle el contrato. Pero eso era lo que más le extrañaba, no había vuelta atrás si firmaba el contrato, no había oportunidad de volver a quitárselo, no tenía oportunidad alguna de vencerla en el juego.
Tomó entre sus manos después de sus palabras el bolígrafo y con letra fina firmó el contrato, miró a Marshall posando sus manos sobre el escritorio y se inclino para tener una distancia corta de él. —Partita persa —pronunció en el italiano como si la primera batalla de la guerra ya hubiera finalizado—Fuori dal mio ufficio —pronunció mirándose las uñas ignorando hace algunos minutos atrás lo encontraba la persona más irresistible del mundo, es más, ni siquiera haría el esfuerzo de ir tras alguien que da todo sin obtener nada. No tenía conciencia alguna de haberle quitado el lugar.
Belle Attraenti- Fecha de inscripción : 22/01/2013
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