One secret in his mind. | Marshall Mounier

por **Einar J. Vikstedt** Lun Ene 14, 2013 3:46 pm

Pocas personas tienen la habilidad de ver más allá de sus propias narices, pues generalmente tendemos a vivir la vida de manera presente, es decir, sin ver el atrás o el adelante; no es que piensen mucho en el futuro, sólo que en cuestiones de realidad, Einar difiere siempre de lo que los demás podrían mirar, por ejemplo, estar a mitad de la tarde en Central Park sentado en una de las bancas frente a la fuente más grande y con aire de filósofo en pleno ocio, le da un toque especial a su vida, uno que lo llena de satisfacción, que le hace sentirse la persona más especial del mundo, tal vez a simple vista no lo aparente, porque lo único que puedes ver es a un chico común y corriente escuchando música con cualquier aparato reproductor de moda y demostrando una vagancia muy acorde a los chicos de ahora.

Pero no es así, Einar no es un chico que desperdicie un segundo de su vida, ni siquiera cuando va al baño, pues su mente siempre está en constante movimiento, en idas y venidas tan complejas que nadie podría entender, en un segundo puede estar mirando al insecto más hermoso y al segundo siguiente pensar en Dios como el máximo creador del universo, es simple desde su punto de vista y quizá desde otros; lo que es claro es que nada pasa desapercibido, de hecho, sus ojos, aunque comunes, tienden a mirar a todos lados, todo a su alrededor, hasta donde alcancen. Ahora mismo está viendo una madre alimentando a su bebé en la carriola a unos veinte metros a la distancia, cerca de ella está un tipo leyendo el periódico, detrás de ella dos novios besándose y al otro costado, como a 3 metros, una niña se divierte con su padre y un vasillo de burbujas.

Pero no es todo lo que ve, detecta a su lado derecho a unos ancianos disfrutando de la tarde mientras comen un helado, la mujer reprende a su hombre por comer uno con leche entera, lo que seguro le hará digestión más tarde, pero el anciano explica que no puede evitarlo al menos una vez; curioso y divertido, esa es la respuesta de Einar ante ello. Al otro lado, un hombre con traje ejecutivo habla por el móvil con fuerza, aparentemente molesto con alguien o algo, pero no le da más importancia, su vida parece muy simplista, típico en alguien de pocos estribos. Por lo demás, gente va y viene de un lado a otro, otros corriendo, otros despacio y mirando a su alrededor, quizá sólo él puede ver semejante belleza en un espacio tan increíblemente pequeño, en comparación con el resto del mundo. Ríe con emoción de imaginarse tan insignificante.

Mira su reloj, sólo falta un minuto para que se cumpla en término que estableció para la cita con Marshall, no es que sea una cita como tal, pues seguro que él no lo ve así; sin embargo, para Einar es como una, pues puede verse con la persona que la provoca revoloteos en el estómago y sin justificar nada más, sólo un simple encuentro de amigos previo al ingreso a la universidad; no es que fuera necesario o tal vez sí, no puede estar seguro, pero lo cierto es que necesita verlo antes de entrar, aunque seguro siempre lo encontrará entre los pasillos, jardines, edificios o cualquier otro lugar de Brown. Su eficiente puntualidad no es algo que presuma, de hecho, es común que llegue unos minutos antes a cualquier cita, casi siempre con un objetivo, el lugar exacto en el que se sienta más a gusto, un raro gesto, pero muy propio de alguien pensante.