¿Buen día eh? (Alex)

Las vacaciones eran lo más esperado de todo el año. Enserio. Siempre que estaba en clase pensaba en lo feliz que sería de tumbarme en la cama a comer durante dos meses. Claaaaro que NUNCA pensé que tendría que hacer tareas extras y que después de ¿Qué? un par de semanas terminarla con la cabeza hecha papa y no supiera en que más gastar mi vida. Estaba verdaderamente cansada de no hacer nada, pues trataba de hacerme un horario y dedicarme a el, como por ejemplo: 1.- Despertarme máximo a las diez de la mañana, 2.- Correr, 3.-  Desayunar algo  sano (Si es que con "sano" me refería a Hot Cakes de tocino) , 4.-Darme una ducha caliente, relajarme y ser muy feliz, 5.- Conseguir un trabajo de verano para poder ahorrar y... No sé. La inspiración que tenía a principio de mes se había desvanecido, no tenía ninguna intención de usar mi tiempo en algo saludable, y cuando pensaba en ponerme en movimiento todo mi cuerpo temblaba de la no emoción. Di un profundo suspiro y pasé mis dedos por mi cabello, peinándololo. 

Me tallé fuertemente los ojos, dejando una sensación de hormigueo en ellos, lo cual me hizo pestañear un par de veces agitada. Me mordí el labio y vi aquel lugar donde estaba viviendo. Parecía que LITERALMENTE había pasado un terremoto por ahí. Había basura por todos lados, en el piso, en la cama, en el baño y por lugares que no me quería imaginar. No había luz, pues las cortinas habían permanecido cerradas por días. Mi computadora estaba llena de polvo y cereal que prefería no pensar en como había llegado ahí y me limitaba a agradecerle a Dios que no estuviera descompuesta.

Estaba a punto de alzarme de brazos y dejarlo ahí cuando comencé a percibir un fuerte olor. Arrugué la nariz y tocí un poco desconcertada. ¿Que demonios?
Busqué por debajo de la cama pero no había nada. Abrí las cortinas para dejar entrar un poco de luz y poder ver mejor, cuando vi lo que apestaba. Era una pequeña paloma, que al parecer se había golpeado contra el vidrio o había muerto por alguna causa que no sabía en aquel  momento. Me sentí muy mal al verla. Corrí al baño por una toalla pequeña que tenía en uno de los compartimientos y la guardé ahí. Después busqué un caja de zapatos y la metí, colocándole con cuidado y la puse en la puerta de mi habitación. Aún y cuando sabía que la paloma estaba muerta, sentía la necesidad de decirle que todo estaría bien. Como diría mi madre: "Se me salió una lagrimita". Lo demás es historia y poco relevante, simplemente limpié mi cuarto y lo dejé tan limpio como cuarto de hotel. Cuando quiero hacer las cosas las hago bien. Una de las cosas que me gustaban de mí. Vale, sigamos.

Suspiré contenta. Bueno, aquel era un nuevo día y estaba decidida a.... ¡Ya se! Iré a dar un paseo al parque y quizá me encuentre alguien interesante. Vale. Eso me gustaba. Me dí un baño rápidamente y me arreglé como... bueh, me vestí. Tomé mi bolso y salí caminando rápido (?) pues tenia mucha energía guardada. Todo iba perfecto cuando mi pié se doblo en ¿Que? ¿El segundo escalón? Y caí por las escaleras de la fraternidad. Todo se nubló hasta que ya no pude ver nada.

Desperté de golpe y muy agitada. Vaya, todo estaba bien. Después de haber salido de mi habitación había sentido un fuerte dolor en el pie y en la cabeza, pero no me dolía nada y al parecer todo estaba perfectamente bien. Sonreí tan solo por unos segundos cuando me dí cuenta de que no todo estaba bien, pues estaba en un bosque. -Esto debe ser un broma- dije mientras caía en cuenta de que esto estaba mucho peor. Había estado recostada sobre un árbol demasiado alto para ser verdad. 

Estaba rodeada por arbustos verdes  y estaba lloviendo. Mi cabello estaba suelto, yo estaba sin una gota de maquillaje y completamente seca, lo cual era extraño. Se escuchaba un fuerte ruido detrás mío, por lo que me puse de pie frenética, pues no tenía idea de cómo había llegado ahí desde la fraternidad. Miré alrededor mío, dando media vuelta y buscando de donde provenía el sonido. Este cada vez se hacía mas fuerte, como un rugido, como si fuera un animal que se acercaba. Corrí a la dirección contraria cuando tropecé con algo. Me agarré de las ramas que estaban frente a mí y me puse de pie nerviosa cuando vi la horrible imagen que yacía frente a mí. Aquello era un chico muerto, desgarrado por de pies a cabeza lleno de sangre. Con lágrimas en mis ojos solté el grito más fuerte que había sacado en toda mi vida.

Después de un rato recuperé la consciencia. Abrí los ojos jadeante. Mi corazón latía fuertemente y sentía un ligero pesar en mi cabeza, como un consquilleo. Cuando trataba de moverla comenzaba a dolerme por lo que preferí no hacerlo. Moví mi mano con cuidado y lentitud hacia mi frente frotándola tratando de causar una sensación reconfortante. Gruñí un poco y fruncí. Mi cuerpo estaba un poco dormido y tenso, como si hubiera dormido por mucho tiempo. La luz que entraba por la ventana me deslumbraba un poco, así que puse mis manos sobre mis ojos y cambié mi posición sentándome. Miré a mi alrededor un poco confundida. Estaba en un hospital. O en la enfermería. O en el hospital del campus. Lo que fuera.  -Mierda- dije en voz baja bastante preocupada. Aquel lugar estaba tan limpio que daba miedo. La habitación era completamente blanca, las sábanas, la cama, los cajones, todo. Tanto que daba miedo. Digamos que los hospitales no eran mi lugar predilecto.

Sin pensarlo, traté de bajarme de la camilla, pero vaya noticia no había visto que mi pie estaba más que lastimado. Hice una mueca de dolor y me toqué el pie tratando de pararlo. Suspiré y me tumbé en la cama. Increíble. Que padre. Super cool. Me lastimé el pie, la cabeza, estaba en un estúpido hospital y ¿ahora que? Esto era deprimente.
Al parecer me había despertado bastante temprano. El reloj que estaba frente a mi cama marcaba las seis, y como era de día supuse que de la mañana. A mi lado derecho se encontraba una gran ventana que daba al pasillo de la enfermería y a lo que parecía una estación de enfermeras. No pensé que hubiera un botón para llamarles, por lo que me limité a descansar mi cabeza y mirar al techo. Suspiré y cerré los ojos tratando de canalizar el dolor. Estaba bastante concentrada cuando escuché un sonidito. Como cuando alguien esta moviendo lápices o escribiendo, yo que sé. Alcé la ceja y abrí los ojos. -¿Hola?

Después de tan solo unos segundos apareció un chico. Este estaba uniformado, y al parecer era doctor o algo. Lo miré de pies a cabeza por unos segundos cuando escuché que me saludaba. Vaya que era atractivo: era alto mas o menos de uno ochenta, ojos verdes penetrantes y cabello rubio castaño. Unas facciones tan perfectas que daba miedo si te ponías a pensarlo. Suspiré y cerré mis ojos. ¿No sería un alucine? Tal vez mi propia mente me hacía una mala jugada, y tan solo me mostraba lo que quería ver. Alcé una ceja atónita y luego cerré los ojos para descansarlos. Aún dolían. Todo mi "fantasía" se esfumo cuando aquella "aparición" se tornó en algo real, pues este chico soltó un saludo. Bueno, tener un doctor atractivo no era malo, pero el hecho de que seguía en una camilla seguía siendo deprimente. 

-Hola- Contesté un poco agria, aún sentada y mirándolo fijamente. Estaba a punto de preguntarle cuando podría salir cuando se puso de pie y me acomodó. Dejé que me posicionara sin protesta alguna y me limité a ver al techo, pues al parecer concentrarme en algo aminoraba el dolor de aquel tonto tobillo. El doctor se sentó de nuevo y me miró fijo. No estaba acostumbrada a que las personas me mantuvieran la mirada, por lo que fui yo quien miró las sábanas un poco nerviosa cuando vi que no la apartaba después de unos cuantos segundos. El doctor preguntó como me llamaba, a lo que respondí con una risita ahora un poco mas confiada. -¿Hannah Montanna? dije divertida,  tratando de romper el hielo. 

Tomé un poco de aire pues la risa había hecho que mi cabeza doliera un poco y contesté unos segundos después. -Candice.  ¿Usted es?- dije ahora un poco mas seria. Busqué con la mirada un gafete o algo, pero  no logre encontrarlo. No quería que el se diese cuenta de que lo veía o que pensara otra cosa, por lo que me limité a ver únicamente su rostro con una media sonrisa. Seguramente me veía terrible, después de haber caído de las escaleras y haber estado dormida había de estar hecha un desastre. Una verdadera pena...

Me gusto escuchar al doctor decirme señorita Montana. Por lo menos tenía un buen sentido del humor y no tendría que pasar todo mi día con una persona malhumorada como lo eran la mayoría de los doctores que conocía. Juegué con mi cabello un poco, pues el haber estado dormida por tanto tiempo había hecho que se enredara. Separé poco a poco cada mechón y lo puse todo de un lado. Suspiré y miré por la ventana unos segundos. Era irónico el hecho de que por querer hacer algo hubiera terminado encamada por un accidente que se pudo haber evitado. No creía que esto fuera a tomar mucho tiempo, pero suponía que por lo menos estaría un par de días en reposo. 

Por otro lado el clima de la habitación no era muy bueno; al tener una gran ventana aunque estuviera cerrada hacía que entrara mucho frío, y las cobijas del hospital me picaban un poco, por lo que solo me quedaba hacerlas a un lado. La piel de mis manos y brazos estaba un poco morada por la misma razón. Seguramente me veía muy bien JA-JA. Después de pensarlo un poco comprendí que aquellas preguntas eran necesarias, pues aunque estuviera perfectamente bien podría NO estarlo. Contesté a su pregunta de buena gana. -Jueves, estamos en la enfermería y mi nombre completo es Candice Sofía Henderson. ¿El suyo?- dije coqueta. El doctor sonrío y tomó el estetoscopio. Suspiré pues sabía que las pruebas estaban a punto de comenzar. Lo colocó en mi pecho con mucho cuidado, lo que provocó que soltara una risita. 

Al parecer tratando de no hacerme sentir incómoda, el era el que lo estaba. Lo miré curiosa y atentamente. No aparté mi mirada de el hasta que terminó de examinarme. Me pude dar cuenta de que estaba pensativo, pues cambiaba de gestos constantemente y movía los ojos. Me preguntaba en que pensaba. Sin embargo, en cuestión de segundos mis pensamientos se tornaron un poco... extraños. No dejaba de analizarlo, pues aquel hombre me ponía. Lo checaba de arriba a abajo, lentamente imaginando cosas que no debería. Él poco a poco bajaba el estetoscopio más, haciendo que la piel se me erizara y mi corazón latiera un poco mas fuerte. Estaba a punto de tener un escalofrío, por lo que mire el techo esperando de que esa sensación pasara desapercibida.Escuché su pregunta un poco tarde. Lo mire confundida hasta que capté el mensaje. -No, no duele. -Coloqué mi mano sobre la suya, haciendo un poco mas de presión en el estetoscopio. Me mordí el labio y lo miré. -¿Qué se supone que deba de sonar?