Empezando la noche.. [ Kathryn J. ColdKing ]

Aquel día no había marchado demasiado bien, no porque pasara algo en especial, ese era el problema, que no había pasado nada interesante. Aburrido, abrumador, desanimado, triste, arrebatador, burlesco, pesado, inexpresivo.. esa eran las palabras que mejor lo definían. Tenía ganas de hacer algo diferente e interesante, y al pensar en eso sólo se me ocurrió un nombre, el de Kathryn.

Llevábamos un par de semanas sin salir por ahí, de fiesta, o tan siquiera salir a dar una vuelta. Siempre nos cruzábamos por los pasillos de la Universidad y teníamos conversaciones rápidas, o en cualquier otra instalación, pero no pasábamos del '¿Qué tal vas?'

Yo ya había salido a tomar algo, por despejarme del día tan aburrido que llevaba, me fui al primer bar que pillé y me tomé una copa. No había sido nunca mucho de salir solo, y al acordarme de Kathryn en cuanto me quise dar cuenta, estaba fuera del local con el móvil en la mano recién sacado del bolsillo trasero de mis vaqueros. Después del rutinario sonido repetitivo del 'piii..' por fin escuché una dulce voz al otro lado del teléfono, Kathryn, sin duda.

Le expliqué el tema, lo que tenía planeado, que viniese, unas copas, divertirnos.. lo típico. La verdad es que si ella estaba delante, lo extraño sería aburrirse. Estaba completamente convencido de que me iba a mejorar el día. En cuánto le propuse y planteé la idea, no tardó en responder con una afirmación. Decidí esperarla en la puerta, para que no tuviese que entrar sola, y, mientras lo hacía saqué el paquete de tabaco, al ver su escaso contenido suspiré, pero bueno, ya compraría más tarde. Me encendí el penúltimo cigarro del paquete, y me apoyé en la pared esperando a que llegara.

El cigarro se consumía, mientras lo hacía el tiempo de la misma forma. La verdad es que odiaba esperar, pero Kathryn nunca había conseguido que lo hiciera en exceso, no solía tardar, y aunque lo hiciese, lo entendería debido a la impulsiva y reciente llamada de teléfono que acababa de realizar. Todo parecía que marchaba bien, y que, finalmente, después de lo pesado que había sido el día de hoy, tenía puestas todas mis esperanzas restantes en la noche. No sería difícil, la verdad es que no ha habido día en el que no me lo haya pasado bien de fiesta, por supuesto que había días que superaban a otros con diferencia, pero no había habido ninguno en el que lo hubiera pasado mal.

Al situarme en la puerta de la discoteca no hacía más que ver a gente entrar y salir, muchas chicas, aunque ninguna me interesaba realmente. Como acababa de llamarla, supuse que me daba tiempo de ir a comprar tabaco y antes de hacerlo me fumé el último cigarrillo restante. Me bebí otro cubata, no pasaría nada, tenía bastante aguante y el alcohol tardaba bastante en subirme. De todas formas, aunque me subiera, no tenía que conducir ni ninguna preocupación por la que contenerme, estaba seguro de que aquella noche iban a caer muchos más como esos. Me entretuve un rato con el móvil para distraerme, me dí un par de vueltas y volví al puesto inicial, apoyado sobre la pared con otro cigarro en la mano, nuevamente.

- Oh vaya, ¡Qué sorpresa! - dije con cierto tono de ironía, mientras me acercaba a su mejilla para saludarla. Lo primero que destacaba de la cara de Kathryn eran sus ojos, de lo grandes y bonitos que eran. Encima de grandes, eran de un color azul celeste que parecía grisáceo con la luz de las farolas que en ese instante estaban alumbrando sobre ellos. Esbocé una pequeña sonrisa, y en cuanto formuló la pregunta supuse que no haría falta contestarla. Entrelacé mi brazo con el suyo, y nos adentramos en el bar.

Me acerqué a la barra, con intenciones más que claras y sin tan siquiera preguntar, la invité a una copa. Mientras la camarera las servía, me interesé por su vida y decidí iniciar la conversación. - Bueno qué, y ¿Qué tal te va? - dije mientras sonreía de nuevo. - Llevamos semanas sin hablar... - Dije en voz alta, con el ruido de la música era complicado hablar con la persona que tuvieras al lado de forma que te entendiese. Y especialmente, dije sin hablar porque era la verdad, nos habíamos visto y nos habíamos saludado un par de veces por los pasillos, pero nada de una conversación de más de tres minutos, y no estabamos acostumbrados a hablar de forma tan escasa, siempre nos tirábamos horas y horas hablando, perdíamos incluso la noción del tiempo. Por esa sencilla razón hablar tan poco con ella se me quedaba corto.

En cuanto entramos al bar me fijé en la situación de la que no me había percatado hace una media hora cuando me situaba en el mismo lugar. Gente bailando, gente pegada a la barra bebiendo y bebiendo, cada una de manera independiente y sin darse cuenta de lo que estaban haciendo los demás. No me fijé mucho más en la gente que se encontraba dentro del local, finalicé con una amplia mirada por todo mi alrededor. Había bastante gente, la verdad, pero no me sorprendió cuando de un sábado noche se trataba, aunque, realmente, lo mío no era mucho frecuentar este bar. Había sido la segunda, o quizás tercera vez que aparecía por estos lares, y si lo había hecho alguna cuarta tampoco la recordaba. Mi memoria a veces me juega malas pasadas, y no pondría la mano en el fuego seguro de que esta vez no era una de ellas, también hubiera podido ser que estuviera borracho, ni siquiera lo sé, de todas formas, no iba a seguir dándole vueltas a eso durante mucho más tiempo.

Sonreí nuevamente cuando la escuché decir que las cosas le iban bien, la verdad es que me alegraba y no me esperaba otra cosa peor, por suerte. Con aquella sonrisa quería reflejar que me alegraba por ella, y de que eso fuera así. De todas formas, aunque por el contrario las cosas la hubieran ido mal, no lo hubiera admitido a la primera de cambio. Esperé que con ese gesto no hubiera hecho falta decir nada más, seguro que ella lo interpretaría rápido, no la costaba mucho pillar las cosas. - Vaya, que tengas suerte con ello entonces. - solté una pequeña carcajada. - Pero no te olvides de mí, ¿eh? - y continué con ella acabando la contestación. Estaba seguro de que siempre sacaría un poco de tiempo para mí.

¿Que qué había sido de mí? La verdad es que no lo sabía ni yo. Las cosas habían transcurrido con normalidad, nada nuevo, o por lo menos nada que mereciera la pena contar ni que fuera interesante. Resumí todos mis pensamientos con un.. - Nada, pues como siempre. - ¿Compañía? Era lo que más había echado de menos en estas semanas. El sábado pasado salí de fiesta pero me aburrí enseguida, tampoco encontré ninguna chica con la que mereciera la pena continuar la noche, así que, todo aburridísimo. - Qué va. - solté mientras movía la cabeza de lado a lado en señal de negación y volvía a sonreírla. Ella me creería, aunque fuese un tanto extraño que hubiera pasado varias semanas sin compañía, si la hubiera tenido no tendría ningún problema en decírselo, confiaba en ella y no tenía ningún problema para no hacerlo.

Me quedé quieto viendo como esbozaba una amplia sonrisa, sus dientes perfectamente colocados y blancos, totalmente blancos, ocasionaban la pérdida de razón de cualquier persona. Y esa sonrisa, acompañada de una mirada penetrante, de unos ojos color azul intenso, podrían hacer que te quedases mirándola horas y horas, sin sentir la necesidad de apartar la mirada. La verdad es que Kathryn era peculiar, no sólo en los aspectos físicos, tambien en los psicológicos. Me sentía identificado con ella en muchos aspectos, y esto hacía nuestra confianza, que ya de por sí lo era, mucho más grande. Cuando me dí cuenta de que me había quedado embobado, sacudí la cabeza en un brusco movimiento, mientras me reía en silencio, unas pequeñas carcajadas que se hundieron en el vacío en cuestión de segundos, de mí mismo y de lo idiota que acababa de parecer.

'De ninguna manera podría olvidarme de tí' esas palabras resonaron en mi cabeza un par de veces, y lo cierto era que no quería olvidarme de ellas, aunque Adrién era un egocéntrico y un chulo, que le digan esas cosas de vez en cuando, hace que se sienta útil y importante, al menos en la vida de una persona, nunca venía mal, para qué vamos a engañarnos, pero nunca la iba a dar las gracias, además de esos defectos, también tenía otro mucho mayor que era el de orgulloso. Kathryn le conocía bien, bastante bien diría yo, y hasta ahora sólo le había escuchado decir 'Perdón' o 'Gracias' un par de veces. Claro, que eso para Adrién ya era demasiado. Así que, se limitó a dar una contestación egocéntrica, como seguramente Kathryn esperaba que lo hiciera, debido a lo conocido que se tenía a Adrién, aunque él siempre sorprendía, a Kathryn le resultaba ya incluso monótono, y para ella era más que predecible.

- ¿Te crees que no lo sé? - dije en voz baja, casi susurrando, mientras hacía pequeñas negaciones con la cabeza y las finalizaba con una sonrisa ladeante, también escasa y algo falsa. - No me esperaba menos. - y mientras lo decía, repetí la acción anterior. - Yo de ti tampoco, para qué engañarnos. - intenté suavizar la situación, que con lo irritable que era Kathryn podría estallar en cualquier momento. Estaba claro que no me olvidaba de ella, realmente pasábamos muy buenos momentos juntos, para qué negarlo, yo sacaba lo que necesitaba de ella, del mismo modo que ella hacía lo mismo conmigo, aunque eso no se quedara ahí, justo lo que le diferenciaba de todas las demás, para mí Kathryn no era sólo un polvo de vez en cuando, no lo era. Por otras personas no, pero por ella estaría dispuesto a poner la mano en el fuego, y pocas personas podían conseguir eso, y Kathryn se lo ganó con la primera sonrisa que me sacó.

Observé su gesto de sorpresa, que por cierto ya me lo esperaba. - La única no, pero estos días no he pensado mucho en eso, la verdad. - expliqué para que no se malinterpretaran las palabras, quería dejar las cosas perfectamente claras. - Yo para tí no seré el único, pero sí el mejor de todos ellos. - dije con grandes aires de grandeza, pero con un cierto toque de humor, es más, acabé con una sonrisa de nuevo para que supiese que estaba de broma, aunque no era necesario, ya que, vuelvo a repetir, ella me conocía bien.

- ¿Con quién mejor que contigo? - dije mientras fijaba mi mirada en sus labios, quedándome mirando cómo se mordía el labio inferior, al mismo tiempo que yo me llevaba la mano derecha a la cabeza y negaba con la cabeza mientras soltaba un leve suspiro. - Bailemos entonces, hoy tomas tú las decisiones. - dije mientras me acababa el vaso en apenas dos tragos, y esperé a que ella hiciese lo mismo con el suyo para comenzar con la noche, en realidad esto no había hecho más que empezar.

- Bueno, tampoco te emociones. Sólo te he llamado porque estaba aburrido. - Solté una carcajada como lo había hecho la mayoría de las veces anteriores, la verdad es que era mentira. Sí, estaba aburrido. Y sabía que podía a llamar a un montón de chicas más, chicos también, claro. Pero nadie sería capaz de lograr el entretenimiento que yo estaba buscando en esos momentos. No era nada de interés sexual, aunque, si pasaba Adrién no se iba a negar, sólo buscaba pasárselo bien sin pretender nada más, claro, que las cosas pasan y ya está, pero las cosas eran muy distintas. Realmente no sabía explicarse, nadie le iba a entender de todos modos así que no hacía el esfuerzo. La rodeé con el brazo en señal de cariño, y la atraje hacia mí dándole un pequeño abrazo. Vuelvo a repetir, la relación que tenían era un tanto extraña y sólo lo entendían ellos, era como una hermana pequeña, por una parte, sentía cariño, protección hacia ella.. pero por otra, le llamaba algo de ella, aunque no sabía concretamente el qué. Tenía algo que hacía que Adrién perdiese la cabeza, no nos vamos a engañar.

Antes de comenzar a meterse en temas mayores, que sabía que más pronto o más tarde iban a acabar tocando, quería hablar de cosas agradables primero. Siempre acababan las conversaciones de forma melancólica, contando problemas y preocupaciones que les despejaban, sí, precisamente eso era lo que le gustaba de pasar tiempo con Kathryn. Horas y horas hablando y automáticamente te sentías totalmente diferente, era como una limpieza y un alivio. -Sabes que tú siempre eres la mejor. - Dije mientras sonreía, y delicadamente le cogía un mechón de pelo y se lo pasaba detrás de la oreja. También era la verdad, no era uno de esos piropos tontos que Adrién usaba cada dos por tres para quedar bien, conseguir algo de alguien o llevarse a una chica a la cama. Sabía que a Kathryn le podía decir la verdad, fuera cual fuese.

La noche seguía corriendo, al igual que las copas por la barra. Kathryn se controlaba, se tomaba su tiempo, pero a él esta noche no le apetecía nada andarse con tonterías, quería pillarse una buena, así que cuanto antes empezara mejor. Necesitaba ya una buena fiesta después de las semanas de agobio y exámenes en la universidad. Adrién siempre ha sido un chico fácil de irritar y nervioso. Y por estas cosas siempre se ponía un poco idiota. Por eso le apetecía desconectar, olvidarse de todo, y sólo lo conseguía saliendo de fiesta. Seamos sinceros, el bar estaba un poco muerto. Adrién esperaba que no durara mucho tiempo, aunque bueno, con la compañía que tenía de momento le sobraba.

Le acaricié durante un rato el pelo, - ¿Y a mí? - Levanté una ceja. - ¿Me tienes controlado? - Pregunté mientras esperaba una de sus ingeniosas respuestas. - Eso intento. - Sonreí mientras la agarraba de la cintura y la daba un beso en el cuello.


OFF: Lo siento, de verdad, no he tenido nada de tiempo últimamente y me olvidé un poco de esto, prometo contestarte rápido a partir de ahora e.e