Universidad Brown
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NEW YORK CITY
2013
Dicen que a los trece años es una época donde los niños dejan de ser niños y pasan a ser adolescentes. Se revelan contra el mundo, les salen espinillas, empiezan a interesarse en el amor, en el sexo, a las chicas les viene la menstruación etc. Vamos, una época en que estos pequeños humanos están en pleno crecimiento y comienzan a aprender las verdaderas lecciones de la vida. Dura exactamente cinco años, hasta los dieciocho años, cuando supuestamente pasar a ser adultos.

Ahora mismo si estas planteándote en inscribirte en esta prestigiosa universidad es por que has pasado esta etapa, pero bueno, ¡eso cosa del pasado! Olvídalo, pon eso en un rincón de tu memoria.

Ahora estás viviendo el año 2013 en la Universidad de Brown, situada cerca del corazón de Nueva York.

¿Estás aquí por elección propia, por el sueño de convertirte en alguien famoso en la vida? ¿Por qué tus padres tienen una cuenta bancaria muy grande? ¿O tal vez por obligación?

Sea la razón que sea el resultado es el mismo, estas en una de las mejores universidades de América, pero aquí no te daremos 'la comida masticada' lo cual si de verdad deseas llegar a ser alguien en la vida tendrás que currártelo, aquí no regalamos nada.

¡Casi lo olvido! Tal vez exijamos mucho, pero tampoco descartes la idea de tener un poco de diversión. Fiesta, alcohol, sexo, drogas.

En resumen, el libertinaje total.

Para Algunos, la diversión significa dormir en tantas camas como sea posible, para otros, las compras y manicura son las cosas más importantes en su vida y siempre habrá los -por su padres- tienen dinero y reputación.

Pero dejando todo eso atrás, en la oscuridad de Brown se esconden varias personas que pertenecen a una especie de secta, un grupo donde su intenciones no son exactamente buenas. Se hacen reconocer por 'la logia', una panda de personas donde jugarán con cualquier persona que les apetezca. Les gusta ver sufrir a los demás, viven a costa de ellos. ¿Que pasa? ¿A caso tienes miedo de ser su próximo elegido? Tranquilo, como en los cómics y películas de Stan Lee donde hay un villano, hay un super héroe, e aquí nuestros super héroes se hace llamar anti logia, un grupo donde quieren la paz en la universidad y acabar con toda esa crueldad.

Y dime, ¿quien eres tu? ¿Eres un becado? ¿Un estudiante normal? ¿O tal vez te guste la idea de pertenecer a la logia? Otra posibilidad es que quieras cumplir el sueño de todo niño, ser un super héroe y pasar a ser miembro de la anti logia pero...

Seas lo que seas, se bienvenido a Brown University.
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Mensaje por Maximé L. Levy Sáb Abr 06, 2013 6:56 pm

Largué un suspiro cansado. Habíamos estado recorriendo tiendas hace como 2 horas, de acá para allá. En estos momentos veía todas las tiendas iguales. Cuando recién nos encontramos y recorrimos algunos lugares, me quedé sorprendido por el lujo que se veía...eran enormes y los precios más... No entendía porque gastan tanto dinero en ropa que podrían encontrar en otro lugar a mitad de precio. Me encogí de hombros ante la sola idea de poder gastar una suma como la que vi gastar a otras personas mientras esperaba que a Kath le pusieran las ropas en bolsas. Pero en ella valía la pena, porque con cada cambio de indumentaria se veía más imponente.

Y ahora la volvía a esperar, sentado en un banco con algunas de sus bolsas a mi lado. Para entretenerme comencé a mirar para los costados viendo como la gente me miraba de reojo, no pude evitar sonreír con un deje de sarcasmo. Vamos, que hasta yo notaba que me veía muy fuera de contexto en esta zona, pensé divertido. Pero lo estaba valiendo. Por muy extraño que suene o se vea, ir de compras con una chica, o con ella en particular, no me aburría para nada. La verdad es que tampoco había ido mucho con otras. Kath mantenía mi mente ocupada cuando estábamos juntos. Casi ni miraba a otras mujeres que pasaban por delante. Casi, tampoco estoy ciego. Me incliné hacia delante y apoyé mis codos en mis rodillas, con la cabeza colgando hacia delante y lo ojos cerrados.

Recordando cómo habíamos llegado a esta situación, luego de haber conseguido su número de teléfono, no había dudado en mandarle mensajes para poder verla de nuevo. Habían pasado muchos días hasta que concretamos esta salida. Y ante su propuesta de encontrarnos aunque sea para ir de compras, ni siquiera lo dudé. Necesitaba despabilarme. Y ella lo lograba. No sé qué era, si la mirada...la forma de hablar, la de caminar, los gestos...las manos. No lo sé, pero mi atención solo estaba con ella ahora. Giré mi cabeza hacia el costado para ver si la veía salir del baño, pero aún no. Mujeres, pensé con una sonrisa.

Ojala tocara alguna tienda de lencería. Pensé pícaro sonriéndole al suelo. Pero lo dudaba, por lo que me dijo ahora entraríamos en la tienda esa Armani, de la cual solo la conocía por las publicidades sexys que sacaban. Y viendo el frente del “local” podía decir que era imponente. Hasta ahora donde habíamos entrado, prácticamente te dejaban recorrer solo y si no, ella pedía lo que quería y se lo traían, luego te mostraban una especie de apartado que era un probador con sala de espera. Comencé a mover el pie contra el piso sin pretender hacerlo, hasta que veo unos tacones frente a mí, mi pie paro y comencé deslizando mis ojos hacia arriba, recorriendo sus piernas con una mirada lenta, que a medida que subía mi sonrisa se hacía más sugerente -Vaya. Me había empezado a preocupar. Estaba por entrar rompiendo puertas para buscarte- bromee mientras la miraba inclinando mi cabeza hacia atrás. -Preparada para otro raund- me terminé riendo entre dientes volviendo a mirar el piso. Me levante quedándome frente a ella con muy poca distancia entre nuestros cuerpos, ladeando la cabeza recorriendo su rostro con una mirada perezosa. -Y a ver si te compras algo más entretenido-le dije bromeando levantando una ceja con una sonrisa lobuna, para ver si se molestaba.

Off: Lo edito porque me olvidé algo lalala. Vestimenta.
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Mensaje por Kathryn J. ColdKing Sáb Abr 06, 2013 7:47 pm

Kathryn se percataba perfectamente de las miradas sugerentes que él le dedicaba. No era para menos, literalmente estaba modelando para él cada que salía de un probador. Los días de compras para la castaña cada vez eran más frecuentes pues era su forma de entretenerse, de distraerse para no recaer en un vicio que debía dejar de lado. Esa droga tenía que ser eliminada de su sistema y debía encontrar algo lo suficientemente bueno para ocupar su mente, y más aún, sus pensamientos. Había encontrado a Max en esa avenida no por casualidad ni por el destino, ella siempre media sus pasos y se determinaba de tal forma de siempre obtener lo que desea. Ese día amaneció con la firme idea de pasar esa tarde compras con él y ese capricho ya se lo había cumplido. La verdad es que Kathryn no tiene límites en cuanto a cumplir sus objetivos. Por ello se encontraba frente a ese pelinegro, mirándolo casi a su altura pues llevaba unos hermosos tacones rojos que la hacían más alta. Sus ojos centellaban como dos luceros en medio de una oscura noche cuando lo observaba tan pícaramente como siempre. Se mordía el lado derecho de su labio inferior, una manía que tenía desde que era apenas una niña. En ese momento su comportamiento no tenía nada que ver con el de un infante. Del probador salió con la misma ropa con la que había entrado puesta. -No me convenció lo que me lleve, creo que en esta tienda no me convence nada, quizás porque no he buscado bien…-hizo una pausa, pues en ese instante una idea un tanto precipitada estaba dando vueltas en su cabeza esperando a que ella se decidiera o la desechara. Dicen que el que no arriesga no gana. La ojiazul jamás desperdiciaba una oportunidad donde tenía las de ganar y en este caso sabía que no sólo ganaría una cosa.

-Sí, estoy preparada, y se me está ocurriendo algo -tomo la mano del hombre que la acompañaba, aquella mano más grande que la suya y que ya había sostenido con anterioridad cuando recorrían las diversas tiendas. Salieron de la sala en donde habían estado y de nuevo se vieron entre ropa, accesorios, gafas de sol, lencería y perfumes. Kathryn se detuvo exactamente en la sección de los perfumes. Una de sus fragancias favoritas se encontraba en aquella tienda. Tomo una de las botellas de muestra de color azul claro y tapa azul fuerte casi negra. Roció un poco en su cuello y a continuación ladeo la cabeza y acomodo su cabello hacía a un lado. -Dime si me queda este…-le pedía que se acercara a oler el nuevo aroma que poseía su piel. Acqua Di Gioia era uno de sus perfumes favoritos, quizás demasiado ¿suave? Para alguien con su carácter, pero no por eso dejaba de quedarle bien. Ella pensaba que cualquier cosa que usará le quedaba de maravilla. Después de todo es perfecta, ¿no? Sonrío de medio lado ante ese arrogante pensamiento. -¿Sabes? No suelo dejar que nadie me diga que debo vestir -comenzó a decirle con tono tranquilo, midiendo cada una de sus palabras. -Más tú me has acompañado de compras y lo menos que puedo hacer es complacerte en algo, ¿no crees? -una de sus cejas se arqueo ante su propia pregunta retórica, no necesitaba respuesta, al menos no a esa pregunta pues ya conocía sus palabras incluso antes de que las pronunciara. -Te compensaré dejando que me elijas algo más entretenido para modelarte -dijo con tanta inocencia que apenas se notaba el dejo lascivo en sus palabras. -Sea lo que sea lo usaré -aseguro sin mentir.

Off: No te preocupes :B
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Mensaje por Maximé L. Levy Dom Abr 07, 2013 10:38 pm

Me quedé parado frente a ella mientras hablaba. Sonreí de medio lado cuando dijo que no le convencía lo que se había llevado al probador. -¿De verdad? - pregunté escéptico. Miré como se mordía un costado de su labio, llevé mi mano izquierda a su barbilla y deslicé mi dedo pulgar por debajo del labio inferior para luego dejar caer mi mano. La miré sonriendo levantando una ceja -Buscaste muy bien...yo te lo aseguro-, bromeando un poco. Ladee la cabeza ante su silencio, mirándola para ver qué pasaba por sus ojos. Como no dijo nada le pregunté si estaba preparada para otro raund, me dijo que si y que se le estaba ocurriendo algo -¿Si? ¿Qué es?- me crucé de brazos curioso por la idea que había estado rondando su cabeza mientras callaba.

De repente me agarra de la mano y comenzamos a caminar. Sonreí de nuevo ya que iba unos pasos por detrás, con mi brazo extendido. Luego di un par de zancadas y me coloqué a su lado -¿Qué estás pensando?-terminé preguntando, mientras llevaba la mano que tenía enlazada en la mía a mis labios para dejar un beso fugaz. Comencé a actuar más yo con ella. Si le molestaba alguna muestra de afecto muy seguramente me lo diría. Pero hasta ahora no había pasado, y no me molestaba caminar con ella de la mano...una situación similar acudió a mi memoria, sacudí mi cabeza para alejar el recuerdo. Pero... estaba sucediendo de nuevo, Kath hacia algo y yo me centraba en ella: al llegar a la sección de perfumes nuestras manos se soltaron, ella agarró un frasco de uno de los que se encontraba allí. Dejé que mi peso recayera en una pierna y mi mano derecha se posiciono en su cadera. Se puso un poco en el cuello la miré ladeando la cabeza y me dijo que le dijera si ese le quedaba, me mordí el labio unos segundos -Con mucho gusto- le digo terminándome de acercar a ella, llevando mi mano izquierda a su cuello mientras la otra se quedaba donde la tenía.

Cuando mi nariz comenzó a recorrer su cuello el aroma filtro en mi sistema. Era delicioso, no me gustaban los perfumes muy fuertes porque se perdía la esencia de la persona. Por inercia mi dedo pulgar comenzó a acariciar ese hueco que quedaba debajo de su oreja, cerré los ojos y fui desplazando lentamente mi boca hasta su oreja -Delicioso- le dije en murmullos, sonreí e incliné mi cabeza hacia atrás para mirar su cara -Te queda bien, es suave-. Sin proponérmelo mi mente comenzó a pensar en la ropa que le quedaría bien a ese perfume. Bromee diciéndole que si ahora se compraría algo más entretenido. Y lo que dijo me sacó una sonrisa que si la mantenía mucho tiempo me dolerían las mejillas, asique la disimulé y me mordí el interior del labio inferior -Tienes razón...tus bolsas son pesadas-mentira- asique si me quieres complacer...no me negaría-le digo dejando aflorar una sonrisa un poco perversa. Me dijo que me dejaría elegir algo más entretenido y que modelaría para mí. Levanté una ceja asintiendo con la cabeza, poniendo una mueca como si lo estuviera pensando... pff...sí claro, esa propuesta no se pensaba. Y agrega diciendo que sea lo que sea lo usará. -interesante- mirándola fijamente a los ojos -De acuerdo. Pero espérame en el la zona de cambiadores...yo ya voy- le di un beso rápido en una mejilla y me alejé de ella mirando para los costados. Busqué a la dependienta y le pregunté dónde estaban los vestidos largos. Cuando me mostró la zona, me puse a ver algunos y entonces lo vi... en mi mente cayeron pensamientos bastante libidinosos, pero ¡vamos!, lo ojos están para mirar cosas hermosas y con este vestido ella definitivamente se vería como una diosa griega. Lo saqué y lo puse frente a mí, me reí entre dientes pero no divertido precisamente.

Volví a la zona de vestidores y la miré son una sonrisa enorme.-Encontré algo...y espero que no te arrepientas de probártelo- levantando una ceja. Me acerqué a ella y me paré muy cerca poniendo el vestido entre nosotros. -Este-. Era un vestido semi transparente, suave al tacto, con la espalda al descubierto... yo lo veía perfecto.

Off: Vestido elegido por Maximé:
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Maximé L. Levy

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Mensaje por Kathryn J. ColdKing Miér Abr 10, 2013 12:05 pm

La caricia que sintió por parte del pelinegro bajo su oreja le provoco un escalofrió al igual que el murmuro de Max a su oído. También logro que esbozara una sonrisa de satisfacción pues, como ya sabía, él había confirmado que aquella fragancia le quedaba de maravilla. Es que todo le quedaba bien a Kathryn y sin que se esforzara. -Entonces me lo llevo. Los gestos de Max no se pasaron desapercibidos en ningun momento, cada sonrisa y cada mirada que le dedicaba le hacía pensar que en efecto no se había equivocado al querer ser más cercana a él. Después de todo era u chico divertido y agradable. Lo había investigado muy bien como para decir que era el tipo de hombre con el que ella debería mezclarse. Lo que los cotilleos de la universidad decían era algo que no tenía importancia para ella. Pues no quería un chico bueno y aburrido, sólo alguien a quien no le gustarán los compromisos y con el cual pasar más de un buen rato sin mezclar sentimientos. -Está bien, yo te espero, no tardes mucho -le pidió frunciendo ligeramente los labios para responderle el beso en la mejilla. Después se dio la media vuelta y fue en dirección a la sala de espera que estaba justo al lado de los probadores de ropa. Una vez que llego ahí se sentó en uno de los sillones a leer una de esas revistas de moda, con imágenes de modelos que lucían ropa que ella misma tenía en su closet y que le quedaba mucho mejor que a ellas.

No paso mucho tiempo antes de que Max llegara. La ojiazul se puso de pie al verlo, solamente centrándose en él y en la mirada tan intensa que sus ojos se dedicaron. Sin duda él sabía cómo mantenerla interesada, algo que muy pocos, sino es que nadie, lograba en ella. Se mordió el labio inferior con aire coqueto al bajar lentamente la mirada y ver el vestido que él sostenía en medio de ambos. Una ceja de Kathryn se arqueo y lo observo con cierta incredulidad, aunque francamente se esperaba algo como eso. Los hombres a veces podían ser tan predecibles. -No me arrepentiré, te dije que lo haría y cumpliré mi palabra, además…-hizo una breve pausa antes de acercarse a él, hasta que pudo sentir su aliento chocar contra los labios ajenos. Estaba a escasos centímetros de su boca. -…se me verá estupendo -afirmo con una convicción y seguridad envidiables antes de tomar el gancho del vestido e írselo quitando de la mano a Max. -En seguida regreso -musito con voz suave y apeteciblemente sensual antes de darle la espalda.

Entro en el primer vestidor que encontró. De hecho todos los demás estaban vacíos, no se explicaba porque si aquella era una buena tienda, cara, pero no por eso dejaba de ser magnifica. Como sea, eso no era relevante. Comenzó a despojarse del vestido azul que llevaba puesto, lo dejo colgado en uno de los ganchos que estaban adheridos a la pared. Sin dudarlos comenzó a ponerse el vestido, pasándolo por su cabeza y dejando que este cayera por la propia fuerza de gravedad hasta que su cuerpo entero quedo cubierto por aquella tela. Sin verse en el espejo de cuerpo entero que estaba a su derecha llamo a Max. -Max, ¿puedes venir un momento? -le pidió fingiendo angustia para que no tardará. En cuanto él estuvo ahí, hizo un gesto con la mano para que cerrara la puerta. -No sé si hay alguien más allá afuera, por eso no salí…-comenzó a explicarle. -No es porque me avergüence que me vean con este vestido, es que solamente quiero que me veas tú -le aseguro sonriéndole de medio lado, tan maliciosa como encantadora. Tomo al su acompañante por los hombros, y lo hizo dar la vuelta de tal forma que ahora Kathryn le daba la espalda a la puerta del probador, que no era tan amplio pero cambian los dos perfectamente. Tras Max estaba un pequeño rectangular de cuero negro. Sin avisar, la ojiazul lo empujó y él quedo sentado sobre aquel mueble. -Tú lo elegiste, es justo que solamente lo modele para ti -le guiño un ojo con coquetería nada disimulada. Entonces retrocedió hasta que su espalda quedo pegada a la puerta.

A continuación comenzó a dar pequeños pero seguros pasos, como si estuviera sobre una pasarela y no dejaba de mirarlo de forma lasciva, tan fijamente que incluso se veía reflejada en los ojos de aquel hombre. Estando frente a él se quedó parada y ladeo, por pura curiosidad la cabeza para verse al espejo. El vestido le quedaba a la perfección no obstante su ropa interior, que se apegaba adecuadamente a sus pequeñas pero peligrosas curvas, se transparentaba en la tela. Lencería de color azul rey era la que traía aquel día, pues combinaba con el vestido que se había quitado minutos antes. Esbozo una sonrisa ladina antes de volver a mirarlo. -Entonces… ¿te gusta cómo se me ve? -le pregunto dando una vuelta lenta y pausada, donde sus caderas se movieron de forma provocativa únicamente para él.
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Mensaje por Maximé L. Levy Miér Abr 10, 2013 6:05 pm

No aparto la mirada de ella cuando le muestro el vestido, viendo como una de sus cejas se arqueaba dando como resultado que mi mirada se hiciera más maliciosa. Le dije divertido si se arrepentiría, ella se acercó hasta que nuestros labios casi se rozaban. Sonreí ladinamente mientras miraba sus labios, para luego subirla a sus ojos cuando dijo que le quedaría estupendo -Lo sé- susurré sobre su boca, para verla marchar hacia el probador sin poder evitar recrear su cuerpo con la mirada hasta que la puerta se cerró. Al hacerlo, suspiré poniendo las manos en los bolsillos del pantalón y me quedé parado en la mitad de la sala con la cabeza inclinada hacia atrás. Podía sentir la adrenalina, pero era una adrenalina que conocía. Sospechaba como terminaría esto, pero el proceso era lo que más me gustaba... además veía en sus ojos y gestos que queríamos lo mismo. Cerré los ojos, intentado dejar la mente en blanco, necesitaba dejar de darle vueltas a las cosas...

En eso escucho su voz y abriendo mis ojos me dirijo hacia donde está ella. Me hace entrar -Acá estoy-digo en tono sereno, me mordí el labio y miro el lugar. Era más grande que los probadores de tiendas de menor categoría y tenía más espejos también. Apenas entré nos vi reflejados en tres de cuerpo completo que casi cubrían las paredes del vestidor. Wow...sí, no había otra palabra...wow. Pero mis ojos se fueron a la mujer que tenía frente a mí. Me dice que no se avergonzaba pero solo quería que se lo viera yo, la miré sonriendo pícaramente -Me parece perfecto...aunque no soy celoso he -dije poniendo las manos en los bolsillos del pantalón. Me gira tomándome de los hombros, y de repente me encontré sentado en una especie de butaca de la cual no me había percatado que estaba y me recosté contra la pared espejada que había a mi espalda, mientras me decía que lo justo es que modelara solo para mí -Vos sos la abogada...confío en tu cri....-la vi alejarse hasta la puerta, me humedecí los labios-...terio-. Relajé los hombros dejándolos caer ligeramente y mis manos colgaban entre mis piernas separadas -Veamos...-digo en un susurro.

Comenzó a caminar contoneándose como una modelo profesional. Pero a pesar de todo no podía quitar la mirada de sus ojos...esa mirada me daban ganas de muchas cosas que no sabía si era seguro hacerlas allí. Pero me obligué a mirarla en su totalidad... y joder… no tenía desperdicio. Deslicé mi mirada de arriba abajo con mucha lentitud... fijándome en todos los detalles. Tenía razón al escogerlo... le quedaba perfecto. En otra mujer tal vez quedara provocador... pero en ella se veía incitador. La tela acariciaba sus curvas con delicadeza...mostraba y no mostraba a la vez. Veías...pero no veías. Malditamente perfecto.

Mi mirada se posó de nuevo en su rostro terminando el escrutinio desvergonzado que había dado, mientras ella se colocaba frente a mí entre mis rodillas. Ella estaba observándose en el espejo, me pregunta si me gustaba como se le veía, le devolví la misma sonrisa que ella me brindo mientras terminaba de girar provocativamente para mí -No te das una idea...- susurré mientras me inclinaba hacia delante, puse una de mis mano en sus pantorrillas y la incité a acercarse un poco más... mi cara quedo a la altura de su vientre...pero eso solo por sus tacones. Levanté la mirada hacia ella sonriendo de medio lado, mientras mi mano comenzaba a hacer un recorrido perezoso por su pierna por encima del vestido, hasta encontrar el hueso de su cadera. -Pero creo que con algunos arreglos te verías mucho...mejor...-le digo en susurros con los labios rozando la tela del vestido -Tal vez...te pueda ser de ayuda- me incorporé de la butaca llevando mi otra mano también a su cadera. A medida que me paraba mi rostro pasó muy cerca de sus pechos hasta quedar a la altura de sus ojos. La miré unos segundos pero al instante me coloqué detrás de ella...lo suficiente para que sintiera mi presencia. Pongo mi cara al costado de la suya, recogiendo su cabello para que colgara de su hombro izquierdo. La miré a los ojos por medio del espejo...y por el podía ver como muchas copias de nosotros imitaban cada gesto. Sonreí perversamente y dejé que ambas manos subieran acariciando sus brazos...hasta llegar a los breteles de su sujetador. Dejé que mi dedo jugara con él un poco... Luego giré mi cabeza pero sin apartar mi mirada del espejo... de sus ojos, para susurrarle al oído -Sí quitamos esto...se vería mejor- dándole un mordisco a su oreja mientras observaba su reacción.
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Mensaje por Kathryn J. ColdKing Dom Abr 14, 2013 10:51 am

No creía poder borrar de su mente las palabras “no soy celoso” que él había pronunciado. Era algo de lo que ella deseaba escuchar, no sólo por parte de él, sino de cualquier hombre que se involucrara con ella. Detestaba que creyeran que ella podía ser de su propiedad, cuando era de todos y de nadie a la vez. Que se sintieran con derecho de decir que ella era de su propiedad era algo que odiaba más que a su hermano. No debía de acordarse de él, bajo ninguna circunstancia, el día que lo había dejado sólo en la carretera fue como si lo hubiera enterrado tres metros bajo tierra así que ya era parte de su pasado lo quisiera o no. Cerro los ojos unos instantes, despejando su mente y concentrándose en lo que estaba viviendo. En pasado es historia y el futuro es un misterio. Si pensaba en eso era más fácil ser fiel a su idea de mantener alejada de aquel ojiazul. Mordió el lado izquierdo de su labio inferior, observando como él recorría una de sus piernas hasta llegar a su cadera. La caricia le provoco escalofríos pues sus piernas podían ser consideradas como una de sus debilidades y él lo había descubierto sin ser consiente. Lo observo levantarse y pudo ver ese brillo en sus ojos, uno que todos los hombres poseían, estaba segura que él ya sabía en que terminaría todo aquel juego de seducción y Kathryn lo agradecía ya que así podía simplemente dejarse llevar. Después de todo Max era atractivo y que él fuera quien la hiciera olvidarse de todo por aunque sea unas horas debía de considerarse como todo un privilegio.

Cuando él estuvo detrás de la castaña, ella se tensó un poco, sin llegar a estar nerviosa, y se limitaba a observar el reflejo de ellos mismos en el espejo del frente. Sin duda era algo digno de admirar. -Haz los arreglos que quieras -le dijo para que siguiera teniendo la confianza de pedirle o de hacer cualquier cosa que pasará por su mente. -Soy tu modelo esta tarde y tú mi diseñador personal -murmuro con voz suave mientras seguía observando cada movimiento que él realizaba. Ladeo su cabeza hacía la izquierda para que él tuviera más espacio en su hombro derecho. Pronto ella volvió a encontrar la mirada del pelinegro y sonrío al ver ese matiz perverso que surcaba su mirada mientras le acariciaba los brazos. Kathryn sigue aquel recorrido hasta que él se detuvo, la mordida que mantenía en su labio inferior se profundizo más hasta que casi le dolió. -Tú eres el diseñador, confiaré en tu criterio -dijo con un dejo de ironía en la voz antes de sonreír de forma lasciva al espejo en donde ambos no dejaban de reflejarse. Aparto la mirada del vidrio para poder contemplar los ojos de Max a su lado, esa mirada intensa y tan profunda sin duda volvió más fácil la situación. Su rostro se ladeo ligeramente, hasta encontrarse con el ajeno. Planeo el momento en el que sus labios por fin se encontraron con los de Max. La ojiazul succionaba y humedecía el labio inferior de Max que seguía siendo preso de su boca en esos instantes. Sus ojos permanecían cerrados, concentrándose en aquel beso que cada segundo se volvía más intenso. Poco a poco, y sin dejar de besarlo, guiaba sus propias manos hasta posicionarlas tras de su espalda. Ya que Max no se encontraba tan cerca fue fácil soltar el broche de su sujetador a pesar de que este estuviera dentro del vestido. Los delegados dedos de Kath se encargaron de sacar la prenda de dentro del vestido, ya que el sujetador no tenía tirantes que lo sostuvieran de sus hombros fue más sencillo.

Su aliento no se perdió en el beso, pero cuando se separó de sus labios únicamente respiraba ligeramente más agitada que antes de robarle aquel beso. Volvió a sonreír, mirando el espejo, al tiempo que lanzaba su sujetador sobre el taburete en el que él estuvo sentado con anterioridad. -¿Mejoro? -le preguntó retóricamente al pelinegro mientras lo observaba fijamente a través del espejo. También podía verse a ella misma, ahora la prenda de color azul ya no era visible, y en su lugar la piel nívea de sus pechos podía contemplarse de manera casi natural por aquel vestido que se transparentaba. Dejo que él la contemplara unos segundos más, segundos en los que ella se entretuvo besando su cuello y su barbilla, experimentando la sensación de comenzar a descubrir algo nuevo. Esa sensación tan excitante de no saber qué se iba a encontrar. Lentamente volvió a girarse hasta que sus pechos rozaban el torso de él, por encima de la ropa, pero la sensación de cosquilleo que recorrió su cuerpo fue casi como si hubiera sido roce piel a piel. -El calor de la primavera es inminente, ¿no lo sientes más con esto puesto? Déjame ayudarte -murmuro cerca de su barbilla y sin esperar respuesta comenzó a desabotonar aquel curioso chaleco con los botones ladeados. Sus manos recorrían su abdomen, hasta sus hombros y así descendían por sobre sus brazos desojándolo de la prenda entre caricias. -Mucho mejor -sonrío contra sus labios, apenas rosándolos con los suyos antes de morderle el labio inferior con un poco de fuerza. Hay tantas formas de olvidar lo que no quieres recordar. Kathryn solamente conocía aquella que implicaba perderse en los brazos de alguien más.
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Mensaje por Maximé L. Levy Miér Abr 24, 2013 9:05 pm

No me mentiría mí mismo, ni tampoco me avergonzaba de ello, mirar al espejo mientras mis manos la recorrían o verla luego de que se sacara el brasier era... malditamente excitante. Pensé en la mujer que tenía al frente mío. Pensé que tanto sabía de ella: nada. No sabía nada solo su nombre y una que otra cosa. Tampoco hacia mucho que nos conocíamos, esto que estaba pasando era todo lo que había. Y era condenadamente bueno.

Mis manos la sostuvieron con más presión de las caderas, y en mis dedos la tela del vestido se enrollaba. Incluso la tela delgada me dejaba sentir el calor de su piel bajo mis dedos; si me concentraba lo suficiente estaba seguro de que podía sentir su textura debajo del vestido. Y todo esto se sumaba otra cuota: lo visual. Sí, no podía sacar mis ojos del espejo frente a nosotros. No dejaba de sorprenderme de lo que observaba. La veía a ella, su sonrisa y su mirada, y podía sentir que mis manos querían descubrir cada parte de su cuerpo. Pero si dejaba que mis manos hicieran lo que querían, me perdería otros detalles. Era increíble de lo que se podía averiguar de uno cuando te ves en esta situación. Pude ver como mi mirada se iba transformando a medida que pasábamos, al escucharla hablar. Como de a poco mi cuerpo se acercaba al de ella y como mis propias manos se veían posesivas sobre su cuerpo mientras la tención aumentaba. Era como estar viéndote desde afuera, era extraño.

Pero supongo que lo que dicen de los hombres no era del todo mentira, por lo menos eso estaba descubriendo ahora. Había escuchado que los hombres son más visuales para excitarse; y no lo creí hasta ahora, porque hasta este preciso momento yo era más del tipo de sentir. De sentir la piel de la otra persona, su suavidad, sentir su tacto sobre tu piel, como los cuerpos se conectaban, incluso con los ojos cerraros para captar más el momento. Pero ahora viéndonos como estábamos, una parte mía despertó. Era excitante vernos a los dos, midiéndonos con la mirada y luego del beso intenso que nos dimos ver su boca más rosada e hinchada que al principio. Ver como su pecho subía con cada respiración...ya sin el brasier que los contenía dejando traslucir unos capullos, que en lo único que me hacían pensar en saborearlos en mi boca. No contesté nada de lo que me dijo, solo la disfrutarla.

Cuando se gira la miro con los ojos entornados, repasando su boca y el resto de su rostro. Mi respiración era más profunda que antes, me humedecí mis labios que se me habían resecado. Y esperé pacientemente que ella me sacara el chaleco, respetando la mínima distancia que nos separaba. Cuando terminó de deslizarlo de mis hombros, casi ronroneo cuando siento sus manos en mí, la dejé hacer con los ojos cerrados, sin poder evitarlo los había cerrado. Cuando siento su respiración cerca de mi cara, abro los ojos al tiempo en que sus dientes atrapaban mi labio inferior. Emitiendo un gruñido bajo, la terminé de pegar a mi cuerpo, dejando que no quede ningún lugar sin tocarnos, sus piernas enredadas entre las mías. La giré hacia una de las paredes espejadas, no estoy seguro cual porque tampoco me importa.

La miro desde la altura que tenía, bajando la mirada, mientras mis manos enrollaban un poco su vestido a su cadera, dejando un montón de tela entre nosotros. Me pase la lengua por mis labios y me incliné para pasarla por su mentón. Sentía como mi cuerpo comenzaba a latir previendo lo que pasaría. Recordé algo que dijo hace unos momentos -Haces mal en confiar en mi criterio...- me puse a la altura de sus ojos, dejando caer el vestido, apoyé mis antebrazos en el espejo y la miré. Miré la piel del cuello y seguí bajando y bajando…, levanto la mirada otra vez… a su rostro y una sonrisa cuasi perversa se dibuja en mis labios. Le paso un brazo por detrás de su cintura para que su espalda se arquee dejando que sus apetitosos pechos queden donde los quería, y el otro lo dejo en el espejo. Comienzo a deslizar mis labios y lengua por su cuello, mordisqueo la piel que recubre sus clavículas y llego a la parte superior de sus senos -Sos hermosa...- deslizo mi nariz por la tela de su vestido que cubre esa zona hasta llegar a donde quería, rozo con ella uno de esos capullos que se adivinaban bajo la tela. Y sin poder evitarlo les doy un mordisco suave haciendo que este se convierta en un punto duro. Y lo único en lo que pude pensar fue en tenerlo sin la barrera de la ropa de por medio en mi boca; pero joder...lo quería ahora. Sin proponérmelo pasé la lengua sobre la tela humedeciéndola y volver a sujetar su pezón con mis dientes para luego calmarlo acariciándolo. La mano que tenía en el espejo ahora sujetaba su nuca y levanto la cabeza para devorarme esa boquita tentadora, no fue un beso suave. Fue uno profundo haciéndole ver cuánto la deseaba. Amoldé mi cuerpo al de ella, llevando la mano de su cintura a sus nalgas para instarla a que se pusiera de puntillas y se pegara más a mí, si era posible. -Estoy a una centésima de arrancarte el vestido...- dije cuando me alejé milimetros de su boca con la respiración pesada, y hablando muy en serio. Ese vestido que tanto me había gustado, en estos momentos me molestaba de sobremanera.

Kath era una especie de afrodisíaco, era una chica que daba la sensación de no tocar, pero cuando lo hacías...joder. Me hizo recordar lo que había leído de las drogas, esa sensación de adrenalina, de euforia...respiré hondo. Pero yo estaba seguro que no era un adicto ni podría serlo..., asique no habría problemas en probar esta ¿Verdad?.

Off: Perdón perdón perdón! Pasaron algunas cosas por eso no conteste antes!
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Ropa en todos lados (Kathryn J. ColdKing) Empty Re: Ropa en todos lados (Kathryn J. ColdKing)

Mensaje por Kathryn J. ColdKing Miér Mayo 29, 2013 6:30 pm

Los espejos le daban una gran visión panorámica de lo que estaba ocurriendo, no con ella ni con él, sino con ellos dos juntos, tan unidos. Más que un reflejo parecía una pintura al óleo. Hasta al menos dotado de imaginación le resultaría fácil darse cuenta de que los amantes de dicha pintura deseaban fervientemente ser del otro y no llevar la ropa que, ene se momento, cubría sus cuerpos deseosos de placer. Kathryn dejaba que él la acaricia, que descubriera, por sobre el vestido, las finas y peligrosas curvas de su cuerpo. Mientras que ella hacía lo mismo con el ajeno, paseaba sus dedos por los cabellos la nuca y la espalda de Max como si de verdad nunca hubiera tocado a ningun otro hombre. Le gustaba la sensación de excitación que él le hacía sentir, le encantaba que la apresará de esa forma con sus fuertes brazos. Con tanta convicción y firmeza que ahora entendía que su aire seductor no era nada más una alusión, que de verdad sabía cómo hacer que una mujer como ella se sintiera deseada, admirada y necesitada por alguien que sin duda alguna podría tener a la mujer que quisiera entre sus brazos o bajo sus sabanas. Por lo que no se le hacía para nada difícil dejarse llevar por sus bajos instintos. Su respiración estaba ligeramente agitada, esto se hacía más notorio con cada acción que él realizaba y ella de verdad pensaba que nada le impediría tener un encuentro clandestino en ese sitio. Cuando él la beso, ella le respondió casi de inmediato, dejaba que su lengua recorriera cada parte de la boca ajena, que sus papilas gustativas descubrieran un nuevo sabor mientras se mantenía pegada a él, disfrutando la cercanía y darse cuenta de lo que despertaba en él. No era algo nuevo, pero si era una sensación de triunfo igual. Él debió de seguir así, besándola, ya que cuando ella escucho su voz se sobresaltó porque no era Max quien hablaba, era Finn Kathryn miro al pelinegro frente a ella, con esos ojos azule3s, la piel blanca y esa cicatriz que ella misma le había hecho en la mejilla. No podía ser Finn, pero aun así ella imaginaba que era él quien la besaba y acariciaba su cuerpo. Volvió a cerrar los ojos,, tratando de olvidarse del rostro de su hermano pero aun en la oscuridad lograba sentirlo unido a ella, ya que seguía sin alejarse de Max. Se mordió el labio inferior y se separó de él lenta pero bruscamente, como si le temiera. En realidad le daba miedo lo que estaba sintiendo, nunca le había sucedido.

Volvió a abrir los ojos y ahí estaba de nuevo Max, era Max y no su hermano quien la estaba mirando. Kathryn no sabía si estaba desconcertado o no porque no lo estaba mirando con suficiente atención. Sin pensarlo se sacó el vestido, quedando a espaldas de él y únicamente con las bragas puestas. No le dio oportunidad de acercarse porque de inmediato, y como pudo, se puso el sujetador y después el vestido azul que llevaba antes de ponerse el semi-trasparente que él le había sugerido. -No puedo, quizás otro día…-le dijo tratando se parecer fría y tranquila, cuando en realidad estaba temblando y parecía algo asustada. Quería seguir hasta terminar lo que había comenzado, pero no viendo la cara de su hermano en un rostro que no era el de él. -Vele el lado bueno, te ahorraste pagar por ese vestido…-comentó tratando de destensarse. No tuvo éxito. -Lo lamento, es que…-agacho la mirada, mostrándose confusa a propósito. Había veces que tenía que dar una impresión más ingenua de como en realidad era. Y claro que la disculpa no era sincera, pero esa es el tipo de cosas que se dice cuando simplemente no puedes seguir. -Vámonos, creo que se acabaron las compras por hoy -le dio una palmada en la mejilla, sin animarse a besarlo de nuevo. Salió del probador dándole tiempo a que se colocara el chaleco de nuevo. Se sentó en uno de los sofás de la sala de espera. Esa era la primera vez que de verdad quería ver a su hermano, pero su orgullo le impedía llamarlo.


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