Te secuestrare (Dorian Watts)

Un día de compras, ¡sí! eso era lo que necesitaba. Necesitaba entrar a comprarme lencería, a comprarme faldas, tops, cosas sexy que ponerme ya que la ropa que tenía ya la habia usado demasiado y necesitaba nuevas. Nuevas porque necesitaba lucir mejor y captar la atención.
No habia tenido mucho dinero así que no pude comprarme mucho. Hasta que conseguí algo de dinero, entonces decidí ir.
Y eso era hoy, una mañana bastante soleada cubría le cielo cuándo salí de mi piso y me encamine hasta el centro comercial. La gente iba con prisas porque llegaban tarde a sus trabajos ya que era muy temprano y los coches hacían cola esperando llegar a su destino sus dueños. Todos iban con prisas mientras yo caminaba por la calzada como si nada. Algunos me miraban cruzando la vista conmigo porque pasaba por delante, pero nada.. esta hora me gustaba porque aquí pasaba todo el mundo desapercibido, desde el más puto hasta la más tonta de las tontas.

Cuándo llegue a el centro comercial decidí entrar de tienda en tienda. Habia poca gente porque eran las nueve y media de la mañana, así que los probadores estaban libres y podía probarme la ropa que deseaba. Y me compre un poco de todo desde bragas y sujetadores hasta medias y faldas entalladas. Me encantaba poderme probar ropa, incluso me probe ropa que jamás me compraría porque no podía. Pero es que también me gustaba sentirme otra, sentirme importante ante al espejo con una figura seria, un vestuario elegante y caro. Aunque no pudiese comprármelo me veía en unos segundos importante.

Salí de las tiendas y me quede sentada en el pasillo del centro comercial donde habia unos cuántos bancos para que la gente estacionase. Entonces me saque una magdalena del bolso y comencé a comérmela mientras observaba mi alrededor con atención. Más bien miraba a el hombre que estaba un banco más allá. Parecía bastante amargado por culpa de una cuarentona que al parecer es su cuidadora. No me di cuenta de que era su cuidadora hasta que vi aquellas gafas, unas gafas que solo las llevaban las personas ciegas.
Ese hombre me daba mucha curiosidad, ya que aquella mujer lo trataba como sí no pudiese hacer algo el solo, ”¡Ni que pareciese imbécil!” o eso pensaba y creía.
Su ayudante entonces se largo entrando en la tienda de flores, le dijo una y otra vez que se quedase aklí ”Como sí fuese un niño pequeño”, pense entonces y percibí que estaba demasiado amargado para sonreir.

Lo mejor fue lo que se me paso por la cabeza y no pude evitar sonreir por ello. Luego me acerque a el sonriendo como sí fuese una niña pequeña y le dije pensando en algo― ¿Te gustaría hacer algo fuera de lo común, y que no tuviese que ver con algo aburrido—le comente acercándome a el algo más y viendo su reacción. Trate también de convencerle diciéndole–Esa mujer no creo que te beneficie mucho, y estarás aburrido seguramente que te trate como un niño pequeño—me cruce entonces de piernas sintiendo como mis vaqueros me apretaban, pero no les hice mucho caso y espere que hablase, ya que teníamos que irnos sino antes de que volviese aquella mujer.

Elvira decía que yo tenía que salir, pero yo no tenía muchas ganas. Había pasado los últimos tres días encerrado en el apartamento de la ciudad ya que no quería pasar por la universidad. Había múltiples razones, pero una de las principales, era el hecho de que alguien había jugado con mis sentimientos. No era cosa nueva, había pasado tantas veces antes que yo decía estar acostumbrado, pero eso no podía ser del todo cierto. Estar acostumbrado quería decir que ya no me dolía y que no me doliera quería decir que me había dejado de importar y eso era prácticamente imposible.

Además había tenido un leve “episodio” del que prefería no hablar, no le contaba a nadie de esas cosas, simplemente por que a nadie le importaban las razones por las que yo desaparecía una semana o dos. Nadie nunca preguntaba y estaba bien, de todos modos era mejor así.

Entonces, aquella tarde Elvira me arrastró al centro comercial, me hizo caminar por tiendas mientras ella compraba ropa para ambos y yo solo quería salir de ahí, quería estar en cama, escuchando música y perdiéndome en mis pensamientos. Casi que deseaba ir a regodearme en mi propio dolor y agonizar interiormente hasta que la herida sanara.

Caminamos casi dos horas y cuando por fin me dejo sentar, me repitió mil veces que no me moviera, tenia unas enormes ganas de gritarle que me dejara en paz pero sabia bien que ella tenia siempre buenas intenciones conmigo…hasta a veces pensaba que ella me quería, de hecho me encantaba pensar que lo hacia ya que en general yo no era la persona mas rodeada de amor en el mundo.
Fue entonces que escuche la voz de una chica y reí, gire la cabeza hacia ella riendo un poco…irme con ella, sin saber quien era…sin saber a donde….podía ser un tremendo peligro, podía meterme en problemas y terminar perdido. Aun así, asentí sin más y me levante

-Vamos
Dije con cierta emoción esperando que Elvira no se enojara. Busqué el brazo de la chica para pegarme de ella
-solo guíame

No entendía muy bien como aquella señora le decía “quédate aquí”, “no te muevas”. Supuestamente era por su bien. Pero en cierto modo no soportaba tanto cariño y la verdad que estuviese tanto encima debería ser un coñazo. Sí me quedase ciega me gustaría vivir la vida, pasármelo bien y disfrutar como cualquier persona y no me que tratasen como a un imbécil discapacitado. O eso creía, no se quizás debería ser como lo hacían. Pero quien sabe.
Era bastante bruta y cabezona para ver las cosas, así que me daba igual lo que dijesen. Aquel hombre tan guapo necesitaba de algo de disfrute y no ir de un lado a otro en el centro comercial comprando. ¿Desde cuándo le gustan a los hombres ir de compras?. Que yo supiese pocos hombres les gustaba ir de shopping.
Seguro que decía que estaba loca, que quien era, que que deseaba. Seguro que no se sentía seguro como para andar con una simple desconocida.

Esperaba que me mandase a freír esparragos, es decir que no me hiciese caso. Pero para mi sorpresa  se levanto y me dijo que nos fueramos, se agarró a mi y me dijo que le guiase. ¿No sabía que no había que hablarle a una desconocida o irse con una?. Es que su madre no le habia enseñado eso. Bueno para mi la verdad era mejor, no tenía nada que hacer y la verdad necesitaba algo de compañía. Además el no podía verme, no podía ver mis apariencias y eso me agradaba. Ya que siempre me juzgaban por mi fachada.

Entonces me coloque las bolsas que llebaba agarrándola del otro brazo y le mire alegremente mientras este se agarraba a dicho brazo que no llevaba ya bolsas de ropa. Le dije sonriéndole, a pesar de que el no me miraba, como siempre andaba eufórica.—Esta bien, seguro que nos lo pasamos mejor, seguro que estabas aburrido ya de estar en el centro comercial comprando, ya que no tenías mucha cara de estar agusto―hable sin más intentando de sacar conversación mientras caminaba hacia afuera del centro comercial.

No pude evitar quedarme callada unos segundos, aunque fueron pocos, ya que poco tiempo me callaba la boca, odiaba los silencios odiosos—Sabes una vez me acosté con un ciego.. sabes lo bueno, que meten mano bien, tienen un buen tacto—.hable involuntariamente sin pensarlo y sin poderlo evitar. No pude evitar decir ese comentario descarado, que seguro que con ese comentario le quedaba claro el tipo de persona que era, el tipo de persona que no se avergonzaba de decir barbaridades.

Llegamos a la puerta del centro comercial y comente al llegar.― Escalon—y luego de pasarlo recordé algo. No me había presentado, así que eso hice―Por cierto soy Olivie, sí ya tiene un acento algo como italiano.. mm lo cierto es que en realidad me llamo Oliva, pero en fin desde pequeña me dicen así. ¿Por cierto tú como te llamas? ―acabe por último preguntándole su nombre mientras le miraba con cierta curiosidad sin poderlo evitar, queriendo saber más de el.