[Scooter] Campanas de boda.

Había llegado el día. Me casaba con Scooter, quien lo diría. Después de tanto tiempo juntos, y tras pasar por muchos problemas, iba a convertirme en su marido. Pero como dijo Shakespeare: “El verdadero amor no es nunca río de apacible curso”. Aunque mi vida había cambiado nada consiguió que me olvidase de él, y de Mía, mi hija. Ellos eran lo esencial de mi vida y los encargados de hacerme sonreír cada día. Mis niños, como yo les llamaba, pues algunas veces no sabía quién era más infantil de los dos. Justo en estos momentos muchas escenas de la vida de los dos se pasaba por su mente. Habían sido muy felices y de seguro lo seguirían haciendo. –Oh vaya estás genial Darien. –comentó una amiga de la universidad que me había acompañado a comprar el traje. Tras ella se coló Mía, la cual corriendo se echó sobre mí. Cogiéndola en brazos bese su mejilla y recoloqué sus adornos que tenía en el cabello. Su aspecto resultaba adorable y su sonrisa me hacía ver que ella le gustaba la idea de la boda tanto como a mí. –Recuerda que debes portarte bien mientras los papás estemos fuera. –le recordé. Después de la ceremonia nos iríamos de viaje y ella quedaría a cuidado de una amiga de Scooter. Esto me preocupaba un poco pero necesitaba un tiempo a solas con lo que seria mi marido. -Venga, es la hora. Salí de la carpa que se había montado allí para la boda, en aquel mirador, para caminar hacia Scooter. Estaba realmente guapo y con solo mirarlo una sonrisa apareció en mi rostro. -Hola...- murmuré cogiendo de su mano. -¿Listo? Y la música empezó a sonar y ambos nos dirigimos juntos al altar.

Mi traje:

Spoiler:

Aquel día era el mas importante de mi existencía puesto que me casaba con el hombre de mi vida y padre de mi hija Mia; me casaba con Darien ya que a pesar de tener bastantes problemas habíamos conseguido superarlos y ahora estabamos a un paso de casarnos en aquel mirador decorado para nuestro enlace. Me había vestido con un traje simple ya que no me gustaba mucho arreglarme y odiaba aquellos trajes pero aun así en esta ocasión llevaba el traje que me había ayudado a elegir mi hermana Ariadna, amiga y hermana que cuidaría a Mia cuando nosotros estuvieramos de luna de miel. Sonreí al verle y tras escuchar la musica nos fuimos caminando hasta el altar donde una vez allí, miramos al cura a la espera de que comenzara la ceremonia y nos casara de una vez por todas.