2013
Ahora mismo si estas planteándote en inscribirte en esta prestigiosa universidad es por que has pasado esta etapa, pero bueno, ¡eso cosa del pasado! Olvídalo, pon eso en un rincón de tu memoria.
Ahora estás viviendo el año 2013 en la Universidad de Brown, situada cerca del corazón de Nueva York.
¿Estás aquí por elección propia, por el sueño de convertirte en alguien famoso en la vida? ¿Por qué tus padres tienen una cuenta bancaria muy grande? ¿O tal vez por obligación?
Sea la razón que sea el resultado es el mismo, estas en una de las mejores universidades de América, pero aquí no te daremos 'la comida masticada' lo cual si de verdad deseas llegar a ser alguien en la vida tendrás que currártelo, aquí no regalamos nada.
¡Casi lo olvido! Tal vez exijamos mucho, pero tampoco descartes la idea de tener un poco de diversión. Fiesta, alcohol, sexo, drogas.
En resumen, el libertinaje total.
Para Algunos, la diversión significa dormir en tantas camas como sea posible, para otros, las compras y manicura son las cosas más importantes en su vida y siempre habrá los -por su padres- tienen dinero y reputación.
Pero dejando todo eso atrás, en la oscuridad de Brown se esconden varias personas que pertenecen a una especie de secta, un grupo donde su intenciones no son exactamente buenas. Se hacen reconocer por 'la logia', una panda de personas donde jugarán con cualquier persona que les apetezca. Les gusta ver sufrir a los demás, viven a costa de ellos. ¿Que pasa? ¿A caso tienes miedo de ser su próximo elegido? Tranquilo, como en los cómics y películas de Stan Lee donde hay un villano, hay un super héroe, e aquí nuestros super héroes se hace llamar anti logia, un grupo donde quieren la paz en la universidad y acabar con toda esa crueldad.
Y dime, ¿quien eres tu? ¿Eres un becado? ¿Un estudiante normal? ¿O tal vez te guste la idea de pertenecer a la logia? Otra posibilidad es que quieras cumplir el sueño de todo niño, ser un super héroe y pasar a ser miembro de la anti logia pero...
Seas lo que seas, se bienvenido a Brown University.
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{·Adrienna A. Delacour} Mira y aprende.
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{·Adrienna A. Delacour} Mira y aprende.
La monotonía que New York me presentaba cada vez me resultaba más y más aburrida, ¿por qué había tanta tranquilidad? ¿por qué todavía no había asistido a alguna pelea? Era terrible, me sentía como en el hogar de la pradera con tanta pacificidad. Sólo esperaba que esa Sábado noche encontrara algún tipo de entretenimiento, algo a lo que aferrarme y con lo que disfrutar de la noche, por lo que fui a un bar que me recomendaron del cual habían hablado bien así que…¿qué mas podía hacer que ir a un bar? Hacía tiempo que tampoco lo hacía, así que perderme en uno por un día no pasaría nada, salvo si me embriagaba.
Aparecí en aquel bar tan bien habitado, pues había fila fuera y eso me sorprendió. ¿Un bar con fila de entrada? Capaz que se hacía pasar por “bar” y no fuera eso. No tardé demasiado en entrar y una vez dentro pude observar el fúnebre bar de aspecto gótico, sombrío y lleno de viejales borrachos además de señoritas jóvenes pasando la noche sólas. Y ahí es cuando mi atención se concentró en una muchacha de pelo oscuro, con unas facciones dulces y delicadas, parecía una muñeca de porcelana pero debíamos de ver si se comportaba como tal. Adrienna. No dudé en acercarme a ésta y tomar asiento a su lado en esa mesa apartada de la gente, tal vez estaba esperando a alguien pero no me importaba en absoluto ahora era yo el que estaba en aquella mesa y si alguien esperaba ocupar aquel lugar debería esperar. –Es la primera vez que veo a una chica como tú en un bar de este tipo. ¿Eres gótica? ¿Emo? ¿Heavy tal vez? ¿O eres más de rajarte las venas pensando que verás algo más allá de la vida? –Jugaba a hablarle como si no la conociera, como si fuera una completa desconcida y me quedé observándola un rato para ver su reacción sabiendo que seguro que pensaría que era un tío demasiado idiota, así que, una vez tomada su atención, borré la sonrisa de payaso que llevaba para quedar neutral. -¿Está bien éste bar? Me lo han recomendado pero no me fío. –Dicho esto llamé a un camarero para que me trajera una botella y unos vasillos de chupito. –Juguemos. –Llené ambos vasillos con aquel vodka caramelo y tomé el bote de nata poniéndome en el contorno de mi mano un pequeño moño. –Permíteme… -Tomé su mano haciendo lo mismo y me acomodé en la silla. –Me apuesto a que me das un beso si ese tío –Señalé con la mano que no llevaba nata. –se va al aseo a vomitar en unos… mmm… tres minutos. –La miré y observándola lamí mi mano, tragándome la nata y seguidamente el vodka de un golpe. Solté varias carcajadas después de tragármelo y le dediqué una sonrisa. -¿Cómo te llamas beautiful?-Dije aquel "beautiful" con ese acento americano que estaba aprendiendo poco a poco. Hacer como que no la conocía era divertido, por lo que esperaba que no me cortara el rollo y que me siguiera el juego.
Mientras aquello seguí observando al hombre con el que hacía segundos me había echo aquella apuesta con la que pretendía salir ganando; y así fue, ya que el hombre no tardó ni un minuto en correr hasta el baño. -He ganado. -Dije iluso, bromeando, observando de nuevo a Adrienna, esa mujer tan despanpanante. -Quiero mi premio.
Aparecí en aquel bar tan bien habitado, pues había fila fuera y eso me sorprendió. ¿Un bar con fila de entrada? Capaz que se hacía pasar por “bar” y no fuera eso. No tardé demasiado en entrar y una vez dentro pude observar el fúnebre bar de aspecto gótico, sombrío y lleno de viejales borrachos además de señoritas jóvenes pasando la noche sólas. Y ahí es cuando mi atención se concentró en una muchacha de pelo oscuro, con unas facciones dulces y delicadas, parecía una muñeca de porcelana pero debíamos de ver si se comportaba como tal. Adrienna. No dudé en acercarme a ésta y tomar asiento a su lado en esa mesa apartada de la gente, tal vez estaba esperando a alguien pero no me importaba en absoluto ahora era yo el que estaba en aquella mesa y si alguien esperaba ocupar aquel lugar debería esperar. –Es la primera vez que veo a una chica como tú en un bar de este tipo. ¿Eres gótica? ¿Emo? ¿Heavy tal vez? ¿O eres más de rajarte las venas pensando que verás algo más allá de la vida? –Jugaba a hablarle como si no la conociera, como si fuera una completa desconcida y me quedé observándola un rato para ver su reacción sabiendo que seguro que pensaría que era un tío demasiado idiota, así que, una vez tomada su atención, borré la sonrisa de payaso que llevaba para quedar neutral. -¿Está bien éste bar? Me lo han recomendado pero no me fío. –Dicho esto llamé a un camarero para que me trajera una botella y unos vasillos de chupito. –Juguemos. –Llené ambos vasillos con aquel vodka caramelo y tomé el bote de nata poniéndome en el contorno de mi mano un pequeño moño. –Permíteme… -Tomé su mano haciendo lo mismo y me acomodé en la silla. –Me apuesto a que me das un beso si ese tío –Señalé con la mano que no llevaba nata. –se va al aseo a vomitar en unos… mmm… tres minutos. –La miré y observándola lamí mi mano, tragándome la nata y seguidamente el vodka de un golpe. Solté varias carcajadas después de tragármelo y le dediqué una sonrisa. -¿Cómo te llamas beautiful?-Dije aquel "beautiful" con ese acento americano que estaba aprendiendo poco a poco. Hacer como que no la conocía era divertido, por lo que esperaba que no me cortara el rollo y que me siguiera el juego.
Mientras aquello seguí observando al hombre con el que hacía segundos me había echo aquella apuesta con la que pretendía salir ganando; y así fue, ya que el hombre no tardó ni un minuto en correr hasta el baño. -He ganado. -Dije iluso, bromeando, observando de nuevo a Adrienna, esa mujer tan despanpanante. -Quiero mi premio.
Jayden A. Cross- Fecha de inscripción : 13/04/2013
Edad : 37
Localización : New York city.
Re: {·Adrienna A. Delacour} Mira y aprende.
El móvil vibraba sobre la mesa, yo enloquecía de nervios, y el pobre felino no dejaba de ronronear sobre la ventana. Anduve hasta el comedor con tranquilidad, mientras cogía el móvil, y tecleaba con agilidad al ver el nuevo mensaje. Me invitaban, me invitaban a un bar del cual sí había oído el nombre un par de veces, pero jamás había visitado. Tenía un plan totalmente distinto a aquel, pero no iba a perder una oportunidad como aquella, de quedar con alguien aquella noche. Por eso, miré la dirección del bar, el cual no estaba demasiado lejos, y la apunté en el móvil.
Ahora me encontraba en una de las enormes calles de aquel sucio Nueva York, a la vez impresionante, aunque más espeluznante que nada. Había pasado por varios callejones, en los cuales parecía que iba en buena dirección, por mucho que aquello fuese demasiado tétrico. Miré a mi frente. Alcé la cabeza para comprobar que el bar era el deseado, y así era. Miré el reloj un par de veces, mientras me colocaba bien el vestido, y comprobé que aún era algo pronto. Aunque como mucho en un par de horas, aquello estaría a explotar. La verdad es que cuando la campana de la puerta sonó, y vi el ambiente de aquel bar, estuve a punto de dar media vuelta. Me mordí las uñas algo histérica, al ver todos aquellos viejales mirando a quien no debían, el aspecto fúnebre del bar, y que aquello más que nada parecía un cementerio en medio de una fiesta. Cogí sitio en una mesa, con una media sonrisa, e intentando ignorar todo el ambiente que ocurría a mi alrededor, mientras echaba un vistazo cada dos por tres a la puerta del bar, para comprobar sí mi invitado de aquella noche venía. Pasaban los minutos, y allí, lo único que llegaban era gente igual de fúnebre que todos los que estaban dentro, hasta que vi a alguien que destacó, más que nada por su forma de vestir. Reí levemente. No me lo podía creer, ¿era él, en serio? No pude quitar la sonrisa de la cara, cuando él tomó asiento frente a mí. Lo supe al instante; Jayden. - Las apariencias engañan, quizá lo sea, ¿no crees? Te explico, soy de esas que va por ahí hablando a las paredes, me rajo cada vez que veo una de las injusticias de este horrible mundo, y estoy aquí hoy con mi gran familia de... De lo que quiera que sean, seamos, todos estos que estamos aquí.- Le sonreí. Entendí pronto su juego, hacía como si no me conociera, y era imposible que no lo hiciese. Por unos instantes, recé para que por allí no apareciera mi cita, y que fuera él la de esta noche. Admiré su sonrisa, hasta que cuando vi que me preguntaba por el bar, solté un suave suspiro, y encogí de hombros. - Ciertamente no lo sé, a esta señorita le han dado plantón en este horrendo bar, así que de momento no se lleva muy buena opinión mía, así que mejor no te fíes, no. - Cuando vi como llamaba al camarero, supe que llegaba el momento de animar aquella conversación. - Eh, eh. Todo a su tiempo, veremos si eres capaz de soportar uno de mis besos.- Le guiñé un ojo, para después tragar algo de vodka, y observar que me preguntaba por mi nombre.- Adrienna, Adrienna Angeliqué Delacour. - Pronuncié aquello con el perfecto francés que no había olvidado, no aún. - Y este chico que está tan sumamente interesado en mis besos, ¿quien es?- Pregunté refiriéndome a él, mientras deslizaba mi vista hacia el borracho, y comprobaba como entraba de golpe en el lavabo.
Era cierto, una apuesta, era una apuesta, y al fin y al cabo, la había ganado. Me acerqué a él, mientras lo miraba riendo, y le daba un toque con el dedo índice en la nariz, para después musitar.- Vamos, cierra los ojos, vamos. - No supe si lo había hecho de verdad, pero en cuanto lo tuve en frente, no pude evitar impulsarme hacia él, para tenerlo sobre la comisura de los labios.- ¿Aguantarás este beso? Lo has pedido, y no te diré que no.
Ahora me encontraba en una de las enormes calles de aquel sucio Nueva York, a la vez impresionante, aunque más espeluznante que nada. Había pasado por varios callejones, en los cuales parecía que iba en buena dirección, por mucho que aquello fuese demasiado tétrico. Miré a mi frente. Alcé la cabeza para comprobar que el bar era el deseado, y así era. Miré el reloj un par de veces, mientras me colocaba bien el vestido, y comprobé que aún era algo pronto. Aunque como mucho en un par de horas, aquello estaría a explotar. La verdad es que cuando la campana de la puerta sonó, y vi el ambiente de aquel bar, estuve a punto de dar media vuelta. Me mordí las uñas algo histérica, al ver todos aquellos viejales mirando a quien no debían, el aspecto fúnebre del bar, y que aquello más que nada parecía un cementerio en medio de una fiesta. Cogí sitio en una mesa, con una media sonrisa, e intentando ignorar todo el ambiente que ocurría a mi alrededor, mientras echaba un vistazo cada dos por tres a la puerta del bar, para comprobar sí mi invitado de aquella noche venía. Pasaban los minutos, y allí, lo único que llegaban era gente igual de fúnebre que todos los que estaban dentro, hasta que vi a alguien que destacó, más que nada por su forma de vestir. Reí levemente. No me lo podía creer, ¿era él, en serio? No pude quitar la sonrisa de la cara, cuando él tomó asiento frente a mí. Lo supe al instante; Jayden. - Las apariencias engañan, quizá lo sea, ¿no crees? Te explico, soy de esas que va por ahí hablando a las paredes, me rajo cada vez que veo una de las injusticias de este horrible mundo, y estoy aquí hoy con mi gran familia de... De lo que quiera que sean, seamos, todos estos que estamos aquí.- Le sonreí. Entendí pronto su juego, hacía como si no me conociera, y era imposible que no lo hiciese. Por unos instantes, recé para que por allí no apareciera mi cita, y que fuera él la de esta noche. Admiré su sonrisa, hasta que cuando vi que me preguntaba por el bar, solté un suave suspiro, y encogí de hombros. - Ciertamente no lo sé, a esta señorita le han dado plantón en este horrendo bar, así que de momento no se lleva muy buena opinión mía, así que mejor no te fíes, no. - Cuando vi como llamaba al camarero, supe que llegaba el momento de animar aquella conversación. - Eh, eh. Todo a su tiempo, veremos si eres capaz de soportar uno de mis besos.- Le guiñé un ojo, para después tragar algo de vodka, y observar que me preguntaba por mi nombre.- Adrienna, Adrienna Angeliqué Delacour. - Pronuncié aquello con el perfecto francés que no había olvidado, no aún. - Y este chico que está tan sumamente interesado en mis besos, ¿quien es?- Pregunté refiriéndome a él, mientras deslizaba mi vista hacia el borracho, y comprobaba como entraba de golpe en el lavabo.
Era cierto, una apuesta, era una apuesta, y al fin y al cabo, la había ganado. Me acerqué a él, mientras lo miraba riendo, y le daba un toque con el dedo índice en la nariz, para después musitar.- Vamos, cierra los ojos, vamos. - No supe si lo había hecho de verdad, pero en cuanto lo tuve en frente, no pude evitar impulsarme hacia él, para tenerlo sobre la comisura de los labios.- ¿Aguantarás este beso? Lo has pedido, y no te diré que no.
Adrienna A. Delacour- Fecha de inscripción : 23/02/2013
Edad : 30
Re: {·Adrienna A. Delacour} Mira y aprende.
Las apariencias engañan, bien acertadas esas palabras y ver cómo actuaba ésta ante mi pregunta, explicándome que no era de ninguna de las cosas propuestas en mi, hacía que esa frase tomara un sentido más real, porque ambos estábamos aparentando no conocernos; “engañándonos” en sí. Solté varias carcajadas ante su explicación, que para mi gusto, fue poco racional y elevé una ceja mirándola. –Vale, entonces te dejaré en emo choca paredes. –Asentí como asegurando que así sería ella a partir de ahora. Ya obtenida su atención mínimante debía asegurarme de que si aparecía otro pidiendo mi lugar en esa mesa fuera a mí al que escogiera en vez de al desconocido o novio o lo que fuera que se acercara –si esque se acercaba algún chico- ; la miré entonces, escuchando lo que me comentaba del bar, por lo visto no era tan famoso y tan bien visto como me habían hablado. Pues qué timo. –Pobre señorita, menos mal que ha venido su salvación… -Dije haciéndome el disimulado mientras me señalaba con un dedo con lentitud, haciéndome el remolón. Sonreí socarronamente y le miré. –Vaya, un placer…Adri, Ange…Dela, Delacour… -Logré a repetir haciéndome el lerdo. –Repítemelo de nuevo pero más lento…que soy un poco malo para los nombres… -Sonreí mirando sus labios y después subí mi mirada a sus ojos para seguir escuchándola mientras preparaba los chupitos, la nata y demás. –Pepito Grillo. –Asentí como en forma de saludo. –Encantado. –Estreché su mano sin previo aviso, cosa que si hubiera sido real que no la hubiera conocido, no lo hubiera hecho. –Pero bueno, puedes llamarme tío bueno, guapetón, macizo…también respondo a ese tipo de nombres, ¿sabes? –Le guiñé uno ojo soltando varias carcajadas tras eso rellenando de nuevo los vasos, apoyando mi espalda en la antigua silla, mirando con autoridad a todos los que había por allí, para, después de recorrer la estancia en busca del próximo “reto”, volver a mirarla a ella y decirle que había perdido, ya que el hombre se había largado a vomitar. Y…para mi sorpresa, ésta accedió a darme mi premio. –Neh, me gusta más con los ojos abiertos. –Atraje entonces su silla a la mía con un brazo para tenerla más cerca, mirándola de frente. – Y no me hagas trampas… -Puse esa puntilla en alto porque sabía que seguro que intentaría mover el beso para otro lugar y ella sabía exactamente donde se había apostado aquel beso.
Seguía siendo divertido hacer aquello de que no nos conocíamos porque realmente nos conocíamos demasiado, demasiados años juntos y demasiadas cosas hechas como para no hacerlo; y ahí estaba lo divertido, que actuar como unos verdaderos desconocidos era tan sumamente complicado que se volvería el reto de la noche hasta que uno se cansara de jugar a aquello. La seguía observando, esperando mi premio, sabiendo que le costaría un poco hacerlo por lo vergonzosa que a veces era, pero que sabía que conseguiría al fin y al cabo… tenía esa seguridad y no sabía ni por qué. Reí entonces al ver que tardaba. -¿Qué tengo que ir a buscarlo yo? –Referente al beso solté eso, acariciando el contorno de su mandíbula con un dedo, apoyando mi otra mano en su muslo, sobándolo porque sí; me encantaban esas piernas y era una manía rutinaria ya el tocarlos. –Cobarde… -La piqué mirándola con esa costumbre tan fea que tenía de mirar fijamente a las personas. –Cobarde… -Solté de nuevo riéndome para agarrar el chupito y tragármelo sin nata, haciendo una mueca porque así no me gustaba tanto como con nata, por lo que mientras ella se decidía tomé el bote de nata; elevé mi cuello y me eché un puñado en la boca, tragándomela sin más. Así estaba mejor. Volví a mirarla y sonreí de lado. -¿Qué haces aquí? –Dije sin más anarcando una ceja, quitando mis manos de ella y apoyándome en el respaldo de la silla de nuevo; recargando mi chupito.
Seguía siendo divertido hacer aquello de que no nos conocíamos porque realmente nos conocíamos demasiado, demasiados años juntos y demasiadas cosas hechas como para no hacerlo; y ahí estaba lo divertido, que actuar como unos verdaderos desconocidos era tan sumamente complicado que se volvería el reto de la noche hasta que uno se cansara de jugar a aquello. La seguía observando, esperando mi premio, sabiendo que le costaría un poco hacerlo por lo vergonzosa que a veces era, pero que sabía que conseguiría al fin y al cabo… tenía esa seguridad y no sabía ni por qué. Reí entonces al ver que tardaba. -¿Qué tengo que ir a buscarlo yo? –Referente al beso solté eso, acariciando el contorno de su mandíbula con un dedo, apoyando mi otra mano en su muslo, sobándolo porque sí; me encantaban esas piernas y era una manía rutinaria ya el tocarlos. –Cobarde… -La piqué mirándola con esa costumbre tan fea que tenía de mirar fijamente a las personas. –Cobarde… -Solté de nuevo riéndome para agarrar el chupito y tragármelo sin nata, haciendo una mueca porque así no me gustaba tanto como con nata, por lo que mientras ella se decidía tomé el bote de nata; elevé mi cuello y me eché un puñado en la boca, tragándomela sin más. Así estaba mejor. Volví a mirarla y sonreí de lado. -¿Qué haces aquí? –Dije sin más anarcando una ceja, quitando mis manos de ella y apoyándome en el respaldo de la silla de nuevo; recargando mi chupito.
Jayden A. Cross- Fecha de inscripción : 13/04/2013
Edad : 37
Localización : New York city.
Re: {·Adrienna A. Delacour} Mira y aprende.
¿Emo choca paredes? Eso me provocó una sonrisa de media luna. La verdad es que reía bastante en aquella ocasión, pero ahora lo más gracioso era en la situación en la cual estábamos. Nos hacíamos los desconocidos, aunque nos conociéramos uno al otro mejor que nosotros mismos. No me importó, nos tratábamos como siempre, con confianza, la cual no había podido olvidar en bastante tiempo. - Muy bien, emo choca paredes, entonces, pero... ¿Tú no te considerarías uno de esos, entonces? - Le pregunté a poco sentido, mientras escuchaba sus palabras. La verdad es que esperaba verdaderamente que no se presentara nadie allí, no lo deseaba, y tampoco lo agradecería demasiado. Aquel plantón había sido el mejor de mi vida. - Hay que ver, lo cortito que puedes llegar a ser a veces, eh... - Le dije con bastante gracieta, para después hacer un pequeño toque en su nariz con mi dedo índice. - Soy esa señorita taaan sumamente sensualona, también conocida como A-dri-en-nna An-ge-li-qué De-la-cour - Musité esta vez, separando por sílabas, aunque sabía muy bien que él sabía mejor que nadie mi nombre, aunque siempre lo había dicho a su manera, claro. Al fin y al cabo, ¿quién hablaba el Francés mejor que yo? Jé. - He conocido a varios Pepito Grillo, pero, ¿sabes? De todos eres el más... Sexy de todos, por decirlo de alguna forma. - Le piqué riendo, para después alzar una ceja. - Pero lo tienes demasiado creído, que no se te suba demasiado, guapo. - Seguí con mi sonrisa, aunque ésta había cobrado ya la picardía y el humor que tenía cuando los modales desaparecían, y continuaba la confianza en el juego.
Cuando escuché que realmente quería que se lo diera, suspiré, creía que caería en el bache de hacerlo con los ojos cerrados, toda una pena. Sabía que no podría hacerlo, que a pesar de la confianza que realmente teníamos los dos, no podría. Éramos amigos, y estaba claro que las cosas desde la última vez habían cambiado, que ya no éramos aquellos inocentes niños, a pesar de que en nuestros rostros se seguía comprobando que aún teníamos una parte del recuerdo ahí. Pero solo amigos. Jamás le había besado, a pesar de que él ya lo había pedido en varias ocasiones, varias veces yo me había negado, y las que había aceptado, realmente era para gastarle una buena broma. Todos aquellos juegos, y todos aquellos piques que me hacía, quizá no quisieran decir nada. Por lo que centré mi vista en él, olvidándome de todo aquello que pudiera suponer algún problema. Quería darle un beso, eso estaba claro, pero yo misma me lo estaba poniendo demasiado difícil. - No sé porque me costará tanto pegarte un buen morreo, con todos los que he dado... - Añadí, mientras notaba una de sus manos en mi rostro, y la otra en mi muslo, lo que me hizo estremecerme. Intenté no prestarle atención a esa segunda mano, por lo que me centré en él. - Solo estoy aquí para pasar el rato, había quedado, pero creo que tú ahora eres mi cita. Y dime, ¿con qué mujer habías quedado? Como tienes tanta cola, debes de haber quedado con una buena tía rubia, como las que te gustan, ya sabes. - Le aseguré con ironía, para después extender mi mano hacia él, y colocarla sobre su hombro. - Una lástima que yo no lo sea, ¿verdad? Supongo que entonces no vale la pena probarme, claro está. - Esbocé una media sonrisa, para apartar mi mano y mirarlo.
Cuando escuché que realmente quería que se lo diera, suspiré, creía que caería en el bache de hacerlo con los ojos cerrados, toda una pena. Sabía que no podría hacerlo, que a pesar de la confianza que realmente teníamos los dos, no podría. Éramos amigos, y estaba claro que las cosas desde la última vez habían cambiado, que ya no éramos aquellos inocentes niños, a pesar de que en nuestros rostros se seguía comprobando que aún teníamos una parte del recuerdo ahí. Pero solo amigos. Jamás le había besado, a pesar de que él ya lo había pedido en varias ocasiones, varias veces yo me había negado, y las que había aceptado, realmente era para gastarle una buena broma. Todos aquellos juegos, y todos aquellos piques que me hacía, quizá no quisieran decir nada. Por lo que centré mi vista en él, olvidándome de todo aquello que pudiera suponer algún problema. Quería darle un beso, eso estaba claro, pero yo misma me lo estaba poniendo demasiado difícil. - No sé porque me costará tanto pegarte un buen morreo, con todos los que he dado... - Añadí, mientras notaba una de sus manos en mi rostro, y la otra en mi muslo, lo que me hizo estremecerme. Intenté no prestarle atención a esa segunda mano, por lo que me centré en él. - Solo estoy aquí para pasar el rato, había quedado, pero creo que tú ahora eres mi cita. Y dime, ¿con qué mujer habías quedado? Como tienes tanta cola, debes de haber quedado con una buena tía rubia, como las que te gustan, ya sabes. - Le aseguré con ironía, para después extender mi mano hacia él, y colocarla sobre su hombro. - Una lástima que yo no lo sea, ¿verdad? Supongo que entonces no vale la pena probarme, claro está. - Esbocé una media sonrisa, para apartar mi mano y mirarlo.
Adrienna A. Delacour- Fecha de inscripción : 23/02/2013
Edad : 30
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