Zephyr Van Kässer.

Nombre completo: Zephyr Rhodes Van Kässer Laròcque.
Edad: 23 años.
Ocupación: Estudiante.
Grupo: Kappa Tau.
Carrera: Pintura, Artes.
O. Sexual: Heterosexual.
Nacionalidad: Noruega.
Cumpleaños: Siete de Mayo.

GUSTOS
- Las cosas bellas.
- Las sonrisas.
- Las malvas.
- Las noches estrelladas.
- El arte.
- Las casas de campo.
- El océano.
- Los perros.
- La naturaleza.
- Las tormentas.
- Los tornados.
- El viento.
- La oscuridad.
- El alcohol.
- El silencio.
- El frío.
- Las peleas.
- Las tardes de invierno.
- Las mujeres.
- Los deportes de riesgo.
- Los viajes.
- El olor a vainilla.


DISGUSTOS
- Fallar.
- Las drogas.
- Los girasoles.
- La comida rápida.
- Los videojuegos.
- Los hospitales.
- Las enfermedades.
- La gente gruñona.
- Los lugares muy cerrados.
- Bailar.
- La soledad.
- El dolor.
- La música rock.
- El dinero.
- Las fiestas.
- Los cigarros.
- El orden.
- Los libros románticos.
- Las mentiras.
- Los ruidos fuertes.
- El calor.
- Los gatos.
- El fuego.
- El color verde.
- Los estudios.

MANÍAS
- Chasquear la lengua cuando algo le molesta.
- Morderse el labio inferior durante los exámenes.
- Tocarse el cabello cada dos por tres.

DATOS CURIOSOS
- Uno de sus objetos más preciados es un pincel manchado de varios colores que fue propiedad de su madre.
- Quiere muchísimo a su hermana Winter, daría su vida por ella.
- Es un gran nadador.
- Es vegetariano.

Respetaba las normas, más por inercia que por otra cosa. Pero cuando se interponían entre él y un objetivo muy valioso, no dudaba en quebrantarlas. Ahora ya no es así, nadie puede controlarle. Una fuerte explosión que te envuelve y destroza; te hace pedazos. Como una bomba nuclear. Su oscura sonrisa se llevara tu corazón y jamás podrás recuperarlo.

Una gélida capa de cristal que es casi imposible de atravesar, porque sí te acercas demasiado a él, te hará sufrir, te destrozará por dentro. Todo lo que escucha lo malinterpreta, lo transforma, lo vuelve en tu contra. Sí le miras mal, te sonreirá, con aquella mueca gélida que adoptan sus labios. Un aviso, corre. Corre, porque si llega a atraparte, caerás, las llamas del infierno te arrancarán la piel y te convertirán en la escoria que debiste ser desde un principio.

Por dónde quiera que vaya tiende a ser como un tornado, fuerte e imparable, que lo destruye todo a su paso sólo por diversión. Un chico bastante complejo, dirán algunos, que no sabe ser de otra forma que original y único. Quizá te parezca un poco extraño, pero este chico es lo suficientemente cambiante para pasar por un enfermo con trastornos mentales. Y sí, quizás esta un poco chiflado.

Es el típico estereotipo de muchacho guapo, engreído e insensible. Es un chico muy cruel que usa el sarcasmo como arma. Pronto comienza a juzgar, insultar e incluso intimidar a la gente, Zephyr no parece tener ningún problema en presumir su lugar en la escala social de la universidad, bajándole la moral a otros estudiantes y mirándolos con desprecio.

Es una criatura libre, como el viento. De ahí su nombre, Zephyr, viento. También todo el mundo sabía de su gran sinceridad, que lejos de desagradar, era una cualidad que a muchos gustaba, y tantos otros respetaban. Soberbio, jamás se rebajaría a pedir perdón o ayuda. Con una firme creencia de que es superior a todos los seres humanos. Muchos no se atreven a acercarse a él pues sus celestes ojos son como una gélida capa de cristal. Tan misteriosos. Tan fríos. Casi puedes notar como te atraviesan el corazón, ¿cierto?

Bastante irritable también, pues le fastidian muchas cosas. Dice todo lo que piensa, sin tener cuidado en que esa declaración podría afectar a otra persona. Cualquier cosa que considere que debas entender, te lo hará saber inmediatamente sin preocuparse por herir tus delicados sentimientos.

Es increíblemente celoso, especialmente cuando se trata de personas a las que tiene como de su propiedad, ya sean amigos o familiares. Suele reaccionar de manera abrupta y casi violenta cuando siente que su relación con ellos se ve amenazada por alguien más. Es extremadamente exigente en el tema del amor, sobre todo porque tiene miedo a lo que pueda sentir, miedo a que destruyan esa pared de cristal que tanto le ha costado alzar a su alrededor, miedo a que le destrocen lo que le queda de corazón.

Se dice de él que pese a su juventud es un hombre sabio, de intelecto privilegiado. Actúa bajo normas y leyes propias, personales e individuales. No deja que nadie le diga lo que debe hacer, como ya he dicho antes, es un espíritu libre. Desde pequeño, destacó sobre el resto de los niños, demasiado inteligente para su edad.

Hay días en los que quiere hacerlo todo por él mismo, porque puede, porque no quiere deber nada a nadie. Es tan inteligente que piensa que absolutamente nadie está a su altura. No hace nada de lo que no pueda sacar beneficios más adelante, todo lo que dice o hace está extremadamente calculado.

Zephyr no es una persona de muchas amistades, a la gente le asusta su inteligencia y a muchos les molesta lo mimado y caprichoso que es. Aunque hay gente que es lo suficientemente lista como para saber que detrás de eso se esconde un muchacho al que no le importa ayudar a los demás a mejorar, un pan de dios. Sus amigos saben que pueden contar con él, que los ayudará en lo que pueda pero con la condición de que no le defrauden.

Muchas personas le envidian por su increíble talento, otros le detestan por su arrogancia y prepotencia, por eso ha aprendido a defenderse con las palabras. Se ha hecho a si mismo como un joven imposible, alguien inalcanzable. Aunque por mucho que le duela, tiene un corazón. Un corazón de difícil acceso, sí. Pero ante todo, un corazón.

Ese corazón guarda al chico que hace años vivía su vida de manera apasionada. El típico chico que era amigo de todo el mundo, de esas personas que tienen un imán para la gente. Alguien cálido, con el que todo el mundo quiere estar. Nunca paraba de hablar ni de hacer tonterías. Un chico que siempre tenía buena intención, divertido y optimista, siempre viendo el lado bueno de las cosas.

Desde el primer momento llamó la atención por sus travesuras y su alegría. No tardó en verse rodeado de amigos pero también de enemigos, los cuales envidiaban su popularidad. Zephyr Van Kässer, el fiestero. Aquel que no se perdía ni un solo cumpleaños, ni una sola celebración. Él siempre estaba ahí.

Era un joven de ojos grandes y mente imaginativa. Era burlista y orgulloso, astuto y práctico, justo y atrevido, un verdadero amor. Era de ese tipo de personas que no soportaba ver los abusos que sufrían los demás, así que sin que nadie se lo pidiera siempre estaba ayudando. Anteponía siempre los sentimientos de los demás a los suyos propios y si conseguía que alguien fuera feliz él también lo era.

Y la lealtad. Oh, bendita lealtad. Este muchachito de ojos celestes era la persona más leal del planeta, si alguna vez has sido su amigo lo sabrás, porque el jamás defraudaba, ni aunque ya le hubieras traicionado. Zephyr tenía el corazón más grande que nadie se pueda imaginar. Siempre tenía una sonrisa que mostrar al mundo y parece que hoy en día, a veces continúan saliendo a la luz esos ojos brillantes que siempre dan ayuda a aquel que la necesita.

¿Alguna vez has mirado a alguien a los ojos y te has encontrado con una mirada vacía? Pues bien, si lo has hecho posiblemente es porque te has encontrado con Stefano Van Kässer. Un hombre que no sentía nada, ni pena, ni amor, ni temor. Parecía que su corazón solamente tenía sitio para albergar odio, superioridad y arrogancia.

Con el paso de los años, Stefano continuaba sin ser una buena persona, se divertía con el sufrimiento de los demás, y a veces con el suyo propio, le encantaba ver como gritaban, como lloraban, en realidad era un loco que sería encerrado en un hospital psiquiátrico hasta el final de sus días años más tarde.

Camyl Hypatia Laròcque era la mujer que se enamoró locamente de él. Aquella mujer que poseía una belleza inhumana y una inteligencia sin limites. Y por eso mismo se casó con él. Contra todo pronostico, la familia de Stefano se opuso a la boda, pues pensaron que Camyl solo le quería por el dinero. Más no era así, ella le amaba. Le amaba con toda su alma, con todo su corazón. Y pese a no corresponder su amor, Stefano se casó con ella.

Tuvieron tres hijos, los primeros y más importante en esta historia, fueron los gemelos, Zephyr Rhodes y Aetos Cyril. Los niños que nacieron en una pequeña casita a las afueras de Bergen, Noruega. Los pequeños que tuvieron una infancia feliz, viendo también como nacía su hermana pequeña Winter a las orillas del río Danubio en Viena. Hasta que cumplieron los trece años, cuando murió su madre. Él la vió, la vió siendo golpeada por un ladrón. La vió siendo atacada mientras toda la familia huía de su hogar. Y la vió allí, tendida en el suelo. Muerta. Y lloró, desconsoladamente. Porque ya no tendría a nadie que le contara cuentos por las noches, ni que le dijera que las tormentas no podían hacerle daño. Ya no volvería a ver la calidez de esos ojos verdes.

Ahora le faltaba un trozo de corazón, aunque todavía le quedaban sus dos hermanos y su padre. Más no se vió capaz de seguir con él y se marchó a vivir con su tía Camyl. Stefano había tenido la culpa, por ser un hombre rico, por casarse con una mujer tan bonita. Zephyr, al igual que su hermano, siempre le culpó de la muerte de su madre, pues pensaban que él podría haberla salvado.

¿Pensáis que ahí ha terminado el dolor de Zephyr? Si es así, os equivocáis completamente. Zephyr y Aetos eran como uña y carne, por lo que días después de haber cumplido los diecisiete, ambos se colaron en la fiesta de la vecina, la dulce Pippa Babineaux. Pasaron una buena noche, bebiendo y riendo como locos, hasta que tocaron las cuatro de la madrugada.

La fiesta se complicó, el capitán del equipo de fútbol americano de su instituto, un tío grande y corpulento, acusó a su gemelo de haberle robado a la chica. El grandullón empujó a Aetos contra la pared y comenzó a golpearle, solamente Zephyr se entrometió en la pelea para intentar salvar a su hermano, más no pudo hacer nada por él. Dos miembros del equipo le cogieron de los brazos, evitando que se metiera en la lucha. Los golpes del grandullón cada vez eran más fuertes, llenos de rabia y dolor. Hubo un momento en que no aguantó más y le lanzó al suelo, golpeándole con fuerza en el cuerpo y el rostro. Aetos comenzaba a escupir sangre, su mirada se apagaba, su alma se marchaba de allí. Y eso fue exactamente lo que hizo. Su gemelo se quedó inmóvil, muerto en el suelo de la casa de los Babineaux.

Al terminar con él, el grandullón le dio un puñetazo en el estomago a Zephyr y se marchó de allí con sus compañeros. La gente estaba muda a su alrededor, pero a él no le importó. Se lanzó hacía su gemelo con los ojos llenos de lágrimas viendo como la vida de su otra mitad se escapaba entre sus brazos.

Nada volvió a ser lo mismo desde entonces. Su padre se volvió más loco de lo que ya estaba y fue encerrado en un psiquiátrico, su hermana se fue a vivir con él y su tía, el entierro de Aetos fue junto a un hermoso paisaje de Austria, y un año más tarde, al cumplir los dieciocho, Zephyr heredó toda la fortuna de los Van Kässer-Laròcque.

Hace ya unos años que entró en la Universidad de Brown y todavía continua allí estudiando artes como siempre quiso hacer, intentando parecer invisible, pasar desapercibido, cosa que es prácticamente imposible.