¿Y ahora que? (Evan)

Había quedado con Evan en mi casa, le había invitado a cenar, al principio todo esto había sido una enorme trampa por parte de Ches, que me había obligado a tener una cita con Evander, pero él me cayó bien, así que ese es el motivo de haber estado dos horas metida en la cocina.
Evander me atraía mentalmente, tenía una concepción de la cosas completamente diferente a la mía, podíamos compartir opiniones, me aportaba otros puntos de vista sobre las cosas, que quizá, yo no había visto.
Siendo francos era muy guapo, pero el físico, como se suele decir, no lo es todo y él era la prueba viviente.
Dejé la comida reposando sobre la encimera, había preparado Sushi de primero y de segundo había preparado Risotto de setas, salí corriendo de la cocina a la bañera, me duché lo más rapido que pude, me sequé el pelo, tres gotas de perfume y salí disparada a cambiarme en el cuarto, aunque por un momento sentí la tentación de ponerme mis “jeans” azul claro desteñido y una camiseta cualquiera finalmente me puse una camisa sin mangas azul claro, una falda de color azul turquesa y unos zapatos del mismo color que la camiseta, salí disparada de arreglarme en mi cuarto para abrir la puerta cuando llamaron, me enderecé y le abrí-Pasa Evan por favor-Por un momento temí haberme puesto roja, le señalé la mesa-La cena ya está servida, hay sushi de primero, Risotto de segundo y de postre ya te lo diré luego…-Le guiñé un ojo picaramente y reí un poco, me senté en mi asiente y le miré a los ojos-¿Qué tal todo?-Ladeé la cabeza y me metí un rollito de Sushi en la boca.

Ese día me tocaba ir a por la pequeña en el colegio, ya que sus padres no podían y yo tenía tiempo. Como siempre, Lily vino corriendo contenta, con un dibujo en la mano, hablando emocionada sobre su día tan rápidamente que me costaba entender de qué me estaba hablando. Pero yo le sonreía y de vez en cuando le contestaba a algo. La llevé a su casa en el coche, porque no me gustaba llevar a la niña en la moto, más que nada porque a ella le asustaba bastante y se le arrugaban los dibujos en la mochila.
Me pasé toda la tarde con ella, la ayudé con las cosas de la escuela, pero no podía quedarme con ella a cenar como era habitual, porque ya había quedado con una amiga, así que cuando llegó mi padre y su mujer me despedí y conduje a unas calles más abajo, en dirección a la casa de Pinkie.
Al llegar subí las escaleras y toqué la puerta de su casa, poco después apareció en la puerta. Le sonreí con tranquilidad. -Gracias, Pinkie. -Entré y me senté con ella en la mesa. Reí divertido al escuchar al menú y contesté pacientemente. -Bien, como siempre, ¿qué tal tu? -Escogí un rollito y empecé a masticarlo.