Frío invierno.

Me gustaba pasear por Central Park, se sentía bien tener ese pequeño oasis entre los rascacielos, ese pulmón verde en medio de la contaminación. Era un sitio tan grande que sobrecogía, como un bosque, lleno de árboles y senderos, con el suelo lleno de hojas y hierba, y flores en primavera. Pero ahora, en pleno invierno, solo había nieve en algunas montañitas.

Tampoco había mucha gente a esa hora y en esa parte, cosa que agradecía. Los estudiantes que se saltaban clase y los enamorados estaban paseando por el otro lado, y aquí solo se veían algunos ancianos dando de comer a las palomas, con sus perros y sus bastones. En unas mesas unos señores jugaban una partida de ajedrez, y sentadas cerca de ellos, en unos banquitos de madera, unas mujeres tejían con agujas largas y lana de colores brillantes. Por otra parte unos niños tiraban pequeños trozos de pan con la esperanza de que un pájaro viniera a comer. En teoría era un hermoso día de invierno, perfecto para la gente que amaba el frío o los jóvenes enamorados que no querían ser molestados.

Estaba tan concentrado en el parque que estúpidamente choque contra una persona haciendo que ambos termináramos en el piso. Rápidamente me levante y extendí mi mano para ayudarla a levantarse. - Perdón por mi estupidez, ¿Te encuentras bien?. - Ya que la había tirado debería ser amable, ademas una pregunta inocente no le causaría daño a nadie.

Debbonie se encontraba paseando en uno de los extremos de central park, la verdad era que prefería mil veces estar por ahí a seguir en el instituto, porque al aire libre todo era más fácil, además de que no estaba de ánimo para la orientación vocacional; pues no tenía idea de qué quería hacer una vez que llegara la hora de inscribirse en la universidad. Su mente aún era como la de una chiquilla que piensa que seguirá siendo joven por siempre si algún día Peter Pan llega a su ventana y la lleva a nunca jamás. Claro que con lo que había ingerido le daba la sensación de estar en aquella tierra y en ese momento caminaba buscando a los niños perdidos en medio de la naturaleza. Iba tan perdida, tan absorta en sus pensamientos que no se fijó por donde iba. De lo que si se dio cuenta fue que de estar volando con polvos de hadas, paso a estar sentada en el frio y sucio suelo. Arrugo un poco el ceño, no estaba molesta, simplemente confusa. Escucho una voz masculina a lo lejos, sabía que se dirigía a ella y tuvo que entrecerrar los ojos para enfocar bien a aquel individuo. Por un momento pensó que sería Marshall, tal vez Luka, pero ellos era más toscos con ella no podía dirigirse a ella con semejante amabilidad. Entonces fue que se dio cuenta que físicamente aquel muchacho no era igual a sus amigos. Le dedico una leve sonrisa, aliviada de que no fuera ninguno de ellos. -No te preocupes, yo soy quien iba distraída -respondió débilmente aun desde el suelo. Su mente poco a poco se desintoxicaba de las drogas que su amiga Nicole le había dado un par de horas antes y comenzaba a pensar con más claridad y a darse cuenta de los detalles que la rodeaba. Por ejemplo, antes de caer, un cono de helado sabor cereza era lo que iba comiendo, ahora estaba tirado en el piso al igual que ella; por suerte no se había manchado la falda color azul celeste que vestía aquel día a juego con unos zapatos y blusa blanca. Incluso sintió el frio bestial del invierno acariciar sus brazos y piernas desnudas. Se aclaró un poco la garganta antes de volver a hablar de forma suave y dulce, como normalmente lo hacía. -Pero es una verdadera desgracia que por mi descuido mi helado terminara su vida así -suspiro con pena y se dispuso a ponerse de pie. Al inicio se mareo ligeramente, pero después pudo quedar en pie como toda una persona normal. ¿Normal? Bueno, no es un calificativo preciso para la ojiazul pero se esforzaba. -También siento no haberme fijado -se disculpó al instante antes de agachar la cabeza, así como en las caricaturas japonesas, incluso sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas. -Yo estoy perfectamente, quizás mejor que antes de caer al piso -aseguro, volviendo a sonreír con gracia y restándole importancia a la caída. -¿Tú te encuentras bien…? -dejo la pregunta inconclusa, ya que iba a llamarlo por su nombre pero se daba cuenta de que no lo conocía.

Sonreí al ver que ella se encontraba bien, ella pregunto si yo me encontraba bien y dejo en el aire el final de la pregunta, y no había que ser un genio para darse cuenta que era porque no sabía mi nombre así que aclare mi garganta para responder.- Si me encuentro bien, y mi nombre es Drake y aún no conozco el tuyo.- Parecía unos años mas joven pero no muchos. - Si quieres puedo darte el dinero de tu helado, no me gustaría que me odiaras por terminar con su vida.- Reí ligeramente y la miré a los ojos y no encontré signo de enojo alguno conmigo, tal vez, solo tal vez no hubiese jodido todo.

Mire a todos lados y parecía que a nadie le importaba que nos hubiéramos caído, aunque seguramente montones de personas tropezaban por día aquí. De echo todo seguía perfectamente igual, los ancianos dándole comida a los pájaros y unos cuantos niños corriendo, lo que para mi había sido una caída de interminables segundos para ellos había sido posiblemente el tiempo en tirar un puñado de migas de pan o correr entre los arboles. Entonces le puse un freno a mi imaginación ya que si no comenzaba a pensar en estupideces que solo servían para confundirme y darme dolor de cabeza. Volví a concentrarme en la "chica" a la que había empujado esperando algo de su parte como una respuesta o un insulto, aunque ella seguía inexpresiva.

Una sonrisa pequeña pero agradable seguía dibujada perfectamente en los labios de la chica, mientras miraba al joven frente a ella. Apostaría lo que fuera a que él era universitario, así que le convendría tener una plática más prolongada que un simple saludo o una simple disculpa. Así que encogió los hombros y miro a otro lado, como si realmente estuviese abatido por la caída de su helado. Suspiro y se mordió el labio inferior al notar que ya nada había que hacer por el cono y volvió lentamente la mirada a él. -Veras, no es el dinero perdido lo que me desconcierta -comenzó a decirle sin prisa alguna y un poco lento para que él pudiese entender. Tenía la desagradable costumbre de hablar muy rápido y a veces sus amigos se quejaban de ellos alardeando que no le entendían muchas veces. -Es que justamente llevaba ese helado para una, pero ahora que miro a donde ella me esperaba, me doy cuenta de que se ha ido, quizás porque vio lo torpe que fui al tirar el helado -negó con la cabeza y dejo de mirarlo. Dicen que no todo lo que brilla es oro, y también que no creas toda lo que te dicen pues no siempre es verdad. La mirada de Debbonie buscaba a su amiga, alguien que ya no estaba cerca del puente y que jamás lo estuvo. -Ahora tendré que pasar la tarde sola -murmuro más para sí misma que para él, restándole importancia a propósito a los nuevos acontecimientos. -No es necesario que me pagues el dinero del helado, si quieres podemos ir por uno juntos, tú compras el tuyo, yo el mío y así me recompensaras -era una oferta tentadora, al menos ella lo consideraba así. Su arrogancia no le permitía aceptar que su compañía no era deseada, incluso tanto como un buen helado. Debbie, era conocida por sus amigos por ser un tanto impulsiva en ocasiones, más cuando los efectos de las drogas pasaban lentamente como ene se momento, así que así que, impulsada por ello, se atrevió a entrelazar su brazo izquierdo con el diestro de él. Drake no le había dicho que si, es sólo que ella adivinaba que no se negaría. -Mi nombre es Debbonie, me puedes llamar Debbie o Bonnie, como prefieras -le dijo alegremente mientras daba el primer paso para comenzar a caminar hasta algún puesto de helado cercano con él.

No se porque me intentaba engañar, la había visto antes comiendo el helado, pero le seguiría la corriente, sería divertido ver que traía entre manos. Le seguí la corriente y no dije nada contradictorio cuando ella cruzó nuestros brazos.- Es un gusto conocerte Debbie, tu puedes llamarme como desees.- Dije de forma amigable, ademas quería saber mas de ella y el primer paso era entrar en una confianza.- ¿Tu no eres de la Universidad cierto?.- pregunté curioso, no parecía ser mucho mas chica que yo pero tampoco parecía tener la edad para entrar en la universidad, tal vez estaba en el ultimo año del secundario.

Seguimos el camino y llegamos a un carro de helados, mira a Debbie y dije en un tono amable.- Yo pago los helados.- fui a donde estaba el vendedor y llame su atención.- Deme 2 helados uno de fresa y otro de chocolate.- le sonreí y le di el dinero mientras volvía con los helados.- ¿Que quieres que hagamos? ¿Nos quedamos sentados en algún lugar o seguimos caminando?- mientras esperaba una respuesta comencé a comer mi helado poco a poco, estaba delicioso, el chocolate era mi gusto preferido, y aunque me esforzaba por comer otros siempre terminaba pidiendo este, eran como los vicios, por mas que intentaras dejarlos siempre volvías a ellos, después de todo que seriamos sin nuestras adicciones, gente aburrida y moderada y nadie quiere ser moderado.