Universidad Brown
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NEW YORK CITY
2013
Dicen que a los trece años es una época donde los niños dejan de ser niños y pasan a ser adolescentes. Se revelan contra el mundo, les salen espinillas, empiezan a interesarse en el amor, en el sexo, a las chicas les viene la menstruación etc. Vamos, una época en que estos pequeños humanos están en pleno crecimiento y comienzan a aprender las verdaderas lecciones de la vida. Dura exactamente cinco años, hasta los dieciocho años, cuando supuestamente pasar a ser adultos.

Ahora mismo si estas planteándote en inscribirte en esta prestigiosa universidad es por que has pasado esta etapa, pero bueno, ¡eso cosa del pasado! Olvídalo, pon eso en un rincón de tu memoria.

Ahora estás viviendo el año 2013 en la Universidad de Brown, situada cerca del corazón de Nueva York.

¿Estás aquí por elección propia, por el sueño de convertirte en alguien famoso en la vida? ¿Por qué tus padres tienen una cuenta bancaria muy grande? ¿O tal vez por obligación?

Sea la razón que sea el resultado es el mismo, estas en una de las mejores universidades de América, pero aquí no te daremos 'la comida masticada' lo cual si de verdad deseas llegar a ser alguien en la vida tendrás que currártelo, aquí no regalamos nada.

¡Casi lo olvido! Tal vez exijamos mucho, pero tampoco descartes la idea de tener un poco de diversión. Fiesta, alcohol, sexo, drogas.

En resumen, el libertinaje total.

Para Algunos, la diversión significa dormir en tantas camas como sea posible, para otros, las compras y manicura son las cosas más importantes en su vida y siempre habrá los -por su padres- tienen dinero y reputación.

Pero dejando todo eso atrás, en la oscuridad de Brown se esconden varias personas que pertenecen a una especie de secta, un grupo donde su intenciones no son exactamente buenas. Se hacen reconocer por 'la logia', una panda de personas donde jugarán con cualquier persona que les apetezca. Les gusta ver sufrir a los demás, viven a costa de ellos. ¿Que pasa? ¿A caso tienes miedo de ser su próximo elegido? Tranquilo, como en los cómics y películas de Stan Lee donde hay un villano, hay un super héroe, e aquí nuestros super héroes se hace llamar anti logia, un grupo donde quieren la paz en la universidad y acabar con toda esa crueldad.

Y dime, ¿quien eres tu? ¿Eres un becado? ¿Un estudiante normal? ¿O tal vez te guste la idea de pertenecer a la logia? Otra posibilidad es que quieras cumplir el sueño de todo niño, ser un super héroe y pasar a ser miembro de la anti logia pero...

Seas lo que seas, se bienvenido a Brown University.
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Sáb Ene 26, 2013 3:59 pm

Para las vacaciones de invierno, Tim, Nutellanie y Mallory habían regresado a Francia a pasar las fiestas con la familia del castaño. Mallory, tenía familia, pero no tomaron muy bien que tuviese una hija a esa edad y sin haber terminado la universidad o estar casada. Ella ya se esperaba algo así, por ello no sintió tan feo el rechazo de su madre. Ahora Tim y Nutellanie eran lo único que ella tenía, sin embargo seguía preguntándose si aquello le iba a durar el resto de su vida. No le gustaba mucho pensar en ello, porque más y más preguntas llegaban a ella y deprimirse no era algo por lo que estuviera dispuesto pasar si en esos momentos de su vida realmente no podía pedir más para ser feliz. Lo único que le faltaba para sentirse verdaderamente completa era terminar su carrera. Al principio, cuando Tim le comento la idea de no volver a Brown, a ella no le agrado mucho, porque -aunque no tuviese muchos amigos allá-, si había algunos por los cuales no quería dejar New York y cambiar su estilo de vida casi por completo. Pero al final termino accediendo, como siempre negarle algo a ese ojiazul era imposible para ella. Así que solamente fue cuestión de que ambos se dieran de baja de la universidad y que comenzaran nuevamente sus estudios en una universidad francesa. A la rubia se le dificultaba un poco, ya que no sabía mucho el idioma francés y allá muy poca gente hablaba ingles tan bien. Por suerte para ella aprendía rápido y a esas alturas ya sabía lo básico del idioma, o al menos eso creía. El tiempo en verdad se pasó volando después del nacimiento de su hija, al siguiente mes cumpliría seis meses de haber nacido, y aunque fue prematura estaba perfectamente y, al igual que ella, vivía cómoda y perfectamente en la casa de Tim. A veces le incomodaba un poco estar ahí sin sentirse verdaderamente útil, preferiría que ellos tuviesen una casa propia, pero no se lo podía pedir a Tim, puesto que ella aun no trabajaba y se sentía extraña dejando que él pagara todo, o su padre y algunas veces sus hermanos. Suspiro pesadamente al pensar todo aquello, si seguía preocupándose por esas cosas terminaría por enfermarse y no necesitaba preocupar a Tim o su familia. Quizás, el padre de Tim noto que algo estaba pasando, porque desde que iniciaron de nuevo la universidad ahí, se dedicaban a estudiar, cuidar a Nutellanie, comer y dormir. La idea del doctor Mounier de que tuviesen un fin de semana para ellos solos fue increíble, aunque si la hubieran dejado llevar a la niña con ellos tal vez hubiese sido mejor, así no se estaría preguntando cada cinco minutos cómo estaba su hija. Pasar tiempo con Tim a solas también era algo que necesitaban, solamente ellos dos en esa pequeña pero cómoda cabaña era lo que necesitaba para reponerse un poco. Para su suerte no había sirvientes ni nadie que pudiera hacer todo por ellos como en la casa de Tim, así que era la oportunidad perfecta de la rubia para sentirse útil y consentir a Tim, él aún estaba bajando las cosas del auto, mientras ella veía que tanto había en la alacena. No parecía faltar nada y todo servía, así que ya no era necesario seguir inspeccionando la cocina. Salió por la puerta de madera y camino hasta la entrada de la cabaña, sus zapatos eran bajitos, por lo que solamente producían un sonido de eco sobre la madera cuando caminaba. Sonrío al ver que Tim entraba a la cabaña y cerraba la puerta, al parecer ya había terminado de meter las cosas, solamente un par de maletas y otras cosas sin importancia que les servirían para pasar esos dos días. Sin pensarlo dos veces, camino hasta él, sonriendo amplia y dulcemente, como siempre que lo veía. Se preguntaba si; ¿algún día dejaría de sentir esas cosquillas en su estómago cada vez que lo veía y cada vez que escuchaba su voz? Esperaba que nunca sucediera eso, le gustaba estar así, total y irrevocablemente enamorada de él.

-¿Todo está en orden, Ferb? -pregunto, y al instante se mordió el labio inferior. Simplemente no podía evitar estar nerviosa al estar frente a él y mirarlo tan fijamente no ayudaba en nada, sus ojos azules y perfectos con ella reflejada sobre ellos le hacían temblar las rodillas. Dio un paso más, para poder rodear el cuello del castaño con sus brazos, recargo su cabeza contra el hombro de él y se quedó así, abraza a Tim durante segundos, segundos maravillas. Sonrío feliz, aunque él no podía ver su sonrisa. No quería decir nada más, se rompería el encanto del momento. Soltó una risita tonta al pensar que nunca tuvo fe en el amor o en los milagros, pero nadar en el amor de Tim era algo espiritual. Sentía que volví a nacer cada que estaba a su lado. Lentamente se separó de él, y se dio cuenta que seguían ahí y que no habían estado flotando como a ella le pareció. Pestañeo antes de recorrer con la mirada el espacio a su alrededor. Por una ventana podía verse como comenzaba a volverse gris el cielo, tapando el sol de aquella mañana. Era extraño, pero comenzaba a nevar así de pronto. -Estaremos en medio de una tormenta de nueve -comento alegremente, viendo desde lejos como los primeros copos comenzaban a caer lentamente. Estaba segura de que pronto terminarían por cubrir el techo de la cabaña y alrededor de ella. -¿Qué quieres hacer primero? -pregunto al tiempo que por su cabeza pasaban mil y una ideas. -Traje unos juegos de mesa, o si prefieres el kinet y el wii…-comenzaba a hablar rápido, le pasaba al estar nerviosa o emocionada, en este caso ambas. -…¿o cocinamos algo? -se lamio el labio inferior pues se le comenzaban a antojar un par de cosas. -Lo que tú quieras hacer, Ferb -le tomo el rostro entre sus manos y le dio un fugaz y suave beso en los labios de esos que te dejan con ganas de más. Besarlo era como darse cuenta de que todo lo que siempre quiso estaba frente a ella.
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Mensaje por Timothée Mounier Dom Ene 27, 2013 7:01 pm



Besar sus labios era como besar las nubes. Suaves e inexplicables, eran las únicas características que los describía perfectamente, cada que sus labios rozaban los míos mi cuerpo se estremecía bajo el suyo. Mis labios se curvearon lentamente formando una sonrisa que expresaba la felicidad que sentía al estar a su lado. Mis palabras en ocasiones no eran suficientes para expresar todo lo que ella me hacía sentir, habían momentos en los que era mejor aquellos pequeños detalles que unían nuestras vidas cada vez un poco más. Cuando ella soltó mis labios pegué mi frente a suya, mi nariz rozaba la suya y mis ojos azules miraban aquellos ojos de chocolate cuya mirada dulce y tranquila me hacía tartamudear y que olvidara algunas palabras cuando hablábamos. Mis manos que habían estado descansando en su cadera subieron lentamente recorriendo toda su espalda hasta colocarse detrás de su cuello, mi mano escondida detrás de sus hebras de cabello dorada sujetaba su rostro con ternura junto al mío. Mi otra mano subió hasta su mejilla, para acariciarla con el dorso de esta. Desde el momento que supe que quería que ella fuera la mujer a mi lado supe que no sería nada sin ella, nunca podría imaginar mi vida sin ella a partir de ese momento. Quería a Nutellanie, no podía hacer una balanza acerca de cual de las dos quería más, a ambas las quería por igual, Nute como hija y a Mallory como la compañía de vi alma. Mi respiración era pausada y lenta, aspirando cada mota de aroma que su cuerpo desprendía, aquel olor natural de la rubia era una toxina para mi sistema, pero a la vez era un suero ante la enfermedad que su ausencia me provocaba. A su lado, la pregunta acerca de cómo pude perderme estos momentos cuando éramos amigos venía a mi cabeza, desde que me transfirieron de Francia habíamos sido amigos, solo eso, lo demás fue inevitable. No me quejaba, al contrario había sido una de las mejores decisiones de mi vida. -Todo está perfecto- Musité con los ojos cerrados concentrándome en el cosquilleo que su nariz provocaba en la mía, en el tacto de la piel de su frente sobre la mía, en el calor del dióxido de carbono que su cuerpo expulsaba. No necesitaba explicar mis palabras, todo era perfecto si ella estaba a mi lado. Cualquier padre primerizo se preocuparía por dejar a su hija sola por unos días, pero yo sabía que estaba bien a manos de mi padre, él solo nos crio ante la pérdida de mi madre, era uno de lo más respetados médicos de Francia, Nutellanie estaba más segura con él que cualquier niñera contratada.

-Cocinemos algo, puedo hacer un postre estilo zombie mientras tu preparas algo de comer- No quería alejarme de ella y del calor de su presencia ahora que más lo necesitaba por la nevada que comenzaba caer. Volví a bajar mi mano, recorriendo en sentido inverso a como hace un momento. Ambas manos se colocaron su costado mientras mi rostro se despejaba del suyo. Sonreí, ambos sabíamos que cada que me metía a la cocina mis platillos no poseían una estética buena a los ojos. No es que no supiera cocinar, era que así era el diseño de mis postres. -Pero antes…-Murmuré suavemente con mi voz serena, mis manos dejan de descansar a los lados de cuerpo y una se coloca sobre su espalda baja con la palma extendida y pegándola más a mi cuerpo, mi otra mano entrelaza sus dedos con los míos y sube por entre nuestros cuerpos para colocarla suavemente sobre mi hombro derecho, una vez que la deposita ahí vuelve a bajar a su posición inicial. -Sé que no hay música, pero.. podemos imaginar algo- Mi rostro se vuelve a pagar al suyo, mi mejilla por nuestra estatura acaricia su sien y aproveché esta ventaja para depositar un suave beso en aquella parte. Comencé con un paso lento hacía ella haciéndola retroceder, no soy un buen bailarín pero sé que a ella no le importara. Nuestros pasos son lentos, pausados, no son sincronizados por mis dos pies izquierdos y porque todo lo estamos haciendo de manera improvisada pero aquello solo me hace sonreír. Este momento es perfecto para mí. Dentro estoy en mil pedazos y no tengo excusa para mantener todo en secreto, ahora. Nunca la voy a defraudar, nunca voy a salir afuera. Nunca voy a estar tan lejos. Voy a estar ahí hasta que mi corazón perfecto deje de latir. Perfecto porque ella está dentro de él. Mis labios se abren suavemente, tampoco soy un buen cantante, no como ella lo es, pero no hay nada que no haría por ella. - I, I want you forever, forever and always. Through the good and the bad and the ugly. We'll grow old together. Forever and always - Aquellas letras expresan lo que siento por ella, quizá pensaría dedicarle la canción si no tuviera un final triste. Pero la maravilla que las letras expresan antes del final es justo lo que mi corazón me hace sentir, lo que mi cerebro procesa como emociones. Sentía que en esos momentos mis pies no estaban en el suelo, me sentía libre y ligero a su lado, podríamos estar bailando en las nubes en este momento si así lo quisiéramos. - Your eyes, deep mind. Are everything to me, acts like a diamond ring. And when we’re together. We’re together now so come first - Aunque cambio de canción la melodía que mi voz le da es la misma que la canción. Junto mi rostro al suyo con más fuerza, siento los latidos de su corazón en el mío y estoy seguro que ella siente los rápidos latidos de mi nervioso corazón acelerado. - Stay, there forever, forever and always. Through the good and the bad and the ugly. We'll grow old together, and always remember. Whether rich or for poor or for better. We'll still love each other, for-or-e-ever and a-a-always - Hemos dado como dos vueltas en nuestro baile improvisado, afortunadamente nunca pisé sus pies. Me separo de ella por que comienzan a olvidarse las palabras de mi cabeza. Me sé la canción de memoria, la estuve escuchando por mucho tiempo, pero ella es como dopamina para mi cerebro, morfina que atonta mis neuronas. Metí las manos en mis bolsillos, había comprado algo para esta ocasión, esperaba que a ella le gustara tanto como a mí. Saqué la pokebola que le había comprado hace unos días la coloqué sobre mis manos y se la entregué. Mordí mi labio inferior cuando las últimas oraciones de la canción regresaban a mi cabeza. -I love you forever, forever and always. Please just remember even if I'm not there. I'll always love you, forever and always- Musité para luego quedarme en silencio viendo como ella abría la pokebola. No necesitaba más palabras, estaba seguro que ella entendería.

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Mensaje por Mallory Jigglypuff Lun Ene 28, 2013 7:31 pm

-¡Oh, una pokebola! -exclamo emocionada de ver una de esas. No es que nunca hubiese visto o tenido una, pero la única que tuvo en su infancia la perdió cuando un par de niños le ganaron en una partida de tazos y la tuvo que entregar ya que esa fue la apuesta que hicieron. Ese regalo lo atesoraría por siempre. Lo dulces que contenía la pokebola, esos sin duda se los iba a comer, y quizás guardaría uno de recuerdo. Se preguntaba si dentro de la bola de color blanco con rojo habría dulces en forma de pokemon, sería tan lindo y original que no dudaba que algo así se le hubiera ocurrido a su novio. Sin dudar más, abrió la pokebola después de haber jugado con ella entre sus dedos por unos cuantos segundos. No había dulces, ni rastro de un pokemon que pudiese habitar ahí dentro. No estaba decepcionada, pero se congelo al instante cuando aquella joya capto por completo su atención. Era como si un Vanillite hubiese usado viento hielo contra ella. Solamente era capaz de permanecer de pie y respirar, y claro, de mirar las palabras escritas en ese pedacito de papel arriba de su anillo. Tal vez, era un juego de su mente, una ilusión óptica de la nieve; si en el desierto se ve espejismos, por las tormentas de nieve se pueden tener alucinaciones, ¿no? -Yo creía que tú…-comenzó a decirle en voz tan baja que apenas ella podía escucharse. No quería arruinar el momento, ni siquiera quería decir nada más, pero es que se le hacía tan difícil de creer. Se mordió el interior del labio superior con cierta fuerza, intentando contener una risa tonta y nerviosa que al final se escapó de su garganta sin ninguna consideración a la vergüenza que ella pudiera sentir. Si se podría poner en silenciador sin duda lo hubiese hecho. Se llevó la diestra a la boca, para silenciarse, y apito hondo y profundo para calmarse. Una vez que lo logro, se aclaró la garganta para hablarle de nuevo. -¿Es en serio? -pregunto medio arqueando una ceja, se mostraba escéptica porque… ni ella misma sabía por qué. Tim no era cruel, no creía que eso fuese una broma. Sus dudas fueron despejadas con un simple asentimiento de cabeza de Tim, a quien ella contemplaba como si fuese la octava maravilla del mundo. De verdad lo es. -Ahora si todo es perfecto -murmuro sin siquiera haber recibido respuesta por parte del castaño. Mallory, sentía como si se fuese a derretir en el piso, por ello sostuvo con fuerza la pokebola entre la mano izquierda y se abrazó a él con fuerza, dejando que sus brazos le rodearan los hombros. Escondió su cara toda sonrojada contra el cuello del ojiazul, su sonrisa no podía ser más amplia, pensaba que quizás alguien invisible le estuviese halando las comisuras de los labios sin que ella pudiera hacer nada por vitarlo. No era la primera vez que le dolían las mejillas de tanto sonreír por causa de él.

-Lucky I’m in love with my best friend -le canto suave y dulcemente al oído mientras con su mano libre acariciaba sus cabellos, hundiendo los dedos entre esas finas hebras color chocolate. El corazón le latía tan deprisa como le había latido cuando comenzaban a bailar, ahora ese improvisado baile parecía tan lejano. -Quiero decirte tantas cosas, Tim, pero pienso que nada sería lo suficientemente bueno para responder a lo que acabas de hacer -sus hombros se encogieron, y su aliento se volvió cálido cuando acaricio el cuello del castaño. Solamente quería abrazarlo y nunca soltarlo. -The day I first met you, you told me you'd never fall in love. But now that I get you, I know fear is what it really was -volvió a cantarle, sin atreverse a mirarlo a irecto a esos inigualables ojos azules, mantuvo los ojos cerrados. Esa canción podría definir tan bien el comienzo de ambos. Tantas canciones venían a su mente, pero ninguna era lo suficientemente acertada como para que él supiera verdaderamente lo que pensaba. Abandono sus cabellos para volver a tomar su mano, y él, sin necesidad de palabras tomo su cintura y entrelazo sus dedos con los de ella. Volvían a bailar, dando vueltas como si estuviesen dentro de una cajita música, guiados por una melodía suave e imaginada únicamente por ella. -I got so scared, I thought no one could save me, you came along scooped me up -cantaba quedamente, creyendo que si lo hacía demasiado alto podría desquebrajarse esa pequeña burbuja de cristal de emociones en la que habían sido atrapados por una maravillosa magia sobrenatural. El amor. -Every now and then, the stars align. Boy and girl meet by the great design. Could it be that you and me are the lucky ones? -fue al terminar esa estrofa cuando se armó de valor y volvió su Mirada a él. Tan timida, pero a la vez tan ilucionada de poder contemplar de nuevo su rostro. Sentía como si lo estuviese mirando por primera vez. Recordó cuando solamente era capaz de verlo como un amigo, el mejor de todo, y ahora todo era tan diferente, lo necesitaba para poder vivir, necesitaba escuchar su voz cada día, ver sus ojos un beso, o un abrazo que le hiciera sentir como ene se momento, infinita. -Everybody told me love was blind, then I saw your face and you blew my mind, finally, you and me are the lucky ones this time… -pego su frente a la de él, sentir su aliento era como pintar sus labios con el gloss de menta sabor chocolate que se había comprado hacía un par de semanas, refrescante y dulce al mismo tiempo. Titubeo un poco antes de volver a cantarle. -Feels like, feels like, you know, it feels like... Falling in love for the first time -sus labios se rozaron tiernamente cada que ella articulaba cada palabra. Mágico. Sus ojos ya se tornaban vidriosos, y sus pestañas se humedecieron en cuestión de mili segundos. No paso mucho antes de que una lagrima salda recorriera su mejilla hasta perderse en su cuello. Decir que estaba feliz no era suficiente. -¿Sabes? -pregunto retoricamente sin esperar ningún tipo de respuesta. -Creo que solamente debí decir que, si acepto-soltó una risita nerviosa mientras secaba sus ojos con la manga de su suéter azul pastel. Tim, tomo de nuevo la pokebola, el sentimiento de vacío la invadió al pensar que tal vez retiraba su propuesta, pero lo único que hizo el castaño fue tomar el anillo entre sus dedos y por inercia -gracias a que había visto moles de películas donde el novio le coloca el anillo a su novia- levanto su mano derecha y extendió sus dedos, los cuales temblaban ligeramente. Su dedo meñique era presa de una enorme envidia, cuando el de al lado era adornado por el anillo más reluciente y perfecto que ella hubiese usado nunca. Sus labios volvieron a fundirse con los de su prometido por minutos eternos y a la vez efímeros en los que ella temblaba entre los brazos de su amado. -Me sorprendiste… -musito alegremente una vez que el beso lento pero intenso comenzaba a dejarla sin aliento. -Sé que lo sabías ya, pero quería decírtelo. Ahora estoy lista para cocinar, pero no para alejarme de ti -frunció los labios e inflo más mejillas levemente a la vez que lo abrazaba más contra ella.
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Mensaje por Timothée Mounier Mar Ene 29, 2013 2:27 am


Ella no era la única nerviosa, aunque por dentro estaba consciente de que ella no me diría que no la idea se me cruzó por la cabeza en el momento en sus palabras se silenciaron y un sonido sordo se adueñó de la cabaña. Sus palabras y su voz cristalina con una perfecta entonación de melodía me volvieron a la realidad, aquella primera canción era una de mis preferidas, expresaba el miedo real que no que no me dejaba iniciar una seria relación, hasta que ella entró en mi vida. Todo cambió cuando la vi con los rayos del sol de Paris reflejados en su rostro. Fue como haber visto blanco y negro a color en un parpadeo. Fue tan fácil quererla tanto, más de lo que me hubiera imaginado. Y ahora ella estaba ahí, de pie frente a mí y yo con la rodilla ligeramente apoyada en el piso, con lo mirada levantando apreciando una sonrisa nerviosa que incluso la hacía ver más hermosa que cualquiera de las musas de Apolo. Sé que no necesitaba más palabras, ella lo entendía perfectamente, pero todo se debía de hacer de una manera. La correcta y la perfecta. Quizá no había tiempo de ir por un caballo blanco y un traje de príncipe pero podía hacer lo que estuviese a mi alcance, nuestra imaginación pondría el ingrediente adicional. -Junio Cenicienta Pikachu Naranja. ¿Aceptas casarte conmigo?- Mis ojos azules estaban humedecidos por una fina capa de agua. Era una capa de felicidad y nerviosismo. Nerviosismo por el momento, porque quería que fuera perfecto y no quería que lo más mínimo lo arruinara. Y felicidad porque era lo único que sentía a su lado. Aunque intenté sonreír por los sobrenombres que le había colocado uno de los primeros días que nos conocimos no pude extender mi sonrisa más que una simple curva de mis labios -La vida sin ti no sería lo mismo. No podría vivir sin ti de ahora en adelante. Te quiero, te necesito para vivir, eres la cura de mi enfermedad, eres el virus de mi tranquilidad. Eres mi inspiración, aquella que me da imaginación para pensar en mil y un cosas, mil y un momentos que quisiera compartir contigo. Ya no quiero que seamos amigos, o novios; Quiero que seas mi esposa, quiero que seas la señora Mounier y que nuestra hija tenga un lugar feliz para vivir, una casa de chocolate donde pueda comenzar a guardar recuerdos como familia. Adoptemos un perro, un gato, si quieres hasta un conejo, quiero tener una familia, y quiero que tú formes parte de ella. Te amo. - Las palabras salían de mi boca sin siquiera pensarlas, mi concentración estaba fija en como colocaba el anillo en su dedo. Había dicho que no hablaría más, que solamente le presentaría el anillo y que esperaría su respuesta, pero no puede mantenerme callado, mi alma pedía a gritos expresar lo que sentía por ella. Quería salir de mi cuerpo y que mi espíritu interno abrace al suyo y juntos asciendan en un baile lento hasta el cielo para pasar juntos el resto de la vida, y más allá. Quería abrazarla, besarla por siempre y para siempre.

-Sé que dije que no quería, pero no me importa lo que pensaba. Me importas tú. Y no, no lo quería, lo deseaba pero no estaba seguro de poder hacerlo bien. Te mereces más, quizá debí llegar con un caballo blanco, quizá debí haberte llevado hasta una torre y ahí mientras tú me ves desde lo alto yo te propongo matrimonio. Pensé en muchas formas de hacerlo, pero al final me di cuenta que no necesitaba hacer algo extravagante, porque no importaba como lo hacía, importaba para quien lo hacía. Y era para el amor de mi vida, mi felicidad y universo, lo hacía por ti y eso era lo único que importaba. - Confesé con mi cuerpo unido al de ella con un abrazo. Fundiéndonos lentamente por las emociones que nos unían. Solté una de mis manos y la llevé hasta su mejilla, deslicé la yema de mi dedo pulgar por aquella zona, dibujando círculos imperfectos e invisibles a los ojos. Extendí la mano de manera que toda la palma de esta cubría el perfil de la chica, mi prometida. La miré a los ojos, un escalofrió recorrió mi espalda, esos hermosos ojos que miraba en estos segundos serían los primero que vería al despertar. Eran preciosos, la joya más bella que pudiera existir, el anillo morado era un simple pedazo de carbón comparado con sus ojos. La otra mano acarició su brazo, aquel que me rodearía por las noches frías y que me protegería durante sueños, o durante noches frías. No quería despertar al lado de otra persona, porque ella ante mis ojos azules no era perfecta pero sus imperfecciones eran las que la convertía en alguien única y especial para mí. Mis parpados oscurecieron mi visión y mis labios fueron en búsqueda de mi única solución, del único suero para mi cuerpo. Sus labios se amoldaron perfectamente a los míos, aunque no estaba sincronizado como el baile, estos parecían tener la forma y la textura correcta que mis labios buscaban. Mi labio inferior pronto se humedeció por el sabor de la rubia, y yo hice lo mismo con su labio superior, hacia pequeñas succiones en sus labios y cuando estos se soltaban volvía a reclamarlos con más fuerza. Mi rostro ligeramente ladeado hacía que mi nariz acaricie la ajena. Mi lengua encontró la suya, la acarició suavemente, el contacto que hacían entre ellas era como descargas de energía eléctrica de 9v. Mi mano dejó su mejilla y la rodeó para colocarse detrás de su cuello, haciendo un soporte adicional ante la presión que mi rostro hacía hacia el ajeno. -Y yo quizá solo debí preguntarte. Pero, quiero que sea perfecto. Aunque todo es perfecto si tu estas a mi lado.- Murmuré apenas despejando mis labios de ella. Mi aliento acariciaba la piel húmeda de sus labios. Sonreí, me acaba de convertir en el hombre más feliz del universo. Aún mantenía el rostro pegado al suyo, mis labios jugaban con los ajenos y los latidos de su acelerado corazón era posible escucharlo. Casi tan fuertes y sin sincronización como los mios. -No tienes porque alejarte de mi, yo no lo haré de ti. Recuerda que ahora ya no somos dos novios…somos una familia, seremos una familia. - Me separé un poco de ella, un poco irónico por las palabras que acababa de decir, pero mi razón era para poder besar su frente de manera suave. Mi mano que mantenía sujetada en su mejilla bajó hasta entrelazar los dedos de su mano con la mía, sin soltarla me coloqué detrás de ella y de esta forma la abracé por detrás, apoyando mi cabeza sobre sus hombros. Comencé a caminar con ella en dirección a la cocina. La temperatura exterior comenzaba a descender pero abrazado a ella hacía que mi cuerpo se mantuviera cálido, en una perfecta temperatura ambiente, como estar abrigado bebiendo una tasa de chocolate caliente, así me sentía con ella, como una especie de paz interior. Era como estar en el paraíso, cubierto por las alas de un ángel.
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Miér Ene 30, 2013 7:13 pm

¿De verdad estaré caminando? Se preguntaba cada vez que se movía en dirección a la cocina. Porque le daba la impresión de que estaba flotando, Tim era quien la hacía levitar, el único causante de esa felicidad desmedida que experimentaba. Era igual de feliz que cuando tuvo a su hija, y cada recuerdo que tuviese con el castaño seguramente sería igual de poderoso que el que estaba viviendo. Las palabras de su prometido la dejaban sin aliento, sin nada que fuera igual de intenso que lo que él le había dicho. Una sonrisa, la más resplandeciente y encantadora de todas era la que iluminaba su rostro mientras los dos enamorados llegaban a la cocina. Así, sin decir nada, solamente estaban abrazados. El silencio incomodo no era presente, era más bien un silencio disfrutable y apacible el que los rodeaba. -Me siento como si me hubiera comido una tonelada de chocolate -dijo de pronto. Tim aun la abrazaba, podía sentir su aliento acariciar la piel de su cuello que se erizaba ante ese simple gesto. -Ya bien sabes que cuando como chocolate me pongo rara, tú me causas el mismo efecto -encogió ligeramente sus hombros para no perturbar el descanso de la cabeza de Tim sobre uno de ellos. Suspiro nuevamente, no podía evitarlo, era por culpa del sentimiento de alegría que no tenía suficiente dentro del menudo cuerpo de Mallory, y buscaba salir de la firma que fuese. Se giró lentamente para volver a quedar de frente a él, no soltó la mano de Tim, al contrario, el jugueteo con los dedos del ojiazul la mantenía con los pies sobre la madera de la cabaña. Se acercó a tu rostro, únicamente a acariciar la nariz de él contra la suya, así como cuando se besan los conejitos en las caricaturas. Río graciosamente antes de separarse de él, si no lo hacía de verdad que necesitaría pegarse a él para poder comenzar a cocinar. -Bueno, es hora de ponernos a cocinar, algo calientito para que no tengamos frío -le propuso alegremente mientras buscaba en la alacena cosas que le servirían para lo que tenía planeado hacer. -Como hay tormenta, se me antoja una taza de chocolate y uno de tus postres de estilo zombie -relamió sus labios, ansiosa por probar algo que él cocinara. Al fin de cuentas no importaba el aspecto que tuviera su postre, sino que lo hiciera para que ambos pudieran comer. -Y yo, yo haré chocolate caliente, le podemos poner algo de crema pastelera sabor vainilla y un bombón, Al menos así yo lo tomo y sabe delicioso, ya lo probaras -aseguro, guiñándole un ojo de forma divertida. Seguía sacando cosas de la alacena, en busca de bombones y de crema pastelera o algo que tuviese sabor a vainilla. Hasta ese momento solamente encontró el chocolate abuelita, y la crema batida. Los bombones los buscaría después. Camino hasta el refrigerador, al abrirlo una ventisca fría recorrió su cuerpo logrando que temblara por el repentino frío, olvido que afuera había una tormenta. Saco tan rápido como le fue posible los cartones de leche y los coloco sobre la mesa circular, junto con sus demás ingredientes. -Creo que es todo lo que necesito -pasó la mirada por cada una de las cosas de la mesa y asintió aprobatoriamente con la cabeza.

Lo miro de reojo, y no se resistió a caminar los pocos pasos que los separaban y volver a abrazarlo. Dejo que sus brazos rodearan los costados del castaño y que sus manos descansaran sobre su espalda. -Ahora entiendo todas esas series, canciones y películas. En donde hablan del amor verdadero y todo eso. Porque te tengo a ti -sus mejillas se sonrojaron mientras decía aquello. -Me encantan esas historias, más las de Disney, pero nunca pensé que algo parecido me llegara a pasar a mí. Porque ni yo soy una princesa ni tú un príncipe, azul tal vez si eres, pero no un príncipe -río de forma nerviosa, imaginando la sangre de su prometido ser del mismo azul que el relleno de los búbalo de mora azul. Ese era el color favorito de Ferb. -Sería genial tener la sangre del color que nos gusta más -comentó más para si misma que para él. Sacudió la cabeza ligeramente, para dejar de divagar mientras hablaba, era algo tan común en ella desviarse de un tema a otro que ni cuenta se daba cuando lo estaba haciendo. -O tal vez si somos personajes de cuento, y no lo recordamos porque la reina malvada ha puesto un hechizo sobre nosotros, y tenemos que encontrar a un niño que tenga el libro de la historia para que nos ayude a romper el hechizo -dijo un tanto emocionada, esperando que eso fuese cierto de alguna forma. -Entonces yo podría ser Cenicienta y tú el príncipe y todo eso -le brillaron los ojos de manera infantil. Y luego negó con la cabeza, desilusionándose a sí misma.-Tengamos o no realidad alterna, sé que nos pertenecemos y eso no lo cambiará nadie ni nada. Ni una reina malvada ni un Rumpelstinski con contratos malintencionados -sus mejillas se inflaron un poco, pensando en ese tal Rumpelstinski, que después de todo no había sido tan malo antes de matar al pordiosero que resultó ser el señor oscuro, ¿o fue al contrario? Ya tendría otro momento para pensar en ello, ahora solamente quería entregar todo su tiempo a Tim. -A lo que me refiero es que. Ya quiero que sea el momento de tener esa familia contigo. Un gato, un perro, un conejo, peces, pajarito, también quiero hámsteres y una iguana y si se puede un caballo y…y… los animales que vayan llegando. Claro, si tú quieres -no sabía que era, pero desde muy pequeña le encantaba tener animales. Sacarlos de la calle y llevarlos a casa, desde que entro a la universidad y paso lo de su embarazo no había tenido ninguna mascota y encontrar una sería perfecto ahora que comenzaba una nueva vida. -Las mascotas, Nutellanie, tú y yo, no puedo imaginar algo mejor. De hecho ni siquiera me pasó por la cabeza que tú y yo terminaríamos juntos, esa vez de la playa todo parecía tan… normal. Pero bueno, al parecer no nada más en la televisión, libros y cine los mejores amigos terminan juntos. Ahora ya no me puedo imaginar mi vida sin ti en ella, quiero estar contigo por siempre. Y me has hecho la mujer más feliz del mundo, no por el anillo, sino porque sé, hoy más que nunca, que me amas y quieres estar conmigo tanto como yo quiero estar contigo-y sin poder decir más, sin poder explicar con palabras todos los sentimientos que la unían a él, lo abraza suavemente a ella, por unos segundos nada más. -Te amo -murmuro a su oído antes alejarse lentamente de él, haciendo fuerza contra la fuerza magnética que la atraía a él de forma natural.

Una bolsa de harina fue abierta por ella, la saco porque sabía que Tim la necesitaría. Tomo un poco entre sus dedos y la echo a Tim sorpresivamente. Al instante la prenda que cubría su torso se vio impregnada de ese polvo blanco y ella sonrío antes de pasarle el dedo por la mejilla, dejándole una fina línea, incluso más blanca que la piel del ojiazul. -Ahora, a cocinar, Ferb, que todo esto me ha dado hambre -se palmeo el estómago, como si ese fuese un tambor que apenas y sonaba cuando ella le daba palmaditas.
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Mensaje por Timothée Mounier Sáb Feb 09, 2013 1:50 pm


Era imposible negarle algo a esta rubia de ojos chocolate. Todo lo que ella me decía eran como ordenes para mi cuerpo, el cual como endulzado con alguna toxina asentía con la cabeza y comenzaba a realizar las acciones dadas por ella. Todo con el objetivo de hacerla feliz, de verla sonreír; no había mejor trofeo que aquél, el ver sonreír a la persona que amas, porque haría cualquier cosa por ella, por ver todo el tiempo como sus labios color carmín se curvean sobre su bello rostro. Esa era la manera en la que ella brillaba sobre el firmamento. Dicen que obtienes vida eterna cuando el corazón de una estrella te pertenece, yo era eterno, ella también. Mi corazón le pertenecía, era de ella, así debería de ser y así quería ser. Y si fuera de otra forma, mi corazón se negaría porque aquella otra persona no sería su amor verdadero. Sin soltarla nuestros pasos nos guiaron a la cocina de la cabaña que sería nuestro hogar por unos días. Inflé las mejillas en un acto de reproche falso por haberme empolvado el rosto, era imposible enojarme con ella, cuando solté el aire comencé a reírme tontamente entrecerrando los ojos en un intento de mostrarme ligeramente afectado por el hecho de que ella haya eso. Antes de que ella pudiera alejarse de mi, mis manos la tomaron de la cintura y la pegaron a mi cuerpo, mi nariz se hundió en su cuello de manera que la harina que había quedado en mi rostro terminó en su barbilla. Solté una risita cuando nuestras pieles entraron en contacto. Mis manos recorrieron la mesa hasta que pude tomar un puñito de harina entre mis dedos. Se separé de ella, pero de manera que mi nariz rozaba la ajena como ella había hecho minutos antes. -Me gusta cuando tus mejillas se sonrojan. - Musité suave y lentamente sobre su rostro. El dorso de mi mano acaricio su mejilla y acerqué mis labios para besar los suyos de manera lenta y suave, un roce apenas donde mis labios fueron invadidos da una corriente eléctrica. Me separé de ella al mismo tiempo que mi mano que acariciaba su mejilla giraba dejando la harina que esta contenía sobre su mejilla. -Si fueramos un cuento de hadas, no quisiera que haya un final feliz. Porque eso significaría que ese sería nuestro final, y ¿sabes? No deseo que esto termine jamás.- Mis susurros abrazadores pronunciaban cada palabra con firmeza y sinceridad. Era la verdad. Desearía ser eterno siempre y cuando ella este a mi lado. Sonreí inocentemente cuando toda la harina que había mantenido en la mano terminó sobre la mejilla de rubia prometida. Mi prometida, si, aquella que me prometía una felicidad inmensa a su lado, con su compañía todo sería posible incluso tener 103 dálmatas. -La vida sin ti, no es vida- Mi rostro se hundió en su cuello, mi mejilla con la ajena hicieron contacto embarrándonos a ambos de aquel polvo blanco. Respiré profundamente, adoraba el dulce olor que su cuerpo emanaba, aquel olor que sería lo primero en respirar en las mañanas. -Y yo a ti- No necesitaba más palabras porque quería ser directo y conciso, la amaba tanto como mis papilas gustativas amaba el chocolate.

-Había pensado decirte, que esta harina era mágica. Que pidiéramos un deseo y ella te lo cumpliría, pero, yo ya no deseo nada más. Tengo a la mujer que amo, a la hija que adoro. Mi vida ahora es perfecta. ¿Qué más puede desear un chico que pensaba que no lograría nada? Por la cabeza no pasaba la idea de matrimonio, quería ser soltero, tener una casa, un perro, internet y sería feliz por toda la vida…pero llegaste tú y cambiaste mi universo. Ahora, solo te quiero a ti y por supuesto a Nute. - No podía mentirle, tenía que ser sincero y que ella supiera porque nunca había pensado o dado indicios de pedirle matrimonio. Era un crío cuando nos conocimos, nunca pensé que tanta felicidad estaba al alcance de mi mano, que siempre estuvo a mi lado caminando por los pasillos con una pancita y una criatura dentro de ella. -Quiero estar ahí, enseñándole a Nutellanie como hacer postres con un estilo genial. Quiero llevarla al primer día de colegio. Quiero estar ahí sentado conociendo al desgraciado que me pedirá permiso para llevar a Nute al cine- solté una pequeña risita al término de esta frase, igualmente comencé a separarme para mirar su rostro frente al mío. -Quiero asustar a su primer novio. Quiero estar con ella cuando sufra su primer rompimiento. Quiero ser su padre. Sobre todo, quiero que en todos esos momentos, estemos tomados de la mano, felices de lo que hemos logrado y lo que lograremos. -Mis manos descendieron hasta sujetar las suyas, entrelazando sus dedos con los míos y estos negándose a soltarlos por un largo tiempo. Pero lo hicieron y fueron directo a su estómago, asentí con la mirada y con la sonrisa característica en mi rostro. Comencé a dar unos pasos hacia atrás, extendiendo las manos cuando estas no querían soltarse, finalmente lo hicieron y me di vuelta para tomar lo que necesitaba, leche evaporada, leche condensada, huevos y obviamente jarabe de chocolate. -Mira como cocino porque cuando estemos casados tu lo harás mientras yo me siento a mirar la tv rascando mi estómago y viendo el futbol con mis amigotes- Bromeé, ni me gustaba el futbol. Vertí todo en la licuadora y espere que toda la mezcla estuviera perfectamente batida, engrase un recipiente con el mismo jarabe de chocolate y vertí la mezcla en él, colocando en agua para que este se cocinara con vapor, miré a Mallory con una sonrisa a punto de soltar una carcajada. -Y así, mi poke. Se prepara un flan de chocolate, mucho más fácil de lo que muchos imaginan. Pero no digas a nadie, ya sabes, secretos de chef - Mordí mi labio inferior mientras volvía a acércame a ella con el envase del jarabe en mis manos. Coloqué un poco en mi dedo y cuando estuve lo suficientemente cerca de ella deslicé mis dedos sobre sus labios para cubrirlos con los chocolates. Me acerqué a ella cerrando los ojos mientras la distancia que nos separaba iba desapareciendo. Abracé sus labios con los míos, atrapándolo y absorbiendo el cremoso caramelo que había impregnado su amargo sabor sobre sus labios. Comencé a besarla lentamente y de manera pausada haciendo un poco de succión a su labio para no solo absorber el chocolate, también la saliva de la hermosa rubia, y un poco de haría que había quedado cerca de su boca. Su sabor era dulce y adictivo y no me refería al chocolate, si no a ella, a sus besos, la forma que mis labios se amoldaban a los suyos era ideal como si fueran las piezas de un rompecabezas. Eso era lo que deseaba. Nadie decía nada, sólo nuestras bocas se preocupaban por mantenerse unidas, desgastando ese sabor de su saliva con los míos. Besándola sin culpa. Estando tan cerca podía sentir el latido de su corazón, como su pecho se expandía por el oxígeno y se comprimía al expulsarlo. Mis labios comenzaron a relajarse, pero a la vez dejándolos con cierta firmeza, aferrando con ellos su labio y haciendo un poco de succión con los míos, lenta y delicadamente mi lengua se deslizo por el labio de mi prometida contorneándolo y humedeciéndolo, mi boca pronto se comenzó a lleno del sabor de su saliva, su ADN, no solo del sabor de ella pronto descifré entre el sabor el mío, y por supuesto el sabor de chocolate. Manteniendo los ojos cerrados no me concentraba en otra cosa que no sea mis labios, los suyos, aunque en estos segundos eran como si fueran uno solo.
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Lun Feb 18, 2013 3:36 pm

El beso tenía un sabor extraño, no era por el chocolate o la harina, sino por algo más. Un ingrediente extra que le hacía pensar a la rubia en el momento en que lo beso por primera vez. Si era eso, se sentía como si esa fuera la primera vez que sus labios tenía el privilegio de ser acariciados por los de Tim. Las mariposas dentro de ella le producían un cosquilleo cálido y agradable conforme la lengua de su prometido se encargaba de quitar cada partícula del caramelo. Las piernas le temblaban, y de un momento a otro se desvanecería sobre el piso si no se abraza a él. Por lo que sus brazos se posaron sobre los hombros del castaño, y sus dedos se entrelazaron tras su nuca, presionando con suavidad para que él ni siquiera pensara en alejarse de ella. Continúo el beso, haciendo que sus labios succionaran de forma sutil el exquisito color rojo de sus labios. El beso la calmaba, la llenaba de una paz inmensa que no podía describir, solamente sabía que quería quedarse a su lado por siempre. Él es lo único que necesita para poder vivir, la única persona que si perdiera no podría reemplazar, él es parte de ella ahora y para siempre. Suspiro contra los labios del ojiazul, una vez que comenzó a olvidar como respirar, cuando e comenzó a marear por el dulce sabor que solamente él poseía. Recargo su frente sobre la contraria y no abrió los ojos, le gustaba sentir como sus labios acariciaban los de Tim por la cercanía de ambos, le gustaba como su corazón latía rápidamente; como si el de Tim lo estuviese llamando para estar a su lado. Si ella de verdad fuera una estrella, su cabello, y toda estaría brillando intensamente por la felicidad que en ese momento sentía. Sus dedos dejaron de estar entrelazados y se dedicaron a recorrer los hombros de su prometido, haciendo una leve presión en ellos antes de que las palmas de sus manos se decidieran a recorrer la espalda del ojiazul cariñosamente al tiempo que las mejillas rosadas de Mallory tomaban un color más encendido, no por vergüenza de estar tocándolo de esa forma, sino por las sensaciones que experimentaba al recorrer su espalda con parsimonia y suavidad. Hasta que sus manos volvieron a unirse, al abrazarlo contra ella, quedando aún más cerca si es que era posible. No quería pronunciar ninguna palabra, ni siquiera quería moverse, pero sentía la necesidad de hacerlo, pues ya habían pasado varios minutos en los que solamente se dedicó abrazarlo, y a repartir besos fugaces pero dulces sobre sus labios. -Creo que también tendrás que hacer el chocolate, porque yo ya lo estuve intentando y no me quiero separar de ti, no soy capaz de hacerlo -sonrío tontamente y encogió los hombros un poco. -Se supone que el chocolate es para que no nos congelemos en medio de la tormenta, pero abrazada a ti, ni siquiera me he dado cuenta de que hace frío, ni recordaba que estaba nevando. Tus besos son como dopamina para mí, solamente me puedo acordar de que te amo y de que quiero estar siempre a tu lado -admitió al tiempo que sus pómulos se tornaban tibios al tacto, su sonrojo era el único culpable. Cada que hablaba sus labios acariciaban los de su prometido, y pequeñas corrientes eléctricas erizaban su piel cada que el dulce aliento de Tim entraba por su boca con el único objetivo de dejarla más enamorada de él. Sonrío ampliamente, antes de separarse lentamente de él, en contra de su voluntad, aún tenía que hacer el chocolate. -Pero debemos de tomar el flan con chocolate, así que haré mi parte. Debo de practicar para cuando me toque hacer todo a mí. Espero tú y tus amigos no me rompan mis vasos cuando el equipo al que le apuesten pierda, así como Ludo en la familia P. Luche -bromeo, mirándolo con los ojos entrecerrados, como si le estuviera advirtiendo por adelantado que si hacía eso, terminaría durmiendo con el gato o con el perro. Estaba segura de que eso nunca pasaría, porque bueno, a él ni le gustaba el futbol. Otra de las razones por las que él era perfecto para estar con ella. No tenía nada contra el futbol, pero no era precisamente su deporte preferido.

Le dio un fugaz beso a Tim antes de tomar una de esas ollas donde vertió el litro de leche, algo de canela en polvo y por último la barra de chocolate. Le tenía que mover con la cucharita para que no se pegara, pero como había puesto el fuego lento para que no se pegara el chocolate al derretirse, o algo así, ya tenía mucho tiempo que no lo hacía. -¿Y si dejamos que esto se haga solo, así como en Harry Potter, y vamos a sentarnos frente a la chimenea abrazaditos y todo eso? -volteo a verlo, con expresión suplicante y a la vez divertida. La idea de cocinar fue buena en el principio, pero ahora ya no esta tan segura de que de verdad tuviese apetito de algo más que no fuesen los besos de su prometido. Sabía que pasarían su vida juntos ahora que ese reluciente anillo estaba adornando su dedo, pero le parecía que tenían el tiempo contado para relajarse en esa cabaña antes de regresar de nuevo al mundo real donde tenían más responsabilidades. -El chocolate ya casi esta, en unos minutos más -le aviso, al ver como comenzaba a hervir la leche que ya no era blanca, sino de un color café que desprendía un inconfundible olor a chocolate apunto de estar listo. -No tardo mucho -rio por lo bajo y volvió a Tim para abrazarse a él, así como los koalas a las ramas de un árbol, solamente que ella solamente ocupaba sus brazos. Estrechándolo con suavidad a ella antes de agacharse a acariciar su cuello con la punta de su nariz. La harina que había echado a su ropa, había llegado hasta su cuello, y cuando la rubia aspiro el olor del castaño; casi estornuda, pero se contuvo al apretar con fuerza los labios y los ojos. Inhalo profundamente cuando esa sensación de cosquilleo en la nariz pasó. -Si se pudiera me casa contigo ahora mismo, eres él único que me hace brillar -murmuro sobre su cuello, el cual se veía más blanco de lo normal. Beso el extremo derecho del mismo, sus suaves labios recorrían su piel de manera uniforme, mientras sus manos recorrían los costados del ojiazul hasta que su diestra entrelazo sus dedos con os ajenos, pero la otra mano seguía el recorrido de la espalda de Tim hasta acariciar sus cabellos una y otra vez. Su pulso era acelerado, e incluso pensaba que tal vez lo mejor sería seguir con eso de la cocina, pero no podía, estaba como pegada a él por una fuerza magnética que los unía cálida y abrazadora. -Nutellanie tiene suerte de tener un papá celoso. No hay mejor persona para compartir la vida de mi hija que tú. Gracias por todo, nunca te voy a desfraudar-susurro a su oído, antes de atrapar el lóbulo del ojiazul entre sus labios, lo presiono un poco antes de cerrar los ojos y esconde su rostro contra su cuello.
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Mensaje por Timothée Mounier Sáb Mar 09, 2013 4:11 pm


Cálido y con un constante latido mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho. Ya no me pertenecía, ahora la exclusiva dueña era la rubia que mantenía sus labios unidos a los míos. Sus labios eran mi perdición, eran mi paraíso y mi infierno, se convertían en mi todo y en mi nada, no existía para nadie más que ella. La amaba tanto que pensar en una vida sin ella sería como imaginar un mundo sin colores, olores y formas, monótono y aburrido. Mi existencia y mi felicidad dependían de dos mujeres, una al cuidado de mi padre y la otra de aquella musa frente a mis ojos. Era mi inspiración, mi creatividad, mis ganas de continuar con vida y alcanzar mi objetivo de ser la persona que le diera todo el amor que ella merecía. Incluso el dulce aroma del chocolate caliente no lograba regresarme a la realidad, mis mundo se centraba en aquellos pequeños detalles que hacían que nuestra relación no fueran como las demás, todas terminaban, nosotros seriamos la excepción, no tiraría todo por la borda si podía arreglarlo. Con solo imaginar esta posibilidad mi corazón se tensó. Cada latido que daba era doloroso a mi pecho era como si a gritos me dijera que era un idiota con solo llegar a pensarlo. No sabía que decir o que hacer, no quería hablar; quería que nuestros cuerpos permanezcan unidos ante cada segundo, cada milisegundo de tiempo que el mundo nos brindaba quería estar a su lado. Cada roce que su piel hacía con la mía era electrificaste, me provocaba un cosquilleo dando como resultado que mi piel se volviera sensible. Me debilitaba, me hacía sentir frágil, vulnerable. Ella provocaba todo eso en mí, y más todavía. Podría destrozarme si quisiese, podría revivirme si lo deseaba. ¿Vida? Mi vida era ella. No quería que este momento termine, si pudiera congelar el tiempo lo haría, nos encerraría en una bola de cristal en esta posición para toda la eternidad y nunca, nunca me arrepentiría de este momento. Sería mi recuerdo más feliz, lo mejor que hice este año, el momento que más guardo en mi memoria, podría olvidar todo pero nunca olvidaría esta noche, este abrazo, a esta chica.

-Soy yo el que nuca te va a defraudar- Murmuré bajando la mirada y apoyando mi rostro en su hombro, con los ojos abiertos mirando como nuestras manos se entrelazaban entre ellas, como nuestros dedos se habían sincronizado perfectamente para acomodarse entre los ajenos y nuestras palmas se acariciaban mutuamente. Un cosquilleo invadió aquella parte de mi cuerpo, era como si la piel de su mano se hubiera vuelto tan fina como las plumas de un ave y se empeñara a hacerme sonreír con cada roce que nuestras manos tenían. No podía verlo con las manos entrelazadas pero quería creer que nuestras líneas del amor emanaban perfectamente una a la otra, había encontrado la otra mitad de mi alma y esta encajaba perfectamente en cada detalle de mi cuerpo y mi alma. No creía en el destino, pero tampoco creo que haya sido casualidad haberla encontrado. Nuestras palmas se complementaban, aquellas curvas encajaban de manera excepcional en los cuencos que mi mano arqueada formaba. -Es perfecto- Musité a un observando nuestras manos unidas. Levanté el rostro y recuperé mi postura, sonreí dulcemente y sin soltar nuestras manos comencé caminar hasta la pequeña sala de estar que tenía la cabaña. Lancé los cojines en el centro de la alfombra y solté su mano 5 minutos para encender la fogata que para mi suerte era de gas, la madera ya había sido colocada por alguien más. El calor abrazador de las llamas vivas de la fogata era imprescindible. Giré para mirarla y ahí estaba aquel rostro que me había cautivado, iluminado por una fuerza extraordinaria haciéndola brillar como la llama de una pequeña vela iluminando un cuarto oscuro. Inofensiva, cautivadora y ligeramente peligrosa. Arqueé la mirada y sonreí. -¿Alguna vez te has enamorado gravemente? ¿Sonreír cuando la escuchas y tus ojos se iluminan cuando la ves? ¿Tus brazos sienten frio si no está ella entre ellos y tus labios lloran cuando no la besas? ¿Hablar con esa persona por horas y no aburrirte jamás? ¿Pelearse y pedirle disculpas porque tus sentimientos son más fuertes que tu orgullo? Porque la quieres, porque la necesitas… - No necesitaba respuesta pues ya la conocía, era más bien una pregunta retórica para lo que estaba por decir. -Yo si. No creo que sea necesario que preguntes de quién pero aún si te responderé pues es tan sencillo como el ‘piggy piggy’. Cierra los ojos, no mires, deja que tus parpados cerrados te hundan en una penetrante oscuridad. Repite tu nombre siete veces. Abre los ojos ¿la ves? - Mientras ella mantenía sus ojos cerrados había tomado un espejo que estaba sobre la chimenea, ahora estaba frente a ella mostrando el espejo frente a su rostro de manera que se reflejaba en aquel objeto. -¿Observas su bello rostro? Es ella, has dicho su nombre exactamente siete veces. Eres tu- Bajé el espejo y tomándola de las manos tomé asiento sobre la alfombra rodeado de cojines. -Lo que siento por ti es realmente fuerte, no quiero que esto desaparezca, que se esfume una vez que la magia del momento acabe. No seamos un cuento, seamos una historia. No seamos un sueño, seamos una realidad- Mi voz se quebraba con cada palabra, un hueco en mi pecho aprisionaba todo mis órganos vitales. No era tristeza, no era dolor, era como si la felicidad era demasiada para contenerla en mi pecho y a cada segundo esta se expandía cada vez más. Su aroma, sus caricias, el placer de observarla era la pólvora de mi felicidad, sus besos eran la chispa que me hacía explotar. -Eso es lo que siento por ti. Es solo una parte de lo que tú me provocas. Es tu culpa- Sonreí y negué con la cabeza, porque aunque sin ella sentía que la vida no tenía sentido, me sentía vacío, como un zombi sin emociones, como un artista sin creatividad sabía exactamente que ella era la culpable de todo eso y aún así no podía culparla de ello. Solo necesitaba tomarla de las manos, besar sus labios y mirarla a los ojos para que su luz estelar me regresara la felicidad que había sido robada de mi ser. -¿Crees que te pueda demandar por volverme adicto a ti?- Mordí mi labio inferior y sonreí mirándola a los ojos. Mis manos sujetaban con fuerza las ajenas, la presión y el calor de la fogata hacían que mis palmas suden ligeramente pero no podía separarlas porque las sentía cómodas, cálidas ante el frio que en el exterior comenzaban descender. -¿Crees que estoy enfermo? ¿Loco quizá por pensar esas cosas? - Hablaba rápido, como cuando me pongo nervioso o no estoy seguro de lo que estoy haciendo. No es que dudara de mis emociones, estas estaban bien plateadas, dudaba que sea pronto para expresar lo que sentía con ella, no quería que me viera como un desequilibrado acosador, no. Solamente quería expresar algunas de las tantas cosas que mi subconsciente sentía por ella.

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#Escribiría más rápido si alguien no me entretuviera tanto ...
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Vie Mar 15, 2013 4:53 pm

-Eres la persona más cuerda y sensata que conozco -. Después de eso, Mallory no dijo nada. Después de sus palabras se hizo el silencio. Solamente podía escucharse el quedo sonido de la madera crujir, siendo consumida lentamente por las llamas que la envolvían. Segundos, minutos, no supo exactamente cuánto tiempo paso en silencio. Sabía que Tim pronto le diría: “No te quedes callada”. Pero ella seguía sin saber que decir, nada de lo que saliera de sus labios después de lo que él había confesado sería suficiente ahora. Con cada palabra que el castaño musitaba desataba la soga que en los pies de la rubia se encontraba atada, esa que la mantenía con los pies sobre la tierra a pesar de que sus sentimientos por él la hicieran flotar de vez en cuando, pero al final siempre regresaba a estar de pie, enamorada de él, pero siempre consiente de la realidad y de que, por mucho que Disney se esforzara en hacerle creer, nada era perfecto por siempre. No estaba triste, estar triste sería una estupidez en ese momento, la sonrisa pequeña, ingenua y radiante, podía demostrarle a Tim que el brillo que ella emanaba en ese momento era por la inmensa felicidad que sentía al estar a su lado. Sin embargo ahora no podía estar del todo tranquila. Lo que él sentía era fuerte, tanto como lo que ella sentía por él, y la rubia no sabía hasta qué punto sería bueno. Lo único que deseaba era que eso sentimientos jamás se esfumaran. Si era necesario, se pasaría noches en vela pidiendo, a quien quiera que hiciera los milagros, que Tim no decidiera, por un error de ella, de pronto matar lo que sentía por su ahora prometida. Es que la sola idea de perderlo le estrujaba el corazón dejándole un gran dolor. Sus ojos claros dejaron de enfocar la ventana, afuera el cielo estaba nublado y no dejaban de caer pequeños copos de nieve. Esta vez sí se estremeció por el frío. Prefería observar a su prometido, que seguía a su lado. Ahí estaban de nuevo esas ganas de abrazarse a él y nunca soltarlo. Lo único que hizo fue apretar su mano, sin fuerza, solamente para que él supiera que seguía consiente y no se había sumido del todo en el profundo pozo de repentinos miedos de sus pensamientos. Lentamente le soltó las manos, y se volvió a encaminar a la cocina, de dónde provenía un exquisito olor a chocolate recién hecho. Lo único que hizo fue apagar la llama de la hornilla para evitar accidentes, tapo el chocolate para que no enfriara demasiado y volvió a donde estaba el ojiazul. Se sentó a su lado. No decía nada, pero pensaba en todo, y para ella todo era Tim.

Coloco, sin avisarle, sus manos en los hombros del castaño, y comenzó a empujar ligeramente su cuerpo hacia atrás, hasta que en una de las almohadas descanso la cabeza del ojiazul. Mallory hizo lo mismo, se recostó a su lado. Por un momento pensó que tendría frío en la espalda cuando esta se encontró con la alfombra, pero esta resulto ser tan cálida como la mullida almohada donde ella descansaba. Ladeo hacía la derecha su rostro y suspiro profundamente al tiempo que entrecerraba los ojos. -Si tú me demandas por eso, yo tendré que aceptar los cargos, y después te demandaría por invadir propiedad privada. Es decir… ¿Te divierte entrar en mi mente y ser la causa de las últimas noches que he pasado sin dormir? Sólo puedo pensar en ti -se mostraba indignada y en su tono de voz se podía reconocer el reclamo. Pero en realidad estaba bromeando no le reclamaba nada, más lo decía todo muy en serio. Alzo los hombros, mostrándose algo confundida ante sus propias palabras. -¿Sabes? No sé bien qué decirte, ¿por qué me tienes qué decir estas cosas?, ¿No te das cuenta de que nada de lo que yo diga podrá ser suficiente para que entiendas lo que significas para mí? -aquello ya no lo decía tan en broma, es más, se escuchaba seria y en sus ojos podía verse la clara impotencia que sentía al no poder expresarse ante él de la forma correcta y que ella desearía. -No puedo porque con sólo decirte que; eres genial y que eres la mejor persona que pude conocer en los últimos años. No me es suficiente, y tampoco puedo decirte que eres mi todo porque no quiero que te sientas como yo ahora -agacho la mirada y soplo hacía arriba con suavidad pues comenzaba a sentir sus pestañas húmedas. Le tenía una infinita y ciega confianza, pero no era el momento de demostrarle cuan frágil podía ser. -Me siento de verdad comprometida contigo, quiero hacerte feliz, quiero hacerte sonreír en lugar de molestarte, quiero seguir siendo la persona con la que nunca te aburres de hablar. No quiero decirte lo que siento, quiero demostrártelo, aunque aún no encuentro la manera de cómo hacerlo. De verdad espero que no sólo seamos un sueño, porque prefiero estar despierta, solamente si es a tu lado -la voz se le quebró en las últimas palabras. Su sonrisa tierna seguía bien pintada en su rostro, mientras sus cejas se arqueaban hacia abajo dándole una expresión que ni ella sabía interpretar. Tal vez quería decirle: Estoy contenta porque te tengo, pero si no me abrazas ahora inundaré la cabaña como hace Bob Esponja en la casa de su abuelita. No fue necesario que él adivinara lo que ella quería decir, ya que Mallory recargo la cabeza sobre el hombro de Tim a la vez que se acomodaba para quedar acurrucada contra el costado derecho del cuerpo ajeno. Le paso uno de sus brazos sobre el pecho, y termino por abrazarse a él. Sintiéndose protegida y querida al estar a su lado. Él era todo lo que quería, todo lo que necesitaba. -Gracias por quererme... -agrego con sinceridad. -...porque como podrás notar, la loca aquí soy yo -río un poco, para aligerar el ambiente no quería comenzar a alejarlo tan rápido. Posiblemente a él si pasará desapercibida su ausencia, pero ella, en esos momentos, ya no se creía capaz de poder estar sin él, ni siquiera un día.
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Mensaje por Timothée Mounier Lun Mar 18, 2013 10:12 pm


El silencio que ella marcaba en ocasiones me desesperaba, no por la falta de paciencia, sino porque al terminar de hablar y estar rodeado de silencio sentía que mis palabras no las comprendía, o que aún no terminaba de convencerse que era la verdad. Pensaba que las meditaba, tratando de no convencerse a sí misma de que la realmente la quería, sé cómo soy y lo que ella conocía de mí no ayudaba a que me creyera del todo. Pero con ella siempre decía la verdad. Es por eso que le decía que no se quedara callada, porque no tenía mucho que pensar, no tenía que convencerse a sí misma que era la verdad, porque realmente era la verdad, y la verdad era que la quería como a nadie más en el mundo. Todo esto solamente era producto de mi paranoia, en estos momentos me sentía como estúpido al escuchar sus palabras sobre lo que ella pensaba, por qué se quedaba callada cuando terminaba de hablar. Ahora era yo quien se quedaba en silencio. Un silencio de paz, en donde tenerla entre mis brazos era la mejor conversación que podíamos mantener. No quería moverme, estar recostado en el suelo entre almohadones era el lugar más cómodo con ella a mi lado, apoyé mi barbilla sobre la suya y dejé que nuestras respiraciones sean aquellas que se comunicaran por nosotros. Me sonrojaba con solo recordar sus palabras y sentirla cerca de mi, sentir los latidos de su corazón sobre mi pecho, sentir su piel al recorrer mis manos sobre sus brazos. -No tienes que decir ni demostrar nada- Comenté en susurro por nuestra cercanía. -Siempre lo he sabido. Quizá no te entiendo al cien por ciento, pero, entiendo tus indirectas, cuando dices que no te pasa nada y te sucede todo. Sonaría absurdo decir que estamos conectados, pero de alguna u otra forma nos entendemos y nos comprendemos por solo hacer ruidos con la boca, ¿uhum..?- Aquél ruido, fue la pregunta para confirmar mi comentario. A veces lo hacíamos mientras hablábamos y de alguna forma era nuestra manera de decirnos todo sin decir palabra alguna, ambos sabíamos lo que sentíamos el uno por el otro, aunque de vez en cuando no era tan malo recordarle lo que sentía por ella. Me gustaba sorprenderla, recordárselo en los momentos que menos se lo esperaba para emocionarlo y aunque en un principio me desesperaba ahora me daba cuenta que realmente me gustaba dejarla sin palabras. Entrelacé sus manos con las mías, tomándola de los dedos para sujetarnos de esta manera y no caer del vuelo que ambos habíamos comenzado, no me preocupaba volar si era con ella, dicen que flotar es mejor pues corres menos riesgos pero con Mallory aquellos riesgos no existían y si existían yo era capaz de tomarlos para estar con ella, porque no importaba lo que tenga que enfrenar ella valía la pena. La abracé con más fuera, ni volando o flotando me alejaría demasiado de su ser. -¿Cómo crees que estoy yo? Antes soñaba contigo, ahora eres la razón por la cual no duermo. - Antes, cuando solamente éramos amigos ella era la persona con la que soñaba, era la razón por la cual ansiaba dormir, porque sabía que la podría encontrar en mis sueños más felices, ahora era mi realidad y lo que menos quería era dormir, quería pasar todo el tiempo posible con ella. Mi mano que acariciaba su rostro llegó hasta su barbilla la cual sujeté suavemente y la moví hasta que ella me mirase, nuestros ojos se encontraron e inmediatamente sentí como mi cuerpo reaccionaba a esa mirada, me sentía nervioso, sentía que no era nada comparado con lo que ella merecía. Mis labios se curvearon por inercia. -Sonríe, me encanta cuando sonries.- Dicho esto deposité un suave beso en la comisura de sus labios, apenas haciendo presión en su boca. Me separé pero no demasiado, mantuve mi frente pegada a la ajena y los ojos cerrados, quizá no debería hablar, debería mantenerme callado y demostrarle con acciones cuando la quería, pero desde mi interior sentía una fuerza que me impulsaba a expresar aquellos sentimientos que inundaban todo mi ser de felicidad, que si no los expresaba moriría ahogado de todas aquellas palabras que nunca dije. -Si me vas a amar, es justo que sepas de lo que te vas a enamorar. Te estas enamorando de mis inseguridades, de mis miedos, de mis enredos de dudas, de mi inmadurez, de mi constante necesidad de atenciones, de ser una persona que necesita que lo hagan sentir especial, que la quieren o la aman, de mi pasado, de mis esperanzas y sueños, de mis metas inalcanzables, de mis ilusiones, de mis días de amargura, de felicidad, de tristeza, de preocupación, de enojo. Te estarás enamorando de mi mirada y como brillan mis ojos cuando estoy contigo, te estarás enamorando de cómo me sonrojo cada que me dices te quiero, de los mensajes que te enviaré por las mañanas tan solo para desearte un excelente día, de las estupideces que diré o inventaré para hacerte sonreír. Pero para mí lo más importante es que estarás enamorando de mi a pensar de que pensé que sería imposible- Mis palabras habían sido lentas y pausadas, pero firmes y sinceras. Al terminar, me quedé en silencio tomando todo el oxígeno que mi cuerpo había soltado, pero había una necesidad más fuerte que respirar. Con los ojos cerrados mis labios buscaron los ajenos, sujetándolos con suavidad y firmeza, adentrando mi labio superior entre los suyos y haciendo una ligera succión en su labio inferior, la suavidad de sus labios era una droga que comenzaba a causar dependencia en mí, eran suaves, húmedos, lisos, tenían la textura y el sabor perfecto. Me volvían loco, me hacían delirar. Nuestra saliva unida me daba la sensación de ser más dulce que el chocolate, nuestra cercanía era más cálida que el calor que la fogata emanaba. Mis labios se volvían sensibles al roce provocando un cosquilleo en mi cuerpo cada que sentía sus labios, mis ojos cerrados me mantenían atento a nuestro beso centrando todas las emociones producidas a mi corazón. Nuestros movimientos eran lentos, disfrutaba de cada milisegundo que mis labios se mantenían junto a los de ella, ellos no se querían apartar habían encontrado el paraíso y era imposible que por decisión propia decidieran poner fin a ese beso. Su cálido aliento me envuelve y por un momento me siento como en las caricaturas cuando el vapor de algo delicioso te seduce a tan punto de que tus pies dejan el suelo y comienzan a flotar. Mi rostro se acerca más al de la rubia, aprisionando sus labios con más fuerza y haciendo más profundo nuestro beso, es todo lo que necesito, lo que mi cuerpo y mi organismo me piden, lo que mi corazón me ruega. El mundo podría girar y girar a nuestro alrededor, pero en estos momentos ella era el único mundo en el que me importaba habitar.
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Mar Mar 26, 2013 12:54 pm

Una nevada mañana de invierno, donde los copos de nieve caen de forma lenta y fría, amenazando con helar todo a su alrededor. Dentro de esa cabaña, frente a la chimenea, no podía hacer frío, por más que el hada del invierno se empeñara en congelarlos, le sería imposible. Tim y Mallory, emanaban un calor que cualquier otra pareja envidiaría. Tan puro, esplendoroso y único, un amor tan real que pocas veces se veía en el mundo. La rubia en ese momento brillaba, podía sentir como sus cabellos se iluminaban a cada segundo transcurrido que pasaba al lado del ojiazul, él era la única persona que la podía hacer feliz y miserable si se lo propusiera. Dicen que entre más amas, más grande será el dolor cuando te decepcionen, y sabiendo esto ella se entregaba sin restricción alguna al amor que sentía por él. No le importaba lo que pasará en el futuro, le importaba el presente y que estando a su lado era capaz de volar tan alto como se lo propusiera. Tan alto como el polvo de hadas que contenían los dulces besos del castaño le permitieran. No podía imaginar ese momento de otra forma más perfecta, porque no existía, sus manos entrelazadas con las de él, le daban una sensación de tranquilidad, mientras que su beso le producía unas curiosas cosquillas en la boca del estómago. Como si miles de mariposas estuvieran dentro de ella, revoloteando, acariciando su interior con sus alas. Esperaba que esas mariposas vivieran por siempre, ella se encargaría de que así fuera, con grandes o pequeños detalles que lo mantuvieran siempre enamorado de ella. Por ello, respondía al beso que él había iniciado, adaptándose al ritmo que él le daba, dejándose envolver por sus labios, por el exquisito sabor de su boca, incluso por su olor y por la forma tan particular en la que su nariz rozaba la ajena. Besarlo era tan dulce como un algodón de azúcar y tan insólito como presenciar una aurora boreal. Lo quería demasiado más de lo que alguna vez llego a pensar. Soltó con delicadeza una de sus manos, únicamente para acariciar el cabello de Tim, peinarlo hacía atrás y sentir en sus dedos la textura suave de sus mejillas una vez que dejo sus dedos descansar sobre su mejilla que estaba tan sonrojada como las de ella. No necesitaba respirar, podía besarlo toda la mañana, la tarde y la noche, hasta que sus labios se desgastaran y perdieran su color rosa natural. Lo que necesitaba era hablarle, demostrarle con palabras lo que sentía por él. Se aclaró un poco la garganta, incluso relamió sus labios detectando el sabor que el ADN del ojiazul había dejado en ellos. Se mareo un poco, suponía que volar tan alto confundía sus sentidos. Sonrío para sí misma por ese pensamiento, ya que sabía que no era culpa de nadie más que de Tim el hecho de que se perdiera un poco en el tiempo y en el espacio a su lado, entre sus brazos -Yo fui quien pensó que sería imposible que te enamoraras de mí. Es decir, sabes como soy, he hecho cosas buenas, unas notan buenas. Tengo más defectos de los que puedo recordar, soy quizás la persona más rara que puedes llegar a conocer, porque ¿Quién más le pone cátsup a sus hot cakes? -soltó una risita graciosa y le despeino el cabello antes de tener la necesidad de volver a acomodarlo con sus dedos. -Tal vez eso no sea lo peor. Ni yo misma me entiendo en muchas ocasiones. Un minuto quero una cosa, y al otro quiero algo completamente diferente. A veces te puede resultar divertido, pero la verdad es que con el tiempo te parecerá desesperante. Lo sé -a pesar de que se sintiera en el mejor sueño de su vida, no podía dejar de ser realista, era una cualidad o un defecto que siempre había tenido, y rara vez se equivocaba. Esperaba que esta fuera una de esas veces, porque si algún día Tim se aburría de ella, o se cansaba, entonces no sólo se quedaría sin su prometido, también se quedaría sin su aliado, sin la persona que la conocía y la aceptaba como era, y sin su mejor amigo. -Aun así, quiero que sepas, que pase lo que pase, conozca a quien conozca, de lo único que no quiero ni podré cambiar de opinión, es de lo que siento por ti. Voy a estar contigo hasta que así lo quieras, cuando me necesites. Si necesitas hablar conmigo a las dos de la mañana te responderé, incluso te despertaré temprano, antes de las siete de la mañana, no porque quiera que llegues temprano a la universidad o al trabajo, sino porque querré ser la primera persona que te dice buenos días, la primera a la que le hables cuando despiertes, quien te levante y te haga sonreír diciendo cualquier cosa sin sentido. No quiero ser lo que imaginas o lo que esperas, voy a tratar de ser lo que nunca imaginaste y la que te sorprenda siempre con cualquier cosa para que nunca te arrepientas de lo que comenzamos. Te enamoraré cada día -mantenía la mirada fija en los ojos azules de su prometido, el aliento del castaño acariciaba sus labios y se lograba colar en su interior haciéndola temblar ligeramente, por la ansiedad que tenía por volver a besarlo, fundirse con él en algo más que un beso. Sus mejillas se entibiaron por ese pensamiento, y agacho la mirada, busco la mano del ojiazul cuando su diestra dejo de acariciar aquel cabello castaño. Entrelazo solamente uno de sus dedos; meñique con meñique. -Es una promesa -asintió con firmeza, mientras hacía más pronunciada la unión de sus dedos. Al cabo de unos segundos lo soltó, subiendo su mano por su brazo, acariciándolo a la vez que los latidos de su corazón volvían a escucharse como si este fuera un tambor y un pequeño Tim lo estuviese tocando con entusiasmo. Termino por recorrer la piel blanca de su cuello, y acariciar con el dorso de su mano el lóbulo de su oreja. -Quiero estar contigo ahora, y siempre -murmuro, notando como el sutil roce de sus labios no se hizo esperar. Le sonrió con pura convicción, esperando que entendiera que esas cuatro palabras querían decir. Lo atrajo hacía ella, para que la volviera a besar, mientras su cabeza descansaba sobre la almohada y sus brazos lo rodeaban queriendo todo menos dejarlo ir. Cuando comenzó a salir con él también comenzó una nueva vida, seguía siendo ella misma, pero esperaba ser mejor cada día, ser la persona que él se mereciera. Y en esa nueva vida quería experimentar nuevas cosas, solamente si era a su lado. Y ese era el mejor día para intentarlo.
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Mensaje por Timothée Mounier Sáb Abr 06, 2013 11:19 am


Cada roce de su piel con la propia me hacía sentir en las nubes, la suave textura y la agradable que me resultaba me hacía sentir que mi piel era acariciada por una suave, blanca y esponjosa nube. De esta forma me sentía, volando en la máxima altura permitida, con ella tomada de la mano sin importarnos nada más. Estando a su lado el tiempo se detenía, las personas dejaban de existir y mi imaginación creaba un mundo donde ambos éramos los únicos habitantes, todos mis pensamientos estaban concentrados en ella, mis sentidos relajados se inmutaban en cada roce que nuestros cuerpos tenían. Ser más feliz de lo que en estos momentos ya era parecía imposible. Estaba a su lado, tenía su amor incondicional, y aquel sentimiento que yo sentía hacía ella crecía cada vez más, el amor se había convertido en fuerza de atracción y cada segundo que pasaba a su lado se volvía imposible separarme de su lado. Alejarme de ella era como arrancarme mi propio corazón. Ella era mi corazón. Podría detener la mecánica de mi corazón si así lo quisiese, podía detener el tic tac de su funcionamiento pero al mismo tiempo así como podría detenerlo en estos momentos aceleraba su funcionamiento, convirtiendo los segundos en milisegundos, latiendo a cada instante a una velocidad que el sonido se había vuelto unísono. -Te quiero por quien eres, no por lo que eres…- Musité suavemente, dejando que mis palabras se vuelen con el viento y la envuelvan abrazándola metafóricamente. No me importaba los defectos que ella juraba tener, nadie es perfecto. Dicen que aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta. -Es así como te conocí, con todos tus defectos, con todas tus traumas, con Nute dentro de tu estómago, es así como me gustaste. ¿Por qué piensas que será desesperante?- Pregunté un poco retorico. A veces no entendía porque no terminaba de convencerla lo mucho que ella significara para mí, quizá hacía poco a lo que ella merecía. Debía buscar una manera de hacerla ver completamente que ella me volvía loco, que sin ella yo me muero. No me importaba cuantas cosas pesimistas ella buscara, la había conocido de esa forma y de esa forma la había convertido en parte de mi vida, en mi vida completa. ¿Cambiaría algo de ella? Por supuesto que no, ella era perfecta con sus imperfecciones. Si me llegara a preguntar porque pensaba de esta forma sería imposible hallar la respuesta, a veces ni yo mismo sabía cómo ella había influenciado tanto en mi vida para cambiarme por completo. Había pasado de ser un chico que no creía en las formalidades y que cambiaba de parejas cada determinado tiempo ha estar completamente comprometido con una chica en donde ‘por siempre’ era una escala de tiempo muy corta. -Eso es lo que tu piensas, pero ¿Me has preguntado qué es lo que yo pienso?- Cerré los ojos mientras hacía un poco más de fuerza, nuestras manos intensificaron la presión que mantenía unido nuestros cuerpos. -Yo pienso que tu y yo nos pertenecemos- Afirmé con certeza sin dudar ningún momento de que estuviera equivocado. Mis palabras no estuvieron completas, dejando la idea sin precisión y con necesidad de ser explicada. -No creo que puedas enamorarme cada día, ya lo estás haciendo. Siempre, a tu lado siempre parece tan poco tiempo- Agregué la verdad, podría olvidarla y no quería dejar pasar esas palabras que quería decirle. Relamí mis labios para humedecerlos, su aliento era tan cálido que mis labios se secaban con rapidez, como si ellos quisieran que ella sea quien evite eso, con un beso. Sus besos tenían algo que me alegraban la vida. Mis manos se habían entrelazado con las suyas, tener los dedos meñiques no era suficiente, mis manos necesitaban sentir las suyas tanto como mis labios los ajenos y mis ojos contemplar su rostro. Pensar en todo lo que ambos habíamos pasado reforzaba el amor que sentía por ella, nada en la vida que se consigue de manera fácil es lo mejor, alcanzar la perfección cuesta entre tantas dificultades que se presentan en el camino son las pruebas que te hace pensar que tan realmente quieres a aquella persona, la quería tanto que no me importo cuán difícil fue el camino si al final ella estaba ahí. -No quiero que nuestra relación sea como una película, esas solo duran dos horas. Quiero que sea un libro, aquel que dura todo el tiempo, que las cosas sucedes en el tiempo que deben de pasar y no solo uno, quizá una saga.- Me moví un poco sobre los almohadones para estar más cerca de ella, doble los brazos de manera que nuestras manos entrelazadas eran las que separaban nuestros pechos. -Algo así como dos jóvenes que de pasar de dos desconocidos por alguna loca razón pasaron a ser conocidos, la relación se fortaleció hasta volverse amigos, pero no sé quedó ahí aquella amistad se volvió algo más quizá por que hablaban todas las tardes, miraban películas juntos, leían libros juntos, se reían por las mismas cosas juntos entonces, pasó lo que quizá muchos imaginaban pero que ellos no lo creían, se enamoraron; aunque yo diría que ella estaba destinada a él, pero eso es creer en el destino y tu no crees tanto en él. Ninguno de los dos lo quería aceptar, ¿yo enamorado de ella? Quizá el chico se preguntaba, pues nunca había sentido algo tan fuerte como lo siente por ella. Fue difícil que ambos lo aceptaran, pero… cuando lo hicieron comenzaron una nueva historia. Una hermosa historia…- Sonreía débilmente, más bien era una sonrisa nerviosa de aquellas que estas convencido de que estas tan sonrojado que tu rostro parece un trozo de carbón encendido. No estaba convencido si estaba entendiendo mis palabras, en mi cabeza habían sonado mejor. Sujeté sus manos con más fuerza, como si temiera en que en estos momentos se separara de mi lado. - Puedo pensar en un inicio, una trama. Pero el final ¿tiene que haber uno? Si es así, quiero que nuestro final sea para siempre - Solté sus manos para abrazarla con fuerza, presionarla con mi pecho brindándole toda la protección que siempre querré darle, sentir su respiración en mi cuello y sentir el calor de su cuerpo con él mío. Quería tanto a esta rubia como ninguna vez haya querido a alguien. Ella era la mejor cosa que pudo haberme sucedido.
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Mensaje por Mallory Jigglypuff Dom Abr 14, 2013 10:23 am

Él la abrazaba con fuerza contra sí, sus brazos la rodeaban por completo haciéndola sentir segura estando a su lado. Ella, por su parte, también lo estrecho para tenerlo más cerca, hasta que su rostro quedo a la altura del cuello del castaño, bien escondido del resto del mundo. Solamente podía concentrarse en su aroma natural, en respirar el mismo aire que él. Recordaba que, muchos meses antes, lo único que deseaba de Tim era un abrazo así, tan cálido y sincero. Ahora que lo tenía pensaba que ya no le era suficiente, la rubia no era ambiciosa en lo absoluto, pero tratándose de él siempre iba a querer más. Siempre iba a querer hacerlo más feliz, siempre iba a querer estar más cerca de él porque, como él bien dijo, el tiempo que pasaba a su lado, por más prolongado que fuera, no le era suficiente. Ahora que lo tenía no deseaba separarse de él, había soñado y anhelado aquel instante tanto tiempo que disfrutaría cada segundo en el que su respiración acariciara la piel nívea del ojiazul. No podía imaginar nada mejor, el momento era mágico porque lo compartía con él. El silencio no era incomodo, era un silencio tranquilo que era ambientado por el crujir de la madera siendo consumida por las llamas de la chimenea y por el soplo del viento afuera que le permitía saber que la nieve seguía cayendo quizás insistiendo con sepultar la cabaña. No importaba si el mundo se estaba cayendo a pedazos afuera, sólo le importaba que él estuviera bien, él y su hija eran lo mejor que tenía. Fueron muchos minutos en los que el silencio se prolongó, sin darse cuenta ella había cerrado los ojos y se quedó dormida estando entre sus brazos. No contaba como si hubiera pasado la noche con él, pero despertar abrazada a Tim, y que lo primero que viera fuera su rostro, no tenía comparación con nada. Era perfecto. -A esto es a lo que me refiero -murmuro Mallory sin desdibujar la sonrisa tranquila y soñolienta de sus labios. Lo único que podía hacer era contemplar el rostro del ojiazul, aquel sonrojo que se apoderaba de sus mejillas era extraordinariamente cautivador al igual que el profundo mar azul de su mirada, en donde no le importaría morir ahogada si estaba a su lado. Volvió a suspirar, ya había perdido la cuenta de cuantas veces lo había hecho aquel día, suponía que lo hacía debido a que; el sentimiento dentro de ella hacía Tim era tan grande que de alguna forma u otra tenía que salir de ella para que el castaño supiera que ahí estaba, y que estaba feliz por sentirse así. Como nunca antes se había sentido estando con alguien. -Tú dices cosas tan…. Increíbles, que me dejas sin palabras -no le estaba reprochando nada, su objetivo era hacerle saber que si se quedaba callada durante tanto tiempo era porque asimilaba cada cosa que él le decía, convenciendo de que era verdad, de que esos sentimientos eran verdaderos. -No entiendo aun…-comenzó a decir quizás más para ella que para su prometido a quien no le apetecía soltar de aquel abrazo. -…me conoces mejor que nadie, confió en ti más que en cualquier otra persona. Te necesito y te quiero más e lo que pueda explicar o entender. Podemos despedirnos ahora y pasará menos de una hora antes de que yo vuelva a llamarte solamente para escuchar tu voz. Soy como… adicta a ti, incluso más de lo que lo soy del chocolate -en ese momento ya ni pensaba lo que decía, sus palabras venían desde lo más profundo de su mente y de su corazón y si no las decía la iban a consumir desde dentro. -No me da pena confesártelo, porque es la verdad. Eres perfecto a mis ojos, lo que siempre quise que llegara a mi vida, y ahora que te tengo no me explico cómo es que puedesestar conmigo. Sí, estoy de acuerdo, nos pertenecemos, pero creo que tú puedes tener lo que quieras, el mundo si así lo decides, eso incluye a la persona con la que quieras pasar el resto de tu vida hasta que seas viejito. Y de entre todas las personas de la tierra me has escogido a mí -calló para encoger sus hombros. No sabía a donde quería legar con todo eso, no quería hacerlo dudar sobre lo que ella significaba para él, solamente le estaba recordando lo obvio, ella quería verlo feliz y nada más, donde sea y con quien sea. Lo que si tenía seguro era que nadie lo iba a amar como ella lo hacía, nadie. Su mirada se había desviado de vez en cuando a los ojos de Tim, pues aún tenía parte de su rostro cerca de su cuello, del cual lo fue alejando poco a poco para que esta vez su frente estuviera pegada a la de él y a sí sus ojos volvieran a encontrarse, al igual que la punta de sus narices, y tampoco se hizo esperar la caricia del aliento de Tim a sus labios. Uno de sus brazos seguía manteniéndolo cerca al tener su mano descansando sobre la espalda de Tim, los latidos de sus corazones estaban en sincronía ahora que sus pechos se encontraban cercanos. Mientras que la palma de su otra mano acariciaba el cabello y anuca de Tim tiernamente. -Eso de que sea una saga me gusta, deberíamos comenzar a escribirla. Si el final es para siempre, entonces tendremos que hacer muchos libros y terminar el último cuando seamos viejitos y compartamos una mecedora doble bajo un árbol de cerezo que estará en el jardín trasero de nuestra casa de cristal. Y cuando ya no estemos, quizás Nutellanie pueda vender el libro para que lo hagan serie, porque le diremos que queremos que sea una serie porque las películas duran muy poco. Puede tener quince temporadas, diecisiete, veintiocho o quizás hasta veintinueve -lo último lo decía entre risas, pues en la historia de las series nunca una serie había tenido más de diez temporadas, al menos no ninguna que ella hubiese visto. En esos tiempos quizás todo estuviera más avanzado y pudieran considerarlo, igual tendrían mucho material pues si la saga sería de las vivencias de toda una vida no podía tener menos de diez libros. -Y así es como el mundo no recordará -concluyo sus divagaciones que esperaba que en un futuro fueran realidad. Hizo desaparecer los pocos centímetros que separaban sus labios de los ajenos para sólo depositar en ellos un beso fugaz y dulce n el que sus labios simplemente se presionaron con los de Tim. -Siento como si hubiera pasado una eternidad desde que no te besaba -confeso notando como sus mejillas volvían a encenderse. -¿Qué quieres hacer ahora? -pregunto mordiendo el extremo derecho de su propio labio inferior. Estaba demás decir que él la ponía tan nerviosa que de pronto se le iban las ideas de la mente. Uno de los tantos efectos secundarios de estar enamorado.
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Mensaje por Timothée Mounier Sáb Mayo 18, 2013 9:10 pm

Ahora es cuando aquellos momentos se vuelven únicos, llenos de promesas y un futuro agradable. Donde pensar en tu pasado se vuelve nada comparado con tu futuro a su lado, porque ella dejo de ser tu amiga a ser la persona con la que quieres compartir el resto de tu vida. Sabes que tu mejilla se torna de color rojizo con solo sentir su piel, sus caricias, sus besos. Si estas sintiendo lo mismo absolutamente estás enamorado. Así es como me siento, es como mi cuerpo reaccionara automáticamente cuando está ella a mi lado, esa sensación es agradable, es fantástica y te vuelves adicto a sentir los aleteos suaves de mariposas en tu interior, aquellas cosquillas que en tu interior se producen cada que escuchas su voz. Describir cada reacción que mi cuerpo sentía cada que ella se acercaba parecía una tarea difícil. Con solo sentir su presencia mi cuerpo reaccionaba pidiendo a gritos desesperados estar a su lado, a escuchar su voz entrando por mis oídos y tatuando su ser hasta lo más profundo de mi anatomía. Por eso sería una tarea difícil, porque nunca podría expresar en palabras como me sentía a su lado, lo feliz que era cuando estaba junto a mí y lo infeliz que era cuando ella se alejaba de mí, la desesperación cuando ella no estaba a mi lado, las ganas de cubrirla entre mis brazos y permanecer abrazados hasta que mi corazón deje de latir. ¿Como una persona pasa de ser una completa desconocida a ser la persona más importante para vivir? Esa era una pregunta que solo tendría respuesta si alguna vez lo has experimentado, Mallory era la primera persona que me hacía sentir así, aquella por la que dejaría todo para estar a su lado, aquella que me provocaba sentimientos nunca antes experimentados y de los cuales quería siempre sentir solo si era ella la causante de mis reacciones. Todo lo que necesitaba era su amor. En otras ocasiones creía estar enamorado, pero lo que ahora sentía por ella era diferente, era un sentimiento más grande, más puro y sincero. Ojala no sea tan torpe para expresar todo esto con palabras, podría pensarlo pero cuando mis labios se abrían para expresarse ella me ponía nervioso y solo sonreía o me quedaba callado maldiciéndome mentalmente por no poder expresar mis pensamientos con claridad. -Solo…- Comencé a decir, pero mi garganta estaba obstruida como suele sucederme cuando no hablo en demasiado tiempo, como hablo al despertar, tragué saliva para aclararla y poder hablar en un tono más normal. La miré a los ojos, a esos hermosos ojos color chocolate que tanto me cautivaban, mis manos entrelazaron nuestros dedos y acerque mi rostro a tal cercanía que sentía un cosquilleo debajo de los ojos. -Solo quiero estar contigo- Era sincero, era lo que más deseaba en estos momentos, tenerla cerca, sentir como su calor corporal volviendo cálido el entorno incluso más confortable que la pequeña fogata dentro de la cabaña. Cerré los ojos para acariciar su nariz con la propia, aquellos aleteos ahora parecían un tornado cosquilleando todo mi interior. -Eres lo más maravilloso que tengo, Mallory. Solamente trato de demostrártelo y recordártelo todos los días. Es lo que te mereces y más.- Teniéndola a mi lado me sentía nada comparado a lo que ella debería tener. En ocasiones esos pensamientos llegaban a mi cabeza con mayor fuerza, pensando que no podría ofrecerle nada por el momento que podría ella buscar a alguien más, a alguien más cerca de ella que pudiera darle todo lo que yo no podía darle, esos eran los momentos en los casi no hablábamos por mi cabeza me decía que ella no merecía estar con alguien como yo que tarde o temprano se dará cuenta que no soy lo que merece y buscaría a alguien mejor, quizá soy muy egoísta porque tampoco estaba dispuesto a dejarla ir, quería amarla por siempre a pesar de los problemas que podremos tener, de las dificultades que nuestra relación pudieran surgir. Trabajaría por ser la persona que realmente ella se merece. Ahora que estábamos comprometidos, me estaba comprometiendo a mí mismo por ser mejor para ella, para poder estar a su nivel, demostrarle no solo con palabras si no con acciones cuanto la quería. -Quizá no soy la persona con la que alguna vez soñaste que te casarías, pero prometo hacerte feliz hasta el momento que tú me lo permitas. Yo, la primera vez que te conocí, no me imaginé que serías la persona por la cual estaría profundamente enamorado, aquella que se volvería mi todo en mi nada de tiempo. Supongo que eso lo hace especial, el descubrir que esa persona que es tu otra mitad siempre estuvo a tu lado desde el comienzo de todo.- Con solo imaginar mis palabras mi corazón comenzó a latir con fuerza, queriendo más de ella a cada segundo. Realmente no me importaba que era lo que hacíamos desde mi punto de vista podríamos quedarnos abrazados frente a la cabaña el resto de nuestras vacaciones, el resto de nuestras vidas. Mis labios besaron su frente, mis brazos se entrelazaron detrás de su cuerpo abrazándola completamente, dejando que mis brazos cubran su cuerpo protegiéndola de cualquier monstruo del armario que pudiera aparecerse, mi nariz jugó con la ajena acariciándola perezosamente para que las cosquillas no me provoquen sensación de estornudar. Bajé un poco más y acaricié sus labios con los míos apenas rosándolos entre ellos y de esta forma sentir como los pliegues de sus labios se marcaban en los míos, adaptándose, conociéndolos y acostumbrándose a la sensación. Era como deslizar gelatina por los labios, se desliza con facilidad, la textura provoca sensaciones embriagantes, un cosquilleo en tu estómago y por más raro que todos te miren no lo dejas de hacer. Su olor me atraía como si su olor natural estuviera creado de puras feromonas, mi nariz, la punta de esta descendió por su rostro hasta llegar a su cuello y aspirar profundamente pero silencioso al mismo tiempo aquél olor cálido y sereno. Los latidos de mi corazón estaban acelerados, latiendo a la velocidad de las alas de un colibrí, a veces sentía que se detenía pero solamente latía demasiado rápido que comenzaba a ser uniforme y continuo. -No importa que hagamos, solo si es contigo-
Timothée Mounier
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