Si huir es un sueño, ¿cual es tu manera de soñar? || Natalie E. Harris

Se encontraba en su auto, luego de haber conducido una hora de trayecto, con el tráfico digno de aquella ciudad. Debía admitir que una parte de él extrañaba aquello, le traía muchos recuerdos, algunos gratificantes y otros no tanto. Después de todo, los años que había compartido aquí eran memorables. Su época des estudió, y ahora, en el presente, mantenía un rango mucho más alto. ¿Quién imaginaría que este era el destino de su vida? Ese pensamiento lo causo un poco de gracia.
Por supuesto, debería estar más que poniéndose al día, tenía muchas preguntas que realizar más también respuesta que dar. Su ausencia había sido inesperada para más de una persona, y era sorprendente lo mucho que podía cambiar en un par de meses. Una parte de él consideró que no había sido prudente irse de esa manera, esa parte era las que su mirada reflejaba atrás ves del espejo retrovisor. No debió, pero arrepentirse era permitirse tener ese sentimiento de culpabilidad, ese sentimiento no iba con él.

El sonido de su celular le hizo salir de sus pensamientos, se trataba de un mensaje irrelevante que terminó por eliminar, pero fue suficiente para hacerle ver la hora y suponía que ella estaría ahí. Lo mejor habría sido avisarle, pero se encontró con que no estaba en sus contactos, se le hizo irónico. De todas formas, le interesaba verla. – La señorita Harris. – Su voz era firme, demandante, muy típica de él. No quería causar mala impresión, pero estaba encimado con sus pensamientos que solía ser automático. Pronto a Steven, aquel recepcionista, le accedió el paso al edificio, además de facilitarle y marcarle el ascensor. – Gracias.
Un par de segundos después, las puertas del ascensor se abrieron, Steven pudo salir del ascensor, extrañamente no le solían gustar. En su diestra cargaba una pequeña caja pequeña y dorada, tenía chocolates en una envoltura igualmente dorada, esperaba que fueran del agrado de ella los chocolates artesanos. También contaba con una bolsa, pequeña igualmente, y de regalo. Un presente, una disculpa por no haber estado con esa joven en su accidente. Le apreciaba mucho después de todo. No tardó mucho que su mirada se encontrara con la de Harris.