El sonido de la música {Philippe}

Había pasado un tiempo después de mi llegada a Brown, el cual me había permitido conocer más a las personas de ahí y hacer algunos amigos. La gente era hermosa, amable y casi no se corrían chismes, según lo que yo creía. Estaba en un humor medio, ni muy feliz, ni triste. Era algo tarde, mas o menos a las siente, cuando decidí salir de mi habitación y tomar un poco de aire. No podía creer el frío que hacía, pero aún asi me aventuré a caminar por el campus, sin lugar al que quisiera llegar. Recorrí las casas y la cafetería, tenia ganas de un café, pero no quería hablar con nadie por ahora. Pasaba uno de esos momentos en los que quires estar sola, pensar... todo. Extrañaba a mis padres, nuestras tradiciones, a mis amigos, todo. Aquí era demasiado perfecto para mí. El clima era bastante bipolar, algunos días hacia frío y otros no, lo cual no importaba, pues había vivido en Nueva York toda mi vida, pero al parecer en esta parte de la cuidad era mas notorio. Abrazándome a mi misma, pasé mis manos por mis brazos contrarios, suspiré y vi el humito que salio de mi boca. Traía una camisa azul con rallas blancas y el cabello suelto.

No estaba muy arreglada, pero estaba presentable. Por fuera, podía ver a los chicos llevando a cabo sus propias actividades, y perdida, observándolos uno a uno, choqué en el sentido figurado con un salón que no había conocido en estos meses.
Era una puerta grande, color madera y podría parecer la entrada a un castillo. Para llegar a ella tenías que subir unas cinco escaleras, llenas de nieve, pero pasables. No se podía escuchar nada desde afuera, pero había una pequeña ventana a la esquina. Curiosa, me acerqué a ella, ahora sin frío. Miré por la ventanilla y me dí cuenta de que era el salón de música, lo cual me sacó una sornisota. -Vaya, no todo podía ser malo Dije para mí misma y di unos saltitos. Traté de abrir la puerta, pero esta estaba cerrada. Busqué debajo del tapete.... y ¡tarán! la llave. Me quité el cabello del rostro y abrí la puerta, entrando y cerrando con cuidado. Era algo así como un auditorio, y en la parte de el escenario, que era muy pequeño, había una guitarra y un piano. Nunca había podido aprender piano, pero sí guitarra. Me senté en el borde de este y la agarré, tocando mi melodía favorita.

Tras llevar una hora tumbado en la cama sin hacer nada más productivos que andar con el móvil, decido levantar de un salto. Llevaba una semana en la universidad y practicamente no había hablado con nadie y, para que eso cambiase, necesitaba salir de la habitación. Me dirigo al espejo y me miro. ¿Como estoy? Aceptable, no tan guapo como siempre, pero si bastante atractivo. La camisa perfectamente colocada, a juego con el jersey y el pelo ordenadamente desordenado.

Al fin me decido por salir, aunque sin ningún rumbo concreto. Solo quiero encontrar a alguna persona que me libre del aburrimiento. Quizás algún friki del que aprovecharme o alguna chica con la que ligar, quien sabe. Por desgracia aun no conozco bien la Universidad y no tengo ni idea de donde suele estar la gente. Justo entonces veo un cartel, indicando la situación del auditorio. Con suerte allí habrá alguien y si no tal vez encuentre algún instrumento con el que pasar el tiempo.

Una vez allí veo una puerta abierta. Asomo la cabeza y veo a una chica rubia tocando la guitarra. Con la idea de que me ha tocado la lotería, me acerco al escenario por el pasillo principal, con paso lento mientras aplaudo pausadamente.

-Tocas muy bien. ¿Sabes? Aunque no tan bien como yo, claro...-Le digo mientras le sonrío amablemente.-Philippe Macmillan, aunque a ti te dejo llamarme Phill-Digo mientras le tiendo la mano, sin dejar de perder la sonrisa.

Estaba tan concentrada en el instrumento entre mis manos que me costó escuchar los pasos, que en un salón con eco son más que fáciles de identificar. Me descontrolé un poco al escuchar la voz de aquel chico, y le mire primero perpleja, pero después de relajarme un poco, esbocé una media sonrisa. Me parecía algo creído de su parte el que dijera que el lo podría hacer mejor, pues ni me conocía y tan solo había escuchado una sola canción. Respire un poco y apenada le miré. -Hola, un gusto Philippe. Me llamo Sophie. -Deje la guitarra a un lado mío y me puse de pie, tomando su mano y mirándole a los ojos.

Después de tan solo unos segundos, al observar su rostro, podía ver que no lo había visto nunca. Quizá era nuevo o nunca habíamos tenido la suerte de toparnos... daba igual. Me podría llegar a agradar estar con alguien que no conociera nada de mi. El chico se veía amable y no quería ser grosera solo por mi mal día. -¿Eres nuevo? -Dije componiendo me mas sonriente, alzando una ceja- Nunca te había visto por aquí.

Pensé unos segundos en ofrecerle enseñarle el campus, pero ya era tarde y seguro que estaba cansado. Aparte, me había dado un poco de curiosidad sus habilidades para la guitarra. Los chicos que tocaban instrumentos me parecían muy interesantes. Al soltar su mano, tomé mi cabello y lo hice hacia atrás, para que no me tapara el rostro. Espere su respuesta y movimiento seguido me senté en la parte de abajo, donde debería estar el público. -¿Bueno? ¿No me enseñarás cómo puedes hacerlo mejor que yo? -Dije divertida.

Al escucharla quito la sonrisa. Me ha llamado Philippe, no Phill como le dije. De toda la vida las mujeres me había llamado Phill, de la misma manera que los hombres me solían llamar por mi apellido. -Mi querida Sophie, tu me puedes llamar Phill, con confianza.-Dije recuperando la sonrisa. Si tras eso seguía llamándome por mi nombre completo nunca dejaría de hacerlo, o al menos eso me había pasado más veces.

-Si, soy nuevo. Llegué hace apenas unos días, gracias a mi padre y su amado dinero. Quería que estudiase en "la mejor universidad de Nueva York.-Dije con ironía, pronunciando las mismas imitando la voz de mi padre. Y ahí pensaba dejar el tema. Nunca me llevé mucho con mi padre, quien me parecía muy aburrido y estirado, pero a ella no se lo iba a contar. Ese asunto no era de incunvencia de nadie, y mucho menos de una desconocida. Así que hice un gesto paa que se notase que no iba a seguir a hablar del tema.

Entonces veo que se sienta en las gradas esperando que le toque alguna canción. Empiezo a buscar por los alrededores un violonchelo, que es el instrumento que mejor toco. Por desgracia no tengo éxito y no veo ningu o por ahí. Tan solo hay un piano (con el que solo sé tocar un par de canciones básicas) y una guitarra (que tampoco sé tocar demasiado bien). Maldigo a mi madre por haberme enseñado a tocar el violonchelo, y no alguno de los instrumentos que están aquí presentes. Finalmente cojo la guitarra con la que toco mi propia versión de "El patio de mi casa".Tras finalizarla dejo la guitarra a mi lado y la mira con una sonrisa ladeada.-Puede que así parezca un poco penoso, pero con el violonchelo arraso.

Sonreí y me alcé de brazos, aceptando lo que me decía. Desde pequeña había estado acostumbrada a llamarle a la gente por su nombre completo, pues "era irrespetuoso", y mi madre era muy insistente en eso. Cuando tengo mas confianza me aventuro a acortar el nombre, aunque también pienso, de una manera muy personal, que no le haces justicia a un nombre escogido cuidadosamente... y aunque me fascinaba el arte de poner apodos, no conocía a Phill tanto como para ponerle uno. Pero si por el no había problema, tampoco por mí. -Bueno, Phill.-Puse un poco de énfasis en su nombre.
Después de escuchar el comentario acerca de su padre, automáticamente me ablandé y me sentí mal.

Después de todo no era la única que tenía algunos días nublados. Antes de lanzar mi pregunta, pues como de costumbre planeaba tratar de ver que pasaba y ayudar con lo que estuviera en mis manos, pero juzgué su rostro y pude ver reflejado en el que no era lo que el deseaba. Me contuve y sin saber que contestar, mejor doblé un poco el tema. -Si, Brown es una universidad muy buena, y de corazón espero que te agrade. -Dije poco animada y en voz baja. Ignorando un poco el tema anterior, Philippe buscó un instrumento y comenzó con una melodía. Siendo sincera, pensé que sería algo muy clásico y conmovedor, que me dejaría con los ojos cuadrados y que me haría tragarme mi ego completo.

Pero por lo contrario, el chico tocó una versión algo personificada de una canción para infantes. Solté una risita muy divertida y encantada. -Lo haces perfecto, me ha encantado -Dije contenta. -Estoy segura que si, espero algún día tener la oportunidad de escucharte. -Alcé una ceja y me mordí el labio. Miré el suelo y después le miré. -Sabes, si necesitas de algo... tengo experiencia. -Sonreí, esperando no incomodarle. Ladeé la cabeza un poco, como deshaciéndome de el pensamiento y continué. -¿En que carrera estás? Podríamos tener algo juntos. Le miré como si le estuviera vendiendo u ofreciendo algo, pero que mas daba.

Sonrei para mi mismo al escucharla. Me ha llamado como le había pedido, además de no hacerme ninguna pregunta incómoda. Eso me gustaba, ya que facilitaba bastante futuras conversaciones. Si me hubiese preguntado tendría que haberle mentido, o al menos ocultarle la verdad, y sinceramente, ese era un trabajo innecesario que no me apetecía hacer.

Tras oir sus halagos, dejé la guitarra en el suelo, al lado mía.-Gracias, gracias. Sé que os ha encantado a todos.-Digo como si hablase ante un auditorio lleno, al mismo tiempo que doy un par de reverencias. Definitivamente necesitaba clases de guitarra, porque si bien no hay casi nada que me puedan enseñar del violonchelo, de la guitarra me quedaba muchísimo por aprender. Tal vez mi madre tuviera algún amigo por Nueva York que me pudiese enseñar... No le sería demasiado difícil, si de algo podía presumir mi progenitora era de tener amigos en todo el mundo.

Me bajo del escenario hasta situarme a su lado, para poder hablar más tranquilamente. Mientras ella parlotea alegramente, yo me fijo más bien en la expresión de su cara, intentando averiguar que está pasando por esa cabecita. -Tal vez me puedes enseñar en nuestra primera cita...-Digo mientras bajo la mirada y me revuelvo el pelo. A las chicas eso le suele colar, piensan que soy tímido o algo así y se ablandan. Luego entrarles es mucho más fácil. Aprendí eso en el internado, que a las chicas (o al menos a las inglesas) les gustaban los chicos vergonzosos- Y estoy estudiando Ciencias Políticas. Con un poco de suerte tendremos alguna asignatura en común.-Comento alegremente, como si no hubiese dicho lo anterior.

No podía parar de reír cuando Philippe hacía como si estuviera en un gran escenario, así que desde mi lugar comencé a aplaudir como loca. Me calmé un poco, ahora algo colorada por la energía del auditorio. Se podía escuchar todo de una manera increíble, pues hasta el mas mínimo susurro generaba eco. Las paredes parecían escuchar y rebotar con el sonido. Aquello era excitante para mí, pues me era mas fácil imaginar gente dentro, un gran público, en realidad lo que fuera. Respiré hondo y me relajé, poniéndome en posición de chinito y estirándome un poco. Me sentía animada y llena de vida, aunque también un poco acalorada. Miré a Philippe mientras se acomodaba a mi lado mordiéndome un labio.

Miré el suelo y tomé de mi cabello con delicadeza, cuando algo de lo que dijo me llamó la atención. Ahora un poco confundida... Por unos segundos no supe que hacer. Guardé silencio .Vi sus ojos, y sonreí, casi para mí misma. Junté las cejas como cuestionandole. -Claro -hice una pausa para pensar lo que diría- Claro, cuando quieras. Tengo algunas notas de cuando iba a clases y algunas de mi partituras. - Era gracioso que no había usado nada de eso hacía años. Practicaba mucho, por lo que yo creo que nunca se me olvidó como hacerlo, o al menos lo general. Me emocionaba la idea de enseñarle, pues según yo, era buena haciéndolo. Por otro lado no sabía que decir sobre la 'Cita'. El chico me inspiraba confianza y me había caído bastante bien.

Quizá no era mala idea... no se, salir con el en una... 'Cita'. Sonreí ante el pensamiento, aclarando mi voz tratando se sonreír. Philippe estudiaba Ciencias Políticas. No sabía mucho de lo que trataba, pero no sonaba mal. Después de que me lo dijo, miré el techo tratando de pensar si era posible que cruzáramos alguna clase. Había posibilidad, pero no quería asegurar nada de lo que no supiera. Me alcé de hombros sonriente. -Bueno, si no nos toca ninguna clase, estoy segura que nos toparemos en los pasillos . Le guiñe el ojo y me puse de pie, jugando con mi cabello suavemente.-Es un poco tarde... -Tomé mis manos detrás de mi espalda- ¿Quisieras que te acompañe a tu dormitorio? -Sonreí ruborizada y le ofrecí una mano.