|Phillip J. Collins|

Phillip Jayden Collins
24
Estudiante
Kappa Tau
Dibujo artístico.
Bisexual.
California.
12 de Abril, 1989.

GUSTOS
Dibujo.
Cigarrillos.
Leer.
Poesía.

DISGUSTOS
Ruido ensordecedor.
Intolerancia.
Olores fuertes.
Calor exasperante.

MANÍAS
Cigarrillo.
Parpadeo nervioso.

ENFERMEDADES
Temperamentalidad.

DATOS CURIOSOS
Nadie sabe realmente qué significan sus tatuajes.
No suele hablar demasiado cuando recién conoce a alguien.
Tiende a trazar en lo que tenga a la mano si algo le parece interesante.
Es débil a coquetear, tanto con mujeres como con hombres.

Siempre ha tenido una mente alejada de la realidad, viendo más allá, no necesariamente convintiéndolo en algo bueno. Muchas veces ya había tenido ataques de histeria, al hacerse propias ideas falsas de lo que el creía que ocurría. Se decía que tenía esquizofrenia, aunque nunca dio señales de que fuese así, además de los ataques. Tiende a ser algo, o muy, agresivo cuando se trata de sus dibujos. Él esperaría que las personas lograran entender lo que él ve allí, sin embargo, casi nunca es así porque en verdad, es muy difícil que una persona logre comprender su punto de vista de la vida en general. Le gusta el hacer reír a las personas, aunque es muy difícil para él poder comenzar una conversación, no se diga mantenerla. Sin embargo, una vez comienza a hablar, no hay quién pueda detenerlo. Siempre y cuando el tema le agrade, o no le aburra como mínimo, él seguirá la conversación hasta dar con su punto. Su punto. Le gusta tener razón, entre muchas cosas, en lo que él piensa qué es cómo funciona este mundo. Desde siempre, ha tenido problemas por ese tema, al no creer en absolutamente nada, más que él y la existencia a su alrededor. Nada más allá. Causándole, tanto debates verbales, como peleas de fuerza real.

Criado, si puede decirse así, por un padre alcohólico, no tuvo la mejor niñez de todas. Pero el momento en que logró unir todos los puntos del mapa, en que se dio cuenta de que su padre tenía el suficiente dinero para hacer lo que le diese la gana, y estaba convirtiéndose en eso, huyó. Pero a sus dieciséis años no era un chico ignorante, mucho menos estúpido. Averiguo la forma de llevarse más de la mitad del dinero de su padre consigo, así pudiendo sobrevivir el resto de los años, y entrar a la universidad, decidido a no convertirse en algo así. Sin embargo, consiguió sus propios vicios. Hasta entonces, no había entendido la necesidad de estar tan amarrado a algo que te hace daño. Sin embargo, antes de darse cuenta, no salía sin un cigarrillo en su boca. Había aprendido con el paso del tiempo que la única forma en que no se hacía daño, y no hacía daño, de liberarse de todo era dibujando de alguna manera cómo se sentía. Sin sentido alguno muchas veces lo que quería decir con el dibujo, el lograba encontrar ese punto en que expresaba lo que decía en todo su esplendor, dejando sorprendidos a más de algunos de sus conocidos. A lo largo de su vida, había estado en más fiestas de las que podía recordar, y aún así fuera de ellas no le gustaba demasiado socializar. Cada relación seria, si puede llamarseles así, que ha tenido ha fracasado. Es demasiado desconfiado. No de la otra persona, no, claro que no. Si no de sí mismo. Su vida gira al rededor de sus dibujos, y de lo que él quisiera que fuera su vida. Sin quejarse una sola vez.