2013
Ahora mismo si estas planteándote en inscribirte en esta prestigiosa universidad es por que has pasado esta etapa, pero bueno, ¡eso cosa del pasado! Olvídalo, pon eso en un rincón de tu memoria.
Ahora estás viviendo el año 2013 en la Universidad de Brown, situada cerca del corazón de Nueva York.
¿Estás aquí por elección propia, por el sueño de convertirte en alguien famoso en la vida? ¿Por qué tus padres tienen una cuenta bancaria muy grande? ¿O tal vez por obligación?
Sea la razón que sea el resultado es el mismo, estas en una de las mejores universidades de América, pero aquí no te daremos 'la comida masticada' lo cual si de verdad deseas llegar a ser alguien en la vida tendrás que currártelo, aquí no regalamos nada.
¡Casi lo olvido! Tal vez exijamos mucho, pero tampoco descartes la idea de tener un poco de diversión. Fiesta, alcohol, sexo, drogas.
En resumen, el libertinaje total.
Para Algunos, la diversión significa dormir en tantas camas como sea posible, para otros, las compras y manicura son las cosas más importantes en su vida y siempre habrá los -por su padres- tienen dinero y reputación.
Pero dejando todo eso atrás, en la oscuridad de Brown se esconden varias personas que pertenecen a una especie de secta, un grupo donde su intenciones no son exactamente buenas. Se hacen reconocer por 'la logia', una panda de personas donde jugarán con cualquier persona que les apetezca. Les gusta ver sufrir a los demás, viven a costa de ellos. ¿Que pasa? ¿A caso tienes miedo de ser su próximo elegido? Tranquilo, como en los cómics y películas de Stan Lee donde hay un villano, hay un super héroe, e aquí nuestros super héroes se hace llamar anti logia, un grupo donde quieren la paz en la universidad y acabar con toda esa crueldad.
Y dime, ¿quien eres tu? ¿Eres un becado? ¿Un estudiante normal? ¿O tal vez te guste la idea de pertenecer a la logia? Otra posibilidad es que quieras cumplir el sueño de todo niño, ser un super héroe y pasar a ser miembro de la anti logia pero...
Seas lo que seas, se bienvenido a Brown University.
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Blablablablabla fix yoooou || Tortuga.
2 participantes
Universidad Brown :: We're One! :: CLUBS :: CLUB DE TEATRO
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Blablablablabla fix yoooou || Tortuga.
Después de aquella salida tan extraña de la casa de los Carson por parte del alemán hubo una pequeña conversación de madre e hijo. La madre se preguntaba muchas de las razones por las cuales había podido escapar pero algo le decía que fue su hijo quien lo espantó. No se equivocaba, quizás lo conocía demasiado bien aunque también supiera que tuviera un gran fondo que le costaba enseñar. No llegó a confesar pero acabó por defender a su compañero. No fue algo que quisiera pues hubiera preferido que lo despidiera y no tener que verlo más que en la universidad y de pasada. Pero no, el corazón del snob salió a flote y se refirió hacía la familia del moreno para decir que fue eso, la familia. Problemas. Aunque la madre no le pareció cuajar mucho la cosa ya que pidió a Ken que fuera otro día. Ella tenía su número, podía hacerlo ella misma.
Fue al siguiente lunes cuando empezó a pensar en dónde podría estar. Habían pasado unos dos días desde el incidente, ¿lo habría olvidado? - ¿Has olvidado tú alguno de los dos besos que te ha dado? - Le preguntó aquel subconsciente olvidado que nunca escuchaba. Pero lo escuchó apenas. Pasó de él. Y en realidad tenía razón. No había día que no se acordara de aquello. ¿Se estaría enamorando? ¿Lo estaría ya? ¿Estaba obsesionado? ¿Confuso? "Perdido entre la confusión de no saber si si o si no..." Rara canción que le vino de golpe, así como si la escuchara muy a menudo él. En realidad, la habrá escuchado de su prima.
Sus contactos le hicieron saber que el susodicho estaba en el salón de teatro. Lo mandó a llamar pero sin decirles su nombre. Es decir, supo a quien llamar pero no les quiso decir quien era. Aunque... ¿Quién no sabía que era Ken Carson? Aún así prefería quedar en el posible anonimato. Pidió que no dijera quien era. Se apoyó sobre la pared, sacó su móvil y se quedó viendo su reflejo en él. Oh si, tenía nuevo móvil. Al fin pasó a la era de los iPhone. Robbie, la patata con botones acabó el saco de la basura por motivos desconocidos. Ahora Ádria estaba ahí para hacerle feliz. Sus manos delicadas tocaban su cabello para colocarlo bien, aunque ya lo estaba pero era muy coqueto.
Fue al siguiente lunes cuando empezó a pensar en dónde podría estar. Habían pasado unos dos días desde el incidente, ¿lo habría olvidado? - ¿Has olvidado tú alguno de los dos besos que te ha dado? - Le preguntó aquel subconsciente olvidado que nunca escuchaba. Pero lo escuchó apenas. Pasó de él. Y en realidad tenía razón. No había día que no se acordara de aquello. ¿Se estaría enamorando? ¿Lo estaría ya? ¿Estaba obsesionado? ¿Confuso? "Perdido entre la confusión de no saber si si o si no..." Rara canción que le vino de golpe, así como si la escuchara muy a menudo él. En realidad, la habrá escuchado de su prima.
Sus contactos le hicieron saber que el susodicho estaba en el salón de teatro. Lo mandó a llamar pero sin decirles su nombre. Es decir, supo a quien llamar pero no les quiso decir quien era. Aunque... ¿Quién no sabía que era Ken Carson? Aún así prefería quedar en el posible anonimato. Pidió que no dijera quien era. Se apoyó sobre la pared, sacó su móvil y se quedó viendo su reflejo en él. Oh si, tenía nuevo móvil. Al fin pasó a la era de los iPhone. Robbie, la patata con botones acabó el saco de la basura por motivos desconocidos. Ahora Ádria estaba ahí para hacerle feliz. Sus manos delicadas tocaban su cabello para colocarlo bien, aunque ya lo estaba pero era muy coqueto.
Kenton S. Carson- Fecha de inscripción : 16/01/2013
Re: Blablablablabla fix yoooou || Tortuga.
—Si de tu palabra me apodero, llámame tu amante, y creeré que me he bautizado de nuevo, y que he perdido el nombre de Romeo.
—¿Y quién eres tú que, en medio de las sombras de la noche, vienes a sorprender mis secretos?
—No sé de cierto mi nombre, porque tú aborreces ese nombre, amada mía, y si yo pudiera, lo arrancaría de mi pecho.
—Pocas palabras son las que aún he oído de esa boca, y sin embargo te reconozco. ¿No eres Romeo? ¿No eres de la familia de los Montescos?
—No seré ni una cosa ni otra, ángel mío, si cualquiera de las dos te enfada.
Romeo y Julieta. Obra de Shakespeare. Una de las primeras que leí, una de mis favoritas también. El trágico romance que termina en muerte debido al odio entre dos familias. Acto cuatro, escena uno. La recitaba tal cual lo haría el pequeño Montesco, en el jardín de los Capuleto, esperando a que su amada salga por el balcón a verlo. Mi compañera era una diminuta joven que recién empezaba a dar sus primeros pasos por el escenario del taller. Estaba nerviosa, pero tenía potencial. Se había aprendido muy bien sus diálogos, a pesar de habérselos dado hace tan solo unos minutos. Le daba crédito por más conocida que sea la obra de William. Lo único que le faltaba era seguridad, confianza en sus palabras.—¿Y quién eres tú que, en medio de las sombras de la noche, vienes a sorprender mis secretos?
—No sé de cierto mi nombre, porque tú aborreces ese nombre, amada mía, y si yo pudiera, lo arrancaría de mi pecho.
—Pocas palabras son las que aún he oído de esa boca, y sin embargo te reconozco. ¿No eres Romeo? ¿No eres de la familia de los Montescos?
—No seré ni una cosa ni otra, ángel mío, si cualquiera de las dos te enfada.
Íbamos bien hasta que un chico de cabellos rizados entró al salón, interrumpiéndonos. Estuve a punto de ponerle mala cara, pensando que solo se trataba de un bromista, de esos que pensaba hacer teatro era una pérdida de tiempo cuando teníamos buenos equipos de deportes dónde meternos. Tenía toda la pinta, pero no. Solo había entrado para llamarme. Según lo que decía, alguien me esperaba en el pasillo, junto a la puerta. Miré a mi acompañante y le sonreí con un gesto de disculpa, corriendo rápidamente a la escalerita del escenario para bajar. Le pregunté quién me buscaba y como respuesta tuve un encogimiento de hombros. Al instante salió por donde había llegado. Había algo raro, muy raro.
Lo primero que vi al salir del salón fue a Ken, apoyado en la pared, jugando con su móvil, como siempre. —¡Mierda! —exclamé apretando los dientes. Antes de que pudiera decirme cualquier cosa giré sobre mis talones y regresé por donde vine. De él había tenido demasiado, la sola idea que estuviera cerca me repugnaba y me ponía los pelos de punta. Llevaba dos días tranquilo, pensando en buscar un nuevo trabajo, saliendo con mis amigos, disfrutando del teatro y sus propiedades terapéuticas, y así quería permanecer, al menos hasta mi graduación. Hacer migas con un chico como él estaba en mi lista de “cosas que jamás debes hacer”.
Cuando me di cuenta, mi Julieta había desaparecido. Me dejó solo. Se había tomado un descanso bien merecido, no me podía quejar. Subí al escenario, tomando el guion que ella había dejado en el piso y empecé a leer los diálogos. Solo esperaba que hubiera sido una confusión y Ken no estuviera buscándome en serio. Esta vez mi autocontrol estaría en un nivel muy bajo. No respondía por mis reacciones ante sus ofensas.
M. Torsten Dietrich- Fecha de inscripción : 08/08/2013
Edad : 31
Localización : Aquí.
Re: Blablablablabla fix yoooou || Tortuga.
No guardaba la esperanza de ser buen recibido, tampoco la de ser mal recibido, tan solo fue con la intención de pedir disculpas, de sanar alguna herida. No por él, sino por su madre. No quería una mala imagen de ninguno, antes todo tenía un corazón que no solía demostrar ante el moreno, y aunque pareciera que le diera igual, era una opinión que le importaba demasiado para conocerle de tan poco. El por qué se lo guardaba para si mismo. Más que nada porque ni el mismo sabía de esa respuesta, el negaba aquello. Quería pensar que no le gustaba, que no se derretía al verlo pasar, que no soñaba con volver al primer día en que lo conoció y que nadie más los interrumpiera. Un lugar sin que nada ni nadie los molestase, que fueran ellos sin ningún tipo de presión. Y más ahora que su lado inconsciente lo hacía ver con alguna posibilidad. Aunque estaba claro que no le prestaba mucha atención. Pero sobre todo quería pensar que su opinión era de las más importantes, quizás aquel guiño en el campamento le dio la fuerza que necesitaba, no sentirse solo. Algo que no mucha gente le ha ayudado a sentir.
Pero ocurrió lo más lógico, fue verlo y el chico huyó como alma en vuelo. El rubio no supo como reaccionar hasta que se guardó su teléfono móvil en su bolsillo. Su única neurona, aquella que seguía viva de milagro, empezó a reaccionar. - Torsten, por favor, atiéndeme solo un momento. - Se le acerca un poco tal y como un niño pequeño que necesita de la atención del padre. Porque si, Ken era infantil, y parecía eso. Quizás eso era lo que más atraía de éste. Ese toque especial tan bonito. Fue a un ritmo rápido para él, y lento para los demás. Hacía como que corría pero en realidad andaba, era curioso. Ken era delicado, sin más, un snob.
Vio que había poca gente. Se guardó para si mismo algunos de los comentarios que podía haber dejado escapar. "¿Tan pocos son los patéticos que van aquí?" Por ejemplo como pregunta. Aunque realmente le gustaba el drama, las películas, las series o el teatro. Quizás estaban las cosas muy estereotipadas porque realmente le gustaría estar en un sitio tal que así. - ¿Puedes? Tan solo será un momento, please. - Pidió con una bonita sonrisa en sus labios. Dando su lado más dulce a éste. Aquel que pocos pueden llegar a ver. Aunque para cuando tiene que seducir para conseguir algo, lo utiliza. Ya se sabe que hay que utilizar las mejores armas para conseguir aquello que se desea. Y la seducción era la mejor arma de una persona. Bueno, y la investigación con un ataque después. Pero ahora tan solo necesitaba calmar su culpa. Quizás y solo quizás, con alguna que otra cosa más por detrás. Pero nunca se sabía con que podía atacar el chico de los ojos celestes.
Pero ocurrió lo más lógico, fue verlo y el chico huyó como alma en vuelo. El rubio no supo como reaccionar hasta que se guardó su teléfono móvil en su bolsillo. Su única neurona, aquella que seguía viva de milagro, empezó a reaccionar. - Torsten, por favor, atiéndeme solo un momento. - Se le acerca un poco tal y como un niño pequeño que necesita de la atención del padre. Porque si, Ken era infantil, y parecía eso. Quizás eso era lo que más atraía de éste. Ese toque especial tan bonito. Fue a un ritmo rápido para él, y lento para los demás. Hacía como que corría pero en realidad andaba, era curioso. Ken era delicado, sin más, un snob.
Vio que había poca gente. Se guardó para si mismo algunos de los comentarios que podía haber dejado escapar. "¿Tan pocos son los patéticos que van aquí?" Por ejemplo como pregunta. Aunque realmente le gustaba el drama, las películas, las series o el teatro. Quizás estaban las cosas muy estereotipadas porque realmente le gustaría estar en un sitio tal que así. - ¿Puedes? Tan solo será un momento, please. - Pidió con una bonita sonrisa en sus labios. Dando su lado más dulce a éste. Aquel que pocos pueden llegar a ver. Aunque para cuando tiene que seducir para conseguir algo, lo utiliza. Ya se sabe que hay que utilizar las mejores armas para conseguir aquello que se desea. Y la seducción era la mejor arma de una persona. Bueno, y la investigación con un ataque después. Pero ahora tan solo necesitaba calmar su culpa. Quizás y solo quizás, con alguna que otra cosa más por detrás. Pero nunca se sabía con que podía atacar el chico de los ojos celestes.
Kenton S. Carson- Fecha de inscripción : 16/01/2013
Re: Blablablablabla fix yoooou || Tortuga.
Seguramente lo había mandado su madre para decirme que estaba despedido y él encantado aceptó el trabajo. ¿Qué mejor que burlarse del ranchero de cuarta? ¡Cómo disfrutaría diciéndomelo! Ya podía imaginarme su rostro arrogante, con el pecho inflado y sus aires de suficiencia. Empezaba a creer que los de su clase eran cortados con la misma tijera, idénticos, que incluso cuando hacían actos de caridad y donaciones, utilizaban sus mejores máscaras de sonrisas para cubrir lo podridos que estaban por dentro. Solo esperaba que se fuera de una vez, porque no quería cruza una sola palabra con él. Cualquier sentimiento de afecto que le hubiera tenido, por alguna loca y estúpida razón, desapareció. Estaba convencido con la idea de que lo mejor era mantenerme alejado del castaño.
Leí rápidamente lo que me tocaba decir como Romeo, pero sin Julieta, ¿qué caso tenía? Casi todos se habían marchado. Parecía una conspiración para dejarnos a Ken y a mí solos, porque así estábamos. Lo vi entrar justo después que yo, hablándome para que retrocediera y le pusiera mi atención. Si hace un instante lo había ignorado, ahora lo haría de nuevo. Pero mi cuerpo actuó por sí solo. Mis ojos dejaron el papel que tenía entre las manos para ir hasta el rostro de mi único acompañante, que me veía con un gesto amable, como si fuéramos amigos. ¡Ni en mis más locas pesadillas tendría una relación amical con un tipo de su calaña! Bajé del escenario a paso ligero, con muchas ganas de restregarle el guion de teatro por su cara de muñeco una y otra vez, hasta que las letras impresas en la hoja le quedaran marcadas por todo el rostro. La idea de golpearlo la saqué al instante de mi cabeza. No iba a ensuciar mis manos con alguien como él, no. No tenía por qué ponerme a su nivel.
—Habla rápido que debo irme —dije sin tono alguno en la voz, mientras caminaba hacia una de las butacas delanteras, donde estaba mi pequeña mochila. Metí ahí el guion y verifiqué que estuvieran mis documentos, billetera y llaves de mi casa. —Despídeme de una vez y no vuelvas a hablarme —agregué sin esperar a que me dijera nada. Después de verlo solo me quedaba ir a ver a mi mamá y a mi hermana, a ver si me olvidaba el mal momento que sabía que sucedería. Cuando Ken estaba cerca, nada podría salir bien, y menos si tenía esa expresión de niño bueno que empezaba a quedarle mal en un rostro tan insípido, o mejor dicho, una máscara tan insípida. Debía darse prisa, porque no iba a esperarlo mucho. Tenía cosas más importantes que hacer que escucharlo. Ya no más, no más de sus palabras vacías y sin sentido.
Leí rápidamente lo que me tocaba decir como Romeo, pero sin Julieta, ¿qué caso tenía? Casi todos se habían marchado. Parecía una conspiración para dejarnos a Ken y a mí solos, porque así estábamos. Lo vi entrar justo después que yo, hablándome para que retrocediera y le pusiera mi atención. Si hace un instante lo había ignorado, ahora lo haría de nuevo. Pero mi cuerpo actuó por sí solo. Mis ojos dejaron el papel que tenía entre las manos para ir hasta el rostro de mi único acompañante, que me veía con un gesto amable, como si fuéramos amigos. ¡Ni en mis más locas pesadillas tendría una relación amical con un tipo de su calaña! Bajé del escenario a paso ligero, con muchas ganas de restregarle el guion de teatro por su cara de muñeco una y otra vez, hasta que las letras impresas en la hoja le quedaran marcadas por todo el rostro. La idea de golpearlo la saqué al instante de mi cabeza. No iba a ensuciar mis manos con alguien como él, no. No tenía por qué ponerme a su nivel.
—Habla rápido que debo irme —dije sin tono alguno en la voz, mientras caminaba hacia una de las butacas delanteras, donde estaba mi pequeña mochila. Metí ahí el guion y verifiqué que estuvieran mis documentos, billetera y llaves de mi casa. —Despídeme de una vez y no vuelvas a hablarme —agregué sin esperar a que me dijera nada. Después de verlo solo me quedaba ir a ver a mi mamá y a mi hermana, a ver si me olvidaba el mal momento que sabía que sucedería. Cuando Ken estaba cerca, nada podría salir bien, y menos si tenía esa expresión de niño bueno que empezaba a quedarle mal en un rostro tan insípido, o mejor dicho, una máscara tan insípida. Debía darse prisa, porque no iba a esperarlo mucho. Tenía cosas más importantes que hacer que escucharlo. Ya no más, no más de sus palabras vacías y sin sentido.
M. Torsten Dietrich- Fecha de inscripción : 08/08/2013
Edad : 31
Localización : Aquí.
Re: Blablablablabla fix yoooou || Tortuga.
Las respuestas del moreno terminaron de desconcertar al snob, llegaba un punto en el que las críticas dejaban de doler, pero aquello de que lo ignoren no lo llevaba demasiado bien, y, obviamente, aquel chico estaba tomándolo como un chico más, ¿quizás estuvo jugando con él todo el tiempo? ¿Se habría rendido por no conseguir su propósito y ahora lo dejaba atrás? Cualquiera de aquellas preguntas eran las que debían surgir por la cabeza del castaño pero en su lugar no veía más que un chico que podría haber sido dañado, desconcertado. Oh si, su buen corazón atacaba, quizás su egocentrismo también. Una de las cosas que nunca cambiarían en él era su cambio de sentido, es decir, se suponía que odiaba que trabajase para su madre, entonces... ¿Por qué estaba allí? ¿Por qué había disculpado la ausencia de éste aquellos días atrás? Serán cosas que quedaran siempre en la duda como el por qué de su belleza. Vale, eso estaba justificado.
No te voy a despedir, o sea, eso sería cosa de mi mamá pero no te va a despedir. Te fuiste por problemas familiares, o eso le dije. - Respondió con un tono agradable acercándose de a poco a las butacas dónde se encontraba el ranchero. No sabía si lo que iba a hacer era correcto, quizás si, sería lo que debía hacer pero no estaba muy convencido. Se supone que si algo está bien, debe hacerte sentir bien. Pero quizás el orgullo no quería que la gente cediese en muchos ámbitos. - Quizás no te sirva de mucho pero quería ofrecerte mis disculpas, siento haber sido tan borde pero... bueno, lo siento. - Dijo con un nerviosismo impresionante. Poniéndose sonrojado en casi todos los momentos de su disculpa. Acabando por bajar su mirada hasta el suelo, haciendo que su voz se notase más dulce conforme seguía. Ese Ken aparecía muy pocas veces y no siempre para cosas buenas, a veces lo hacía para pedir algo a su madre, otras para pedir unas disculpas falsas a sus profesores o padrastro, y otras sinceras. ¿Las de ese momento? No se podría indicar. Eran sinceras. Pero no sentía todo lo que dijo, el también recibió ataques por parte del moreno que le dolieron, al menos eso pensó él.
Y ya no se debe hablar del tono de voz que utilizó para pedir disculpas sino en que las pidió. ¿Cuándo sería la próxima vez que lo escucharíamos pedir tal cosa? Eso nunca se sabría. Pero sus amigos y familiares las han escuchado contadas veces. Nunca suele ceder.
De todos modos aquello tampoco era una alianza ni una carta de paz. Tan solo era un pacto de no agresión. No iban a ser amigos, tan solo conocidos que no se aguantan pero que guardan apariencias, al menos ese era el plan. ¿Cuánto duraría? Muy poco. Ken adoraba molestarlo, el problema era ese. Que en la cena no lo molestó, más bien se desató la ira. Se pasó. Ese que explotó era un chico que estaba hablando con su peor enemigo, con una persona que le debió hacer mucho daño o que le estaba agobiando demasiado, aunque realmente si estaba muy agobiado por todo. Besos, primeros besos, preguntas comprometidas, miradas cómplices... sin duda no sabía como reaccionar sin hacer daño a alguien. Tan solo intentó parar y frenar la presión.
No te voy a despedir, o sea, eso sería cosa de mi mamá pero no te va a despedir. Te fuiste por problemas familiares, o eso le dije. - Respondió con un tono agradable acercándose de a poco a las butacas dónde se encontraba el ranchero. No sabía si lo que iba a hacer era correcto, quizás si, sería lo que debía hacer pero no estaba muy convencido. Se supone que si algo está bien, debe hacerte sentir bien. Pero quizás el orgullo no quería que la gente cediese en muchos ámbitos. - Quizás no te sirva de mucho pero quería ofrecerte mis disculpas, siento haber sido tan borde pero... bueno, lo siento. - Dijo con un nerviosismo impresionante. Poniéndose sonrojado en casi todos los momentos de su disculpa. Acabando por bajar su mirada hasta el suelo, haciendo que su voz se notase más dulce conforme seguía. Ese Ken aparecía muy pocas veces y no siempre para cosas buenas, a veces lo hacía para pedir algo a su madre, otras para pedir unas disculpas falsas a sus profesores o padrastro, y otras sinceras. ¿Las de ese momento? No se podría indicar. Eran sinceras. Pero no sentía todo lo que dijo, el también recibió ataques por parte del moreno que le dolieron, al menos eso pensó él.
Y ya no se debe hablar del tono de voz que utilizó para pedir disculpas sino en que las pidió. ¿Cuándo sería la próxima vez que lo escucharíamos pedir tal cosa? Eso nunca se sabría. Pero sus amigos y familiares las han escuchado contadas veces. Nunca suele ceder.
De todos modos aquello tampoco era una alianza ni una carta de paz. Tan solo era un pacto de no agresión. No iban a ser amigos, tan solo conocidos que no se aguantan pero que guardan apariencias, al menos ese era el plan. ¿Cuánto duraría? Muy poco. Ken adoraba molestarlo, el problema era ese. Que en la cena no lo molestó, más bien se desató la ira. Se pasó. Ese que explotó era un chico que estaba hablando con su peor enemigo, con una persona que le debió hacer mucho daño o que le estaba agobiando demasiado, aunque realmente si estaba muy agobiado por todo. Besos, primeros besos, preguntas comprometidas, miradas cómplices... sin duda no sabía como reaccionar sin hacer daño a alguien. Tan solo intentó parar y frenar la presión.
Kenton S. Carson- Fecha de inscripción : 16/01/2013
Re: Blablablablabla fix yoooou || Tortuga.
Me justificó delante de su madre. Novedad que me pilló desprevenido. Quise preguntarle por qué, pero quizás era una coartada para pedirme algún favor. La señora Carson confiaba en mí. Puede que el castaño quisiera salir a un sitio que ella no quisiera, y me pediría que me preste para decirle que lo acompañaría, cuando en realidad Ken me quería tan cerca como quería a una víbora venenosa mordiendo de su brazo. Le convenía tenerme de su lado para ese tipo de situaciones. Después de todo el ranchero caía bien y era agradable para los adultos, sobre todo con su madre. ¿Por qué no aprovecharse de él un poquito y sacar algo bueno de su existencia? Sí, todo cuadraba a la perfección.
A estas alturas se encontraba a unos pasos de mí, los suficientes como para poder verle los zapatos mientras acomodaba mis pertenencias dentro de mi mochila. Faltaba mi libro de anatomía, pero lo buscaría cuando saliera de la sala de teatro. La puse en mi hombro, listo para marcharme de ahí. Todo estaba en orden, esperaba cenar junto a las dos mujeres más importantes de mi vida y olvidar los malos tragos. Era hora de irme. Si ese era el mensaje que quería darme el castaño, ya lo había escuchado. Pero no. Aún faltaba más, y algo que realmente me sorprendió, mucho más que lo primero. Lo miré fijamente, estudiando sus gestos de forma disimulada. Parecía sincero. Se estaba disculpando conmigo. ¿Debía creerle? ¿Podía confiar en su honestidad? Lo veía nervioso, con las mejillas rojas, inseguro, vulnerable. Fruncí los labios, escuchándolo hasta el final. "Lo siento", eso había dicho. Me había dejado sin palabras, sin más. Ken no tenía pinta de hacer ese tipo de cosas.
—No me pidas disculpas, así eres tú, lo entiendo —murmuré en tono tranquilo, encogiéndome de hombros. Le quitaba la importancia al momento, porque para mí era nada en realidad. No necesitaba sus disculpas para sentirme mejor. Lo que sí necesitaba era tenerlo lo más lejos posible para estar bien. Caminé hacia él, pero no me quedé en frente, pasé por su costado, directo a la salida. —Que te vaya bien —dije sincero, mientras cruzaba la puerta, con rumbo hacia mi habitación para poder buscar el libro que me faltaba.
Me iría caminando hasta mi casa, para poder pensar en el camino y llegar con la cabeza despejada. Utilizaría esa hora de soledad para encontrarme conmigo mismo, para llamar a la mamá de Ken y mentirle -por primera y única vez- acerca del motivo de mi huída la última vez que nos vimos. Le pediría disculpas, de las más sinceras que podía. Ella se merecía todo mi respeto, y si me permitía seguir trabajando a su lado, estaría encantado.
A estas alturas se encontraba a unos pasos de mí, los suficientes como para poder verle los zapatos mientras acomodaba mis pertenencias dentro de mi mochila. Faltaba mi libro de anatomía, pero lo buscaría cuando saliera de la sala de teatro. La puse en mi hombro, listo para marcharme de ahí. Todo estaba en orden, esperaba cenar junto a las dos mujeres más importantes de mi vida y olvidar los malos tragos. Era hora de irme. Si ese era el mensaje que quería darme el castaño, ya lo había escuchado. Pero no. Aún faltaba más, y algo que realmente me sorprendió, mucho más que lo primero. Lo miré fijamente, estudiando sus gestos de forma disimulada. Parecía sincero. Se estaba disculpando conmigo. ¿Debía creerle? ¿Podía confiar en su honestidad? Lo veía nervioso, con las mejillas rojas, inseguro, vulnerable. Fruncí los labios, escuchándolo hasta el final. "Lo siento", eso había dicho. Me había dejado sin palabras, sin más. Ken no tenía pinta de hacer ese tipo de cosas.
—No me pidas disculpas, así eres tú, lo entiendo —murmuré en tono tranquilo, encogiéndome de hombros. Le quitaba la importancia al momento, porque para mí era nada en realidad. No necesitaba sus disculpas para sentirme mejor. Lo que sí necesitaba era tenerlo lo más lejos posible para estar bien. Caminé hacia él, pero no me quedé en frente, pasé por su costado, directo a la salida. —Que te vaya bien —dije sincero, mientras cruzaba la puerta, con rumbo hacia mi habitación para poder buscar el libro que me faltaba.
Me iría caminando hasta mi casa, para poder pensar en el camino y llegar con la cabeza despejada. Utilizaría esa hora de soledad para encontrarme conmigo mismo, para llamar a la mamá de Ken y mentirle -por primera y única vez- acerca del motivo de mi huída la última vez que nos vimos. Le pediría disculpas, de las más sinceras que podía. Ella se merecía todo mi respeto, y si me permitía seguir trabajando a su lado, estaría encantado.
M. Torsten Dietrich- Fecha de inscripción : 08/08/2013
Edad : 31
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