Welcome to...My house (Ches)

Había invitado a Christian a mi casa, pues nos conocíamos de
un par de semanas, comíamos juntos casi todos los días, me parecía francamente simpático
y como estaba como una regadera como yo, decidí invitarle a mi casa, total,
después íbamos a ir a un bar que había cerca de mi casa, así que me daba igual
que viera mi casa.


Recojo los últimos botes de perfume que tengo en el baño y
los meto dentro del armario-tocador que está lleno de centenares de millones de
botecitos de diferentes tamaños, colores y formas; Contados por mí en ese
armario habían exactamente 273 perfumes, todos diferentes, tenía intención de
comprarme más, pero seguramente en un futuro.


Me voy a mi cuarto y me pongo una camiseta sin mangas azul turquesa y
unos vaqueros cortos, para rematarlo unas “Converses” de lentejuelas azules aguamarina,
me maquillo un poco, brillo de labios y rimel. Cuando me estaba echando el
segundo oigo que tocan el timbre, dejo el rimel sobre el mármol del baño y voy
a abrir, al otro lado como era de esperar, estaba Chris-¡Watsjká!-Le
digo a modo de saludo-Pasa, en 5 minutos estoy-cierro la
puerta cuando él pasa y voy con algo de prisa al baño, me echo el rimel en el
otro ojo y lo guardo, salgo y me siento en frente de él-Creo que
aun es demasiado pronto para ir de copas…¿Qué te apetece hacer -Digo ojeando
el reloj. Teníamos que hacer tiempo, ahora eran las 20:07 demasiado pronto para
salir a tomar algo, crucé las piernas, apoyé mi codo sobre la rodilla derecha y
apoyé mi barbilla sobre la palma de la mano observándole para ver por que se
decidía a hacer.

Pinkie era una chica a la que había conocido un par de semanas atrás pero sin embargo congeniaban tan bien que le parecía conocerla de toda la vida. En sí, ahora mismo había quedado con ella para ir a su casa, porque luego de ello se irían a un conocido bar que la chica frecuentaba y que según sus recomendaciones estaba bastante bien. Iba un poco temprano pero siempre le había gustado ser puntual y esta ocasión no era la excepción. Simplemente, esperaba que la chica no demorase demasiado si tomábamos en cuenta que en ocasiones las mujeres tardaban demasiado en arreglarse salir. A Christian no le molestaba esperar, estaba acostumbrado a ello debido a que muchas de las ocasiones había tenido que sentarse tranquilamente a esperar a su hermana cuando salían a una fiesta o a algo. No demoró mucho en llegar a la casa de la chica y de hecho, cuando hizo acto de presencia se dio cuenta que había sido bastante pronto como para irse de copas así nadamás. La chica abrió la puerta y le invitó a pasar, lo que él hizo casi al instante. Al escuchar sus palabras solo se limitó a sonreír y a encogerse de hombros. -No lo sé. Por lo visto es demasiado temprano así que… ¿Por qué no vemos una película o algo?-Dijo sonriente, mientras la miraba. -Si tú la eliges, me ofrezco a ser quien prepare las palomitas de maíz.-Propuso él, con una enorme sonrisa en el rostro.

Sonrío-Claro ¿Why not?-Me levanté y me agaché par ver que películas
tenía en ese momento- Tengo…Charly Chapling, las luces de la ciudad; Saw3; paranormal activity4; Rec.3; Ameli; Bienvenidos al sur y…-introduje mi brazo hasta el fondo del cajón para alcanzar la ultima carátula, al sacarla vi que se trataba de “Camino”, carraspeé un poco, no podía ver aquella película, simplemente no podía, me recordaba a los últimos días de vida de mi madre, me puse de pie con los ojos cuajados en lagrimas, parpadeo un par de veces y las lagrimas se disipan, quería ver esa película, iba a ver esa película, tenía que enfrentarme ya a mis penas, habían pasado al menos 8 años desde entonces, me acerco a Chris y me dejo caer a su lado en el sofá-¿Quieres ver esta?-Dije obviando el nudo que tenía en la garganta, intentaba que no se me quebrase la voz, sin mucho éxito.





Puse la película en el DVD y le di al “Play” mientras tomaba un puñado de palomitas, miraba de reojo a Chris de vez en cuando, esperaba que no se hubiese dado cuenta de mi desequilibrio emocional momentaneo; Nadie en la universidad a excepción de Noah sabía lo de mi madre, ni quería que lo supiera,me conformaba con decir “Oh, vive mejor de aquí” Y no mentía, su alma estaba en un lugar mejor, su cuerpo en California.

Veo que mira un poco extrañado la carátula de la película,
cuando se levanta a hacer las palomitas, le sigo, me apoyo contra el marco de
la puerta y cruzo los brazos sobre el pecho-Chris, eres mi amigo…Si
quieres puedes preguntar...-Intentaría contestar con la
mayor verdad posible sin dejar al descubierto mi sombrío y tétrico pasado. Observo
desde el marco de la puerta como saca las palomitas del microondas y las mete
dentro de un bol de plastico, le agarro del brazo y tiro de él hasta el sofá,
me dejo caer sobre el mismo observando la película que ya está empezando,
espero sus preguntas, pero estas no llegan, al menos no aun.




La película termina, para entonces yo ya tengo los ojos
cuajados en lagrimas, me las seco con el dorso de la mano esperando que no se
de cuenta, la niña moría igual que mi madre, aún no sé como me las he arreglado
para que no oiga mis sollozos y aunque por suerte el rimel era anti-agua los
surcos de las lagrimas me recorrían las mejillas dejando marcas jaspeadas por
las mismas, aparto la miradaVoy al baño un instante-Dije un
instante antes de desaparecer por la puerta de madera blanca de la primera
estanca que había en el pasillo, me miré al espejo, me arregle un poco y bebí
agua, al salir de nuevo, no parecía que hubiera
llorado-Ejem-Me aclaré la garganta y miré mi reloj, la película
había acabado antes de lo que esperaba- Aun queda media hora más
para que abran el Pub ¿Te apetece hacer otra cosa?-Dije mirando a mi alrededor,
en mi casa no había mucho que hacer-¡Ah!-Exclamé, se me
acababa de ocurrir algo, podía enseñarle mi cuarto-librería-Ven aquí-Ubiqué
mis manos en sus caderas, le empujaba por el pasillo, el iba de espaldas y yo
mirando atenta de que en el camino no hubiera nada que le pudiera hacer caer,
llegamos a la puerta del final del pasillo, una puerta azul con dibujos de aves
volando, con las alas extendidas, solté a Chris y le miré con ojos
temblorosos-Lo que veas aquí, se queda aquí, lo que hagas aquí, se
queda aquí y lo que te cuente aquí…Se queda aquí-Me fiaba de poca
gente, pero esperaba que Chris pudiera ser uno de ellos, giré el pomo de la
puerta lentamente, di un toque y la puerta se abrió mostrando mi habitación

En la pared izquierda llena de baldas con libros de poemas, en la derecha un
escritorio y al lado, la entrada a un vestidor, me senté sobre la
cama-Adelante, pasa por favor-Dije a la par que recostaba
mi espalda en el colchón.

Aún no sabía con exactitud cómo abordar el tema en cuestión pero estaba prácticamente seguro de que Pinkie –O Mara, como prefería llamarle- no se encontraba demasiado cómoda como para siquiera pensar en responder a sus preguntas, por mucho que dijera que sí. La conocía bastante y más que una amiga era prácticamente una hermana pequeña a la que se sentía obligado a proteger, a quien quería mantener a salvo de esos peligros que abundaban por el mundo. -No es necesario preguntar, la verdad es que intuyo lo que pasa. -Susurró, aunque estaba seguro de que la chica ya no le escuchaba, pues se había puesto en pie y había ido a una de las habitaciones. Cuando volvió, pudo darse cuenta de que algo en su aspecto había cambiado y que lucía algo demacrada y pálida, además de tener los ojos enrojecidos. Suspiró, mirando el reloj que llevaba y sí, efectivamente faltaba media hora. Se puso en pie cuando la chica le pidió que acudiera donde estaba, aunque fue arrastrado por el pasillo con demasiada insistencia por ella, lo cual no dejaba de hacerle reír. -Eso suena bastante sugerente, ¿No crees? Soy un chico en compañía de una chica atractiva, los dos solos, en su casa. Y dado que lo que pasa aquí, se queda aquí, créeme que muchas de las cosas que se me ocurren no son precisamente ‘apropiadas’ para un momento como éste, aunque sí bastante placenteras.-Decía el chico tan solo para molestarla, pues sabía perfectamente que todo lo que él le decía, jamás sucedería. Él sentía por Pinkie un profundo respeto y jamás haría nada para perjudicarla. Al llegar a la habitación, observó todo con bastante curiosidad, poniendo especial énfasis en los títulos de cada libro, mismo que se acercó a mirar con más detenimiento. Sin duda, no imaginaba que ella confiase tanto en él como para mostrarle su habitación, siendo tan reservada como era. Sonriendo, se colocó a su lado en aquella cama y miró el techo, para luego mirarla a ella con una sonrisa.

Para Cheslav no pasaban desapercibidas esas palabras tan sugerentes y tentadoras que Pinkie estaba diciéndole. La verdad no sabía porque estaban manteniendo esa clase de conversación y mucho menos el porqué de su extraña actitud. Tenían que retomar el tema en cuanto les fuera posible, más no ahora, porque ella parecía demasiado emocionada con el hecho de mostrarle fotos de su infancia. Sonrió ampliamente, enternecido por cómo todos esos recuerdos parecían hacerle feliz y secretamente eso era lo que Cheslav quería, que fuese feliz. -Pues sí que eras una niña muy mona, y me supongo que una buena actriz. Espero no hayas llorado en medio de todo el espectáculo, como hacemos todos a esa edad.Sonrió, mirándole fijamente y luego volvió a centrar su mirada en la fotografía. -En mi primera obra de teatro, yo fui el Rey Lear.-Convivir con ella era como volver a sentirse niño una vez más y revivir esos tiempos buenos de infancia, donde todo era felicidad, alegría y dulces. Eso era lo malo de crecer y madurar, que todo eso se perdía cuando llegabas a cierta edad. -Tu madre era una mujer bastante hermosa. Y tú te le pareces demasiado, también lo eres.-Susurró, mientras sus labios se posaban en la frente de la chica con sumo cuidado para dejar un beso. Respiraba tranquila y acompasadamente, aferrándola a su cuerpo por la cintura y acariciando los costados de la misma suavemente. -¿Por qué esa insistencia tuya en que me quite la ropa?-Preguntó, mirándole fijamente. -Porque no he olvidado lo que dijiste hace un momento y créeme, puedo hacerlo. Lo que no quiero es que comiences algo que no serás capaz de terminar.-Se giró, para quedar cerca suyo, viéndola de perfil y esperando lo que tenía para decir.