Yulia K. Stöicescu

Nombre completo: Yulia Katharina Stöicescu.
Edad: Veintidós años.
Ocupación: Estudiante.
Grupo: Gamma Phi.
Carrera: Literatura.
O. Sexual: Heterosexual flexible.
Nacionalidad: Rumana.
Cumpleaños: 14 de Diciembre.

GUSTOS
■ Leer.
■ Escribir.
■ El graffity.
■ Los zombies.
■ Customizarse la ropa.
■ Los zapatos.
■ Las fiestas.
■ Los deportes de riesgo.
■ Las cabras.
■ El rock, el punk y la música industrial.
■ La cerveza y el tekila.
■ La comida basura y la gastronomía japonesa.
■ El cómic americano.
■ Los pearcings y los tatuajes.

DISGUSTOS
■ Que le digan lo que puede o no puede hacer.
■ El reggeton y el pop.
■ La gente hueca que es completamente normal e idéntica a los demás.
■ Las tiendas de ropa pija.
■ Las autoridades.
■ La política.
■ El frío, le recuerda a cuando fue bulímica, siempre tenía frío.
■ Las normas y los horarios.
■ Que la juzguen o la menosprecien.
■ La gente que cree conocerla por haber hablado una vez con ella.

MANÍAS
■ Morderse las uñas.
■ Dibujarse en los brazos o en las manos.
■ Morderse el labio inferior.
■ Mirar muy fijamente a la gente, aunque sea de mala educación.
■ Decir tacos cada dos por tres.
■ Rascarse muy fuerte la cabeza cuando esta nerviosa.

ENFERMEDADES
■ Cuando tenía dieciséis años tuvo trastornos alimenticios. Se obsesionó con su peso y empezó a dejar de desayunar, comer menos, cada vez menos hasta que comenzó a volverse anoréxica. Cuando sus padres se dieron cuenta de esto y la obligaban a comer comenzó a vomitar, dando paso a la bulimia. Estuvo ingresada en una clínica varios meses, hasta estar supuestamente recuperada. Actualmente no suele controlar mucho su peso, aunque sigue estando muy delgada y en ocasiones le entran ataques de ansiedad por los que se induce el vomito.

DATOS CURIOSOS
■ Le da pánico quedarse embarazada, por lo que utiliza anticonceptivos hormonales desde que comenzó a mantener relaciones, a los dieciséis años.
■ Se customiza prácticamente toda la ropa que lleva, cortándola, dibujándola, cosiéndole parches o tachuelas, etc.
■ Siempre lleva algún cuaderno encima, para escribir.
■ Tiene muchas pequeñas cicatrices, sobre todo por las manos, brazos y piernas, fruto de sus correrías infantiles (y no tan infantiles).
■ Se le da bastante bien bailar.
■ Fuma desde los dieciséis años.
■ Tiene antecedentes penales por hacer graffity.
■ Su pelo natural es castaño, hace muchos años que lo lleva teñído de negro y recientemente se rapó el lado izquierdo de la cabeza.
■ Ha llevado muchos pearcings, aunque ahora mismo solo conserva el de la lengua, los de los pezones, las dilataciones de 12 mm y varios pendientes más en las orejas.
■ Le encantan los tatuajes, tiene varios por todos los brazos y las manos, además de en la cadera.
■ Hizo un curso para tatuadora y tiene la máquina de tatuar, por lo que de vez en cuando se hace algún tatuaje nuevo.

A simple vista, ante los desconocidos, Yulia puede parecer una chica algo borde, aunque esto es únicamente la primera impresión. Es muy burlona y sarcástica, por lo que si no la conoces puede parecerte algo hostil. Esto se debe a que la mayoría de las veces Yulia es algo vergonzosa con la gente que no conoce de nada, no es que sea tímida ni nada de eso, solo que le cuesta entablar conversación con alguién que no conoce, por lo que suele permanecer en silencio. Eso, junto con su habitual manía de evadirse del mundo y perderse en sus propios pensamientos hacen que mucha gente la considere una chica solitaria y arisca, nada más lejos de la realidad.

Yulia es una chica muy habladora, cotilla y chismosa. Coge confianza con la gente con mucha rapidez, y se le da bien hacer amigos. Es muy viváz, divertida y alegre, bastante alborotadora y alocada. Yulia núnca se está quieta, siempre tiene que estar haciendo algo y es muy activa. Es la clase de persona que se apunta a un bombardeo, puedes contar con ella para cualquier cosa, aunque sea una completa locura. Es muy fiestera, no deja escapar una sola oportunidad de divertirse y le encanta hacer el tonto.

Yulia es una persona muy fuerte, tanto física como psicológicamente. No muestra temor ante nada y le planta cara a todo lo que le venga. Es una persona extremadamente sincera, quizá demasiado, muy honesta y directa. Yulia siempre dice todo lo que piensa, cuando lo piensa, y tal y como lo piensa, sin molestarse en tener en cuenta los sentimientos ajenos. Es muy mordaz e ingeniosa, muy dada a los sarcasmo y a los comentarios burlones. Yulia tiene mucha labia, y sabe beneficiarse de eso.
Es una chica muy irreverente, y muchos la calificarían de maleducada y descarada. Yulia no acostumbra a mostrar respeto por nada o por nadie que, ella considere, no lo merezca. Tiene mucha tendencia a decir palabras malsonante, y posee un amplio y original repertorio de insultos al cual le encanta recurrir cuando está enfadada. Yulia es una persona muy volátil, con un genio muy fuerte. Es muy impaciente y pierde los estribos a la mínima provocación. Podría decirse que es bastante histérica, se cabrea con suma facilidad, se caga en los muertos de todo cristo, pero se le va tan rápido como le ha venido.

En ocasiones, Yulia resulta ser una persona muy observadora, aunque otras veces no se da cuenta de las cosas hasta que se las ponen por escrito, en una pancarta. Por lo general es una chica bastante despistada, se dispersa con facilidad y le cuesta horrores atender en clase. Yulia es una persona de acción y práctica, no de teoría. A pesar de eso, Yulia es una persona sumamente trabajadora y centrada, cuando se trata de algo que de verdad le gusta, como es el caso de su carrera. Mucha gente se extraña de que a Yulia le guste tanto leer, pues parece imposible que alguien tan inquieto como ella sea capaz de sentarse en un mismo sitio, frente a un libro, durante más de diez minutos. No obstante, cuando se trata de los libros, pierde la noción del tiempo hasta el punto de olvidarse de comer, cenar o dormir, solo por seguir leyendo.

Yulia es muy independiente y no le gusta nada comprometerse, aunque se lleve muy bien con algunas personas, no le gusta ir siempre pegada a la misma gente. Yulia necesita mucha libertad y se agobia con suma facilidad. Ella sabe quienes son sus verdaderos amigos y los protegerá de cualquier mal, aunque no esté con ellos las veinticuatro horas del día, jamás los dejará tirados. Yulia no es una persona nada enamoradiza, es demasiado independiente para eso. Es bastante caprichosa, eso sí, le gusta mucho coquetear y flirtear con los chicos, aunque la mayoría de las veces no lleve a nada más que un lío. A pesar de eso, cuando alguien le gusta de verdad, Yulia puede darlo todo por esa persona, si ve que merece la pena. Es sumamente honesta y leal, jamás traicionaría a alguien que confía en ella, ni tampoco le sería infiel a su pareja, no le parece que haya en el mundo algo más sucio o rastrero.

Con todo, Yulia es una chica muy rebelde, no acepta órdenes de nadie y tiene una gran tendencia a romper las normas. No aguanta que le digan lo que puede o no puede hacer, no soporta la idea de ser manipulada y es completamente indómita. Yulia es muy competitiva, le encanta la rivalidad y basta con que alguien le diga que no es capaz de hacer algo para que lo haga, no se puede resistir a los retos.

Yulia nació un nevado catorce de diciembre en Sibiu, una de las ciudades más importantes de la famosa región de Transilvania, en Rumanía. Nació en el seno de una familia modesta y humilde, formada por Mihail y Nathalia Stöicescu.
Mihail y Nathalia se conocían del instituto, donde fueron compañeros de clase durante varios años, e iniciaron un dulce romance cuando ambos tenían diecisiete años. Ninguno de los dos fue a la universidad, por falta de interes y de capital, y comenzaron a trabajar nada más alcanzar la mayoría de edad. Nathalia era camarera en uno de los pubs del centro de la ciudad, mientras que Mihail trabajaba en el tayer mecánico de su padre, que heredaría años más tarde.
Yulia lo tiene muy claro, ella no fue planeada. Su madré quedó embarazada cuando apenas tenía veintidos años y sus padres se vieron obligados a casarse. A pesar de no haber sido una niña deseada en ese momento, sus padres no dejaron de cuidarla y tratarla con infinito cariño. Aun así, ambos eran demasiado jóvenes e inmaduros y no tardaron en llegar las discusiones. Mihail y Nathalia se acabaron divorciando apenas seis años después de casarse, y Nathalia se quedó con la custodia de la niña.

Tras el divorcio, Nathalia y Yulia se trasladaron a los Estados Unidos, a Boston, donde Nathalia comenzó a trabajar como secretaria de un empresario. Allí fue donde Yulia comenzó la educación primaria, con bastantes dificultades. Muchos niños de su colegio se burlaban de ella por ser extranjera y no dominar completamente el idioma, y comenzaron a ponerle motes y acosarla.
Lo que comenzó siendo una chiquillada, se agravó al llegar al instituto. Si bien en la escuela primaria tenia unos cuantos amigos y solo se burlaban de ella un par de niños, en el instituto se quedó completamente sola. Era la chica rara. La que vestía diferente, la que hablaba diferente, la que tenia gustos diferentes… Nunca le interesaron los partidos de futbol, ni las exibiciones de las cheeriors, ni las fiestas en las que se elegia a la reina del curso, ni nada de eso. Yulia vivía entre libros, con sus botas militares y sus pulseras de pinchos, con sus discos de rock y sus cuadernos de dibujo. Pretendía pasar desapercibida, pero siempre era el centro de todas las miradas.

Sus compañeros la acosaban, la insultaban y buscaban cualquier excusa para burlarse de ella. Y Yulia, con todo el carácter que tiene, no era de las que se callaban. Más de una vez respondía a los insultos de los demás, con frases mordaces y venenosas, lo cual la hacía ganarse aun más odio por parte de sus acosadores. Una vez, incluso, llegaron a las manos. Yulia estaba en séptimo curso, tenía catorce años, y un chico le quitó el cuaderno en el que estaba escribiendo en el recreo, y comenzó a arrancarle hojas. Y Yulia le saltó encima. Trató de quitarle el cuaderno, y cuando el chico, mucho más grandulló y fuerte que ellá, se la quitó de encima a empujones, ella respondió a patadas. Logró agarrarle el brazo, con el cual sostenía su cuaderno, y le mordió para obligarle a soltarlo. Yulia no se dio cuenta, pero debió de morderle muy fuerte. En ese momento el chico trataba de quitársela de encima tirándole del pelo, y ella le mordía cada vez más fuerte, hasta hacerle sangrar. En ese momento llegaron varios profesores que irrumpieron en el corro de alumnos a detener la pelea, y se encontraron al chico prácticamente llorando, con una herida de mordisco en el brazo, y todos los presentes señalando a Yulia como la única culpable. La expulsaron dos días del instituto por eso.

Yulia nunca se quejó ni a su madre ni a la dirección del centro. Nunca se quejó de que el chico fuera quién empezó la pelea. Nunca confesó que la acosaban y maltrataban. No podía hacerlo, era demasiado orgullosa. Cuando volvió al instituto todo el mundo la miraba de forma acusadora, aunque ninguno se atrevía a insultarla directamente. Siendo rumana, de transilvania, vistiendo siempre de negro y habiendo mordido a un chico hasta hacerle sangrar, se ganó una merecidamente la fama de vampiresa. Todo el mundo la conocía, todo el mundo la miraba, pero nadie se atrevía a acercarse a ella. La temían. Incluso los profesores comenzaron a tratarla de forma diferente, con desconfianza, como si se tratara de una criatura salvaje y peligrosa.

Los años fueron pasando de la misma forma. Yulia seguía siendo esa muchacha solitaria en el instituto, la que iva y venía sin intercambiar palabra con nadie, la que estaba siempre apartada, hasta que los conoció a ellos. A los dieciséis años solo pasaba el tiempo justo y necesario en el instituto. Se esfumaba en cuanto terminaban las clases, saliendo siempre la primera del aula, y el los descansos procuraba sentarse en algún lugar apartado y poco visible, donde nadie la molestara. Y así es como se encontró por primera vez con Caleb. Aunque claro, ella no le conocía por ese nombre, para ella (y para casi todo el mundo) se llamaba Kioh, el nombre con el cual firmaba sus graffitis.
Caleb era posiblemente de los chicos más populares del instituto, todos querían ser sus amigos, aunque el solía pasar bastante de los demás alumnos. Se conocieron porque Yulia tuvo que buscarse un nuevo refugio para el descanso, pues la esquina en las que solía sentarse estaba ocupada, y se dirigió a la parte trasera del edificio. Fue a sentarse allí, en las escaleras de emergencia, un rincón bastante oscuro y apartado, pero al pie de estas se encontró al susodicho, con otros dos chicos y una chica, también repetidores. Estaban en un corro, hablando en susurros mientras se pasaban lo que, por el olor, debía de ser un porro bien cargadito de marihuana.
Yulia se quedó un segundo ahí parada, dudando si debía marcharse por donde había venido o no. Entonces él levantó la cabeza para mirarla, mientras le daba la última calada antes de tirarlo al suelo. La miró a los ojos con cierta curiosidad, mientas expulsaba el humo en el que posiblemente fuera el gesto más sexy que Yulia había visto hasta el momento. Entonces ella reaccionó sin pensar, y caminó hacia las escaleras, subiendo un par del peldaños y sentándose ahí, con su cuaderno de dibujo entre las manos. Escucho unas leves risas, y entonces fue Caleb el que se asomó a la escalera, apollandose con descaron contra la pared.

-¿No vas a preguntarnos si puedes sentarte ahí?-preguntó, con tono burlesco.
-No veo que ponga u nombre por ninguna parte.-respondió ella, sécamente, poniéndose a la defensiva de forma casi automática.

Él alzó una ceja, con el gesto divertido de quién no está acostumbrado a que le respondan de malas maneras, y le señaló justo a sus pies. Ahí, precisamente, y en muchos más recobecos alrededor de toda la escalera, había pintadas con su nombre. Touche. Yulia enrojeció de la vergüenza y se apresuró a levantarse para salir de allí pitando, pero por el camino algunos folios sueltos resbalaron de su cuaderno y calleron al suelo. Antes de que pudiera recogerlos, lo cogió el chico que volvió a mirarla con ligera sospresa.

-¿Lo has echo tú?-preguntó, con todo suave, al tiempo que le devolvía unos retratos.

Yulia asintió, tímidamente, sintiéndose tensa y algo incómoda en presencia del grupo más popular y a la vez de peor fama del instituto. Entonces la chica intervino, presentándose, Yulia y ella compartían pupitre en algunas clases, aunque hasta el momento no hubieran intercambiado palabra. Y de ahí surgió una extraña amistad. Yulia solía sentarse ahí durante los descansos, y de vez en cuando aparecían ellos a echarse un canuto, o fumarse un simple cigarrillo. La saludaban cuando iban y venían, y de vez en cuando intercambiaban un par de palabras más. Un día Caleb fue solo a fumar y le pidió a Yulia que le enseñara más dibujos. Comenzaron a hablar, puesto que compartían esa afición, y él le propuso que fuera a pintar con él algún día, a lo que ella se negó en un primer momento, pero con el tiempo, decidió aceptarlo.

Al fin, Yulia podía decir que tenía un grupo de amigos. Caleb y los suyos se convirtieron en las primeras personas con las que podía hablar tranquilamente, mostrarse tal y como era en realidad. Si bien a partir de que se juntara con los peores alumnos del instituto los profesores la tenían aun más vigilada, los demás alumnos comenzaron a tratarla con más respeto, más por miedo que por cualquier otra cosa.
Yulia comenzó a salir los fines de semana, a ir a lugares abandonados a pintar, a acudir a fiestas, a faltar a clase, a fumar, y a beber. No fueron pocas las veces que le tocó correr delante de la policía, saltar berjas, esconderse en portales, ni tampoco fueron pocas las veces que la pillaron y pasó la noche en comisaría. Tampoco fueron pocas las veces que se despertaba un domingo por la mañana con una intensa resaca y sin recordar gran cosa de la noche anterior, ni pocas fueron las veces que los profesores llamaban a su madre a causa de las faltas de asistencia.

A pesar de que fuera una época algo problemática, sin duda su mayor problema no vino provocado por la posible mala influencia de sus amigos, sino por su propia madre. En un esfuerzo por alejarla de las malas compañías, Nathalia la apuntó a un casting de modelos, con la esperanza de que conociera chicas de su edad, refinadas y elegantes, y abandonara la mala vida. Lejos de ayudarla, esta nueva influencia la sumio en un peligroso círculo vicioso. La ficharon para modelar con un par de marcas de nuevos diseñadores, pero la presión la obligaba a mantener una dieta de lo más estricta. Sus amigos, tan asiduos a la comida basura, no tardaron en olerse algo raro, pero para cuando su madre se percató ya era demasiado tarde. Yulia llegó a obsesionarse mucho con su peso, dejando de comer hasta el punto de llegar a la anorexia. Cuando la obligaban a comer, ella misma se inducía el vómito, presa de ataques de ansiedad. Un día, se desmayó en el instituto, a causa del hambre y la falta de energía, y fue ingresada en una clinica.

Le costó varios meses que la dejaran salir, y casi un año de visitas contínuas al psicólogo recuperarse por completo. Durante ese tiempo, Caleb siempre estuvo ahí con ella. Podía ser el chico más pasota y problemático del instituto, pero a ella siempre la trató como a una hermana, siempre cuidó de ella.
Cuando terminó el instituto, a sus dieciocho años, la gran mayoría de sus amigos aun no lo habían terminado, por lo que ella fue la única en ir a la Universidad. La aceptaron en la Universidad de Brown, en Nueva York, en la cual lleva ya dos cursos.