Want you take a coffee with me? · Edgar

Summer revoloteaba por el piso Hallier mientras Ani centraba su mirada en la ventana desde donde se veía el Central Park. Era sábado y la rubia había decidido pasar el fin de semana con su familia; sin embargo, y para su gran sorpresa, sus abuelos la habían llamado antes para avisarle que había surgido un imprevisto en la empresas que el abuelo debía de resolver, por lo que ambos se marcharían a Francia mientras todo se solucionaba. Ahora que se quedaba básicamente sola, no tenia más que cuidar de Summer durante aquel sábado.. sonaba algo tormentoso, una veintiañera encerrada en su casa la tarde de un sábado solo por cuidar a una niña de seis años. Su tía Anne se plantó frente a ella con agilidad, perfectamente arreglada como siempre y con una boina muy al estilo francés -Hey- saludó la rubia mirando a aquella peculiar tía suya. Anne sonrió mirando a Ani y señaló la puerta del lugar antes de decirle que si quería, podía salir con sus amigos, ella se quedaría a cuidar de Summer.

A la rubia no le molestaba en lo absoluto cuidar de su hermanita, Sum era una niña encantadora aunque muy hiperactiva. Sin embargo, Anne tenía razón en el hecho de que su sobrina debería salir a despejarse en lugar de cuidar niños, tal como solía hacerlo siempre. Ani prometió entonces que se marcharía y, dejando más confiada a su tía, empezó a caminar hasta su vieja habitación en busca de sus cosas. Anne no pareció notar cuando la chica salió de aquel lugar, pues se encontraba susurrando cosas por el teléfono.. estaba de espaldas a Ani cuando esta escuchó como su tia argumentaba que seguía en Francia; el ceño de la rubia se frunció automáticamente, su tía Anne jamás mentía y no comprendía como era que venía a hacerlo ahora. Por si fuera poco, la mentira se extendió hasta el hecho de que Anne se atreviera a decir que pronto contraería matrimonio.

Ani estuvo a punto de interrumpirla, pero prefería escucharla. Para cuando su tia cortó la comunicación, ya la rubia estaba pidiendo el elevador en aquel piso para retirarse del lugar. Lo que había escuchado la había dejado algo desencajada.. mientras el elevador bajaba hasta la planta baja, Ani le envió un texto a Ed, pidiéndole verse en Starbucks en una hora. Por el tráfico, la rubia suponía que ella también llegaría más o menos a esa hora, solo esperaba que Ed en serio pudiera asistir a su cita.

Anaïs subió a su auto y después de unos 45 minutos de eterna agonía por el congestionamiento de autos frente al Central Park, finalmente la rubia pudo llegar a su destino. Faltarían entonces quince minutos para la hora de su cita cuando la chica tomó asiento en una de las mesas del fondo y esperó comodamente la llegada de Ed.

Un viento frío inundó el lugar cuando la puerta se abrió para dar paso a la figura pelirroja que la rubia esperaba; Ani no se había dado realmente cuenta de su presencia hasta que el habló y la abrazó. Él la había encontrado absorta en sus pensamientos y es que, inconscientemente la rubia no podía dejar de buscar una explicación coherente para las palabras de su tía -Hey Ed- le sonrió a su amigo y se apartó de él para señalar el asiento frente a ella e invitarle a sentárse -Gracias por venir tan rápido- se adelantó a decir mientras le hacía una seña a la camarera para que se acercara.

La rubia no quería agobiar a Ed con sus problemas porque sabía que el chico también tenía los suyos propios, pero la duda comenzaba a matarla y necesitaba hablarla con alguien; tal vez Ed le aconsejaría que se metiera a detective o tal vez le diría que dejara las cosas por la paz, de estar segura de lo que el pelirrojo diría ni siquiera lo hubiese llamado -¿Cómo está tu padre?- preguntó acomodándose en su asiento, deseando romper el hielo con algo más que no fueran sus propios asuntos. Hace ya cierto tiempo que Ani no preguntaba por aquel hombre, y es que sentía que en cierto modo esa pregunta conseguía poner algo incómodo a Ed, pero venga, era su padre y formaba parte de su vida, ¿por qué no preguntar? -Hace mucho que no me hablas de él- argumentó la rubia encogiéndose de hombros.

De reojo Anais notó como la camarera hacía arribo a su mesa para tomar la órden, sonrió sin más y miró a aquella chica -Para mí estaría bien un frapuccino- dijo volviendo su rostro hacia su amigo. En ese momento pensó que de seguro Ed creía que aquella conversación sobre su padre era un factor distractor para no hablar de lo que realmente Ani quería hablar; lo admitía, era cierto, pero no podía decirlo. Su estómago volvió a contraerse en ese momento y la rubia empezó a alternar miradas entre la fría calle y su acompañante.

La rubia rodó los ojos escuchando la broma de Ed -Bobo, intentaba ser cordial- se encogió de hombros mirándolo y le sonrió con complicidad al escuchar su comentario sobre sí mismo -Vaya ego, "rojito"- bromeó mirando a su amigo y negó con la cabeza -Pero tienes razón, tu cabello rojo es el sex appeal que te hace adorable- coreó su comentario con risas, olvidándose por un segundo de la verdadera razón por la que había citado a su amigo en Starbucks; tal vez era eso lo que Ed quería lograr con su broma. Ani hizo un puchero algo chistoso mientrabas miraba la melena de Ed -Tal vez yo me vería adorable si me tiñera de rojo el cabello- murmuró tomando un mechón de su cabello rubio entre los dedos; podía imaginarse con ese nuevo look, parecería como si tuviera un incendio en la cabeza, pero sería divertido para pegarle un buen susto a su tía Anne, tan adicta al "estilo newyorkino".

Era definitivo que Ed no hacía más que levantarle en ánimo a Ani, y eso que la chica ni siquiera había comenzado a hablar -¿Lo dices en serio?- preguntó sonriente cuando el chico habló de su padre; ella no conocía personalmente a aquel señor, por lo que no podía juzgar si lo que Ed decía o no era cierto, pero de ser la primera opción, venga que el padre de Ed se la pasaba en grande -Dile que es mi ídolo entonces- rió mirando a su amigo y negó con la cabeza sin borrar la sonrisa de su rostro -Que me dé un autógrafo "plj"- dijo juntando sus manos en súplica mientras hacía un pequeño puchero.

La camarera que tomaba las órdenes de ambos se marchó y solo entonces Ani pudo hablar directamente con Ed -No es nada de eso Ed- se adelantó a decir antes de inclinarse sobre la mesa que compartían para estar más cercana a él -¿Alguna vez te he contado algo sobre los Hallier en Francia?- preguntó dudosa. Aquella era la verdadera historia de Ani, el origen, y a estas alturas no recordaba si los relatos que le había contado a Ed solo incluían su estadía en New York y no en Francia.