Here we are, two months later || Mike Shepherd

-Te lo juro, hacía años que no me lo pasaba tan bien.-prometió sonriente.- ¿Y cuándo se puso a tocarse el pecho para seducirte? ¡Me pude reír muchísimo con eso! ¿Qué clase de tío liga así con una chica!-dijo. Bueno, decir no lo dijo, más bien aquello lo exclamó.

Caminaba por Central Park sin mucha preocupación por quién escuchaba su conversación o de si estaba hablando tan alto que ignorarla era imposible para cualquier persona que pasara por allí. En una mano llevaba un vaso de capuccino que había comprado antes de entrar en el gran y conocido parque de la ciudad y en la otra llevaba su teléfono móvil, el cual mantenía contra su oreja aunque su mano le amenazara con cansarse de estar en alza durante tanto y tanto rato, más bien la hora y trece minutos que llevaban él y su amiga comentando los sucesos de la fiesta de la noche anterior, gracias a la cual aun tenía una ligera resaca aunque ya fuera por la tarde. De ahí que fuera la única persona en Central que estuviera tomando café a las cuatro de la tarde, puesto que apenas se había despertado para llegar tarde a su compromiso de la hora de la comida.

Su vida había dado un giro de ciento ochenta grados al completo. De estar aburrido en el campus sin ningunas ganas de volver a casa con sus tíos en la costa oeste por Navidad, a empezar a salir por Nueva York con una vieja amistad y también con las amistades de esta. Y con miembros que eran de la alta clase social de la uni y que sabían lo que era disfrutar de una buena fiesta en la ciudad. El regreso de aquella vieja amistad había hecho que su look cambiara un poco también, seguía llevando aquel estilo propio que rayaba entre niño bueno pijo con algún que otro toque funky o hipster que, además de hacerle parecer algo más gay que de costumbre, había sido rematado con el hecho de que se dejara crecer el pelo un poco más. Bueno, el mayor cambio que había producido es que sonreía más, quizás por el hecho de que por primera vez no estaba tan solo como a veces se sentía en la universidad o en su propia hermandad, y que se veía más guapo que de costumbre.

-Si, si, y luego le tiraba a esa pelirroja con aquel vestido horrible lima y rosa fósforo, no me acuerdo como se llamaba ahora...mmmmh...-comentó antes de reír.- Si, ella, ella, que solo bebía sin porque su hermano menor rondaba por ahí. Hiciste bien en sabotear su bebida para que se la pillara.-reconoció girando y caminando hacía atrás para tratar de reconocer dónde del parque estaba, ya que hablando se había perdido.- ¿Qué? ¡No recuerdo eso! ¿En serio?-preguntó antes de soltar otra sonora carcajada y girar para caminar recto hasta reconocer algo, en lo que al no ver al perro que pasaba por ese instante ahí, tropezó y vio como su móvil y su café caían al suelo, mojando el primero y cortando la llamada.-Geeeeniaaaal, maldito chucho.-suspiró, viendo como aquel ser peludo se le acercaba con la lengua fuera y la ligera baba cayendo de ella. Era de esos gorditos con muchos michelines que además de feos y asquerosos, eran demasiado grotescos para deber existir. Y no lo pensaba por nada, odiaba a los perros.- ¡Eh, no! ¡Suelta eso!-gritó, cuando vio que cogía el móvil y comenzaba a correr por donde había venido.

No habíamos llegado aún a la mitad del primer mes del año, y aún con ello todo el mundo sigue fuera pero poco a poco están volviendo a la universidad. Yo llegué el día 4, porque sinceramente no estaba aguantando mis últimos días en la casa con prácticamente toda mi familia allí, además de una amiga que me llevé de la universidad. Aquellos días por los lagos se inclluirían en mis peores días y mis mejores días. Fueron los mejores por la gran diversión que tuve a rato con todos mis primos, que eran divertidos a pesar de ser muy celosos, pero tras el año nuevo, fue un auténtico infierno para mi y Katherine. Así que cuando tuve la aprobación de mis abuelos para largarme de allí no dudé y me volví con Kat en el primer vuelo que teníamos disponible. Ya no me hice de rogar para rechazar los coches que me preparaban para el camino al aeropuerto y para recogernos en Nueva York. Me disculpé varias veces con ella, pero aún así ella me pedía que no lo hiciera, y ella me daba las gracias por todo el viaje. Eso me complacía mucho, pero el resto de días hasta hoy no he tenido muchas cosas que hacer, académicamente lo tengo todo controlado, lo dejé todo atado y bien atado para el viaje. Jugué unos bolos con Keiran, salí de fiesta con Marianne, aproveché también para casi ganarme una amonestación de la universidad con ella, y me reuní con Leonarth para porbar mi nuevo coche. Este coche me había encantado, posiblemente por mi propio pie no me lo hubiera comprado, pero ya que es un regalo no lo pude negar. Fue un regalo de Año que no pude imaginar, aunque él me dijo que me iba a dar un auto, que me lo había ganado por mis méritos de Diciembre y por ayudarle con todo. Yo no le di un regalo físico, le hice la oferta de que él mismo eligiera cualquier cosa, que yo me encargaría de encontrarla y dársela. Pero no me llegó a pedir nada aún, y yo solo me limité a comprobar mi nuevo bólido por la ciudad. Me aseguré perfectamente de que en el garaje de los KT estuviera perfectamente sano y seguro, me aseguré que no tuviera ni el más mínimo roce. Ni del aire.


- Al menos, no está en francés. - Me dije a mismo al controlarlo.- ¿Avenue? ¿Rue? Epic.-Solté una carcajada al controlar el navegador del GPS del coche mientras daba una vuelta por la ciudad, en la vía hasta la ciudad había mucho tráfico y no podría poner al máximo el motor. Pero me alegraba tantísimo conducirlo, que terminé por ir a Central Park, donde estaban las mejores avenidas en torno al parque. Bajé por una cuesta hasta un parking subterráneo de pago, y llevé el coche hasta la zona más alejada por debajo del parque. Fuí algo descarado y aparqué ocupando tres plazas, de forma horizontal. Si el coche tuviera un solo arañón, me daría un ataque que incluso Leo me armaría la bronca.
Subí por las escaleras del subterráneo y aparecí por una de las salidas del parque, me deslumbró el sol de pronto, el parkin estaba casi a oscuras y el día brillaba con algunas nubes, por lo que me giré la gorra de mi equipo de fútbol de mi país y c aminé un poco.-¡Sol no!¡Agh! ¡Quita bicho que me quemas!- El antojo de la tarde me hizo rugir las tripas, me dejé llevar por mi instinto infantil y me compré una gran bola de algodón de azúcar, que devoré rápidamente.
- ¡Mamá!¡Mamá! - Una chica pequeñaja de unos seis años se me cruzó delante.-Ey, chica,¿Te has perdido?- Me preguntó por una mujer morena con gafas negras y como no la ví simplemente me dediqué a llevarla junto a un puesto de policía que encontré en apenas cinco minutos, decidí dejarla con ellos y que usaran los megáfonos o lo pertinente para ayudarla, tampoco es que me fuera a quedar todo el rato con ella.No me alejé mucho de aquella caseta de la policía cuando un perraco enorme se me lió por las piernas.
- ¡Hola grandote!- Exclamé mirando al perro, inclinándome un poco y viendo que tenía un móvil en la boca. Acerqué la mano a su boca, esperando y deseando que no me mordiera y en ella me soltó el aparato, junto con sus babas.- Hm..... gracias chico... pero ..puaj.- Hice un mohín de asco cuando agité la mano y lancé algunas babas al suelo. Limpié mi mano contra el bajo de mi pantalón vaquero y miré el móvil, era uno que había salido hara poco más de dos meses. Y sería una auténtica pérdida para quien lo hubiera perdido. Me levanté y proseguí limpiandome la mano mientras me giraba y volvía hasta la caseta de policías. Nuevamente los policías me dieron las gracias, aunque me negué a recibirlas, que aunque no fuera del país quería ayudar. Pero a ellos les daba lo mismo, solo se interesarían en que el dueño del móvil volviera, porque si no se lo quedarían. Ya no tenía el apetito de media tarde, pero no sabía que podría hacer por Central Park. Debí de haber quedado con alguien, pero es que todos mis colegas ya están perdidos.

-Pues muy bien.-se dijo a si mismo mientras veía como el animal se perdía de su vista, llevando sus manos a la cabeza para alborotar su cabello.- Maldito animal.-exclamó antes de empezar a caminar en la dirección en la que se había ido.

No tenía intención de correr, menos tras un perro como aquel, aunque sabía dónde tenía que ir para encontrar el móvil de vuelta. Si seguía por donde había venido, encontraría cerca de por donde había entrado al parque una caseta policial donde encontraría el móvil si es que si quién lo encontrara o el dueño de aquel animal infernal tuviera la decencia y no el descaro de entregar el móvil a las autoridades en vez de quedárselo. Acercarse a mirar si lo habían encontrado era lo máximo que haría para recuperar el móvil, pues aunque lo necesitaba siempre podría comprar uno nuevo, quizás incluso mejor y más práctico, y no se iba a poner a perder el tiempo persiguiendo aquel condenado sabueso por todo el parque hasta que lo soltara.

Caminó introduciendo las manos en sus bolsillos, por suerte no se había manchado al derramarse el café, sino tendría dos problemas en vez de uno y el segundo sería uno no tan fácil de arreglar como el perder el móvil por culpa de un perro mal adiestrado. Parecía ser que el pequeño había ido en esa dirección porque estaban sus huellas marcadas por ese camino y en realidad lo agradeció porque quizás incluso llegaría a encontrarlo sin tener que ir al puesto o hasta podía ser que lo encontrara tirado por el suelo. Sin embargo no fue así porque para cuando llegó cerca de la caseta no vio al animal ni tampoco nada por el suelo, así que se tuvo que dirigir suspirando hacía la entrada.

-Hola, vengo a buscar mi teléfono móvil. Se me ha caído al suelo y un perro huyó con el.-explicó mientras entraba, siendo atendido por dos guardas que amablemente, aunque uno de ellos con cara de malos amigos por el hecho de que no iba a quedarse con el móvil aquella vez, que le enseñaron el teléfono y le hicieron rellenar el formulario de identidad y agradecimiento por el trabajo de los guardas, pura formalidad que podía haber pasado de hacer pero que por cortesía no rechazó.- Bueno, gracias por todo.-dijo mientras se disponía a salir, pero uno de ellos aportó que quién lo había llevado había salido hace poco y que quizás seguía afuera y que era rubio, extranjero.

Al salir de la caseta buscó con la mirada algún indicio de esa persona, a quién quería agradecer por lo mismo, y se encontró con alguien de espaldas, caminando hacía el lugar por donde había entrado al parque, al parecer con ánimo de abandonarlo. Caminó rápido tras él y a los pocos pasos se introdujo el móvil en el bolsillo para que no le volviera a caer o a ser robado por un animal.

-¡Hey! ¡Hey!-llamó, sin saber como para que le prestara atención.- ¡Hey! Quería agradecerte el haber encontrado mi...-pero cuando el chico se giró sus pasos se frenaron y se quedó mirando la cara del otro hasta que sus labios se fruncieron en una mueca molesta.- Shepherd.

No hice nada destacable, es algo simple y no requiere de mucho esfuerzo, recoger un móvil perdido es algo que todos harían, pero ...¿Devolverlo? ¿Devolver un móvil de este último 2012? Eso solo lo harían las personas que tienen móviles mejores o se lo podrían permitir, personas como yo, que no nos falta de nada, y aunque nos faltasen teníamos grandes amigos que se encargan de conseguírtelos, como el tremendo cochazo que me regaló Leonarth.

Pero aún así, fuí a llevar ese teléfono, me gané de paso el agradecimiento de los policías por hallar a la niña y por entregar el teléfono, pero eso no era nada con lo que se me venía encima. Escuché una voz tras de mi, alguien que llamaba por mi atención, imaginé que sería alguno de los policías o en un caso extremo el propietario del móvil.

-¡Oh!¡No ha sido...- Me giré rápidamente pero comencé a hablar antes de perder el aliento en un segundo. Sí, de seguro sería el móvil de aquel moreno inglés de ojos azules. - ¡Chris....Christopher!- Exclamé su primer nombre, aquel nombre que usaba tanto como su segundo, William. Pero para ése chico yo tenía un apodo especial, era Billy y por lo visto yo era el único que le llamaba así, lo que me hacia feliz.

La sorpresa invadió mi rostro, mis se arquearon invertidas y mi labio inferior decidió bajar repentinamente, mi mirada cobró fuerza, una fuerza cubierta de angustia. Sentía angustia desde que no volví a saber más de Chris tras la mañana de Halloween. En realidad tampoco recuerdo cuáles fueron las últimas palabras que le dije aquella noche... solo sé que cuando desperté quise abrazarme a él, pero su cuerpo no estaba en mi cama, ni mi sofá ni ningún sitio de mi habitación.

Levanté vagamente el brazo derecho y adelanté mi pierna para acercarme hasta el inglés, si le veía después de estos dos meses, no podría permitirme dejarle escapar de nuevo, tenía cosas que explicarme, quizás yo también tuviera cosas que explicarle a él, por eso lo primero era hacerle entrar en razón y que no se cerrara en banda a mi, y que pudiera hablar con él.

Cuando lo vio sintió una mezcla de dos emociones y dos impulsos que tuvo que que reprimir por más fuerte que arrasaran su interior. Uno era de alegría, pues había pasado dos meses desde la última vez que había visto a aquel personaje, Mike Shepherd, y tampoco había hablado con él desde entonces. Y, aunque al principio de todo le cayera mal, para el último día en el que se había visto con él se había acabado prendando completamente por aquel rubio aunque no lo dijera ni admitiera a alguien que no fuera él mismo. Ese sentimiento de felicidad le impulsaba a acercarse y abrazarle, engancharse a él como si en vez de dos meses hubieran sido dos vidas completas sin verle. Pero los otros sentimientos e impulsos tiraban hacía la dirección contraria. También había sido aquel chico quién, después de un par de meses de acoso incesante, dejó de llamarle, de dejarle mensajes, de buscarle, de invitarle a fiestas. Y dejó de hacerlo después de haberse acostado con él. La pena y el miedo a que su corazón se rompiera le instaba a huir y alejarse de aquel chico y era la misma que había evitado que se intentara acercar él durante aquel tiempo.

Pero no había otra que hacerlo, que esperar a que se le pasara el capricho de Mike. Porque, aunque huyera a la mañana siguiente de haberlo hecho con él, nunca le buscó, lo que significaba que este ya había tenido lo que quería, haberse acostado con él. Y solo era eso para él, otro polvo. Otro más de entre todos los que habría tenido. Incluso había escuchado que ahora incluso lo hacía con chicas. y normal que escuchara noticias de él, si desde no hacía mucho se había vuelto el líder de los Kappa Tau y todos los omegas hablaban de él. Incluso se rumoreaba que el líder de los omegas había estado “íntimamente” con él. Los rumores no le solían ayudar a olvidar el tema, pues la herida de haber sido uno más se agrandaba más. Aunque en una ocasión trató de romper con aquello y le envió un WhatsApp para felicitarlo por su ascenso a cabeza de los kappas, sin recibir respuesta alguna de este.

Estaba más que claro que ahora el escocés no quería tener nada que ver con él.

El otro hizo ademán de acercarse pero Billy no se movió, sino que se mantuvo quieto en su posición sin saber qué hacer debido a la doble naturaleza de sus impulsos. No sabía si acercarse o huir, si cerrarse a mantener una conversación o dejar que esta fluyera. Solo podía quedarse quieto y esperar a que el otro le rompiera el corazón como temía que hiciera. Pero aunque lo hiciera nunca se lo mostraría, de eso si estaba seguro.

-Mike...-susurró, esta vez llamándolo por el nombre por el que todos lo conocían.- Gracias por... lo del teléfono... y eso.-dijo alzando el teléfono en la palma de su mano, mientras su cuerpo daba un paso hacía atrás inconscientemente.- Te dejé un mensaje hace unos días.-se le escapó entonces, con un tono entre molesto e informativo, como quién se lo echara en cara pero al mismo tiempo fingiera que no era importante para él.