Sherry D. Lockhart

Sherry a su principió es de caracter serio, su vida como tal hasta que llego a la universidad fueron muy duros haciendo que ella sintiera una gran tristeza en su corazón y dejandola con un hueco vació en él. . No es que esté sonriendo todo el tiempo pero lo intenta. La encanta reir y hacer reir a los demás, la hace sentir bien. Siempre que puede hace bromas o intenta parecer graciosa a los demás. Las palabras malsonantes no se incluyen en su vocabulario, a excepción de que esté realmente cabreada. Al principio se muestra algo cerrada con algún desconocido o con alguna persona que está todavía por conocer. Pero cuando comienza a tener un poco más de confianza en la otra persona hace todo lo que puede para que esa ''relación'' siga avanzando, hasta tener plena confianza el uno con el otro. No es egoísta, bueno, en algunas ocasiones sí, pero pocas veces se muestra como tal. La da igual la clase social de cada persona, si tu la tratas bien ella te tratará bien, así funciona. Vengativa, poco le importa lo que le suceda a si misma, pero si algo que considera como su amigo es atacado o lastimado, Sherry no escatimara a la hora de saldar cuentas.

Aunque se vea algo raro y mucho más sabiendo su edad, esta chica nunca se ha enamorado. No sabe como es ese sentimiento, solo lo ha oído hablar muy de vez en cuando en el instituto, pero no le daba mucha importancia. Ella sabe que si se llega a enamorar lo dará todo por esa persona, nunca lo querrá ver triste y lo animará en todo lo que pueda. Es celosa, demasiado, aunque no lo acepte ella solo quiere lo que es suyo, sí, suena demasiado posesivo pero así es ella. Incluso con sus amigos se puede llegar a poner celosa. Llorará con mucha facilidad si esa ''persona especial'' la hace daño, aunque siempre se intentará ver fuerte nunca olvidemos las noches que puede pasar golpeando la almohada mientras que no deja de llorar.

Nació el 3 de Diciembre. Sherry nunca creyó que solo recibiera atención por parte de su padre y hermano, su madre la ignoraba completamente pero a ella la dejó de molestar segun fue llegando a la adolescencia. Su hermano recibía toda la atención de su madre ya que quería lograr que fuese ''el niño prodigio'' el que como mínimo sacaba notable en las notas finales del curso. Sherry no era de esas, es decir, sí que se esforzaba todo lo que podía pero hiciera lo que hiciera su madre no la prestaba atención y quedaba a la sombra como si fuese invisible. Ella lo veía algo bueno, todo tiene su lado positivo ¿no? ser invisible... podías hacer todo lo que quisieras, cuando quisieras y como quisieras, pero con lo que Sherry no contaba es que tanto su hermano como su padre si la podían ver, por lo que no era del todo invisible. Que su padre la viese no significaba que ignorase a su hermano, no, les daba a los dos toda la atención que necesitaba. La ayudaba en todo lo que podía y ella en verdad se lo agradecía con todo su corazón. En la escuela la iba bien, bueno, lo ''normal'' en una niña de 12 años, tenía muchos compañeros pero de entre todos solamente había uno al que podía llamar ''amigo''. Sus calificaciones eran bastante buenas y los profesores no se quejaban de su comportamiento, pero como siempre su madre solo estaba centrada en su hermano. Los días pasaron con normalidad al igual que los meses, todo era una maldita rutina, hasta que un día sus padres salieron a comprar como habitualmente hacían, lo que ella y su querido hermano no sabían era que todo iba a cambiar a partir de ese día. Su hermano solo la sacaba un año y Sherry ya constaba de 14 años. Su hermano y ella estaban tranquilos mirando la TV apagada, cuando todo aquél silencio se rompió con una melodía pegadiza de uno de los teléfonos móviles que poseían ambos jovenes. Fue su hermano el que contestó ya que era su móvil, Sherry lo miraba fijamente y pudo notar como el rostro de este se volvía totalmente blanco como la nieve y unas pequeñas lágrimas salían de sus ojos. Ella enseguida se preocupó y cuando él cortó la llamada salió corriendo dirigiéndose a la puerta retorciendo el pomo para poder salir, pero su hermana lo detuvo agarrándolo del brazo y le preguntó que qué le ocurría, él solo pudo articular un ''Es papá... él...'' No le dio tiempo a terminar aquella frase, ya se encontraban corriendo hacía el hospital, Sherry sabía que no ocurría nada bueno y mucho menos al escuchar la tan voz quebrada de su hermano, no se lo creía. Llegaron y preguntaron en recepción por Jake Lockhart -su padre- y les dieron las indicaciones de la habitación. Y ahí estaban, enfrente de la puerta donde se encontraba su padre en mal estado. Ninguno de los dos se atrevía ha abrir la puerta, no querían saber en qué condiciones se encontraba su padre, y aunque sonase algo vulgar... no lo querían ver muriendo. Sherry preguntó a su hermano Sean, qué le habían dicho exactamente, él dijo que había sufrido un ataque en uno de sus órganos y... tragó saliva, esto era muy costoso para él y se encontraba confundido. ''Le queda poco tiempo'' En ese mismo instante el mundo se le vino encima a Sherry Danielle Lockhart. No, no podía ser lo que estaba escuchando, su padre la iba ha abandonar. Pero tenía que ser fuerte, no quería que la viesen llorando, no quería parecer indefensa y vulnerable, aunque fuese así como de verdad se encontraba. No parpadeaba, sabía que si llegaba a parpadear todas las lágrimas que tenía acumuladas en sus preciosos ojos miel caerían en picado por sus mejillas. Se armó de valor y abrió la puerta en la que supuestamente era la habitación de su padre. Y allí le vio, con los ojos cerrados y a su lado una máquina con un sonido constante bastante molesto y agudo. Se acercó a él con cuidado, no quería despertarle, sólo quería agarrarlo de la mano y no separarse nunca de él. No quería que la dejase sola ante este mundo tan cruel y egoísta. Se sentó en una de las sillas que había al lado de la cama y le agarró la mano, comenzando ha acariciarla suavemente, mientras que unas lágrimas caían por sus mejillas algo enrojecidas. Y entonces ocurrió, su padre estaba abriendo los ojos y Sherry no pudo evitar que una sonrisa se formase en su rostro mientras que con la mano que tenía libre se limpiaba las lágrimas y soltaba una risita nerviosa. Apretó mucho más su mano contra la de su padre y este hizo lo mismo, lo que provocó que los dos sonriesen al mismo tiempo. Pero esa sonrisa se desvaneció enseguida cuando su padre dijo ''Tengo una enfermedad, y no me podré curar.'' Ella solo se mordió el labio inferior y agachó la cabeza. Él la había enseñado a ser fuerte y no se iba a derrumbar a la primera de cambio. Levantó una cabeza intentando esbozar una sonrisa sincera, pero solo logró una mueca. Sherry le dijo cuanto le quería, que no la preocupaba el futuro, que solo había que centrarse en lo que estaba ocurriendo ahora & ahora estaba con él, eso era lo que realmente importaba. Salió de la habitación para encontrarse frente a frente con su hermano el cual la miraba serio, ella solo se limitó a sonreir forzadamente como diciendo ''Todo está bien'', Sean la devolvió la sonrisa y entró a la habitación en la cual Sherry había estado hace un momento. Suponía que ahora le tocaba charla padre-hijo y ella no era quién para molestarlos. Así pasaron los días y su madre no aparecía por ningún lado, y Sherry había dormido en el hospital por si algo le ocurría a su padre. Hasta que pasó el mes y su padre falleció. No hubo lágrimas por parte de ningún hijo, ellos eran fuerte, así les había enseñado su padre y estaría orgulloso de ellos. Ya había pasado un año desde lo ocurrido, ahora vivían en la casa de su padrastro junto a su maldito hermanastro al que tanto destetaban, pero Sherry solo se quería llevar bien con él, pero parece que el chico no tenía ganas de mantener una amistad con la persona que había ''invadido'' su casa, su intimidad y toda su vida. Cambio de casa supone cambio de escuela. Ahora los dos hermanos asistían a las mismas clases que su hermanastro, pero hacían con que no se conocían, ninguno quería saber nada del otro. Desde la muerte de su padre, Sean se ha mostrado muy protector con su hermana pequeña Sherry, ahora la cuida mucho más que antes y a veces incluso se pasa algo de sobre-protector. Las clases no eran nada del otro mundo y no tenían por qué. A Sherry no la costó demasiado acostumbrarse e ''integrarse'' en aquél lugar, es más, el primer día ya había hecho una amiga, fue por un simple accidente en el cual los libros de ambas chicas terminaron en el suelo. La vida en casa se había vuelto totalmente un infierno, su hermano ya casi ni la hacía caso, y ni que hablar de su hermanastro que la trataba como un bicho raro y siempre se alejaba todo lo que podía de ella. A su madre, por el contrario, se la veía feliz... y lo que más la repateaba a Sherry era que la veía mucho más feliz que cuando estaba con su difunto padre. Todos los días se tenía que aguantar las ganas de coger a su madre del cuello de la camisa y decirla un par de verdades. Su padrastro hacía todo lo posible para que Sherry y Sean se sintiesen como en su verdadera casa, pero era algo imposible, era como decir ''Ey! Hagamos con que nos conocemos de toda la vida, ya tenéis que superar lo de vuestro padre.'' al menos así lo sentía Sherry. Los años pasaban y cada vez todo aquello se volvía más aburrido de lo habitual. Sherry ya tenía 18 años y era lo suficiente madura para tomar sus propias decisiones. La dieron una beca para la universidad Brown. Sí, ella quería entrar a esa universidad, una de las razones era por que allí había asistido su padre, y además no tenía tan mala pinta. Pero sabía que aquello debía ser un secreto, no quería que los demás supieran que era becada, por que... ¿y si la llegaban a ignorar por eso? lo pasaría peor que hace unos años atrás. Por lo que, mientras estuviese allí lo intentaría ocultar todo el tiempo que pudiera.

— Vestirse como a ella le gusta. Unas converse, unos pantalones rasgados y una sudadera. Pero solo sale así por la noche, no quiere que nadie la vea así.
— Los comentarios positivos sobre ella.
— Jugar a las consolas como la xbox, ps3, psp... etc.
— Las películas de miedo.
— La música, sobretodo cantar alguna que otra canción. Pero solo las que se siente ella identificada -la mayoría-.
— Estar con sus amigos, riendo y haciendo algún que otro comentario ridículo y sin sentido.
— Los peluches grandes y con mucho relleno por dentro, para poder abrazarlos.


— Las mentiras, principalmente que la mientan a ella.
— Todo tipo de insectos, pero más las moscas la sacan de quicio.
— Las películas demasiado románticas.
— Que la traten como una completa desconocida.
— Que la ataquen con preguntas estúpidas como ‘‘¿De dónde eres?’’ ‘‘¿Tu edad?’’ etc...


— Morderse el interior de la mejilla cuando está nerviosa.
— Jugar con las mangas de su camisa cuando no sabe que decir -y habla en susurros-.
— Morderse el labio inferior cuando está a punto de llorar, para aguantar las lágrimas.


Ninguna


— Tiene miedo a la oscuridad, de todos modos intenta ocultarlo.
— Duerme con la ventana abierta.
— Cuando ríe pone su mano para que no la vean. No la gusta su sonrisa.
— Su comida favorita es la pizza.