Sarah Evans

Sarah Michelle Evans
18 años
Estudiante
Sigma Alpha Epsilon
Ciencias de la comunicación
Periodismo
Heterosexual
Estadounidense
2 de diciembre

GUSTOS
-El sol y la playa
-El senderismo
-Cualquier tipo de deporte
-La acampada, el aire libre

DISGUSTOS
-La lluvia, cuando se hace repetitiva
-La hipocresía, las mentiras
-Deber favores
-Sentirse débil y pedir ayuda

MANÍAS
-Morderse las uñas (intent dejarlo)
-Pasarse la mano por el pelo cuando está nerviosa

ENFERMEDADES
-No suele ponerse enferma, aunque es alérgica a las gramíneas

DATOS CURIOSOS
-No le gustan los complementos y rara vez los lleva. Le resultan molestos.
-De pequeña era muy trasto, y tiene varias cicatrices que lo demuestran
-Tiene un tatuaje en la nuca, cerca del oído derecho, justo en el nacimiento del pelo. Se trata de un símbolo tribal con forma de sol.
-Por mucho que lo intente, su habitación siempre termina peor después de ordenarla que antes

Siempre ha sido bastante reservada, aunque no es tímida. Le cuesta confiar y abrirse a la gente, pero no tiene reparos a la hora de hablar con todo el mundo. Puedes pasar años a su lado sin conocerla. Es alegre y divertida, siempre parece estar contenta, aunque sus prontos pueden hacer temblar el suelo. Su aspecto de niña dulce siempre le ha granjeado la simpatía de quienes la rodean, pero una vez la tratan comprenden que es una persona más difícil que lo que dicta su apariencia.
No suele pedir favores ni le gusta ofrecer su ayuda sin más, aunque nunca se negará a ayudar cuando se lo piden o si no le queda otro remedio. Odia las mentiras, no miente y no soporta que le mientan. Tampoco soporta la hipocresía. Entiende que las convenciones y las normas sociales son necesarias para poder convivir, pero la ponen de los nervios las normas que algunas personas se inventan. Nunca ha seguido modas, y le hace gracia la gente que es capaz de vestir una bolsa de plástico por seguirlas.
Es callada, y socializa mejor con los libros que con las personas. Aunque no es de las que van ofreciendo su ayuda, siempre que puede participa en obras benéficas. Su umbral del ridículo es muy alto, no le importa hacer el memo siempre que puede.
Aunque le cuesta confiar en la gente, los amigos que hace son de verdad, siempre se puede contar con ella y es muy leal. No tiene pelos en la lengua.

Nació en Phoenix, Arizona, tan cerca del desierto que lo siente como parte de sí misma. Su madre murió cuando era pequeña en un accidente automovilístico y no tiene hermanos, aunque siempre se ha sentido muy unida a su padre. Matthew Evans trabaja para una empresa de telecomunicaciones, y a menudo debe viajar por negocios de un lado a otro del país. Durante sus viajes, Sarah se traslada desde la gran ciudad hasta las afueras de Phoenix para vivir con sus abuelos paternos. Pasa grandes temporadas con ellos, haciendo senderismo por el desierto y tostándose al sol junto a la piscina. Y es que en Arizona no se puede hacer mucho más. De hecho, una casa sin piscina en el San Tan Valley era sinónimo de muerte. Tardaba una hora en poder llegar en autobús desde allí al instituto de Phoenix, pero adoraba aquel retazo de paz.

Aunque se alegra de haber entrado en Brown, como siempre había deseado, echa muchísimo de menos su ansiado sol. Wisconsin puede ser más cruel que el desierto cuando se decide por llover, y tarda casi un día en tren en llegar desde la facultad hasta Arizona, así que siempre se ve obligada a programar sus viajes en avión y con antelación. Es costoso, por eso sólo vuelve a casa en vacaciones.
Acaba de cumplir 18 años, y este es su primer año fuera de casa y en una gran ciudad. Aunque Phoenix es grande, el ambiente allí es mucho más relajado y menos competitivo que en Brown.